La situación política está signada por las diferentes batallas electorales de este año. Es un espectáculo deprimente ver a todos los políticos profesionales tratando de engañar al pueblo trabajador para satisfacer sus intereses personales y de clase, maniobrando unos contra otros. Como vulgares apostadores en una partida de truco se esconden detrás de sus cartas engañosas postulando, intercambiando o comprando candidatos, ajenos a las preocupaciones de la población trabajadora. Y por supuesto, ninguninguno se siente obligado a explicar de dónde sale la enorme cantidad de plata que alimenta este circo.
Editorial EM Nº 28
La situación política está signada por las diferentes batallas electorales de este año. Es un espectáculo deprimente ver a todos los políticos profesionales tratando de engañar al pueblo trabajador para satisfacer sus intereses personales y de clase, maniobrando unos contra otros.
Como vulgares apostadores en una partida de truco se esconden detrás de sus cartas engañosas postulando, intercambiando o comprando candidatos, ajenos a las preocupaciones de la población trabajadora.
Y por supuesto, ninguno se siente obligado a explicar de dónde sale la enorme cantidad de plata que alimenta este circo.
La falta de escrúpulos de Kichner es clamorosa. Para la provincia de Bs As postula a un derechista como Scioli para que enfrente al reaccionario Blumberg. Y para la Capital quiere aparecer como el campeón del "progresismo" postulando a Filmus. La Carrió rejunta a diestra y siniestra, como a la Bullrich, proveniente de la derecha oligárquica. Ahora, esta pequeño burguesa indecente levanta como bandera el antichavismo más gorila para mostrar sus credenciales de confiabilidad al sistema.
En Capital, Telermann anuncia el apoyo a su candidatura de macristas, radicales, peronistas; y hasta de "ultrakirchneristas" como Patria Libre. Por supuesto, todos estos favores valen el peso de la plata que reciben de la municipalidad ¿Quién dijo que la política es ingrata?
La cosa es igualmente patética en la derecha. La postulación de Macri para Capital entra también en esta comedia (farsa) de enredos, resignando su candidatura presidencial a favor de Lavagna, y enojándose con L. Murphy que también aspira a ese puesto, lo mismo que el ultrarreaccionario gobernador neuquino, Sobisch. En las provincias, el espectáculo es similar.
Por supuesto, en las polémicas de todos estos políticos profesionales y arribistas no hay espacio para los bajos salarios, la suba de precios, el empleo precario, las largas jornadas de trabajo, la vivienda inalcanzable, ni la situación deplorable del sistema de salud y de la educación. Y aunque el malestar de la población se expresó en el rechazo a la reeleción indefinida de los caudillos locales (Misiones, Provincia de Bs As, La Rioja, etc), en general los trabajadores vemos toda esta pelea con escepticismo y desinterés.
Por eso, los trabajadores sólo pueden confiar en sus propias fuerzas para tener salarios y empleos dignos, como lo demuestran las luchas de docentes, estatales, salud, y otros sectores (neumáticos, ferroviarios, etc) en diferentes zonas del país.
Las tareas de la izquierda
No obstante, los socialistas estamos obligados a seguir en detalle los vaivenes de la política burguesa y de sus representantes. Si queremos arrancar de su influencia a las masas de la clase obrera y ganarlas para una política socialista, no podemos permanecer al margen de las elecciones ni de las maniobras que tienden a explotar políticamente la incertidumbre y esclavización espiritual de las masas trabajadoras a manos de los políticos del sistema.
La nueva etapa que se abrió tras el Argentinazo reveló que el país ya no se puede asimilar a la dicotomía peronista-radical del pasado. Por eso Kirchner trata de armar una fuerza política nueva con los despojos de la UCR y el PJ. Lo mismo que las dispersas fuerzas políticas a su derecha. La burguesía acepta este juego. Como factor de contención social necesita fuerzas nuevas en las que basarse ante la imposibilidad de seguir haciéndolo en los viejos partidos superados por la historia.
A Kirchner lo ayuda la debilidad de la derecha. Esto obedece no sólo a la mediocridad política de sus personeros (Macri, L. Murphy, Lavagna, etc), reflejo vivo de la clase dominante argentina; sino al carácter de la actual coyuntura política en Argentina y América Latina que dificulta la penetración del discurso capitalista y proimperialista en las masas populares.
Con esta operación política, Kirchner trata también de impedir el surgimiento de una opción de clase, tratando de contener a los trabajadores en dicho espacio con un vago discurso socialdemócrata.
Pero esto tiene sus límites. Un cambio en el ciclo económico hará entrar en crisis su proyecto político, incapaz de satisfacer por igual a empresarios y trabajadores, como ya lo anticipa la escalada de la inflación y la política de precios del gobierno. De igual manera, un auge importante de la lucha obrera que desborde a la burocracia sindical, desvelará con mayor claridad -como recién vimos con los docentes de Santa Cruz- sus vínculos con el enemigo de clase. Además, Kirchner, a diferencia de Perón, no pretende construir una organización de masas, con militancia real y genuina. Teme que las presiones de la clase obrera puedan expresarse en su interior y obstaculicen su intento de aparecer por encima de las clases sociales en pugna. Sólo está interesado en un armado electoral, con caciques locales y arribistas adictos.
Pero esta masa abigarrada de políticos y truhanes profesionales no será una garantía de estabilidad. Por eso es inevitable que mañana su proyecto político estalle en pedazos, preparando las condiciones para el surgimiento de una alternativa de clase.
Esa alternativa política bien podría proceder del movimiento sindical, el espacio natural de masas de la clase obrera argentina. No sería la primera vez que, ante la agudización de las contradicciones de clase, un sector de los sindicatos (al margen de la burocracia más podrida) gire a la izquierda y dé el paso a la lucha política con la formación de un movimiento político que refleje, aunque sea confusamente, las aspiraciones de la clase obrera. La izquierda debería tener esto en cuenta de cara a las perspectivas futuras.
Esta perspectiva se potencia por la debilidad de la izquierda, que desperdició innumerables oportunidades para jugar un papel relevante en la política nacional. Así, se fracasó reiteradamente en abordar una política de Frente Único en el campo electoral, sindical, vecinal (por oportunismo en unos casos y por sectarismo en otros), y quedaron completamente descolocados ante la demagogia "izquierdista" del kirchnerismo, a la que simplemente opusieron un sectarismo e histerismo infantiles que no conecta con los trabajadores.
Desde la Corriente Socialista El Militante seguimos insistiendo en que la formación de un frente político común de la izquierda y los luchadores es la única posición correcta y consistente que puede conectar con las capas más activas y conscientes del movimiento obrero y popular. Quizás los grupos más relevantes de la izquierda enfrenten su última oportunidad para emerger como un factor decisivo en la política y la lucha de clases de nuestro país, o verse apartados definitivamente a los márgenes de las mismas. En sus dirigentes recae, por lo tanto, toda la responsabilidad.