¿El mileísmo: lucha de clases o batalla cultural? ¿Qué ideas nos sirven para vencerlo?

Lo más indicado sería empezar por analizar las condiciones materiales que dan como resultado el surgimiento del Milei. El contexto nacional resulta muy importante, pero para poder entenderlo resulta esencial un análisis del sistema capitalista internacional en este momento de crisis. Esta forma de análisis no surge de forma arbitraria,debemos recordar, que el sistema capitalista es un sistema mundial, ningún país del mundo puede abstraerse del mercado mundial. La división internacional del trabajo nos posiciona como un país esencialmente agroexportador, con una economía primarizada y un desarrollo de la industria pesada muy débil. Los sectores de la industria liviana que lograron desarrollarse, aunque de forma raquítica, están principalmente ligados a la industria blanca, mientras que la industria metalmecánica se encuentra mayormente vinculada al sector agroexportador.

Actualmente, todos los principales países capitalistas están en crisis o a las puertas de ella, como resultado de las contradicciones económicas que se han acumulado desde la crisis subprime de 2008, la cual dio inicio a la actual crisis orgánica del sistema capitalista. Todos los gobiernos capitalistas emitieron enormes cantidades de dinero (expansión cuantitativa), que no tenían, para evitar el colapso económico. Hoy ningún país tiene una perspectiva de fuerte crecimiento, y muchos seguirán a la Argentina hacia recesiones o depresiones muy profundas.

En este contexto internacional surge el mileísmo como expresión de la crisis internacional en Argentina. La situación económica, marcada por aproximadamente 12 años sin un crecimiento económico considerable bajo gobiernos de distinto signo político, representa un cuello de botella que el mileísmo utiliza para proponer una salida radical por la derecha a la crisis.

Solamente en este contexto de crisis internacional, sumada a la crisis nacional, puede surgir un demagogo mesiánico de tales dimensiones. Sin lugar a dudas, un payaso que, lejos de hacer reír, expresa lo más atrasado y retrógrado de la sociedad: pro-patronal, antiobrero, alineado directamente con el imperialismo estadounidense, y un sirviente del sector más concentrado y atrasado de la clase dominante argentina.

En esta disyuntiva, un sector importante de la vanguardia intenta encontrar un camino para organizarse y luchar contra este engendro de gobierno. En este punto, se fortalece la idea en amplios sectores de militantes de vanguardia de que tenemos por delante una batalla: la batalla cultural. Con un título rimbombante, ¿quién podría dudar de enfrentar a este gobierno? ¿Quién podría estar en contra de una lucha ideológica contra la usina de ideas retrógradas que destila Milei y sus secuaces? Desde una mirada superficial, podríamos concluir que nadie en su sano juicio pondría en duda una idea tan “audaz”.

Pero como casi todas estas ideas “modernas” si las observamos de forma más cautelosa empezamos a encontrar algunas ideas viejas con una pequeña capa de barniz que le da un brillo llamativamente “nuevo”. En este caso particular nos convocan a dar esa famosa “batalla cultural“ ¿quiénes son los elementos que lucen ideas tan geniales? En Página12, del 22 de septiembre salió un artículo llamado “Batalla cultural y tiempos oscuros” escrito por Jorge Alemán.

Arranca diciendo, “Expresión de corte gramsciano suele ser muy utilizada por intelectuales mileista y afines al régimen. La matriz de esta batalla está constituida por el siguiente mantra ultraderechista: Existió un período donde la nación estaba sana y gozaba de una gran fortaleza física y moral. La fecha y los actores de ese período son imprecisos, solo basta afirmar que estuvo en el pasado y que debe retornar y que los protagonistas de ese retorno están agrupados alrededor de la crueldad del líder de ultraderechas. A su vez se debe, sin mediación política alguna, amputar esa parte de la historia y cancelar a sus representantes. Esto vale para la propia interna de La Libertad Avanza, donde también suelen ser purgados los disidentes sin necesidad de disimular nada.” Y sigue, “Sin embargo, ahora que ya todo el mundo sabe que la cosa funciona así, el problema mayor consiste en dar una forma política al malestar que se extiende de modo incesante. Esta es nuestra nueva batalla cultural “

Este extracto nos deja mucha información. ¿Por qué el mileísmo acoge con tanta rapidez esta idea de la batalla cultural? ¿No será que ellos se sienten cómodos batallando desde este concepto? Un concepto que yuxtapone la lucha material concreta con una lucha vaga ideológicamente, que nos desorganiza y nos confunde metodológicamente. No tiene claridad, ni siquiera tiene riqueza, y le sirve a la ultraderecha como terreno favorable para dar el debate. En última instancia, esta idea pone la responsabilidad en los hombros de la clase obrera, una parte de cuál votó al mesiánico de la ultraderecha.

Ahora parece ser que el problema ya no es más el sistema capitalista sino “el modelo”, o sea que para estos paladines de las ideas novedosas existe la posibilidad de otro modelo dentro del sistema capitalista, lo que nunca se entiende es porque no lo ponen en la práctica, podríamos concluir que 16 años de gobierno no les alcanzaron. Estos son los límites que impone la política de conciliación de clases en épocas de crisis capitalista.

La batalla no es meramente cultural. Sin dudas, es muy importante luchar contra la ideología burguesa, pero también contra las concepciones reformistas que atan a la clase trabajadora a viejas cadenas imposibles de romper sin la teoría correcta y sin una acción revolucionaria decidida. 

Los marxistas no podemos más que dar una verdadera batalla en contra de ideas tan promiscuas, una verdadera aberración que solamente intenta esquivar la verdadera lucha: la lucha de clases, que explica de forma clara las relaciones de producción, y por qué hoy la clase obrera es la clase más poderosa numéricamente y por qué está destinada a cambiar, de una vez y para siempre, el futuro de toda la humanidad. Nos planta sabiendo quiénes son nuestros enemigos de clase. Un verdadero tesoro de ideas rodea a las ideas de la guerra de clases. Estas ideas comunistas son las ideas más hermosas que parió la humanidad.

Debemos educarnos, sí. Y decimos: ¡sí, volvamos a los clásicos marxistas! Volvamos al tesoro más maravilloso: las ideas que nos proveyeron Marx, Engels, Lenin y Trotsky; es ahí donde vamos a encontrar las respuestas que necesitamos para derrotar definitivamente a una clase parasitaria que vive de la explotación de la clase obrera, de las masas. Debemos derrotar al capitalismo para que la especie humana pueda sobrevivir al horror sin fin.

No hay grandes ni novedosas ideas revolviendo la basura; lo que hay debe quedar en el basurero de la prehistoria, para que la revolución comunista se abra paso hacia la verdadera historia de la humanidad.

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