Desde la llegada de Bukele a la presidencia, hace ya 8 meses, con una votación mayoritaria que rompió con el dominio de los dos principales partidos políticos (FMLN ex guerrilla, y ARENA principal partido de la derecha nacional) las tensiones entre el poder Legislativo y el Ejecutivo han estado en el orden del día en mayor o menor medida episódicamente.
El conflicto ha llegado a un punto importante en los primeros días de febrero, a partir de que los principales partidos opositores han puesto freno a la posibilidad de que el gobierno a través del Ministerio de Hacienda negocie un préstamo para financiar sus planes de seguridad. La tercera fase del Plan Control Territorial, plan que según informes oficiales ha llevado a la reducción de más del 50 % de los homicidios en el país, necesita la aprobación de un préstamo al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) de 109 millones de dólares para poderse financiar.
La Fase 3 consiste, como todas los anteriores fases, en un reforzamiento de los órganos represivos del Estado para combatir a las pandillas, responsables de la mayoría de asesinatos en el país. Según el gobierno el dinero del préstamo serviría para financiar: “ ‘movilidad estratégica’ por 46.9 millones de dólares, incluyendo dos helicópteros y un buque, y $25.9 millones serían para pagar infraestructura y cámaras de video vigilancia, entre otros rubros”.
El FMLN con 23 de 84 diputados se negó a votar por la ratificación del préstamo que financiaría la Fase 3 del plan el 27 de enero. Más tarde el 30 de enero el partido ARENA con 35 diputados que había votado a favor del préstamo, se retractó de su decisión alegando que había que estudiar más la solicitud. El presidente Bukele cuenta con una minoría de diputados en el parlamento, miembros del partido que lo llevo al poder y de un partido minoritario. Juntos no hacen más de 21 diputados.
Ante esto el 6 de febrero, Bukele hizo uso de una facultad constitucional, para obligar a los diputados a sesionar extraordinariamente para votar por el préstamo, la facultad a la que recurrió es a la convocatoria de una sesión extraordinaria del parlamento solicitada por el Consejo de Ministros, que pueden convocar “cuando los intereses de la República lo demanden” según reza la Constitución.
Esta convocatoria de sesión extraordinaria para el domingo 9 de febrero, fue anunciada en una conferencia de prensa donde el presidente apareció muy bien acompañado del Embajador de los Estados Unidos en El Salvador, Ronald Johnson. El mismo día, un poco más tarde tuiteó: Convoco al pueblo salvadoreño a presentarse a la @AsambleaSV, este domingo a las 3pm, a ser testigos de la sesión extraordinaria para la votación sobre el financiamiento de la #Fase3 del #PlanControlTerritorial y darle a nuestros policías y soldados las condiciones que necesitan”.
Además, amenazó con hacer uso del artículo 87 de la Constitución, al referirse que la no asistencia de los diputados a la convocatoria extraordinaria, constituía una violación del orden constitucional y por lo tanto el pueblo tenía el derecho a la insurrección tal como lo mandata la constitución.
Los días previos al domingo Bukele calentó el ambiente con todo tipo de declaraciones y acciones, como suspender la seguridad privada de los diputados por 10 horas para que según él probaran lo que es sentirse inseguro, las Fuerzas Armadas también comunicaron públicamente, que le juraban lealtad al presidente. Muchos trabajadores de Casa Presidencial fueron formalmente convocados para asistir a las afueras del parlamento el domingo 9, varias zonas de la ciudad de San Salvador fueron militarizadas, mientras cuidaban la instalación de pantallas gigantes y una súper tarima en el lugar donde el día domingo el pueblo sería testigo del poder de Bukele.
El día domingo después de tres días de tensiones, finalmente el presidente rodeado de militares, trabajadores públicos y decenas de militantes del partido Nuevas Ideas (aproximadamente unos 5 mil) se hicieron presente frente a la Asamblea Legislativa, después de un discurso demagógico donde habló, sobre los asesinatos de seres queridos a miles de familias y de los pactos entre los políticos de gobiernos pasados a quienes llamó, como es habitual, “malditos” pidió entrar al Palacio Legislativo a hacer una oración y sentenciar que los diputados, después de esto tendrían la decisión en sus manos, dejando de lado la amenaza que hiciera días antes, de disolver el parlamento sino obedecían sus órdenes amparadas en el pueblo.
Al entrar al Palacio Legislativo rodeado de cientos de militares, tomando el puesto del presidente de la Asamblea que no se encontraba en el recinto, esa tarde, exclamó frente a 31 diputados: “Ahora creo que está muy claro quién tiene el control de la situación” posteriormente hizo una oración donde insinuó limpiarse las lágrimas al terminar y luego se retiró en silencio del parlamento para regresar a la tarima donde frente a sus partidarios declaró que Dios le había hablado allá adentro y le había pedido “paciencia” que si él quería podía “tomar el parlamento” pero que mejor tenía que ser paciente y pidió paciencia sus seguidores.
Posteriormente agregó: “El pueblo salvadoreño completo sabe, nuestros adversarios saben, la comunidad internacional lo sabe, nuestra Fuerza Armada lo sabe, nuestra policía lo sabe, todos los poderes fácticos del país estaban claros de que, si quisiéramos apretar el botón, solo apretamos el botón” en referencia de que con solo oprimir un botón él puede ordenar la disolución del parlamento.
Pidió a los diputados públicamente una semana para resolver el problema del préstamo y pidió a sus partidarios que pospusieran la insurrección, pues ningún pueblo que va en contra de los planes de Dios ha triunfado.
El plan de seguridad de Bukele
Como la mayoría aplastante de la población, nosotros también creemos que el problema de la seguridad es latente, estamos hartos del asedio pandilleril y vivimos en nuestros barrios con miedo a perder nuestra vida en cualquier momento, este es por lógica un problema de primer orden y creemos también que los diputados no toman cartas en el asunto sobre este tema. Pero diferimos con los planes de seguridad del presidente Bukele.
Principalmente estamos totalmente en contra de endeudar más el país, que es lo que han hecho los gobiernos anteriores. Si analizamos lo que genera estas condiciones de barbaries en los países centroamericanos, no es la ausencia de tanquetas, helicópteros, y soldados por todas las calles, si así fuese México que implementó hace una década la famosa guerra contra el narco, militarizando la nación, con un despliegue de fuerzas militares brutales en todo el país, hoy tendríamos que decir que México es el reino de Dios en la tierra, pero la realidad no es así, la guerra contra el narco solo profundizó los problemas de violencia y delincuencia, el mejor resultado de la guerra contra el narco fue los miles de personas que murieron mientras los grupos delincuenciales se fortalecieron y se extendieron por todo el Estado, desarrollando un tremendo narco estado, responsable de más de 250,000 vidas inocentes, en términos concretos un cuarto de millón de asesinatos.
Para nosotros el problema de la delincuencia es generado por las extremas condiciones de pobreza y explotación, por los bajos salarios, desempleo, malas condiciones del sistema de salud, vivienda y educación sumamente precarias, y esto está generado, en su mayor proporción, por la explotación extenuante de las empresas nacionales y transnacionales, las mismas empresas que Bukele exoneró de miles de dólares en impuestos que pudieron servir para escuelas, hospitales y viviendas para la clase obrera a finales del 2019. Son estos empresarios los que generan el caldo de cultivo para la violencia y el crimen organizado.
Pero acaso, serán estos empresarios que pagarán estos préstamos para financiar programas de seguridad, en absoluto, quienes pagarán estos préstamos en el futuro seremos nosotros y nuestros hijos a través de los impuestos, esos impuestos para los cuales no hay exoneración para las amplias masas de trabajadores ¿Por qué habremos de pagar por algo que no ha sido nuestra responsabilidad?
Si de verdad Bukele quisiera resolver el problema de la inseguridad, debería luchar por conseguir aumentos salariales, más impuestos a los ricos para financiar la construcción de viviendas, escuelas, hospitales y centros recreativos, reducir la jornada laboral sin reducción de salarios para crear más y mejores empleos.
Aunque estamos de acuerdo con una aparente reducción de homicidios, pues nadie quiere ver más muertos, también manifestamos que no nos fiamos completamente de los resultados inmediatos, hay que tener en cuenta que no se acaba el cáncer con una aspirina, la única forma de acabar con este mal es atacando el problema de raíz, y ese problema de raíz se llama capitalismo: desempleo, explotación y miseria.
Amenaza de autogolpe de Estado
ARENA, FMLN, la empresa privada y otros más han manifestado que las acciones de Nayib Bukele pretenden ser un autogolpe de Estado, y que las verdaderas intenciones de NB eran disolver el parlamento, puede ser que sí, pero hay que recordar que Bukele está dominado por los intereses del imperialismo estadounidense y seguramente fue rápidamente presionado internacionalmente para no incurrir en un error innecesario.
En el pasado hemos declarado sobre el régimen de Bukele “En sus primeros días como presidente vemos que Bukele se desempeña en el gobierno congraciándose con las Fuerzas Armadas, destituyendo altos mandos del Ejército y poniendo miembros más serviles a sus intereses, reconfigurando las fuerzas policiales y restituyendo viejos aparatos extintos de la Policía Nacional Civil, obedeciendo al imperialismo más que a la burguesía tradicional del país, alzándose sobre los partidos del régimen, todo lo anterior lo hace quedar como el héroe de la tragedia. Los elementos mencionados reflejan una tendencia al bonapartismo y son posibles bajo las circunstancias concretas en las que él gobierna: fracaso de la izquierda en el gobierno, descrédito de los partidos del régimen incluyendo la derecha y la ausencia de un partido marxista revolucionario con raíces en el movimiento obrero”.
“En campaña electoral Bukele también sentenció en movilizar a sus seguidores para llevar a cabo sus planes si la Asamblea se oponía a ellos, sin embargo, a la llegada al poder vemos que la Asamblea se ha replegado a sus decisiones y Bukele no tiene una oposición fuerte por ahora ni en la Asamblea, ni en la Fiscalía, ni en la Corte Suprema de Justicia, ni en las calles.
“Con estas características podemos decir que en su régimen se encuentran elementos de bonapartismo, pero la sociedad no necesita por ahora el dominio de la espada: un régimen policiaco militar bonapartista para mantener el orden de las clases, porque aún se pueden utilizar las instituciones del Estado para encubrir la dominación de clase con tintes democráticos para mantener las relaciones de producción.
“Las masas también tienen esperanzas en este gobierno, en la democracia parlamentaria, en las instituciones del Estado burgués, hay un partido-movimiento en favor de Bukele que podría ganar la mayoría de diputados en la Asamblea Legislativa en el 2021, por tanto, aún hay condiciones favorables para la dominación ideológica por la vía de la democracia parlamentaria, mientras no haya una amenaza real a las relaciones de producción la forma de gobernar de Bukele seguirá siendo bajo un régimen de democracia burguesa”. El régimen de Bukele: ¿fascismo, bonapartismo o régimen de democracia burguesa?
A excepción de algunos pequeños cambios en la situación actual, el análisis central de lo que escribimos se mantiene en líneas generales.
¿Necesita Bukele en verdad disolver el Parlamento?
En primer lugar, debemos preguntarnos si en la actual condición en la que se encuentra Bukele necesita la disolución de un aparato estatal como el Legislativo. Desde nuestro punto de vista creemos que no. Este tipo de acciones dependen de la correlación de fuerzas en la sociedad. Los mandatarios que han disuelto los parlamentos, lo hacen no porque se les antoje, sino porque las condiciones no son completamente favorables para gobernar por líneas democráticas, porque se enfrentan a fuerzas vivas de oposición en la sociedad, la perspectiva del gobierno de Bukele en el futuro no es esa.
Revisemos pues un poco las perspectivas que tiene Bukele, en primer lugar debemos mencionar que Bukele desde el inicio ha gobernado con el apoyo del imperialismo internacional, Trump tiene pocos amigos y El Salvador estratégicamente es un país importante, por los negocios, el tráfico de drogas y la región es un buen lugar para asediar a países hostiles a Trump además del problema migratorio de Centro América donde Bukele ha tenido posiciones favorables para los EE.UU. toda la política de Bukele es respaldada por la Casa Blanca y Bukele así también respalda a la Casa Blanca, lo hemos visto con Venezuela y otros conflictos en el mundo.
En segundo lugar, tiene un apoyo mayoritario de la población y todas las encuestas aprueban su política de una u otra forma.
Y en último lugar las encuestas también dicen que en 2021 ganará una mayoría parlamentaria que aplastará cualquier partido político de oposición. Los mismos partidos del régimen se han buscado estos resultados a partir de todas las políticas impopulares y las traiciones al pueblo, las amenazas de Bukele sobre estos políticos no hacen más que avivar su popularidad, asegurándole un gane arrollador para el 2021.
Por hoy no existe una oposición de masas que rivalice con las intenciones del gobierno de Bukele, pero no cabe duda que en el momento en que estas se desarrollen al producirse la desilusión de que sus condiciones de vida no cambian, podría usar métodos represivos e incluso la disolución del parlamento para gobernar con la espada. Por ahora la democracia burguesa, a la que se debe Bukele, está más resguardada y segura cuando tiene tintes democráticos y no cuando se domina con la fuerza militar, los estrategas de la Casa Blanca y el mismo Bukele que no tiene un pelo de tonto saben esto, las acciones de Bukele han sido más bien una amenaza de los que puede hacer al desarrollarse una posible oposición de masas fuerte.
Mientras tanto la ONU, la Unión Europea y la misma OEA han llamado la atención sobre los movimientos de Bukele, pues ninguno de estos organismo tolerará un régimen autoritario, mientras no sea necesario, es cien mil veces mejor gobernar de la forma habitual, donde la dictadura de la burguesía se presenta a los ojos de las masas muy democrática. Estas instancias saben lógicamente que esto no les conviene a sus intereses capitalistas. Bukele ha tenido que frenar su intento de disolver el parlamento, pero su show mediático lo ha dejado ahora con más expectativas sobre la gente y ha desacreditado aún más a los diputados que seguramente serán duramente castigados en 2021.
¿Defender la democracia?
Hay muchos análisis que vociferan que esto es un atentado contra la democracia, contra la independencia de los órganos del Estado y citan una y otra vez la Constitución.
Nosotros dejamos claro que no defendemos la democracia en abstracto, en el sentido que tenemos claro que la Asamblea Legislativa no está ahí para resolver los problemas de las masas, ni tampoco para defender nuestras conquistas.
Si esto fuera así, ya tuviéramos mejores condiciones de trabajo, jornadas laborales menos extensas, garantizada el agua potable en nuestras casas, pero esto no es real. Los parlamentarios del FMLN dicen estar a disposición de defender la Asamblea Legislativa y la democracia, pero ellos mismos han sido testigos que aquí no se discuten los problemas centrales del país y cuando lo hacen, las decisiones no favorecen a la mayoría trabajadora.
Desde ese parlamento “democrático” no se ha derogado la odiada reforma de pensiones, ni se ha aprobado la Ley General de Agua que evita la privatización de esta, ni los derechos democráticos de las mujeres y tampoco desde el parlamento se defendió la libertad sindical cuando el gobierno de Bukele atacó sistemáticamente al Sindicato de Trabajadores del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (STISSS) ¿entonces de qué democracia hablamos señores parlamentarios del FMLN? defender la “democracia” con ARENA, la empresa privada y organismo internacionales del imperialismo, sin explicar qué tipo de democracia necesita la clase obrera para resolver sus problemas los condenará más al hoyo en el que ahora están.
Debemos plantear claramente la defensa de las libertades democráticas que se han conseguido con sangre y lucha, pero también debemos plantear que estas instituciones (Corte Suprema, Ejecutivo y Asamblea Legislativa) a los que los demócratas, reformistas e intelectuales de izquierda y derecha tanto defienden en lo abstracto, no son las instituciones que el pueblo necesita para cambiar sus condiciones de vida, necesitamos instituciones controladas por el pueblo, que principalmente sirvan para conseguir conquistas para la clase obrera, para elevar los niveles de vida, eso solo puede pasar a través de una lucha frontal contra los que están detrás de esas instituciones del Estado que sirve a los más poderosos sin importar quien esté de presidente o diputado, se gobierna sobre el pueblo y contra el pueblo en favor del gran capital nacional y extranjero. Una postura revolucionaria debe explicar claramente esto, no se puede mezclar agua con aceite. Hacer esto es una receta acabada para el fracaso.
El movimiento obrero revolucionario debe reorganizarse
Solo el movimiento de masas de izquierda con una plataforma de lucha puede hacerle frente a las políticas de los diputados y del presidente Bukele, ese programa de lucha debe unificar al movimiento revolucionarios sobre la base de aprobación de medidas reales que de verdad eleven el nivel de vida de la clase obrera. Medidas como la derogación de la Ley SAP que mantiene a las odiadas AFP, aumentos salariales de acuerdo al costo de la vida y reducción de la jornada laboral, por más impuestos a los ricos por más educación, salud, vivienda y puestos de trabajo. Solo bajo los métodos tradicionales de la clase obrera, movilizaciones y huelgas podrán conseguir victorias favorables para la clase obrera, que es la inmensa mayoría de la población.
Ninguna confianza en los políticos burgueses, presidentes, ministros, jueces y diputados, por la organización de la clase obrera y la lucha revolucionaria en las calles.