“En El Salvador no encarcelamos a nuestra oposición. No censuramos opiniones…” “No arrestamos a las personas por expresar sus ideas. En El Salvador, tu libertad de expresión, así como tu propiedad privada, siempre estarán protegidas”. —Nayib Bukele, Presidente de la República de El Salvador. 79.º Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, noviembre de 2024.
Así comenzó el discurso de Nayib Bukele en la sede de las Naciones Unidas en 2024. Obviemos por un momento que en la ONU se han escuchado falacias similares o peores; lo que tal vez sea diferente en el caso de Bukele no es que, como todos los diplomáticos de la ONU, mienta descaradamente, sino que hasta ese momento la mayoría de medios de comunicación mantenían una opinión favorable sobre él. Claro, desde la falacia y el descaro, porque los acontecimientos y los datos estadísticos en el país hace mucho que contradicen la cantaleta del presidente.
Persecución política
Lo que comenzó como una vendetta política en el inicio de su mandato —que el presidente denominó como una lucha contra la corrupción, en la que expuso y encarceló a diferentes dirigentes y exfuncionarios, principalmente del partido de izquierda FMLN— se extendió a una serie de atropellos contra diversos líderes y dirigentes comunitarios que no tenían que ver con los exfuncionarios corruptos del FMLN, pero que no pocas veces fueron usados como chivos expiatorios para justificar su proceder.
En 2023 comenzó una persecución constante contra cinco líderes comunitarios que se han opuesto a la minería metálica en el norte del país. Desde ese año permanecieron injustamente apresados y fueron procesados penalmente hasta que, en 2024, fueron absueltos. Pero tras la derogación de la ley contra la minería en 2024, el caso fue reabierto en 2025.
Parece que el presidente Bukele no descansará hasta verlos presos nuevamente. Está claro que tiene todas las intenciones de aniquilar el espíritu de lucha de los pobladores de Cabañas, lugar donde se encuentra una buena parte de las reservas de oro que el presidente quiere concesionar a empresas transnacionales.
En las primeras semanas de mayo una manifestación de campesinos amenazados por un desalojo en favor de un empresario fue reprimida por la Policía Militar. De dicha manifestación por la vivienda y la tierra, fueron capturados varios manifestantes. Aún se encuentran detenidos y siendo procesados el pastor Jose Angel Perez de una iglesia cristiana en la comunidad que acompañaba la protesta y el abogado, Alejandro Henriquez, que brindaba asesoramiento legal.
La represión contra la comunidad El Bosque el pasado 5 de mayo ha marcado un nuevo inicio en la forma de proceder del Estado salvadoreño. Bukele alguna vez se jactó de no haber utilizado ni una macana policial para reprimir manifestaciones. En una entrevista para la revista Time se quejó de que lo acusaran de dictador y declaró: “En cinco años de Gobierno nunca hemos utilizado una lata de gas lacrimógeno, una macana”. Sin embargo, no soportó que una manifestación de 300 familias desesperadas por el despojo de sus casas y tierras llegara tan cerca de la residencia presidencial.
Parece que el presidente «cool» está en una situación bastante complicada, lo que lo ha hecho mostrar un poco de lo que esconde bajo su imagen barata y ridícula de buena onda.
El martes pasado, sin que hubiéramos salido de la indignación por la represión a campesinos, la Fiscalía controlada por Bukele ordenó la captura de Ruth Eleonor López, abogada activista de Cristosal, organización internacional que defiende los derechos humanos en El Salvador y principal denunciante de las violaciones en las cárceles de Bukele.
Ruth ha sido una destacada académica que, desde los primeros años del gobierno de Bukele, ha trabajado por la defensa de los derechos humanos, de los presos políticos y de la Constitución, desenmascarando con investigaciones serias políticas reaccionarias del régimen contra la población.
Este quizá sea el principal «crimen» que Ruth ha cometido contra el gobierno de Bukele, por el cual fue detenida y desaparecida por unas horas por el Estado. Se le vincula con un exfuncionario del FMLN, Eugenio Chicas, para quien trabajó en la década pasada y quien hoy guarda prisión por corrupción y peculado. Sin embargo, es evidente que el objetivo ha sido silenciar a Ruth, cuya voz ha ganado protagonismo en la oposición.
Posteriormente, Bukele ha seguido una ruta orientada a silenciar a sus opositores. Tras la protesta de las comunidades de El Bosque —acompañada por ONG que trabajan con campesinos—, Bukele declaró que estas organizaciones manipulan a las personas para ponerlas en su contra y que, por lo tanto, deben pagar más impuestos y ser auditadas.
Una semana después de la protesta, Bukele aprobó de manera exprés en la Asamblea Legislativa una ley para «agentes extranjeros» que impone un impuesto del 30 % a las donaciones a ONG y pretende auditar el uso de esos fondos.
De la supuesta guerra contra las pandillas a los pactos con los líderes de las pandillas
Por otro lado, nuevas investigaciones confirman que el presidente Bukele mantiene pactos con los principales grupos criminales del país: las pandillas. Investigaciones recientes presentan pruebas que, desde que estaba en la alcaldía capitalina, benefició a estos grupos a cambio de controlar el voto en las elecciones presidenciales donde quedó ganador, otorgándoles concesiones y grandes sumas de dinero a los principales líderes encarcelados a cambio de amenazar a pobladores para que votaran a su favor.
En sus primeros 3 años de mandato, sin poder resolver el problema de la inseguridad —entonces el principal problema de la población salvadoreña—, Bukele cambió de estrategia. Tras una masacre perpetrada por las principales pandillas que dejó 82 muertos en 72 horas, decidió declarar la “guerra contra las pandillas”. Esta “guerra” estableció un régimen de excepción que se mantiene vigente desde hace tres años y que ha sido utilizado para poner en reserva los gastos del Ejecutivo, fortalecer a la Policía y al Ejército y, por supuesto, apresar a gente inocente y a opositores.
Sin embargo no existió y no existe, como tal esta guerra, lo que sí hubo fueron nuevos acuerdos con las principales pandillas que consisten en desarticular las bases de las pandillas a través de sus líderes, encarcelar a estas y proteger a los jefes.
Tres años bajo un régimen de excepción
Bajo el régimen de excepción, miles de personas han sido encarceladas; una buena parte de ellas inocentes. Muchas están en condiciones precarias y otras han muerto en manos del Estado. Las cárceles no permiten visitas, y muchas personas terminan siendo desaparecidas en los penales.
Los procedimientos son totalmente turbios: quien cae en manos de la policía y es acusado de algún delito relacionado con las pandillas puede pasar meses o años sin derechos constitucionales, como la presunción de inocencia y la legítima defensa. En el peor de los casos, puede, incluso, perder la vida.
Las revelaciones recientes han sido motivo de persecución para los periodistas, quienes han tenido que huir del país, manifestando que había órdenes de captura para cada uno de los periodistas involucrados en las publicaciones que tenían que ver con los pactos entre Bukele y las pandillas.
Sí, El Salvador ha reducido sus índices de violencia criminal y los homicidios han bajado, pero a un costo extremadamente alto: miles de presos, cientos de muertos en custodia del Estado, millones de dólares en corrupción y un aparato de seguridad hipertrofiado.
Lo que hemos visto en estos años es una transición hacia la monopolización de la violencia por parte del Estado. Como bien se escucha entre el pueblo: ahora la pandilla es el Estado. Y el «ver, oír y callar» (principal lema de la pandilla: Mara Salvatrucha) nos lo impone el gobierno, el gobierno es la nueva clica.
Profundización de la crisis económica
Los recientes acontecimientos no son hechos aislados: reflejan la enorme presión que existe bajo el régimen. El gobierno ha llevado al límite la billetera financiera, la deuda es incontrolable, y nada fundamental respecto a la clase obrera se ha resuelto. Si quitamos el factor seguridad, la población salvadoreña sigue cayendo en la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades.
El régimen de Bukele no existe en el vacío. Podrá estar fortalecido militarmente, pero la presión de una población cada vez más exigente y menos creyente en sus promesas, está tensando todos los nervios del sistema. La represión y las capturas buscan no solo callar a los líderes comunitarios, sino desarticular cualquier vestigio organizativo. Saben que los días de inestabilidad están cerca. Deben actuar rápido: reprimir, amedrentar y descabezar al movimiento son los pasos a seguir.
Pero en su deriva autoritaria, lo que esperan que calme las aguas solo traerá lo contrario. Cuando intenten imponer el miedo mediante el Ejército, la Policía, las macanas, las bombas lacrimógenas y las cárceles, habrá una respuesta. Y esa respuesta, sin lugar a dudas, será contundente. La juventud y la clase obrera no soportarán más sus miserables condiciones y buscarán una salida. Concluirán que, para cambiar sus condiciones de vida, también deben acabar con el régimen de Bukele. Total, el pueblo salvadoreño tiene mucha experiencia tumbando regímenes opresivos peores.
Hacia la construcción del partido comunista revolucionario
El orden de acontecimientos actual pone de manifiesto una vez más algo que los comunistas hemos estado preparando desde tiempo atrás: la necesidad de la construcción del partido revolucionario. La victoria contra el régimen sólo será posible a través de la acción coordinada de las masas trabajadoras; las acciones individuales no sirven de nada, al contrario, dispersan al movimiento y no lo educan para el futuro.
Como comunistas, tenemos claro que este es el principio de días más oscuros, de persecución, represión y censura. Esto no nos asusta en absoluto. Nos hemos preparado para estos acontecimientos. No dudamos de que, entre la clase obrera y la juventud, encontraremos a los más abnegados revolucionarios, que no temerán enfrentarse por sus vidas y las de sus compañeros oprimidos por el régimen. Juntos, podremos construir la alternativa revolucionaria que acabe con el régimen: el partido comunista revolucionario.
La construcción de un partido que coordine, eduque y organice la lucha entre todos los sectores oprimidos salta nuevamente a la palestra política. Los que entendemos esta idea fundamental no debemos perder tiempo: debemos ponernos manos a la obra y colaborar con la construcción del partido que necesita la clase obrera en El Salvador en la región y en el mundo entero. Únete ahora al comunismo internacional y luchemos contra Bukele y la burguesía, contra el capitalismo internacional.
¡Libertad para los presos políticos!
¡Contra la persecución y represión; organización revolucionaria!