Los medios de comunicación burgueses griegos e internacionales orquestaron una enorme campaña de terror, pintando un cuadro de caos y colapso económico, si Syriza ganaba las elecciones. Así fue cómo, por un pequeño margen, Nueva Democracia (ND) raspó el primer lugar. Sin embargo, el ascenso de Syriza, a pesar de todo esto, señala la continuación del giro a la izquierda de la sociedad griega.
Ahora ND intentará formar un gobierno de coalición con el PASOK, que será un gobierno de continuación de la austeridad. Nada se ha resuelto, el problema sólo se ha pospuesto. Todas las condiciones se están preparando para una victoria de Syriza en un futuro cercano. Aquí publicamos un comentario sobre las elecciones, escrito por los marxistas griegos que editan la revista Marxistiki Foni (Voz Marxista) y el periódico Epanasasti (Revolución).
Victoria frágil de la burguesía
Los resultados de las elecciones parlamentarias de ayer son una “frágil” victoria política para la clase dominante griega. Mientras tanto, vemos un giro masivo de las masas trabajadoras hacia el Syriza en las principales ciudades, entre la clase obrera, entre los más jóvenes y entre los sectores más productivos de la población. En estas capas se produjo una verdadera avalancha de apoyo a Syriza
Nueva Democracia (ND) ocupó el primer lugar consiguiendo el 29,66% y aproximadamente 1.825.000 votos. Ganó casi 635.000 votos más en comparación con las elecciones del 6 de mayo, con un aumento de casi el 11%. De los 52 distritos electorales, ND ganó en 36, incluyendo el distrito A de Atenas, el A y B de Salónica, y el distrito A de El Pireo. De acuerdo con las cifras proporcionadas por las encuestas a pie de urna de los diversos canales de televisión, el principal grupo de edad de los votantes de ND se encuentra entre los mayores de 55 años, donde ND consiguió un porcentaje del 39%. Pero en el grupo de 18-34 años de edad ND consiguió sólo el 20%, y en la franja de 35-54 años de edad consiguió un 24%.
La recuperación electoral de ND se debe principalmente a la masiva campaña de terror llevada a cabo por todos los sectores de la burguesía, con el pleno apoyo de los traidores del movimiento comunista, los dirigentes de la Izquierda Democrática (DIMAR, escisión socialdemócrata de Syriza producida hace un año), con su consigna principal de: “Un voto por SYRIZA = una vuelta al dracma y al desastre económico”.Esta campaña sucia tuvo un eco dentro de esas capas tradicionales conservadoras de la sociedad griega, cuya situación y posición económica las predispone a temer las “aventuras” o “incertidumbres” creadas por la perspectiva inusual de un gobierno de un partido del movimiento comunista.
Aparte de los capitalistas y propietarios de grandes ingresos y propiedades, estas capas son, por un lado, aquellas que aún disfrutan de ingresos de “clase media”, y aún conservan ahorros significativos del pasado, posesión de acciones y también de pequeñas propiedades rentables en general, y por el otro lado aquellos cuyo modo de vida depende directamente de los ingresos del Estado, como los jubilados y empleados públicos con trabajo fijo. Como se muestra claramente en el resultado de las elecciones, la dirección del SYRIZA no logró convencer a esta última categoría de que la abolición del Memorándum (el acta de acuerdo de la política de austeridad firmado entre la Troika y el gobierno griego anterior) y el programa general del partido podría asegurar directamente sus ingresos corrientes.
Syriza es el gran ganador de las elecciones
Un factor que favoreció particularmente a Nueva Democracia fue la tasa de abstención inesperadamente alta de un 37.5% del electorado, un 2,5% más que el 6 de mayo. Es cierto que la gran penuria económica era una barrera para el movimiento de los votantes que viven lejos de donde están oficialmente registrados para votar, especialmente en las pequeñas ciudades y pueblos de las zonas rurales. Pero esta alta tasa de abstención, en una elección tan crucial y polarizada, sólo puede reflejar una tendencia real, aunque minoritaria, de apatía política, sobre todo entre los jóvenes de estas áreas, lo que refleja en gran medida la falta de confianza en el programa alternativo de gobierno presentado por la dirección de Syriza.
Syriza, sin embargo, objetivamente hablando, es el gran ganador de estas elecciones. Quedó en segundo lugar con el 26.9% y alrededor de 1.655.000 votos. En sólo un mes ganó casi un 10% adicional del padrón electoral y aproximadamente 600.000 votos, lo que refleja la fuerza rápidamente creciente de la izquierda, el crecimiento más rápido de la izquierda no sólo en la historia política griega moderna, sino probablemente en la historia política moderna del mundo capitalista en su conjunto.El punto clave, sin embargo, es que este giro se da dentro de los sectores más activos y progresistas de la sociedad griega: la clase obrera, junto con la mayoría de los desempleados, la juventud y, en general, la mayor parte del electorado de los principales centros urbanos, y entre los grupos de edad que están activos productivamente.
Según las encuestas de TV a pie de urna, en el rango de 18-34 años de edad Syriza consiguió un 33% del total, y entre los de 35-54 años de edad, Syriza obtuvo el 34%. La fuerza de Syriza en las principales zonas urbanas habla por sí misma. Sobre todo, en el Ática (Atenas-Pireo) Syriza quedó en primer lugar con unos 600.000 votos, en comparación con los 406.667 de mayo. El mapa de estas áreas, que están en el corazón de la vida económica y política del país, se ha pintado de rojo.
Especialmente en el mayor distrito electoral de Grecia, el distrito B de Atenas, Syriza fue el más votado, pasando de su anterior 21,82% de los votos al 31,43% ahora, y de 223.416 votos a unos 314.000. Por ejemplo, en el Municipio de Nea Ionia pasó de 24,62% a 36,65%, y en el Municipio de Peristeri del 24,9% al 37,71%. En el distrito B de El Pireo, quedó en primer lugar con el 36.30%, en comparación con su anterior 23.85%, y con 63,285 votos en comparación con el anterior de 43.122 votos que recibió en mayo. Tenemos el ejemplo del Municipio de Perama, donde pasó del 22,3% al 35,79% de los votos, y en la Municipalidad de Keratsini-Drapetsona donde subió del 24,41% al 37,23%.
En Salónica (regiones A y B) Syriza incrementó sus porcentajes de votos de manera impresionante. En el primer distrito pasó del 17,46% al 29,95%, mientras que en el segundo pasó del 14,42% al 24,40%. También en el extenso municipio de Patras, Syriza pasó del 25,42% de los votos a un impresionante 35,86%.
Todos estos resultados confirman la evaluación que hicimos inmediatamente después de las elecciones del 6 de mayo, que SYRIZA se está convirtiendo en la voz política indiscutible de las amplias masas de la clase obrera.
¿Por qué no ganó Syriza las elecciones?
Syriza es ahora el nuevo partido obrero de masas de Grecia.
Y esta dinámica es imposible de detener, a menos que la dirección cometa algunos errores graves. Esta dirección, sin duda – y los marxistas somos los últimos en negar esto – ha contribuido con su actitud positiva general, hasta la fecha, al desarrollo de la influencia de SYRIZA dentro de la sociedad
Sin embargo, es necesario que nos preguntemos ¿por qué no ganó Syriza las elecciones, decepcionando las grandes esperanzas de millones de trabajadores y de jóvenes? Las causas hay que buscarlas en una combinación de elementos objetivos y subjetivos.
Objetivamente, la correlación de fuerzas políticas, desde el primer momento se amontonó contra SYRIZA. Nueva Democracia, con todos los demás partidos de derecha respaldándola, los dirigentes del PASOK y de la Izquierda Democrática, todas las PYME griegas que apoyan a la Troika, junto con los principales medios de comunicación internacionales que establecieron de forma conjunta una poderosa campaña de terror contra Syriza, dirigida a la pequeña burguesía y a las capas políticamente más atrasadas de la sociedad griega.
Por su parte, la dirección del Partido Comunista (KKE)- que también ha sido castigado muy duramente por la clase obrera perdiendo prácticamente la mitad de sus votos- jugó un papel destructivo, atacando a Syriza de una manera sectaria y miope durante toda la campaña. Rechazó cualquier forma de cooperación gubernamental con Syriza, y por lo tanto debilitó la perspectiva de un gobierno de la izquierda, contribuyendo a que apareciera como una solución política menos factible a los ojos de la pequeña burguesía. Si la dirección del Partido Comunista hubiera trabajado con Syriza sobre la base de una plataforma electoral conjunta, ahora no estaríamos asistiendo a la toma de posesión de un gobierno pro-memorándum de Samaras, ¡sino a un gobierno de izquierda, comunista! Los trabajadores nunca perdonarán este crimen político de la dirección del Partido Comunista.
Además, tenemos que considerar como factores que explican el número de personas que temían la perspectiva de la formación de un gobierno de Syriza, tanto las tendencias conservadoras y los temores de caos en los hogares rurales y de personas mayores, especialmente en las provincias – frente a lo que creían que era la perspectiva “desestabilizadora” de un conflicto con la Troika sobre el Memorándum – como la existencia de una apatía política en una cierta capa, principalmente entre los votantes más jóvenes.
Sin embargo, la dirección de Syriza debía y podía haber enfrentado todo esto y haber encontrado la solución política apropiada.
A nivel organizativo, la campaña sucia de los políticos burgueses, los medios de comunicación y de la Troika debería haber recibido una respuesta inmediata, como ya hemos explicado anteriormente, con un esfuerzo serio para movilizar a los miembros de Syriza en los lugares de trabajo, en los barrios urbanos y en los pueblos, con el objetivo de organizar miles de nuevos luchadores para esta batalla.
En vez de dedicar energías a esta tarea vital, la campaña electoral estuvo limitada a reuniones locales mal organizadas – debates que se han descrito incorrectamente como “asambleas populares”. En lugar de desarrollar una campaña electoral más fuerte, mantuvieron una actitud de rutina con viejos militantes y simpatizantes cansados. Todos los “dirigentes destacados” pusieron sus esfuerzos en participar en los debates de televisión, en vez de bajar a las bases y organizar una campaña de masas en los barrios. Syriza, desde un punto de vista organizativo apareció así como un aparato electoral muy débil, y no como uno que podía movilizar a los miles de luchadores que había encontrado en las semanas recientes. El aparato de SYRIZA los consideraba como meros votantes y no trató de organizarlos de manera audaz y decidida a fin de fortalecer las fuerzas del partido a nivel de base.
Sin embargo, el problema principal no fue organizativo, sino político. El programa presentado por la dirección – sin ningún tipo de debate serio con la base – dio alguna esperanza a los trabajadores, pero no fue suficiente en términos de una política eficaz que respondiera a los temores y ansiedades de miles de jubilados, pequeño burgueses, y jóvenes desempleados.
La necesidad de un programa socialista
La dirección del SYRIZA no logró convencer a la mayoría del pueblo de que su programa y la cancelación del Memorándum de austeridad podía aplicarse “pacíficamente y de manera segura”, y permanecer dentro del euro; y, al mismo tiempo, tampoco logró convencer a una gran parte del pueblo de que la amenaza de la UE de expulsar a Grecia del euro era un “bluff”, como afirmaban los dirigentes del Syriza. Ante el riesgo real de una declaración de guerra económica generalizada por parte del capital internacional y local en contra de un futuro gobierno de la izquierda, la dirección, en lugar de responder con un plan programático coherente y expresado abiertamente, se apresuró a calmar y a tranquilizar a la gente con la simple afirmación de que “no se atreverían” a hacer tal cosa. Peor aún, la dirección habló de tener planes que eran “¡no informables!” (Conferencia de prensa de Tsipras, 12 de junio). ¡Una campaña burguesa hostil basada en el miedo, no se puede responder con posiciones vagas y abstractas que dejan espacio para que crezca un miedo aún mayor!
En lugar de adoptar este enfoque, la dirección debía haber explicado paciente e insistentemente la necesidad de un programa integral para la nacionalización, bajo el control y la gestión democrática de los trabajadores, de las palancas fundamentales de la economía, como parte de un plan centralizado. La pura verdad es que sin el establecimiento de una economía socializada y planificada democráticamente, la supervivencia del pueblo y el pago de los salarios y de las jubilaciones – a pesar de lo que digan los dirigentes – no está asegurado en absoluto bajo el capitalismo.
Además, los cientos de miles de jóvenes desempleados no se sentían del todo seguros de que el programa presentado por la dirección del SYRIZA fuera suficiente para combatir el desempleo. En lugar de proponer incrementar el subsidio de desempleo en 100 euros y de concederlo un año antes, la dirección del SYRIZA – como hemos señalado en un artículo anterior – debería haber planteado la vieja demanda del movimiento obrero de reducir la jornada laboral sin pérdida de salario, de manera que los desempleados pudieran ver que había una expectativa razonable de que un gobierno de izquierda sería capaz de generar puestos de trabajo inmediatamente. Al defender esa demanda, Syriza habría sido capaz de mostrar a los desempleados hasta qué punto es reaccionario este sistema de anarquía capitalista, un sistema que los condena a la pobreza crónica, y esto les habría ayudado a comprender que la única opción realista para vivir en dignidad es el establecimiento de una economía socializada planificada democráticamente.
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Fuente: Marxistiki Foni (Grecia)