La situación política española ha dado un cambio radical con la elección de Pedro Sánchez como nuevo Secretario General del PSOE, tras derrotar a la candidata del aparato, Susana Díaz, respaldada por el establishment político, económico y mediático. Esto coincide con el agravamiento de los escándalos de corrupción en el PP –desvelados por la “Operación Lezo” y la “Operación Púnica”– y la presentación de la moción de censura de Unidos Podemos (UP) contra el gobierno de Rajoy. El gobierno del PP, que hace un par de meses se las prometía muy felices, entra en una fase de inestabilidad creciente que puede llevar, en determinado momento, a una crisis abierta de gobernabilidad.
PSOE: el giro a la izquierda de las bases derrotó al aparato
La gestora socialista, bajo la inspiración directa de Felipe González y del Ibex35, pensaba que la elección de Susana Díaz como secretaria general del PSOE iba a ser un mero trámite, lo mismo que su victoria en el congreso del partido de este mes de junio. Tenían el objetivo de mantenerse como una oposición “responsable” al gobierno de Rajoy, y darse un tiempo para recomponer el partido, con la esperanza de remontar en las encuestas una vez transmitida una imagen de normalidad.
Sin embargo, la victoria incontestable de Sánchez como Secretario General ha mandado todos estos sueños a la papelera. Aunque en el momento de salir esta revista a la calle aún no se había celebrado el congreso del partido, es lo más probable que Sánchez también se haga con el control del aparato central y del Comité Federal, el máximo órgano de dirección.
No puede entenderse la victoria de Sánchez sin tener en cuenta el ambiente de radicalización y el giro a la izquierda de los sectores más vivos y dinámicos de la sociedad, en la clase trabajadora y la juventud. Como en Podemos hace 4 meses, es el mismo ambiente que empujó a la victoria de Pablo Iglesias en el Congreso de Vistalegre. Por el contrario, los representantes del ala de derechas de ambas organizaciones (Íñigo Errejón y Susana Díaz), apoyados por el establishment, sufrieron sendas derrotas.
La victoria de Sánchez ha resaltado en particular, por el papel central que el PSOE ha jugado en la estabilidad del capitalismo español, y por la firmeza con que la clase dominante ha controlado la dirección del partido durante cerca de 40 años. El partido está plagado de cargos públicos y arribistas, con años de inmersión en las instituciones del sistema. Por tanto, la victoria de Sánchez muestra cuán poderoso y profundo es el proceso de indignación y hartazgo de la clase trabajadora con la crisis del sistema capitalista y sus efectos, que ha permeado hasta los aparatos más burocráticos.
Objetivamente, todo esto es muy positivo. El triunfo de Sánchez ha sido visto con entusiasmo por amplias capas de la clase obrera, de la juventud, y de la clase media, que lo comparan con una derrota de la derecha. Debilita al PP, a Ciudadanos, y al establishment, que temen que un eventual eje UP-PSOE se transforme en una bola de nieve que acelere una crisis de gobierno en el PP, y abra ante los ojos de los trabajadores y de la juventud la posibilidad real de un gobierno de la izquierda UP-PSOE.
La victoria de Sánchez también tendrá un efecto positivo en la llamada cuestión nacional. Su defensa, aunque ambigua y confusa, de la plurinacionalidad del Estado español supone una ruptura con el nacionalismo españolista de la dirección anterior, y crea condiciones más favorables para que la defensa de los derechos democrático-nacionales de Catalunya, Euskadi y Galicia, incluido el derecho a la autodeterminación, encuentre un apoyo creciente en el resto del Estado. También debilita al nacionalismo burgués vasco y catalán que, cada vez más, está implicándose en la política reaccionaria de la derecha española, como se ha visto en el apoyo del primero a los presupuestos del Estado, y de ambos al decreto reaccionario de la estiba.
Hay gente sorprendida por este giro a la izquierda, en palabras, de Pedro Sánchez. Pero tiene una explicación. La implicación de los partidos socialistas en las políticas de ajuste y austeridad en toda Europa es lo que explica la crisis histórica de la socialdemocracia. En Grecia, Francia y Holanda se han convertido en organizaciones residuales, luchando por conseguir el 6%-7% de los votos, viéndose rebasados a su izquierda por organizaciones como Syriza (antes de su claudicación ante la troika), La Francia Insumisa, y el Partido Socialista (exmaoísta), respectivamente. No es casualidad que la fuente de apoyo a Sánchez, aparte de lo que hay de vivo en la militancia del partido, haya venido de los sectores medios y bajos del aparato que temían con razón una “pasokización” del PSOE. La siguiente fase será una aguda lucha interna para arrebatarle a la derecha del partido el control que aún mantiene en los diferentes territorios y la resistencia de aquélla para mantener sus posiciones.
¿Qué hará Sánchez?
Mientras saludamos la elección de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, nos resistimos a poner la mano en el fuego por él y su equipo, quienes temerosos de los desafíos que tienen por delante y sin ninguna alternativa real a la crisis del capitalismo español, podrían recular y tratar de congraciarse con el establishment, que actualmente le odia y desprecia, y mantener la hoja de ruta de garantizar la estabilidad política del país. Ahora bien, los “sanchistas” pusieron un alto precio a su victoria: enarbolaron la bandera de la Izquierda, se comprometieron con derribar al gobierno del PP, y cantaron “La Internacional” en todos sus actos de campaña. Han despertado una enorme ilusión y expectativas en las bases socialistas y en millones de votantes, y no tendrán fácil dar marcha atrás sin provocar una honda desilusión y furia entre sus bases por la ruptura de la palabra dada.
Es probable que, si Sánchez consolida su victoria en el congreso socialista, no haga nada relevante antes de septiembre, cuando se reanudará el ciclo político. A partir de ese mes, tendrán lugar los congresos regionales para renovar las direcciones autonómicas del partido. Al haber ganado con claridad en las primarias en 15 de las 17 autonomías, tiene todo a su favor para alzarse con el control en la mayoría de ellas, facilitado también por el hecho de que no pocos burócratas y arribistas que apoyaron a Patxi López y Susana Díaz tratarán de ubicarse bajo su ala.
Sánchez estará sometido a una doble presión. Por un lado, sus bases de apoyo le demandarán que lleve a efecto el tipo de oposición y programa que defendió en las primarias. Por otro lado, el ala de derechas “susanista” permanecerá agazapada en las estructuras del partido esperando la ocasión de socavarle, y la clase dominante utilizará sus medios de comunicación para fustigarle sin piedad en cada arrebato “izquierdista” que trate de exhibir. La primera prueba seria de sus intenciones será la actitud que tome ante su competidor directo en la izquierda, UP: si le tenderá la mano, o mantendrá la hostilidad que ha exhibido el partido desde la aparición de Podemos.
Tareas de Unidos Podemos
Frente a la pretensión de los dirigentes de Podemos, y de sus 3 corrientes principales, de que el eje izquierda-derecha había perdido significación política, la campaña victoriosa de Sánchez les ha dado un mentís rotundo. Lejos de ser un eje arbitrario, tiene un contenido anclado en la realidad social, un eje de la clase obrera frente al gran capital, que está profundamente enraizado en la conciencia de las masas trabajadoras del Estado español. Si UP quiere contrarrestar el poderoso impulso que ha recibido momentáneamente el PSOE deberá –entre otras cosas– reforzar su perfil de clase y abandonar, particularmente la dirección de Podemos, su confusa y pedante fraseología patriótica.
En lo que se refiere a la reacción inicial de la dirección de UP a lo sucedido en el PSOE, creemos que ha actuado correctamente, felicitando a Sánchez por su victoria e instándole a que se les una para echar al PP. Este es el camino. UP debería demandarle a Sánchez de manera amistosa que pase de las palabras a los hechos en la lucha contra el PP, como muy correctamente han hecho, proponiendo al PSOE que encabece la moción de censura que le han planteado a Rajoy. UP debe instar a Sánchez a que el PSOE rompa sus relaciones políticas con Ciudadanos en la “oposición” parlamentaria, y que avance con UP en un frente común. Esa será la mejor manera de probar ante la base y los votantes del PSOE la seriedad y sinceridad de la oposición de Sánchez al gobierno de Rajoy. Esta será la mejor manera también de que UP tenga un eco amistoso mayor en las bases socialistas.
Si UP explota exitosamente las deficiencias y debilidades de Sánchez y su equipo, con una actitud amistosa y huyendo de la crítica estridente, podrá demostrar en los hechos que es el mejor y más consecuente oponente de la derecha, y podrá salir muy fortalecido en la actual situación, aunque a corto plazo las expectativas electorales del PSOE se incrementen significativamente.
La moción de censura
Superficialmente, parece que UP ha quedado temporalmente aislado. Su adversario en la izquierda ha salido momentáneamente reforzado y ha rechazado unírsele en la moción de censura al gobierno. Los siempre vacilantes dirigentes de Compromís, que quieren conservar su acuerdo de gobierno con el PSOE en Valencia, proponen ahora aplazar la moción tras apoyarla inicialmente. En un estúpido acto arrogante y despectivo, Rajoy ha anunciado que no participará en el debate de la moción y ha designado a su número 2, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, para que lo represente. Incluso, se ha permitido ironizar desvergonzadamente con la decisión de la presidenta del parlamento, Ana Pastor, de fijar el día para debatir la moción el “martes y 13” de junio.
La derecha española vive fuera de la realidad, no puede ver cómo sigue acumulándose el malestar y la indignación social, cómo está aumentando la confianza de las masas trabajadoras en sus propias fuerzas, que la etapa de resignación y fatalismo por los efectos de la crisis económica y la ausencia de un cambio político significativo en 5 años, está llegando a su fin. Los casos de corrupción acumulados están horadando sensiblemente por primera vez el apoyo al PP en las encuestas. Este tipo de actitudes insultantes no hace más que incrementar la ira de millones y fortalecer las bases de apoyo a UP, apareciendo como la oposición más consecuente a la derecha y al establishment.
UP hace lo correcto en mantener la presentación de su moción de censura. Su posición nada tiene que ver con el cretinismo parlamentario, sino con usar el parlamento para mostrar su limitada utilidad para resolver los problemas sociales y exponer ante millones la podredumbre del gobierno y su partido, y la alternativa política que representa UP. UP también debe aprovechar su moción de censura para mostrar la inconsistencia del papel opositor del PSOE y el carácter subsidiario de la derecha que representa Ciudadanos.
El sábado 20 de mayo, UP organizó un gran acto masivo en la Puerta del Sol de Madrid con cerca de 25.000 personas en apoyo a la presentación de su moción de censura. Una semana más tarde, desfiló junto a miles más por Madrid en la Marcha de la Dignidad. Esto revela las hondas raíces sociales que UP tiene en el movimiento.
Es fundamental que UP, mientras tiende su mano al PSOE, avance en radicalizar su programa político y su carácter anti-establishment para aparecer nítidamente como una alternativa de izquierdas combativa ante la confusión ideológica y política en que andan Sánchez y su equipo.
¡Hay que echarlos!
La situación que se abre en el panorama político español es apasionante. UP es el principal opositor al régimen y la clase dominante le ha declarado la guerra abierta desde el principio. Ahora, la clase dominante ha perdido, en principio y a la espera del desarrollo del congreso del PSOE, el control directo de la dirección de este partido, que queda más expuesto a la influencia de la presión de la clase trabajadora y del marcaje por la izquierda que le haga UP. Por otro lado, la derecha ha comenzado su camino descendente y comienza a desprestigiarse rápidamente. La muleta de Ciudadanos ha quedado expuesta como lo que es, sosteniendo incondicionalmente al gobierno reaccionario del PP. La izquierda en su conjunto sale fortalecida y la derecha debilitada.
Esta situación coincide con el comienzo de una reanimación de la movilización social y la entrada en acción de la clase obrera –por primera vez tras 8 años de crisis– por demandas ofensivas por cuestiones salariales, contra la precariedad laboral, etc., como demuestran las estadísticas del incremento de jornadas perdidas por huelga y de trabajadores implicados en las mismas.
Todo está preparado para nuevos giros y cambios bruscos y repentinos en la situación, incluida la inevitabilidad de una crisis de gobierno en el horizonte y la convocatoria de elecciones anticipadas, que podría llevar a un triunfo claro de la izquierda en las mismas, una vez superados la pasividad y el desencanto de una capa amplia de trabajadores que optó por la abstención en las elecciones pasadas.