El viento que agita la cebada, de Ken Loach

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En esta ocasión el director escocés, especializado en cine social, elige como escenario Irlanda y su lucha por la independencia (1919-1921) frente al dominio imperialista británico. Y lo hace a través de la mirada de dos hermanos, voluntarios del IRA, que representan dos visiones antagónicas de la lucha por la liberación nacional

Comentario de cine

El título original de la última película de Kean Loach está extraído de una canción patriótica irlandesa del siglo XIX (“The wind that shakes the barley”) y hace referencia a la cebada que llevaban en sus bolsillos los rebeldes nacionalistas y que, al morir, germinaba señalando el lugar donde yacían los héroes.

En esta ocasión el director escocés, especializado en cine social, elige como escenario Irlanda y su lucha por la independencia (1919-1921) frente al dominio imperialista británico. Y lo hace a través de la mirada de dos hermanos, voluntarios del IRA, que representan dos visiones antagónicas de la lucha por la liberación nacional.

Teddy, oficial del IRA, lucha simplemente por expulsar a los británicos de la isla y para ello considera necesaria la colaboración con la burguesía nacional. Demian, seguidor de las ideas socialistas de James Connolly, vincula la liberación nacional con la liberación social, con la toma del poder por parte de los trabajadores. Los sectores más combativos del IRA aparecen defendiendo la independencia al lado de la nacionalización de la tierra y de la banca.

El nacimiento del Estado Libre tras la firma del Tratado de partición de 1922 y la guerra civil que se desata a continuación frustran los sueños de unificación de la isla y de revolución social. A través de una cuidada fotografía que revela los paisajes irlandeses y una estremecedora banda sonora, Ken Loach plantea, con enorme didactismo, el problema de la cuestión nacional. A la luz de las furibundas críticas que recibió en Londres y Dublín, donde acusaron a Loach de presentar la lucha irlandesa como una “sublevación comunista”, podemos afirmar que acierta.

Hoy, como ayer en Irlanda, vemos como las direcciones de los movimientos nacionalistas de los pueblos oprimidos (Palestina, Euskadi, Galiza) utilizan un lenguaje de colaboración de clases y dejan de lado su programa de emancipación social en aras de un pacto con la burguesía.

El ejemplo de Irlanda nos muestra las consecuencias de esa traición: 26 de los 32 condados son formalmente libres, sí, pero el gaélico retrocede, la economía está en manos del capital norteamericano y mientras la burguesía irlandesa sigue haciendo sus negocios, la clase obrera irlandesa sigue sufriendo la misma opresión de clase. Sólo la defensa del derecho de autodeterminación por parte de los trabajadores, vinculado a un programa de transformación socialista conseguirá la liberación total de las naciones oprimidas. Esta es la lección que nos deja esta excelente película, porque como dice Demian: “si sólo luchamos por cambiar el color de la bandera, no habremos conseguido nada”.