El Partido de la Izquierda Europea, que reúne a fuerzas como SYRIZA (Grecia), Izquierda Unida y el PCE (España), Refundación Comunista (Italia), el PCF y el Parti de Gauche (Francia), el alemán Die Linke, el Portugués Bloco de Esquerda, etc., decidió en su congreso de diciembre presentar a Alexis Tsipras como su candidato a la Presidencia de la Comisión Europea. Por tanto, es necesario analizar a fondo las bases políticas sobre las que esta propuesta ha sido hecha con el fin de entender sus perspectivas.
¿Están fundadas las esperanzas suscitadas en la izquierda europea por la candidatura de Tsipras para las próximas elecciones europeas? ¿Es posible defender los derechos de los trabajadores, luchar contra el desempleo, combatir la austeridad y el empobrecimiento masivo sobre la base de las propuestas presentadas por el dirigente de SYRIZA?
Esta cuestión está lejos de ser académica. A diferencia de Italia, en varios países europeos (sobre todo en Grecia, España y Francia) los partidos que pertenecen al Partido de la Izquierda Europea han visto incrementar significativamente en los últimos años su apoyo electoral. La oposición a las políticas de austeridad llevadas a cabo tanto por los partidos de derecha como socialistas ha generado grandes protestas y movimientos de masas que, en parte, también se han expresado en un voto a la izquierda de la socialdemocracia.
Por lo tanto, es aún más importante entender cuál es la respuesta que estos partidos de izquierda deben proponer, y con qué programa y perspectiva política pueden dar una respuesta a la crisis actual.
A finales de enero, Tsipras emitió una Declaración Programática en la cual propone una estrategia claramente inserta en un horizonte de izquierda pro-Unión Europea. Estos son los puntos principales.
1. Poner fin a la austeridad.
2. Un “New Deal” para Europa que será financiado con préstamos de bajo interés por el Banco Central Europeo. Según Tsipras, el modelo de EE.UU. sería exitoso aquí. “Los EE.UU. lo hicieron. ¿Por qué no podríamos hacerlo nosotros?” (Dónde ve Tsipras estos éxitos en los EE.UU. es un misterio).
3. La expansión del crédito a las pequeñas y medianas empresas.
4. Utilizar los recursos de los Fondos Estructurales europeos para crear puestos de trabajo.
5. La suspensión del nuevo marco fiscal europeo, que requiere presupuestos equilibrados año a año, al menos en períodos de recesión.
6. El Banco Central Europeo debe ser prestamista de última instancia, es decir, el BCE debe imprimir dinero para financiar la deuda pública: “El destino del euro y de la prosperidad de los pueblos de Europa dependen de esto.”
7. Los países con superávit público deben hacer tanto como los países con déficits para corregir los desequilibrios macroeconómicos dentro de Europa, es decir, deben exportar menos e importar más.
8. Una Conferencia de la deuda europea, como la de “1953, que esencialmente liberó a Alemania de la carga económica de su propio pasado, ayudó a reconstruir la democracia alemana de posguerra y allanó el camino para el éxito económico de ese país.” Eurobonos y socialización de la deuda a nivel europeo.
9. Separación de las actividades de la banca comercial y de inversión en las líneas de la Ley Glass-Steagall de Roosevelt de 1933.
10. Legislación europea eficaz para gravar las actividades económicas y empresariales en los paraísos fiscales.
Para resumir todo esto, la crisis se debe básicamente al liberalismo económico y no a las contradicciones del sistema capitalista mismo. Por ello, el programa se inspira en el keynesianismo clásico y no contiene demandas de los trabajadores. La zona euro es descrita como el “espacio ideal” para llevar a cabo políticas reformistas, y en todo esto el interlocutor privilegiado es la socialdemocracia, objeto de una sentida petición final: “La realidad no deja más tiempo a la socialdemocracia europea. Aquí y ahora, los socialdemócratas tienen que hacer un cambio histórico hacia adelante redefiniéndose a sí mismos en la percepción pública y en la conciencia como fuerza política de la izquierda democrática”.
Después de haber abandonado cualquier mención a la lucha de clases, él simplemente trata de dar consejos a la clase dominante sobre cuáles serían las mejores políticas para mitigar la crisis social, e intenta impresionar a la burguesía con “gritos de dolor” (si algo no cambia Europa se hundirá, el euro se hundirá, la extrema derecha va a crecer, etc.)
Ilusión y realidad
Para la Izquierda Europea adoptar esta línea significaría apoyar a un ala de la clase dominante, que cubre su verdadera naturaleza con retórica “social” y “democrática”, y en general llevar agua al molino del enemigo.
No tiene sentido repetir una y otra vez palabras como “solidaridad”, “democracia” y una “Europa de los pueblos”, en un intento de cambiar la cara de la realidad. Bajo el capitalismo sólo puede haber una Europa capitalista. Si la burguesía tiene el control, el Estado defenderá sus intereses y esto es cierto tanto a nivel nacional como europeo. Hacer caso omiso de esta verdad básica significa engañarse tanto a uno mismo como a los trabajadores. No es en absoluto casual que la clase dominante hoy en día utilice el término “antieuropeo” como una marca acusatoria de vergüenza. La lealtad a “Europa” es considerada como el primero y más básico certificado de confianza.
El Manifiesto de Tsipras ofrece precisamente tal certificado de confiabilidad: “Tenemos que reconciliar y reconstruir Europa sobre una base democrática y progresista”. Y más adelante: “La reorganización democrática de la Unión Europea es el objetivo político por excelencia. Para ello, hay que ampliar el alcance de la intervención pública y el compromiso y la participación ciudadana en el diseño de políticas y en la gestión de los servicios europeos. Paralelamente, debemos empoderar las instituciones con legitimidad democrática directa, como los parlamentos europeo y nacionales”.
Ya en septiembre pasado, Tsipras fue muy claro en su intervención en el foro Kreisky, celebrado en Viena. Ofrecemos algunos extractos de su discurso aquí debajo.
Tsipras expresa su satisfacción por estar “entre amigos austriacos que, supongo, comparten conmigo las mismas preocupaciones con respecto a nuestra casa común europea. Nuestra casa común, que se encuentra actualmente amenazada por una peligrosa bomba de tiempo social y político, puesta en sus cimientos. Una bomba de tiempo que podemos y debemos desactivar”. Además, manifiesta su preocupación por el hecho de que, “el resurgimiento del nazismo está conectado con las políticas de austeridad impuestas a Grecia por la troika de los prestamistas y por los sucesivos gobiernos griegos”. Se queja por el hecho de que a partir de la década de 1990 la socialdemocracia europea abandonó las políticas destinadas a regular el capitalismo, y agregó que “si los socialdemócratas hubieran seguido el legado de estadistas como Bruno Kreisky, Willy Brandt u Olof Palme, Europa no se habría convertido en el desierto neoliberal de hoy”. Luego, establece un paralelismo entre la crisis de 1929, que él cree que fue causada por los tipos de cambio fijos vinculados al patrón oro que los gobiernos del momento no vieron como un “fallo arquitectónico en el diseño”, y la negativa actual de los gobiernos nacionales a reconocer las rigideces de la zona euro que podrían conducir al mismo resultado: hoy, como entonces, el nazismo podría triunfar.
No insistiremos demasiado en repetir aquí todo el análisis de Tsipras, que pone toda la culpa de la crisis sobre las consecuencias de la Unión Monetaria y la forma en que fue manejada políticamente. Baste decir que la idea de que esta es una crisis del sistema capitalista no merece ninguna mención de su parte – aunque sea por error – en ningún lugar de su discurso. Esto se debe probablemente a la intención de no molestar a su audiencia socialdemócrata (y especialmente a sus jefes, que son responsables de apretar la soga alrededor del cuello de Grecia). Por lo tanto, Tsipras presenta la siguiente lista de propuestas como una respuesta a la crisis.
A pesar de todos los defectos de la Eurozona, Tsipras dice lo siguiente:
“Sin embargo, ahora que estamos metidos en ella, el coste de desmantelarla sería terrible para todos nosotros. Así que, incluso si pensamos que se trata de una unión monetaria terrible, que divide a nuestros pueblos por medio de una moneda única, tenemos el deber de rediseñarla … si los banqueros, los políticos gobernantes y los eurócratas se salen con la suya, Europa se desintegrará”. Y por lo tanto: “SYRIZA va a ganar las próximas elecciones en Grecia y conseguirá un cambio político fundamental. Un gobierno de la izquierda en Grecia extenderá su mano a los socialdemócratas de Europa, a los liberales de mente abierta, a todos los europeos que no quieren que Europa se deslice hacia una pesadilla.”
“Y vamos a pedirles que se unan a nosotros en un proyecto común: el proyecto de estabilización de la zona euro – un primer paso hacia una Europa abierta, democrática y cohesionada. Para ello, tendremos que negociar con fuerza con las principales palancas del neoliberalismo institucional en Frankfurt, en Berlín, en Bruselas, en París”. [Por alguna razón Tsipras olvida aquí mencionar a Washington …]
“Un gobierno de Syriza pondrá sobre la mesa un plan Marshall europeo, que incluirá una unión bancaria adecuada, una deuda pública gestionada de forma centralizada por el BCE, un programa masivo de inversión pública. Por encima de todo, estamos solicitando una conferencia especial sobre la deuda europea de toda la periferia, por analogía con la Conferencia de Londres de 1953 para la deuda alemana en el momento en que decidió recortar una gran parte de la misma, una moratoria en el pago de intereses y una cláusula de crecimiento.
“Estas son las exigencias mínimas de un futuro gobierno de Syriza.
• Pueden ser aceptadas hoy sin ningún cambio en los Tratados.
• Sin necesidad de que los contribuyentes alemanes o austriacos paguen a los países de la periferia.
• Sin la pérdida de soberanía de nuestros Parlamentos.
“La única alternativa es aceptar la muerte lenta de mi nación y la lenta desintegración de la zona euro – que va a destruir a la propia Unión Europea.
“Para concluir, mi partido, Syriza, tiene la intención de promover una Agenda Europea para la salvación de la zona euro como un medio para dar a Grecia la oportunidad de respirar … Vamos a unir fuerzas para hacer lo que sería bueno para toda Europa”.
El congreso del partido de izquierda alemán Die Linke, celebrado en febrero, reveló el mismo desplazamiento a la derecha, con una serie de formulaciones críticas a la UE que fue borrado del programa del partido para las próximas elecciones de mayo.
¡Por una Federación Socialista!
A pesar de todas las afirmaciones contrarias, la crisis de la zona euro está lejos de resolverse. Nuevas y mayores convulsiones están preparándose: crisis económicas, financieras y políticas y, por encima de todo, levantamientos de masas; convulsiones de las que Grecia sólo ha sido el preludio. Esta es la perspectiva para la que la izquierda europea debe prepararse. Su papel no es ser asesor de la corte, sino construir una alternativa real para cientos de millones de trabajadores y jóvenes que se encuentran frente a un callejón sin salida y que no tienen otra opción que la de rebelarse.
Si Tsipras y la “izquierda pro-UE” tienen la ilusión de que la Unión Europea es el terreno ideal para llevar a cabo reformas, hay otros en la izquierda que creen que “recuperar” la soberanía nacional – es decir, salir del euro – puede abrir espacio para políticas económicas alternativas. Esta última posición está presente principalmente en las tendencias que derivan del estalinismo, que repentinamente han pasado de defender el “socialismo en un solo país” a defender la “soberanía monetaria en un solo país” …
En esta división dentro de la izquierda, que es incapaz de plantear una posición obrera de independencia de clase – y que se limita a buscar posibles socios en tal o cual sector de la burguesía – se ve cuán atrás ha sido arrojado el movimiento obrero durante décadas por el reformismo y el estalinismo.
Pero la historia avanza mucho más rápido que los líderes del movimiento obrero que todavía sueñan con un regreso imposible al pasado.
Si – o más precisamente, cuando – la crisis alcance su punto decisivo en países como Grecia, España, Portugal e Italia, un gobierno de izquierda se enfrentará a una elección que no dejará espacio para las medias tintas: o bien “salvar el euro”, como sugiere Tsipras, o romper con la Unión Europea para poner en marcha un proceso que conduzca a una ruptura con el sistema capitalista, que comience con la cancelación de la deuda, la nacionalización de los bancos y las palancas fundamentales de la economía, junto con los controles sobre los movimientos de capitales y el comercio exterior. Dar un paso atrás o buscar un camino intermedio, conduciría a una derrota desastrosa.
La idea de que “hoy en día no se puede decidir nada a nivel nacional y, por tanto, la batalla tiene que ser llevada a nivel europeo” puede sonar muy radical, pero en la práctica esto significa decirle a los trabajadores en Grecia de que no pueden hacer nada para resolver sus problemas hasta que un movimiento de masas se desarrolle en Europa.
El desarrollo desigual del capitalismo, que se ve agravado por la crisis, significa que es prácticamente inevitable que este proceso se desarrolle a través de la ruptura de uno o varios “eslabones débiles” de Europa. El debilitamiento de los lazos entre las diversas burguesías nacionales dentro de la UE, la agudización de los conflictos, el hecho de que los enfrentamientos políticos y económicos sean cada vez más abiertos, todo esto no es el comienzo del fascismo o de la barbarie, como se lamentan los reformistas, sino más bien un proceso que puede favorecer desarrollos revolucionarios y debilitar la capacidad de la clase dominante para reaccionar. Después de haber demostrado ser un fracaso en muchos frentes, la Unión Europea ha logrado un “éxito”: ha sido una herramienta formidable para la concentración de las fuerzas de la burguesía a escala continental, multiplicando la capacidad de los Estados miembros individuales para descargar la crisis sobre los hombros de los trabajadores. Cada vez que los trabajadores tratan de levantar la cabeza, ya sea en Grecia o en España, inmediatamente se enfrentan a un “frente único” de la clase dominante, la cual, tras el grito de “¡Europa lo necesita!”, cierra filas, amordaza a la burocracia sindical e impone sus políticas de una manera brutal.
La crisis de la Unión Europea, que es parte de la crisis general del capitalismo, tendrá un aspecto progresivo en la medida que debilite tanto a la burguesía como a los reformistas y facilite la apertura de una situación revolucionaria en todo el territorio de Europa.
Romper con las políticas burguesas pro-UE es una condición indispensable para que la izquierda lleve a cabo esta tarea. Sólo con el derrocamiento de la dominación del capital se puede alcanzar la única forma verdaderamente progresista de integración europea, que es una federación socialista democrática. Socialista, ya que se basaría en la propiedad pública y la gestión colectiva de los bancos, las grandes industrias, las redes de comunicación y las principales ramas de la economía con el fin de satisfacer las necesidades de la sociedad; y democrática, porque los pueblos participarían en ella sólo sobre una base auténticamente voluntaria y consciente, con el derecho a ser parte de ella o de separarse si así lo desean.
[El texto publicado es la parte final de un documento más largo, titulado:European elections: Tsipras and the illusions of the reformist left (en inglés)]