Editorial del Nº64 de Lucha de Clases – Cuando se anunció el acuerdo de gobierno PSOE-UP nos opusimos a que UP se comprometiera con políticas timoratas que dejaran sin resolver los problemas sociales y democráticos fundamentales. No obstante, conscientes de las expectativas y del apoyo popular al nuevo gobierno, planteamos que fueran los hechos quienes hablaran antes que adelantar pronósticos.
Hablan los hechos
Los hechos comienzan a hablar. Algunas promesas se convirtieron en realidad, como el aumento salarial a los funcionarios (2%), la revalorización de las pensiones con el IPC (0,9%), o el primer aumento del salario mínimo (50€, hasta los 950€). También se derogó el artículo del Estatuto de los Trabajadores que permitía el despido por bajas justificadas, que el Congreso debe ratificar.
Evidentemente, celebramos estas medidas porque contribuyen a mejorar la vida de las familias trabajadoras.
Sin embargo, los pasos dados hasta ahora han sido más bien tímidos. Hay propuestas sobre la mesa, como la Ley de Eutanasia, que apoyamos, pero sobre las cuestiones más apremiantes para la clase obrera el Gobierno no está siendo claro o directamente ha aparcado la cuestión. Así, no hay un calendario exacto para llevar el SMI a 1.200€ en 2023, que es una promesa declarada del nuevo gobierno. Tampoco hay fecha para derogar “los aspectos más lesivos” de la Reforma laboral del PP, ni cuáles. Igual ocurre con la Ley Mordaza y la ley educativa, LOMCE. Otro aspecto fundamental es la precariedad laboral, que afecta al 35% de los trabajadores. En 2019 se firmaron 22,51 millones de contratos, la cifra más alta de la historia. Casi la mitad, el 48%, duraron un mes o menos, y el 27% una semana o menos ¿Qué propuestas hay para eliminar está situación tan horrible? Otro grave problema es el acceso a la vivienda. Sólo en Madrid, los trabajadores menores de 35 años deben destinar hasta el 40% de su salario por una habitación, según un informe de CCOO. Sobre esto, tampoco se anunciaron medidas efectivas; es más, se han planteado dudas a la propuesta del acuerdo PSOE-UP de contener los alquileres.
Nos dicen que hay que ir poco a poco, y que debemos tener paciencia. Lo cierto es que para acometer las reformas acordadas entre PSOE y UP, que ya eran bastante tímidas, hay dudas de dónde y cómo conseguir el dinero, si se quiere cumplir con los infames recortes impuestos por Bruselas. Al respecto, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, ha criticado la cicatera reforma tributaria del gobierno: “El acuerdo fiscal entre PSOE y Unidas Podemos es netamente insuficiente. Es la parte más tímida del pacto. Esto es el chocolate del loro. España necesita ser mucho más ofensiva para hacer políticas fiscales”. Frente al objetivo de incrementar la recaudación en 5.654 millones de euros, CCOO afirma que la propuesta se queda al final en 2.791 millones, bastante por debajo.
Los dirigentes de UP han hecho suyo el argumento de avanzar con la “estrategia del Diálogo” con los empresarios. Esto, que ya mostró sus límites en el período previo a la crisis de 2008, tiene ahora bases mucho más endebles con el estancamiento económico global y la nueva crisis que se avecina, haciendo muy difícil aplicar las reformas prometidas sin atacar la propiedad de los grandes empresarios y banqueros. Por ejemplo, es imposible avanzar decisivamente en el abaratamiento de la electricidad y de la vivienda sin expropiar las eléctricas y las decenas de miles de viviendas vacías de bancos y fondos buitre. Es imposible terminar con la precariedad laboral sin tomar el control de las 100 grandes empresas del país para revertir el actual modelo productivo basado en sueldos bajos y trabajo precario para competir con las multinacionales extranjeras, agravado por la escasa inversión en tecnología y la apuesta por la hostelería y el ladrillo.
Retrocesos políticos
Nos preocupa el moderantismo y retroceso político que han empezado a exhibir los ministros y diputados de UP.
Así, la ministra de trabajo Yolanda Díaz declaró que “técnicamente no es posible derogar toda la reforma laboral del PP… Y creo que la metodología [de negociación] que hemos empleado en el acuerdo es la correcta” (El País, 25/01/20). Sobre la sentencia del Tribunal Constitucional que avalaba el despido por acumulación de bajas médicas justificadas, declaró: “La mayoría de empresarios están tan incómodos como los sindicatos y el Gobierno con esta medida” ¿Seguro? ¿Y por qué la festejaron y la aplicaron con tanto entusiasmo?
Ahora, ministros y diputados de UP aplauden los discursos del Rey en el Congreso, y los alaban. Así, realzan la autoridad moral de una institución antidemocrática impuesta por la dictadura franquista. Irene Montero llegó a declarar: “Si para subir el salario mínimo hay que aplaudir al Rey, lo haremos” ¿Qué significa esto, que sin el Rey y los aplausos no podremos avanzar en nuestros derechos? ¿Dónde quedan la lucha y la movilización social?
Los integrantes de la Mesa del Parlamento de UP votaron en contra de hacer pública la “hoja de servicios” (franquista) del torturador policial “Billy el Niño” con la excusa de que “era anticonstitucional”. Luego se retractaron, pero la mancha quedó ahí. También votaron junto a PSOE, PP y Vox para impedir que el Rey declarara en el Congreso sobre sus vínculos económicos con la dictadura de Arabia Saudita.
Así, los principios, las convicciones y los programas políticos son algo desechable una vez se entra al gobierno… para estas damas y caballeros.
Si ya es malo estar en un gobierno donde no puedes aplicar tu programa, peor aún es asumir las excusas y los trucos tramposos de los políticos profesionales del régimen para justificar el abandono de tus posiciones políticas, apelando a “la razón de Estado”, el “marco constitucional”, o la “lealtad institucional”, esa palabrería falsa destinada a marear y engañar a las familias trabajadoras.
Lamentablemente, UP comienza a aparecer ante capas avanzadas de la clase trabajadora y de la juventud como un partido del régimen, ante el entusiasmo de la clase dominante. José Bogas, directivo de la eléctrica ENDESA, declaró: “No me preocupa absolutamente nada el nuevo gobierno PSOE-UP”. Y el directivo de Morgan Stanley, Frank Robert Petitgas, dijo en la Cumbre de Davos: “El mercado ha comprado bien este Gobierno, cree que va a ser razonable y responsable y hará una política seria”. Un ministro socialista, citado por El País, declaró: “Unidas Podemos se ha hecho mayor. Lleva solo tres semanas pero ya es partido de Gobierno… Podemos ya no da miedo” (El País, 30 enero).
Confiar sólo en la lucha
La clase obrera sólo debe confiar en sí misma y en su lucha. Las primeras concesiones del gobierno están animando a muchos sectores a sacar la conclusión de que ha llegado la hora de que se atiendan sus reivindicaciones, y a salir a la calle para reclamarlas.
Después de la huelga general del 30 de enero en Euskadi y Navarra por pensiones mínimas de 1.080€ y la dignificación de las condiciones de vida de los trabajadores, se han sucedido multitud de protestas, abarcando sectores muy amplios. El 15 de febrero, miles de trabajadores públicos interinos marcharon por Madrid exigiendo empleo fijo tras años de encadenar contratos. Al día siguiente, miles de autónomos se movilizaban también contra la precariedad de su situación, sin seguro de desempleo, altos seguros sociales y el chantaje empresarial que disfraza como falsos autónomos a muchos asalariados sin derechos. Tenemos las protestas en el campo por los bajos precios de los productos en origen, en muchas regiones y englobando a sectores muy diversos. Una expresión particular del malestar acumulado fue la manifestación en Madrid de decenas de miles de personas procedentes de León reclamando soluciones al despoblamiento industrial y territorial, o las movilizaciones en Guipúzcoa contra el derrumbe del vertedero de Zaldívar, que dejó 2 trabajadores muertos y una grave situación de contaminación.
Las grandes empresas y bancos también ejercen presión sobre el gobierno. No se muestran públicamente, pero son igualmente efectivas. Son llamadas y reuniones en los despachos para tratar de reducir al mínimo la subida de impuestos a los ricos y la poda de la legislación reaccionaria del PP. La clase trabajadora no tiene una llegada tan directa al gobierno, aunque se supone que éste la representa. Frente a la música tranquilizadora que llega desde La Moncloa, las familias trabajadoras, los jubilados, y los estudiantes deben redoblar la presión en la calle para exigir atención a sus reivindicaciones y contrarrestar la que ejercen en sentido contrario nuestros enemigos de clase.
Las familias obreras necesitan atravesar por la experiencia de este gobierno, no tienen otra opción. En cualquier caso, las capas avanzadas de los trabajadores y de la juventud no van a conformarse con migajas ni con llamamientos a la paciencia y la moderación. Están comenzando ya a buscar una alternativa y ésta sólo puede ser socialista, republicana y revolucionaria.