El capitalismo en México y el mundo ha fracasado pero no caerá automáticamente

0
584

Los capitalistas, en particular aquellos organizados en el Consejo Coordinador Empresarial, están furiosos, exigen que las medidas para aminorar la crisis económica que ha acelerado la pandemia del COVID-19 les favorezca plenamente, el plan económico del gobierno no les satisface, piden que el Estado rescate a las grandes empresas, las exente de impuestos y asuma la responsabilidad sobre los salarios que se deben pagar durante la cuarentena. Exigen que se apliquen sus recetas clásicas para salir de la crisis que se resumen en recargar sus efectos sobre las espaldas de la clase trabajadora y los pobres de este país.

Los periodistas, analistas y lectores de noticias cada día inundan la televisión, la radio, los periódicos con perspectivas apocalípticas si las medidas que exigen los grandes empresarios no son aprobadas. Además, las redes sociales están saturadas de noticias falsas, incluso políticos despreciables como Felipe Calderón, dirigente de México Libre, han reproducido. Pretenden incentivar un ambiente de incertidumbre y alarmismo; en algunos lugares esto ha tenido efecto: en Jalisco se tiene noticias de agresiones a trabajadores de la salud en el transporte público, en Monterrey pobladores intentaron incendiar un hospital destinado a atender a personas contagiadas, en un municipio de Morelos un sector de la población protestó con la finalidad de que el hospital de la región no atienda a pacientes con COVID-19. La mentira, la información falseada son herramientas de los zopilotes reaccionarios que acechan, esperando una tragedia.

La clase trabajadora y millones de pobres en el país se enfrentan a la disyuntiva de trabajar o arriesgar la salud, el 57% de la fuerza laboral trabaja en la informalidad, sin ingresos fijos, ni seguridad social. Aunque se ha decretado la emergencia sanitaria desde el gobierno federal y se realizo un llamado a pagar salarios completos mientras dure la cuarentena, los grandes negocios y empresas se niegan a cerrar y asumir el pago de los salarios de los trabajadores; en algunos casos donde se ha implementado se han aplicado despidos, rebajas salariales o han enviado los trabajadores a la casa sin dinero alguno en la bolsa.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha anunciado un plan económico para afrontar la crisis, se realizará una fuerte inversión económica para mantener los programas sociales y apoyos económicos para jóvenes, adultos mayores, madres solteras, pescadores y campesinos que se han implementado desde el año pasado que llegan a 22 millones de personas, ofrecer créditos a pequeños y medianos negocios, sostener los megaproyectos como es la construcción de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto, la modernización de ferrocarriles y puertos y desarrollar obra pública para implementar los servicios básicos en algunas comunidades como es agua, potable, drenaje, con los que contempla la creación de 2 millones de empleos en los próximos 9 meses. ¿De dónde saldrá el dinero?, aplicando una fuerte política de austeridad a los altos funcionarios del gobierno, de fideicomisos públicos requisados en la semana pasada por un decreto presidencial, del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios y de créditos que otorgue la banca de desarrollo.

La crisis social y económica ha radicalizado la oposición activa de un sector importante de los dueños del capital nacional y extranjero y de sus partidos políticos, incluso comienzan a hablar públicamente de una táctica para destituir a Andrés Manuel López Obrador de la presidencia, a lo que el Consejo Coordinador Empresarial ha contestado: organicémonos y esperemos a la consulta para la revocación de mandato.

Urge que entre la vanguardia de la clase trabajadora, la juventud progresista y revolucionaria, los núcleos de mujeres que han impulsado las movilizaciones en el último periodo, la preparación táctica e ideológica para los acontecimientos que se avecinan, que sin duda estremecerán a todo el país.

La crisis que se avecina 

“Esto se va a parecer a una economía de guerra”, así lo anunció en días recientes, Alicia Bárcena, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, cuando se explicó los posibles efectos de la crisis económica en región. De acuerdo a sus perspectivas el Producto Interno Bruto puede caer hasta un -1.8%, teniendo un efecto en las economías locales de una caída de -3%, esto provocaría un aumento del desempleo en un 10% y un aumento en el número de pobres 185.9 millones a 219.1 millones.

La región de América Latina y el Caribe es una de las más expoliadas por las oligarquías locales y los países imperialistas, nos enfrentamos no solamente a los efectos de la crisis económica venidera, sino que la pandemia del COVID-19 puede provocar una crisis sanitaria de gran envergadura, los acontecimientos en países como Ecuador, donde los servicios de salud han sido completamente rebasados, son una pequeña muestra de lo que puede venir. El capitalismo débil y atrasado de nuestros países se refleja en la gran cantidad de personas que laboran en la informalidad, lo que provoca que solamente el 57.3% de la personas cuenten con servicios de salud y entre los niveles más bajos de la población la cifra sea un 34%, durante años los gobiernos al servicio del gran capital desmantelaron la seguridad social pública. ¡Las las burguesías locales no son capaces, siquiera, de generar empleos estables para la población y asegurar la salud de millones de personas!, si queremos un ejemplo donde el capitalismo ha fracasado, ese es América Latina, Centroamérica y los países del Caribe.

Los efectos de la crisis de los dos grandes países: Estados Unidos y China, tienen una repercusión directa en la región. Las exportaciones hacia Estados Unidos aunque han bajado en los últimos 20 años del 52% al 34 %, la dependencia aún es grande respecto al imperialismo norteamericano. Por otro lado la influencia en China ha incrementado, en el mismo periodo las exportaciones han subido de un 1% a un 11%, y es el primer socio comercial de los algunos países productores de materias primas como Chile y Brasil.

147.000 millones fue la inversión extranjera directa, de Estados Unidos, que la región que captó el año pasado, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Por su parte las inversiones de China han aumentado de casi nada en el año 2005 a 110 mil millones de dólares en el año 2018.

Existe un dicho popular en México bastante conocido que refleja la dependencia de nuestros países hacia las grandes potencias imperialistas: “Si a Estados Unidos le da gripe, a México le da pulmonía”. Lo mismo se puede decir de la región, agregándole su creciente dependencia económica respecto a China.

En el caso concreto de nuestro país los datos más conservadores los proporcionan los analistas de BBVA que proveen una contracción del 4.5% del PIB y el Bank of America lo ha calculado en un -8%.

Los principales ingresos por el comercio de México dependen de las exportaciones agro alimentarias, las remesas, el petróleo y el turismo. Las cuales son prioritarias ya que nuestra economía está orientada a las exportaciones, las cuales en su mayoría, el 80%, van a parar a los Estados Unidos. El comercio y el sector servicios aporta el 60% del PIB, y en el se emplean casi el 40% de la fuerza laboral en el país.

El sector industrial aunque se ha enfocado particularmente al modelo maquilador en el norte del país, cuya dinámica depende las grandes empresas estadounidenses, una de las industrias importantes es el sector automotriz.

Pues bien, esos sectores han sido severamente afectados por la crisis económica.

Durante el mes de marzo tuvimos una caída de las remesas de 36 millones de dolares a 29,100 millones, y se prevee que sigan cayendo producto del desempleo en Estados Unidos que ha crecido de manera exponencial, afectando evidentemente a la fuerza de trabajo mexicana y migrante que se encuentra allá. Incluso BBVA calcula que estos ingresos tardarán en recuperarse por lo menos 10 años.

El sector turístico en voz de las cámaras empresariales del sector “se enfrenta a los mayores desafíos desde la Segunda Guerra Mundial”. Las visitas de los turistas se reducirán en un 14.7%, lo que representa perdidas por más de 16 mil 800 millones de pesos. Esta situación ya tenido impacto en el empleo en este sector, por ejemplo en la zona turística de Cancún, el 70% de los trabajadores fue despedido.

Los ingresos petroleros no se encuentran en su mejor momento, aunque ha habido una recuperación en los últimos días del precio del barril del petróleo, este incluso se ha cotizado en cerca de 10 dólares, para darnos una idea de la caída de los precios, durante los años 2011 al 2015 los precios en promedio oscilaron en 100 dólares, en los últimos años sufrió una caída pero aún así la peor fue durante el año 2016 que aproximadamente llegó a cotizarse en 30 dolares, recuperándose un poco del año 2017 al 2019, dónde se vendió a 60 dólares. La cotización que el presupuesto de egresos estableció para el barril del petróleo se ubicaba en 49 dólares. Además, Petróleos Mexicanos (Pemex) registró pérdidas por 346 mil 135 millones de pesos durante 2019.

Por su parte los capitales extranjeros han volado durante el mes de marzo, salieron del país 4,600 millones de dólares, equivalentes al 0.4% del PIB.

Además la industria automovilista está prácticamente paralizada, con el 90% de sus plantas en paros técnicos. Y el futuro de la maquila depende del futuro de la grandes corporaciones en Estados Unidos.

Hasta la fecha se han perdido cerca de 346,878 fuentes de empleo formales, el Consejo Coordinador Empresarial incluso afirma que la cifra puede alcanzar el millón de empleos perdidos durante este periodo.

Respecto a las crisis económicas del capitalismo, en el texto fundacional del movimiento socialista revolucionario mundial, El Manifiesto del Partido Comunista (1848), Carlos Marx y Federico Engels nos explican:

“Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada”.

Y concluyen, sobre la formula clásica que la burguesía aplica para salir de las crisis del sistema, que son cíclicas e inherentes a su misma dinámica económica:

“¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas”.

En conclusión en las crisis económicas no todos perdemos y no todos “nos apretamos el cinturón”, los capitalistas recargan sobre la espaldas de los trabajadores las consecuencias de las mismas, mientras ellos continúan con su estilo de vida, luchan por mantener sus millonarias ganancias, a millones de personas las condenan en el desempleo o sub-empleo, rebajan salarios, prestaciones y conquistas sociales. La lucha por la plusvalía se hace más violenta en las épocas de crisis económicas.

Para muestra basta un botón, de acuerdo con la organización internacional Oxfam, durante la crisis del año 2008 los ricos aumentaron sus ganancias, mientras que los ingresos de los trabajadores y los pobres se redujeron:

“La crisis financiera de los años 2008-2009, que amenazaba con una catástrofe similar a la Gran Depresión de los años 20, es un tema superado para los multimillonarios, que según Oxfam lejos de perder aumentaron su riqueza en 900 mil millones de dólares. Por su parte, la riqueza -entendida como activos y posesiones- de los pobres se redujo 11% en esta última década”. (Más desigualdad: Un solo hombre concentró en 2018 el equivalente a lo que tenían 60 millones de mexicanos. Animal Político, 29 de Enero de 2019)

En la actual coyuntura la burguesía está dando una batalla encarnizada para mantener sus ganancias, junto a sus cámaras empresariales, sus partidos políticos, periodistas y medios de comunicación. Nuestra lucha debe orientarse a garantizar la salud, la vida, los empleos y nuestra existencia como clase trabajadora, y para que esto ocurra nuestra lucha no solamente deben pasar por preservar lo que actualmente tenemos, sino se debe elevar en contra del sistema político y económico, origen de toda la desigualdad y violencia: el capitalismo.

Los capitalistas exigen que se aplique sus programa

Durante décadas los estrategas del sistema capitalista exigieron que toda la economía se abriera a la iniciativa privada, el dogma neoliberal los llevó a establecer que la mano invisible del mercado regulaba toda la economía, y que cualquier intervención de entes como el Estado causaba distorsiones.

Desde su punto de vista, si la iniciativa asumía el control de las palancas estratégicas, se generarían empleos, riqueza, y está se redistribuiría a toda la sociedad, a todo mundo le gotearía abundancia. La única función de el Estado burgués era seguir con el principio de laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar), dejando en absoluta libertad a los capitalistas para que intervenir en la economía.

Como verdaderos fanáticos los funcionarios del Estado, serviles a los intereses del gran capital, privatizaron empresas públicas, rematándolas para sus amigos, privatizaron la banca, las pensiones, y por su puesto eliminaron Contratos Colectivos de Trabajo, los incrementos salariales fueron congelados, eliminaron prestaciones, intentaron privatizar la educación pública, la salud, etc.

Por su puesto que parte de los postulados planteados por los llamados neoliberales fueron ciertos, la abundancia llegó pero para una ínfima minoría, los ricos se hicieron más ricos, la riqueza se acumuló en un puñado de personas y la pobreza creció y aumentó el número de pobres.

En la edición de Forbes de 1987 se publica por primera vez el ranking de las personas más ricas del mundo, en aquella ocasión solamente aparecía un solo mexicano, el empresario Garza Sada. En 1994, después del plan económico impuesto por Carlos Salinas de Gortari, aparecieron 24 mexicanos en la lista de los hombres más ricos del planeta.

Los nombres de los beneficiados con la privatización de las empresas públicas y la llamada liberación económica hasta la fecha se mantienen como los más ricos del país: Carlos Slim Helú, con Teléfonos de México (Telmex), Ricardo Salinas Pliego, (TV Azteca), Roberto Hernández Ramírez (Banamex), Roberto González Becerra (Banorte), Alberto Baillères González y Jorge Larrea Ortega –el padre de Germán Larrea Mota Velasco-, de Grupo México, recibieron concesiones mineras. Moisés y Antonio Cosío Ariño (Inbursa), Alfredo Harp Helú (Banamex), José y Jorge Martínez Güitrón (Grupo Sidek), Elmer y Agustín Franco Macías (Grupo Infra), David y Adriana Peñaloza (Grupo Tribasa).

Por otro lado la pobreza creció, en los últimos 10 años los pobres crecieron en casi 3 millones de personas, el 44.5% de la población vive en condiciones de pobreza y cerca del 8% en pobreza extrema. El poder adquisitivo del salario mínimo entre el año 1982 y el año 2000 se desplomó cerca del 40% y durante 15 años prácticamente se mantuvo estancado.

Ahora, estas personas, beneficiadas por toda la ola de la llamada apertura económica, que fue una auténtica revolución de los ricos, junto a sus políticos y periodistas pretenden darnos lecciones de ¿qué programa se tiene que aplicar durante la actual crisis económica?. Sabemos que cuando ellos hablan de preservar los empleos, quiere decir preservar sus jugosas ganancias, que cuando hablan del bien del país, quieren decir por el bien de nuestras lujos propiedades y grandes riquezas.

Pero la crisis ha provocado que los principios del liberalismo económico y lo que rechazaron durante décadas saltaran por los aires: la intervención del Estado en la economía, el otorgar y repartir dinero por que eso era concebido como un ¡pecado populista!. ¿Acaso la cúpula empresarial y los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial se han vuelto populistas?, ahora piden el rescate de las grandes empresas, que el Estado asuma responsabilidades económicas. Los capitalistas siguen al pie de la letra un dicho que le adjudican a Marx, pero al humorista Groucho Marx, en una de sus películas: “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. 

El Financial Times en su editorial del 2 de Abril del 2020, escribió:

“Será necesario poner sobre la mesa reformas radicales, que inviertan la dirección política predominante de las últimas cuatro décadas. Los gobiernos tendrán que aceptar un papel más activo en la economía”.

The Economist en su nota editorial del 4 de abril, nos dice que los rescates financieros a las grandes empresas son invevitables, tóxicos, pero invevitables:

“Los gobiernos deben ofrecer apoyo a las empresas de manera íntegra. Debería haber ofertas generales para todas las empresas de préstamos baratos y ayudas para pagar salarios del personal inactivo”.

En la versión mexicana el Consejo Coordinador Empresarial presentó su plan para afrontar la crisis, y le exigen al gobierno de AMLO se aplique de manera integra:

– El pago diferido del 100% de las contribuciones que las empresas realizan por la seguridad social de los trabajadores.
– Un fondo público de 100, 000 millones de pesos para que la banca de desarrollo garantice créditos de la banca privada para las empresas.
– Apoyo económico del Estado para las empresas que sostengan el 100% de salario de sus trabajadores durante la emergencia sanitaria.
– Diferir el pago de impuestos a las empresas hasta por 90 días.
Y la cereza en el pastel:
– Regreso a labores de trabajadores infectadas y recuperadas y analizar la posibilidad de que las personas de “bajo riesgo” regresen a laborar.

Nuevamente, aquellos detractores de la intervención del Estado en la economía, corren tras las faldas del presupuesto del gobierno y el Estado para que salgan en a rescate durante la crisis económicas.

¿Quienes son los trabajadores que tienen un bajo riesgo de ser infectados por el COVID-19? No lo sabemos. En general piden mayor flexibilización en el pago de impuestos, que el Estado financie, vía la banca de desarrollo créditos para las empresas, el pago diferido de las cuotas que se pagan para el seguro social de los trabajadores, apoyo del Estado para aquellas empresas que sostengan el pago de salarios del 100%. Ninguna que vaya orientado hacia el beneficio y cuidado de la salud de los trabajadores. Solamente comentaron que si su plan no se aplicaba “habrá más de un millón de despidos”.

Nos queda claro que en la emergencia sanitaria y la actual crisis económica, que ya toca nuestras, puertas los capitalistas priorizan sus ganancias a costa de la salud, la vida, los ingresos y el empleo de los trabajadores y sus familias.

Un proyecto de reformas en un contexto de crisis social y económicas

Para el reto gigantesco, la versión más chiquita del presidente. Ante una amenaza como nunca, un presidente @lopezobrador_ como siempre. Para una circunstancia extraordinaria, un presidente ordinario.

Eso escribió en su twitter el periodista predilecto de Televisa, Carlos Loret de Mola

El presidente insiste en que la realidad no existe.
No dará marcha atrás a ningún proyecto ni atenderá recomendaciones que vayan contra la concepción de su idea original de gobierno.
Obstinado, promete y presume en tiempo de emergencia.
Parece rebasado por el momento histórico.
Se manifestó de esa manera el reaccionario León Krauze

En el informe de @lopezobrador_ no se anunció ninguna medida relevante para afrontar la crisis económica del #COVID19. En plena emergencia, leyó una pieza de divulgación ideológica, embistiendo fantasmas del pasado y abandonado su deber como Jefe de Estado para unir a la Nación.

Lo escribió el jefe de la cúpula empresarial, Gustavo de Hoyos, del Consejo Coordinador Empresarial.

En una reunión de este organismo realizado de manera virtual el 7 de abril, incluso algunos se manifestaron por pedir la renuncia del presidente “¿Crees que hemos llegado al punto de decirle a AMLO corrige o te vas?”, fue una de las preguntas e insinuaciones de uno de los asistentes. A lo cual los dirigentes del sector empresarial respondieron que es necesario organizarse y esperar al ejercicio de revocación de mandato que se realizará a mitad de sexenio.

Durante una comida el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) con Alfonso Romo, el hombre clave de los capitalistas en el gobierno de AMLO y jefe del gabinete, manifestó:

“El colapso económico sería de unas imprevisibles consecuencias y millones de desempleados si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no establece un plan de ayuda a las empresas durante el periodo de emergencia por el coronavirus”.

Los grandes grandes capitalistas y sus analistas exigen un plan enfocado para rescatar a las grandes empresas, estímulos fiscales (es decir condonación de impuestos), que el Estado se haga cargo de los costos de la crisis económico y que adquiera deuda con esta finalidad, por su puesto que a mediano y largo plazo el costo de esa deuda tendrá que recargarse sobre los trabajadores y los pequeños contribuyentes, ya que los grandes empresario tienden a no pagar impuestos.

Su verborrea sobre que su propuesta va enfocada a mantener los empleos y en apoyo a las pequeñas empresas pretende encubrir sus verdaderas intenciones: que haya un plan de rescates y apoyos millonarios a las grandes empresas.

Analistas del Bank of America fueron mas precisos en decir que el proyecto de AMLOprovocará la decepción de los dueños de las grandes empresas e inversionistas:

«Así que en realidad no anunció un nuevo plan económico y tampoco hizo un fuerte ajuste económico, lo que probablemente decepcionará a los dueños de negocios que estaban esperando un apoyo más decisivo. La falta de acción del gobierno probablemente conducirá a la reducción de negocios”

El plan de Andrés Manuel López Obrador propone que desde el Estado con dinero obtenido de eliminar los fideicomisos, un nuevo programa de austeridad aplicada a altos funcionarios públicos, la recaudación fiscal y un fondo de reserva del gobierno. En general su plan consta de los siguientes puntos:

1. Mantener los apoyos sociales a madres solteras, estudiantes, adultos mayores, pescadores y campesinos.

2. Continuar con la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.

3. Otorgar 2, 100,000 créditos a trabajadores formales e informales.

4. Un programa de 2 millones de empleos durante los próximos meses.

Su plan de pequeñas reformas, paliativos y apoyo financiero a algunos de los sectores vulnerables ha despertado la furia de un sector de los grandes capitalistas. Acostumbrados a que el gobierno en turno debe de ser, en palabras de Marx, una junta que debe administrar los negocios comunes de toda la clase burguesa. El proyecto de AMLO, aunque no rompe con el sistema capitalista, no toca las riquezas delos grandes millonarios, les es ajeno y extraño.

Sin embargo, debemos señalar, que para que el plan sea efectivo y no fracase se debe avanzar en medidas que tiendan a romper con el capitalismo. Un proyecto de reformas dentro de los márgenes del capitalismo, en una situación de severa crisis económica, no puede quedarse a mitad del camino, ni se puede pretender ser un mediador entre los intereses del gran capital y los intereses de de la clase trabajadora y los sectores más pobres. Y con mayor razón ahora, que el gran capital nacional e internacional exige medidas severas contra la clase trabajadora y rescates millonarios por parte del Estado para ser favorecidos.

Desde el primer día del gobierno de AMLO la derecha, un sector importante del sector empresarial, los medios de comunicación, han estado trabajando abiertamente por descarrilar este gobierno. Las amenazas de algunos sectores del Consejo Coordinador Empresarial se deben tomar con seriedad.

Incluso el buscar una negociación y un acuerdo con estos sectores para intentar conciliar intereses es igual de riesgoso, el gran capital se sentará a negociar buscando una claudicación ante sus intereses.

Algunos incluso en la izquierda hablan de un gran acuerdo nacional entre empresarios, gobierno y trabajadores para superar la crisis económica.

La verdad que de ese pacto no puede salir sino una claudicación vergonzosa ante el gran capital, todos ponen las firmas, unos los sacrificios y otros mantendrán sus ganancias; unos serán los burros de carga y otros serán los arrieros con látigos.

Hablan de «reconstituir el contrato social», impulsar un gran «consenso social». Hacen mención del economista John Maynard Keynes como una salida «realista» e intermedia, ante la crisis.

Como si las ideas económicas fueras ajenas al contexto social, político y económico en el que se desarrollan y estas fueran las que forjaran la realidad y la historia.

¿Fueron las ideas de Keynes las que provocaron el crecimiento económico tras la Segunda Guerra Mundial o fue el contexto económico, político y social el que dio origen al denominado estado de bienestar y el crecimiento económico de la época de la posguerra, y por consecuencia que la clase dominante adoptara algunas ideas de Keynes?

El despegue económico de la época de la posguerra no puede entenderse sin la destrucción masiva de las fuerzas productivas durante la guerra y la reconstrucción, inversión en nuevas ramas de la producción y la expansión del mercado, que siguió en años posteriores al término de la misma. La lucha revolucionaria y el temor de la clase dominante a las luchas de la clase obrera llevó a establecer el denominado estado de bienestar, que fue una gran concesión para no perderlo todo.

Todo esto contó con la claudicación vergonzosa de las direcciones de los partidos socialdemócratas, partidos estalinistas y la dirigencias sindicales a nivel internacional, que abandonaron cualquier idea del socialismo por ideas como el «eurocomunismo», el «capitalismo regulado», la «economía mixta».

Los dirigentes de la izquierda deberían de coquetear menos con Keynes y la idea de «estimular la economía capitalista» mediante la inversión del Estado, pero ahora en un contexto de severa crisis económica, y aceptar que el capitalismo ha fracasado. Es momento de darle la oportunidad a las ideas del socialismo y el marxismo revolucionario.

La coyuntura actual está generando un gran impacto en la consciencia de millones de personas y trabajadores; está radicalizando aún más a sectores de la juventud. Se está esparciendo un sentimiento de que el sistema no funciona, que ofrece garantías para salud, la salud y el futuro de millones de personas y que los grandes capitalistas solamente buscan mantener sus privilegios y ganancias. Se exigirán medidas radicales y contundentes, debemos prepararnos para estar a la altura de los grandes acontecimientos que se avizoran.

¿Qué hacer ante frente al fracaso del capitalismo?

Incluso sectores de la clase dominante percibe que en el ambiente hay un cuestionamiento hacia el sistema que ellos defienden, Henry Kissinger, quien fuera secretario de estado de los Estados Unidos, uno de los halcones de la Casa Blanca, que apoyó los golpes de estado en América Latina y las dictaduras militares lo manifiesta de esta manera:

“Las naciones son coherentes y prosperan con la creencia de que sus instituciones pueden prever calamidades, detener su impacto y restaurar la estabilidad. Cuando termine la pandemia de Covid-19, se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado. Si este juicio es objetivamente justo es irrelevante. La realidad es que el mundo nunca será el mismo después del coronavirus. Discutir ahora sobre el pasado solo hace que sea más difícil hacer lo que hay que hacer”. (The ‎Wall Street Journal, 4 de abril de 2020).

Por su puesto que “el mundo no será el mismo” después de la pandemia. El descontento y el cuestionamiento a lo establecido se está extendido y tarde o temprano se manifestará abiertamente.

Evidentemente el capitalismo ha demostrado su fracaso, pero no caerá solo necesitamos un programa y necesitamos organización para derribarlo.

Miles de trabajadores de la salud en nuestro país están exponiendo su vida para hacerle frente al COVID-19, cientos han sido contagiados, son verdaderos héroes. Su trabajo se ha revelado como necesario para la sociedad y proritario en la presente coyuntura. ¿Podemos decir lo mismo de la función que los dueños de los grandes bancos juegan en la sociedad?

Millones de trabajadores salen a laborar, tienen contacto con decenas o cientos de personas en el transporte público. Los grandes capitalistas ahuyan ante la petición de detener la producción para que los trabajadores puedan estar en cuarentena, revelando lo necesario y prioritario que los trabajadores somos para la sociedad, y que somos los verdaderos creadores de la riqueza. ¿Podemos decir lo mismo de los capitalistas?, estos se apropian de el fruto de nuestro trabajo, a partir de lo cual se generan sus ganancias y riquezas.

Los mismos que nos explotan, expolian, saquean y empobrecen, ahora nos quieren dar lecciones de cómo salir de la crisis económica. Y nos dicen que si sus planes no se aplican nos mandarán a las filas del desempleo.

Ante situaciones radicales, se requieren medidas de la misma magnitud, medidas contundentes, sin medias tintas que garanticen la salud y la vida de millones de personas, que garantices nuestra existencia como trabajadores y evitar que nos arrojen a las filas del sub empleo y desempleo.

Si eso implica tocar las grandes riquezas de los grandes capitalistas, debe ser una medida en defensa de la mayoría de la población. Es una contradicción que se necesite dinero para abrir más hospitales, clínicas y abastecerlos con insumos, respiradores, contratar más médicos, crear empleos, y seis personas en este país acumulen riquezas equivalentes a cerca de las bienes de la mitad de la población.

Dentro de nuestra programa para la coyuntura actual se debe pedir la nacionalización total de los servicios de salud y ponerlas a disposición de la lucha contra la pandemia.

Para evitar el desempleo un paso adelante ha sido la de tomar medidas judiciales contra las empresas que han despedido a los trabajadores, pero se debe pedir que aquella empresa que despida trabajadores debe ser nacionalizada y poner a funcionar bajo el control de los trabajadores, apoyada desde el Estado. Si los capitalistas quieren el rescate de las empresas, debemos tomarles la palabra y expropiarlas si insisten en despedirnos, ese el único rescate que podemos permitir para preservar los empleos.

Para evitar la fuga de capitales y encontrar el dinero suficiente para el financiamiento de los proyectos que garanticen el empleo, el abastecimiento de los hospitales, las clínicas, la contratación de más trabajadores de la salud con plenos derechos y de manera permanente. Se debería nacionalizar la banca y tomar el Estado tomar el control de todo el sector financiero para evitar que el dinero se escape del país y que los inversionistas se sienten sobre pilas de dinero, mientras aquí es necesario.

Alguno dirán, pero ustedes quieren nacionalizar todo, incluso aquellas pequeñas propiedades y pequeños negocios que con mucho esfuerzo sus dueños los han sostenido. La respuesta debe ser, no: solamente queremos expropiar a los grandes capitalistas, a las grandes empresas y bancos, que son una ínfima minoría en el país, no queremos expropiar a la pequeña tienda, o pequeño restaurante, sino a los Carlos Slim, a los Salinas Pliego, a los Germán Larrea, que concentran grandes cantidades de riqueza y que incluso sus grandes empresas oprimen y arruinan a los pequeños negocios.

Otros argumentarán que el programa es utópico e irrealizable, nosotros responderemos que es más utópico pensar que el futuro de los trabajadores y la humanidad puede estar asegurados en este sistema que día a día nos demuestra que es horror sin fin y nos dirige a la barbarie. En nuestras banderas de lucha debemos escribir la consigna: para que la humanidad viva, el capitalismo debe morir y recordar las palabras dichas por Marx en 1850 a la Liga de los Comunistas:

“Para nosotros, no se trata de reformar la propiedad privada (de los medios de producción), sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva…. Nuestro grito de guerra ha de ser siempre: ¡La revolución permanente!”

Eso es lo que defendemos y bajo esas ideas construimos en la Corriente Marxista Internacional, y su sección mexicana la Izquierda Socialista. ¡Únete para construir y fortalecer este proyecto.