Elecciones en Portugal: Fuerte voto de castigo por la izquierda al PS y aumento de la polarización política

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El domingo 27 de septiembre se celebraron elecciones en Portugal. El Partido Socialista (PSP) perdió la mayoría absoluta obtenida en 2005 con una baja cercana al medio millón de votos. Un castigo muy fuerte de los trabajadores, los desocupados y la juventud portuguesa contra la política derechista del gobierno socialista. En cuanto a la principal formación de la derecha, el PSD, apenas se beneficia del desgaste del gobierno, mientras el Bloco de Esquerda (BE) duplica su representación parlamentaria y el Partido Comunista (PCP) mantiene sólidamente su base de apoyo.

El domingo 27 de septiembre se celebraron elecciones en Portugal. El Partido Socialista (PSP) perdió la mayoría absoluta obtenida en 2005 con una baja cercana al medio millón de votos. Un castigo muy fuerte de los trabajadores, los desocupados y la juventud portuguesa contra la política derechista del gobierno socialista. En cuanto a la principal formación de la derecha, el PSD, apenas se beneficia del desgaste del gobierno, mientras el Bloco de Esquerda (BE) duplica su representación parlamentaria y el Partido Comunista (PCP) mantiene sólidamente su base de apoyo.
Los resultados electorales demuestran de una manera clara la profunda polarización social y política de Portugal, azuzada por una crisis económica que se profundiza. El PSP ha conseguido 2.068.665 votos, un 36,6%, y 96 diputados, muy lejos de la mayoría absoluta (121 diputados) alcanzados en 2005. En aquel entonces la rabia acumulada contra el gobierno de la derecha PDS-CDS-PP se manifestó en una victoria arrolladora para los socialistas que consiguieron los mejores resultados de su historia.
Pero la política del PSP en estos cuatro años ha supuesto una profunda decepción para las aspiraciones de cientos de miles de trabajadores, jóvenes y desocupados, que han visto como José Sócrates aplicaba una política de recortes en los gastos sociales, privatizaciones de empresas públicas y servicios estratégicos como el agua, congelamiento de los salarios a los empleados públicos (1), aumento de la edad de jubilación y reducción del subsidio de desempleo. Un gobierno que, al tiempo que se facilitaba los despidos masivos, ha recortado los impuestos a las empresas y las grandes fortunas, favoreciendo un crecimiento acelerado de las desigualdades. Las recetas del gobierno Sócrates contra la crisis del capitalismo han ido en una única dirección: restaurar la tasa de beneficios de los grandes capitales a costa de los salarios, los empleos y los gastos sociales. Toda una receta acabada para una escalada en la lucha de clases, que se ha concretado en numerosas huelgas sectoriales, incluida una huelga general en mayo de 2007, y grandes manifestaciones de profesores, empleados públicos y trabajadores privados contra los recortes sociales en los últimos años (2).

Giro a la izquierda

En esta elecciones los trabajadores lusos han tenido una difícil disyuntiva: por un lado un gobierno llamado socialista que ha elegido una senda ya fracasada, y por otro lado una derecha que aunque ha ocultado su agenda de ataques contra el estado del bienestar, apelando al más rancio nacionalismo contra la "conquista" del capital español, no ha engañado a los trabajadores que ya sufrieron sus ataques por más de una década.
El partido más grande de la derecha (el PSD) sólo sube tres diputados y gana 7.000 votos, un auténtico fiasco que ha abierto una nueva crisis en su seno. Sin embargo, el más derechista (CDS-PP) pasa de 12 a 21 diputados, poniendo también de manifiesto que sectores de la pequeña burguesía optan por el discurso reaccionario y nacionalista de esta formación en un momento de aguda crisis económica.
La izquierda ha salido reforzada de las elecciones y alcanza el 54% de los votos, la suma de sus diputados supera a los de la derecha por 127 a 99 (pendiente de los cuatro diputados del exterior). Pero sin duda, el elemento más significativo de estas elecciones, para dar la batalla contra los ataques de la patronal y crear las condiciones para una salida socialista a la crisis, lo representa los resultados del BE y el PCP. El Partido Comunista, aliado a los ecologistas en la candidatura CDU, gana un diputado (de 14 a 15) y obtiene 446.000 votos, el 7,9%, un apoyo sólido que ha ido creciendo elección tras elección en los últimos años. A diferencia de lo que ocurre en España o Italia, el PCP ha mantenido sus posiciones en el movimiento sindical (es la mayoría de la dirección en la CGTP), y ha sido una de las columnas vertebrales de las luchas obreras en los últimos años. El PCP conserva un respaldo importante entre la clase obrera organizada, en los cinturones rojos de las grandes ciudades (Setúbal, Lisboa) y en la región central y el Alentejo, áreas rurales con una gran tradición de lucha.
Sin duda, uno de los hechos más destacados de estas elecciones lo constituye el magnífico resultado obtenido por el Bloco, aumentando en 200.000 los votos obtenidos respecto a las elecciones de 2005 y pasando de 8 a 16 diputados (el 9,9%, más de medio millón de votos) (3). El apoyo al Bloco, creciente en cada elección que se ha desarrollado en la última década, ha concentrado el descontento de la juventud, muy especialmente el de los jóvenes estudiantes y desempleados de las grandes ciudades. También un sector de los desocupados es obvio que han votado al BE, atraídos por la enérgica denuncia que ha hecho su líder, Francisco Louca, de los recortes en los subsidios al desempleo y en los gastos sociales realizados por el gobierno Sócrates. El BE también se ha beneficiado del desencanto que hay entre miles de militantes de la izquierda portuguesa, protagonistas de la revolución de 1974, con la política extremadamente estalinista de los líderes del PCP, y ha logrado estabilizar su respaldo entre sectores de las capas medias progresistas urbanas e ilustradas, desencantadas con la política neoliberal del PSP, aunque tiene muchas más dificultades para hacerse con un apoyo importante entre el movimiento obrero organizado.
Las elecciones en Portugal, como en Alemania, demuestran que las políticas reformistas de los partidos socialdemócratas, que en esta coyuntura no pueden ofrecer a los trabajadores nada más que sacrificios y políticas de ajustes, pierden apoyo electoral y social. Aunque la abstención sigue siendo elevada, el caso de Portugal alcanzó el 40%, la nota fundamental es el crecimiento de las organizaciones más a la izquierda, que han conseguido mantener sus vínculos con el movimiento obrero organizado y que han impulsado la movilización. Las perspectivas para el nuevo gobierno del PSP no son nada halagüeñas. En medio de una crisis económica devastadora, si la dirección del PSP opta por nuevos ataques a la clase trabajadora pactando con el PSD, el descontento se hará aún mayor. Un nuevo periodo turbulento en la lucha de clases se dibuja en el horizonte portugués, ofreciendo grandes perspectivas para el reagrupamiento de la izquierda, incluyendo una inevitable diferenciación política en el seno del PSP, y para fortalecer una alternativa marxista y revolucionaria en el seno de las organizaciones de masas de los trabajadores.
 
NOTAS

1. Mientras los trabajadores de la función pública perdieron un 3,4% de su salario real entre 2005 y 2008, las principales empresas energéticas lograron 7.236 millones de euros de beneficios y los bancos 9.548 millones de euros.
2. El 12 de octubre de 2006 una manifestación contra la política económica del gobierno Sócrates, convocada por la CGTP, concentró en Lisboa a 100.000 personas. Una cifra similar de manifestantes volvieron a la calle el 2 de marzo de 2007 y posteriormente en la gran manifestación convocada por la CGTP contra la cumbre de la Unión Europea en octubre de ese mismo año. La CGTP convocó una huelga general el 30 de mayo de 2007, que tuvo un gran seguimiento, contra la reforma del Código de Trabajo.
3. En 2005 el BE logró representación parlamentaria en Lisboa, Oporto y Setúbal. En las elecciones de septiembre de 2009 logró diputados en Faro, Santarém, Coimbra, Leiria, Aveiro y Braga.