Los grandes empresarios y peces gordos de la City de Londres estarán celebrando hoy la victoria de sus amigos del Partido Conservador. Estarán abriendo botellas de champán y subiendo los precios de las acciones. El partido de los ricos se queda en el poder, y con una mayoría inesperada en la Cámara de los Comunes. Será un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. Los grandes evasores fiscales suspirarán aliviados. Su botín estará bien protegido ahora bajo un gobierno conservador.
Por el contrario, millones de trabajadores se habrán despertado hoy con un sentimiento de temor ante la noticia de que el líder conservador, David Cameron, y su grupo se mantienen en el poder, aunque con una pequeña mayoría. A los trabajadores de Gran Bretaña les espera ahora afrontar más años de ataques de la derecha y austeridad, ya que son ellos quienes están obligados a pagar la crisis del capitalismo. Este gobierno ha anunciado 12 mil millones de recortes en gastos sociales que afectarán a los sectores más vulnerables de la sociedad: los enfermos, los jubilados y los débiles. En particular, los jóvenes y las mujeres serán los más afectados por las políticas austeras de un gobierno Tory.
Colapso de los liberales
Estas elecciones marcan un cambio importante en la política británica. Durante décadas sólo ha habido tres partidos de relevancia en el Parlamento británico: el Partido Conservador, el Partido Laborista y los Liberales (ahora rebautizados, Partido Liberal Demócrata). Pero esto ha cambiado. El Partido Liberal Demócrata recibió un merecido voto de castigo del electorado por sus alianzas con los Tories, sufriendo una total humillación y derrota electoral. Han sido vistos correctamente como cómplices de las duras políticas de ajuste del Gobierno de coalición que compartieron con los Conservadores. Perdieron 49 diputados, y se han quedado con tan sólo 8 diputados en el Parlamento.
Vince Cable (Secretario de Estado de Negocios), Danny Alexander (Secretario del Tesoro) y Ed Davy (ministro de Energía) perdieron sus escaños por su traición y oportunismo. Su líder, Nick Clegg, consiguió quedarse con su escaño, por el voto táctico de los Conservadores, que votaron por él en su distrito electoral de Sheffield. Otros veteranos Liberal Demócratas también perdieron sus escaños, como Simon Hughes y Charles Kennedy. Y aunque fue reelegido, Nick Clegg presentó su dimisión tras la fuerte debacle electoral de su partido, y abandonó su cargo como líder.
El sector blairista anuncia su intención de dirigir el partido ante la derrota de Miliband
El líder del Partido Laborista, Ed Miliband, prometió ganar las elecciones. Sin embargo, ha sufrido la peor derrota desde 1987. Ante la perspectiva de otros cinco años de gobierno conservador, los partidarios del Partido Laborista se estarán echando las manos a la cabeza, preguntándose qué es lo que ha fallado. El partido se queda con 23 escaños menos que los que logró bajo Gordon Brown en 2010. Simbólicamente, Ed Balls, el diputado que aspiraba a asumir el Ministerio del Tesoro y responsable de diseñar el programa de austeridad “suave” del Partido Laborista, perdió su escaño por un tory. En Escocia, el recién elegido líder del ala de derechas laborista, Jim Murphy, fue derrotado, y perdió también Douglas Alexander, director de la campaña laborista.
Ed Miliband presentó su dimisión como líder del Partido Laborista tras esta debacle electoral, con la que se inicia una nueva competición para ocupar la dirección del partido. De acuerdo a las nuevas reglas electorales amañadas, no habrá candidato del ala de izquierdas. Ya han aparecido nuevos y jóvenes arribistas, representantes del blairismo, cada cual más repelente, impacientes por ocupar el puesto.
Parece increíble que después de cinco años de dolorosa austeridad, el Partido Laborista haya sido derrotado miserablemente por los Tories. La responsabilidad de esto recae exclusivamente en la dirección derechista del partido, que no ha luchado seriamente contra el Partido Conservador ni defendido un programa que ofrezca al electorado una alternativa clara a la austeridad del gobierno de Cameron. Es verdad que en el curso de las elecciones, Miliband hizo una tentativa vaga de distanciarse de los Conservadores y Liberales, pero fue demasiado poco y demasiado tarde.
La confianza que la dirección del partido depositó en su “inteligente” y altamente remunerado consejero norteamericano resultó desastrosa. Después de cinco años de defensa de políticas conservadoras, la gente tomó las promesas del Partido Laborista con escepticismo. ¿Y quién puede culparlos? En la primera página del programa laborista su posición a favor de aplicar más austeridad está expuesta claramente. Un programa basado en la aplicación de mayores recortes no iba a inspirar a la gente a votar por el Partido Laborista. Los resultados lo dejan claro.
Rebasados por el SNP
Como cabía esperar, la prensa conservadora y blairista culpa de la derrota del partido por ser “demasiado izquierdista” y anti-empresarial. Pero esto esconde el verdadero ambiente, como ha quedado demostrado en Escocia, donde el Partido Nacional Escocés (SNP, los nacionalistas escoceses) han atacado con éxito desde la izquierda al Partido Laborista.
El atractivo del SNP reside en su defensa de un programa anti-austeridad, la cancelación del Programa de misiles Trident y otras políticas radicales. Se posicionaron contra el Partido Conservador y ofrecieron su apoyo a un Gobierno laborista si se comprometía a combatir la austeridad – una oferta que fue rechazada estúpidamente por Ed Miliband. Como consecuencia, el SNP pasó de 6 diputados a 56, un auténtico terremoto político en Escocia, con un apoyo del 50% del electorado, algo sin precedentes. Los otros tres partidos con presencia en el Parlamento de Westminster obtuvieron los tres escaños restantes, sólo un diputado cada uno.
En este giro electoral, posiblemente el más grande registrado en la historia británica, el Partido Laborista perdió 40 diputados a favor del SNP de un solo golpe, con la pérdida incluso de la tradicional circunscripción de Gordon Brown. El SNP registró oscilaciones del voto a su favor del 39% provenientes del Partido Laborista en el Nordeste de Glasgow. Oscilaciones similares ocurrieron en todas partes de Escocia.
Esta transformación sísmica deja clara la mentira de que la gente está enajenada por las políticas izquierdistas. El Partido Laborista tuvo en su día una base sólida en Escocia, pero durante años fue girando a la derecha, abandonó las políticas socialistas y defraudó a la gente.
Muchos ex-votantes del Partido Laborista explicaron que no habían abandonado el Partido Laborista, sino que el Partido Laborista los había abandonado a ellos. Se hicieron muchas referencias a Tony Blair y a la guerra de Iraq. Las alianzas del Partido Laborista con los Tories y Liberal Demócratas en la campaña del referéndum escocés de independencia también ha influido en gran medida en el colapso electoral del partido. Todos los partidos de Westminster están desprestigiados, incluso el Partido Laborista. Todos son vistos como parte de la clase dirigente británica corrompida.
Adiós, Nigel Farage
El Partido Laborista ha triunfado en algunas zonas, por ejemplo en Londres, donde el partido obtuvo un buen resultado. También en Manchester, Liverpool, Birmingham y, de hecho, en todas las conurbaciones industriales.
Incluso el UKIP (Partido por la Independencia de Reino Unido), que se presentó como un partido anti-sistema, perdió a favor de un potencial apoyo laborista, sobre todo en el norte de Inglaterra. El Partido Laborista le ha ganado algunos escaños a los Conservadores, pero también éstos le han ganado otros.
Sin embargo, el tan anunciado exitoso despunte del UKIP no se ha materializado. Logró mantener un diputado en Kent, que había huido previamente de las filas conservadoras, pero perdió otro diputado. Tampoco el líder del UKIP, Nigel Farage, logró sentarse en Westminster. Este resultado también motivó su dimisión. El UKIP sin Farage no es nada, especialmente después de que los conservadores les hayan robado la promesa de conceder un referéndum de permanencia en la Unión Europea.
El Partido Verde, que defendió un programa anti-austeridad, aumentó su porción de voto. Aproximadamente, un millón de personas votó por los Verdes, incluso una capa significativa de la juventud radicalizada. Caroline Lucas, la única diputada Verde por Brighton, incrementó su mayoría. Pero sin embargo, debido a un sistema electoral que perjudica a los partidos más pequeños, los Verdes no pudieron conseguir ningún escaño.
La salida de la UE; ruptura del Reino Unido
David Cameron ha conseguido llegar al número 10 de Downing Street – la primera vez que el partido gana por mayoría desde 1992. Sin embargo, por una pequeña mayoría, que le provocará a este gobierno mucha inestabilidad. El referéndum prometido antes de fin de 2017 sobre la permanencia del país en la Unión Europea abrirá divisiones serias dentro de sus filas. Recordemos el problema que tuvieron los Conservadores en la época de John Major como primer ministro, quien llamó “bastardos” a tres miembros de su gobierno [enfrentado a la oposición de una franja de su partido a las negociaciones del Tratado de Maastricht. NdE]. Los sectores decisivos de la clase capitalista británica no quieren que Gran Bretaña salga de la UE. Pero es posible que puedan perder un referéndum sobre Europa, con consecuencias desastrosas.
Del mismo modo, si se celebrara un segundo referéndum sobre la independencia escocesa, es muy probable que una mayoría votara por el Sí. Es obvio que el SNP saldrá vencedor en las elecciones de Holyrood [Edimburgo] en 2016. Cameron está jugando con fuego al fomentar, por motivos políticos del partido, su oportunista nacionalismo inglés. Un gobierno Conservador que lleve adelante mayores recortes empujará al pueblo escocés a abrazar aun más la postura independentista y la desintegración del Reino Unido.
El nuevo gobierno Conservador será inestable y propenso a toda clase de escisiones y crisis. Aunque no hubo un movimiento de masas contra el anterior Gobierno de coalición, debido al fracaso de los dirigentes sindicales y laboristas, está aumentando un sentimiento de rabia colosal entre la clase obrera, que puede explotar en la siguiente legislatura. A medida que los Conservadores intensifiquen las políticas de austeridad, se podrían enfrentar rápidamente a la oposición de las masas en la calle. Los dirigentes sindicales no podrán contener esta indignación indefinidamente. Por mucho que se resistan, se verán empujados en un primer momento a pasar a la ofensiva y, finalmente, a ejercer de oposición de una vez por todas.
Turbulencias, crisis, y luchas por venir
La situación en Gran Bretaña nunca ha sido tan volátil. El estado de ánimo subyacente de descontento se intensificará. El problema consiste en que, políticamente, no ha encontrado aún ninguna expresión directa, excepto en Escocia. Este gobierno Conservador “de la mayoría” se apoya, en realidad, en sólo el 35% de los que votaron (y en el 24% del electorado en su conjunto), lo que está lejos de darle un sólido apoyo. Cuando el verdadero carácter de este gobierno quede expuesto, no tardará en perder su legitimidad ante los ojos de millones de personas. Se demostrará que las promesas hechas sobre una nueva “prosperidad” son una sarta de mentiras. Tendrán que cuadrar las cuentas, a medida que la economía se ralentice, creando más miseria para los trabajadores.
A medida que se extiende la crisis en Europa, se exige mayor austeridad. El objetivo de reducir el gasto público a los niveles anteriores a la guerra significará para muchos una vuelta a las condiciones victorianas y creará un sentimiento de indignación y oposición masiva hacia el gobierno Conservador. El Gobierno sólo realizó el 40% de los recortes en la última legislatura, se pretende aplicar el 60% restante en la próxima.
Con este apretón de tuercas de los Conservadores, los ricos se harán más ricos y los pobres aún más pobres. Es una receta para una lucha de clases abierta en Gran Bretaña. Las políticas de remiendo del capitalismo, propuestas por los líderes del Partido Laborista, han resultado ser un completo fracaso. En lugar de imitar a los Conservadores, el movimiento obrero tiene que luchar por un programa para cambiar la sociedad. No hay salida para los trabajadores sobre bases capitalistas –sólo mayor austeridad y miseria. Defendamos una reorganización revolucionaria de la sociedad en líneas socialistas para ofrecer una salida a esta pesadilla.
Tomando el control de las palancas de la economía –los bancos, las compañías de seguros y los principales monopolios– se puede planificar democráticamente la economía según los intereses de los trabajadores. De esta manera, se podrían proporcionar empleos bien remunerados, viviendas dignas y educación gratuita para nuestros hijos. Los recursos se utilizarían para aumentar drásticamente el nivel de vida y eliminar la austeridad capitalista. El pueblo británico está pidiendo a gritos un programa radical. Si tal programa fuera propuesto obtendría un triunfo aplastante en todas partes.
Estas elecciones no marcan el final, sino el principio. Hemos entrado en un período tempestuoso internacionalmente. En Gran Bretaña, la lucha de clases se intensificará en el próximo período. Debemos prepararnos para ello. Las ideas que defendemos como marxistas pueden preparar a la clase obrera para un período explosivo de cambios agudos y repentinos. Construir la Corriente Marxista es una tarea urgente que no tolera ninguna tardanza.