El jueves, 2 de abril, Irán y las más poderosa naciones del mundo firmaron un esbozo de acuerdo preliminar sobre el programa nuclear de Irán. También se abordaron las diversas sanciones impuestas a Irán por parte de los EEUU, la ONU y la Unión Europea. Esto marca el principio del fin de un enfrentamiento de 12 años entre los EEUU e Irán. Pero, ¿qué hay detrás de las negociaciones y qué significa el acuerdo?
[Nota: Este artículo debe leerse en conjunto con nuestro artículo sobre La guerra de Arabia Saudí en Yemen: el aumento de las tensiones en Oriente Medio y la crisis del imperialismo]
El acuerdo marco tendrá una duración de un período de quince años. En este período, el programa nuclear iraní se verá gravemente reducido, aunque todos sus elementos se mantendrán. Los EEUU tendrán “derechos de monitoreo sin precedentes” en diferentes instalaciones nucleares iraníes. A cambio, los EEUU, la UE y la ONU levantarán todas las sanciones impuestas a Irán en relación con su programa nuclear. Eso significa, básicamente, que se levantarán las graves sanciones que implicaron medidas drásticas contra el comercio del petróleo iraní y de otros bienes, el transporte marítimo, y la banca, lo que permitirá a la economía iraní reintegrarse en la economía mundial.
Los detalles finales de la ejecución del pacto no se han acordado aún y muchas cosas podrían cambiar antes de la firma de la versión final. Sin embargo, el anuncio del borrador del acuerdo y la inversión de capital político por ambas partes en él, indican que hay intereses profundos en la finalización del mismo.
Sanciones humillantes
En Irán, sólo unos minutos solamente después de anunciarse el acuerdo, miles de personas salieron a las calles, cantando, bailando y haciendo sonar sus bocinas en unas celebraciones que duraron toda la noche. Los coches bloquearon las carreteras principales en Teherán y en muchos otros lugares, y podían oírse en muchos barrios cánticos alabando al ministro de asuntos exteriores, Mohamad Javad Zarif, y al presidente Hassan Rouhani, hasta las primeras horas de la mañana.
Las celebraciones fueron como un suspiro nacional de alivio, ya que poner fin a años de sanciones humillantes, que han paralizado la economía y empujado a millones a una situación desesperada, parece estar al alcance.
Las sanciones impuestas por Estados Unidos han tenido los efectos de una verdadera guerra contra el pueblo iraní. Han sido devastadores. La tullida economía iraní ha registrado un aumento del desempleo de manera espectacular, alcanzando nuevos máximos. El rial iraní también ha perdido más del 80 por ciento de su valor y la inflación alcanzó el 100 por ciento en determinada etapa. Una broma popular es que la heroína es mucho más barata que la carne en Teherán.
En esta situación, la clase obrera ha visto disminuir sus magros salarios a simples cacahuetes. El salario mínimo, que ha perdido valor con la inflación cada año, es actualmente de alrededor de un 25% de lo necesario para superar la línea de pobreza para una familia de cuatro miembros – y sin embargo, millones de trabajadores trabajan por menos del salario mínimo. Cientos de miles de personas de clase media han ido a la bancarrota ya que sus ahorros han perdido todo valor y sus empresas han colapsado.
Los precios del gas, del agua, de la electricidad, del aceite y del pan se han duplicado, triplicado o cuadruplicado; y a veces incluso más. Sólo el precio de la harina ha subido un 4.000%. Todo esto, mientras que los salarios se mantuvieron estancados o apenas crecieron. De hecho, simplemente el ser pagado se ha convertido en un lujo, ya que cientos de miles de trabajadores no han recibido salarios durante meses o incluso años.
Los hospitales también se han visto afectados gravemente, ya que no podían conseguir medicinas ni equipos vitales. Decenas de miles de pacientes con cáncer y otras 30 enfermedades graves han sido prácticamente excluidos de tratamiento. Piezas para reparaciones de aviones eran imposibles de conseguir hasta hace poco y piezas de coches también se han visto afectadas gravemente, y son a menudo reemplazadas por piezas improvisadas que se suman al nivel alarmante de contaminación.
La sensación de estar en estado de sitio y humillados por el imperialismo norteamericano, que ha tratado de imponer su voluntad a las masas iraníes tantas veces antes, ha sido una fuente de amargura y de resentimiento profundo. La consecución de un acuerdo, por lo tanto es también visto como la restauración del orgullo nacional por muchos iraníes que sienten que no han cedido a las presiones del imperialismo.
Por supuesto que no se ha alcanzado el acuerdo final, ni se ha firmado ni puesto en práctica todavía. Eso significa que nada ha cambiado fundamentalmente aún, pero las tensiones se han aflojado en cierta medida ya que no se habla más de guerra y ataques contra Irán y las masas pueden ver el fin de las sanciones a la vista.
Paso atrás de los Imperialistas
Para la clase dominante de Estados Unidos el acuerdo representa un paso atrás significativo. Es una admisión apenas velada del lío que los Estados Unidos han causado en Oriente Medio durante los últimos quince años y también que no han cumplido ninguno de sus objetivos.
Se suponía que la imposición de sanciones criminales contra Irán debían golpearla hasta la sumisión. Los EEUU exigieron la capitulación completa y el fin de las actividades nucleares de Irán. Pero el acuerdo que han presentado está muy lejos de haber alcanzado este objetivo.
De hecho, el acuerdo que Barack Obama y John Kerry están ahora tratando de vender al Congreso de Estados Unidos como “una consecuencia de las sanciones que han llevado a Irán a la mesa de negociaciones” no es diferente de lo que les fue ofrecido hace siete años por el anterior Gobierno iraní – antes de que se le impusiera un régimen más duro de sanciones.
Detrás de la niebla de detalles técnicos, que están allí para confundir y oscurecer la verdadera esencia de la cosa, su principal logro es aumentar el “tiempo de arranque” – es decir, el tiempo que Irán necesitaría para construir una bomba nuclear – de 3-4 meses a 12 meses.
Así, la amenaza de un Irán con armas nucleares no va a desaparecer. Esto significa que el régimen iraní será capaz de utilizar su capacidad de producir armas nucleares con el fin de obtener concesiones, tales como las que ha conseguido ahora, sin tener que mantener el ciclo completo de producción y otras capacidades necesarias para tener una bomba. Según el acuerdo, Irán también puede iniciar la expansión de su infraestructura nuclear a los diez años a partir de ahora. Todo esto equivale a un reconocimiento de facto de Irán como potencia nuclear.
No hace falta decir que no había otra opción realmente a disposición del imperialismo estadounidense. Una vez que esas capacidades se habían construido, únicamente una invasión podría impedir que Irán las retuviera – y esa opción está descartada.
Las limitaciones de la clase dominante de Estados Unidos
Esto pone de relieve los límites del imperialismo estadounidense. La fuerza bruta no es tan efectiva – o incluso posible – como antes cuando se trata de lograr sus objetivos, y se ve obligado cada vez más a apoyarse en otros métodos.
Este nuevo “giro” en la política exterior está siendo apodado la “doctrina Obama”. Este es un intento de pintar a Obama como un hombre razonable y amante de la paz, y que el acuerdo nuclear es un resultado de su supuesto idealismo. Pero este es el mismo gobierno de Obama que quería bombardear Siria, que bombardeó Libia, que jugó un papel clave en la preparación de una guerra sectaria en Siria, que ahora está bombardeando Irak y lucha contra las mismas fuerzas sectarias que creó al desatar las milicias chiítas rabiosas en las zonas musulmanas suníes, y es la misma administración que participa en el continuo bombardeo bárbaro del pueblo de Yemen.
La “doctrina Obama” no es una doctrina de fortaleza o democracia, como está siendo retratada. Es una doctrina de la debilidad y de los pasos atrás dados por la clase dominante estadounidense. Los viejos “métodos confiables” de las guerras, la intimidación y el cambio de regímenes no tienen el mismo efecto que en el pasado, y el imperialismo de Estados Unidos se ve obligado a apoyarse más en sobornos y en la integración económica. En Irán está claro que a Obama le gustaría lograr un cierto grado de control sobre los mulás mediante su integración en la economía occidental – una oferta que no podrán rechazar.
A través de sus aventuras militares en Irak y Afganistán, los EEUU han logrado desestabilizar toda la región, y ahora se ven obligados a recurrir a Irán para imponer algún tipo de estabilidad. En Irak y Siria, la plaga del fundamentalismo islámico, que fue creado y alimentado por los propios imperialistas en cada etapa, ha escapado ahora de control y amenaza con desestabilizar toda la región. La misma situación se está desarrollando en el Líbano, donde el fundamentalismo sunní es una creciente amenaza para la cohesión del país.
Sin embargo, EEUU es incapaz de intervenir él mismo directamente. Dos guerras perdidas en Afganistán e Irak, la oposición masiva a la guerra en casa, la crisis política de la élite gobernante, la desmoralización del ejército, así como la crisis presupuestaria y la crisis económica general, limitan sus capacidades militares. Otra guerra terrestre y larga de ocupación en Irak está completamente descartada después de la humillante retirada con que terminó hace apenas unos años. Hace sólo dos años Obama y Kerry tuvieron que dar marcha atrás públicamente a una campaña de bombardeo sobre Siria. Esto muestra claramente las limitaciones del poder militar de Estados Unidos que está siendo debilitado por la crisis general del capitalismo.
Debido a la destrucción del aparato del estado y del ejército de Saddam, durante la ocupación del país por los EEUU, Irán se fortaleció como resultado de su influencia entre la mayoría chiíta oprimida y sus líderes. Hoy Irán ejerce su influencia en Irak a través de una miríada de clérigos, así como de varias milicias iraquíes e iraníes. También en Siria, Irán se fortaleció a través de sus estrechos vínculos con el régimen de Assad, así como a través de la milicia de Hezbolá desde el vecino Líbano. Así, para los EEUU, Irán se ha convertido en el único poder local fiable, con fuerzas sobre el terreno para luchar contra el Estado Islámico y otras prendas fundamentalistas sunitas.
La batalla de Tikrit
El carácter de la relación entre las dos potencias se muestra claramente en la batalla del mes pasado para arrebatarle la ciudad iraquí de Tikrit al Estado Islámico. Esta fue una operación por la que el gobierno iraquí había estado presionando durante meses. La coalición liderada por Estados Unidos, sin embargo, no era demasiado entusiasta. Los EEUU estaban bajo la presión de Arabia Saudita, los Estados del Golfo, Jordania y Turquía. Aunque las tropas iraníes y las milicias respaldadas por los iraníes habían operado previamente en áreas sunitas de Irak, esto era diferente. Tikrit es el corazón sunita del área, y donde los competidores de Irán en la región han tenido más influencia. La entrada de las tropas iraníes en Tikrit era una amenaza directa a sus intereses en Irak.
El problema es que la perspectiva de las milicias chiítas devastando casas sunitas, como lo habían hecho antes, podría convertirse en un problema importante para la nueva campaña contra el Estado Islámico. Por lo tanto, los EEUU habían dudado durante meses ante la idea de embarcarse en una misión para tomar Tikrit.
Sin embargo, el 2 de marzo, después de meses de presión, la Guardia Revolucionaria iraní, junto con el gobierno iraquí, sorprendió a todos al anunciar el inicio de una operación para tomar Tikrit. Los estadounidenses fueron tomados completamente por sorpresa y un funcionario estadounidense expresó “un poco de sorpresa”. Tácticamente cronometrado para hacerla coincidir con justo unos días antes de la última ronda de las negociaciones nucleares, esta demostración de fuerza significaba una señal para indicarle a los EEUU que Irán no los necesitan tanto como estos últimos necesitan a Irán.
Sin embargo, al entrar en Tikrit, las tropas terrestres iraníes apoyadas por tanques y artillería pesada del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria no fueron recibidos como héroes y salvadores, sino como una fuerza de ocupación. La hostilidad de la población era un gran obstáculo y después de semanas con poco avance las fuerzas tuvieron que retirarse. Al final, los estadounidenses se unieron a la operación con la promesa de que todas las tropas iraníes y las tropas de la brigada de Badr, una milicia chií muy cercana a Irán, deberían retroceder. Con la nueva constelación, el Estado Islámico (EI) fue expulsado de Tikrit (aunque no fácilmente). El presidente iraquí Abadi elogió la operación y el hecho de que se había hecho sin tropas iraníes.
Sin embargo, en realidad, mientras que las tropas más estrechamente asociadas con Irán se retiraron, la mayoría de las tropas que aún permanecían eran milicias chiíes controladas por Irán. De acuerdo a un comunicado dirigido a un comité del Senado por el presidente de la Comandancia General de EEUU, el general Martin Dempsey, dos tercios de los 30.000 soldados que tomaron Tikrit eran milicias chiíes. De ellas una cantidad significativa habrían sido iraníes como podía apreciarse por las pintadas en lengua farsi que cubrían las paredes de Tikrit en los días posteriores a la toma de la ciudad.
El diarioLos Angeles Timescitó a un alto funcionario de la Brigada de Hezbollah el día en el que las fuerzas entraron en Tikrit. “A partir de las 4 de la tarde de hoy, hemos vuelto al comando de operaciones de la ofensiva de Tikrit”. Dijo que los ataques aéreos de la coalición contra Tikrit habían terminado, allanando el camino para el regreso de las milicias. “El comando de la operación está ahora completamente en manos de la Movilización Popular [chií]”, continuó.
La verdad es que el ejército iraquí no merece ese nombre. Lo único que está deteniendo la desintegración de Irak hoy en día son las milicias chiíes y las tropas iraníes y paramilitares que operan en el país. También son las únicas fuerzas en las que los EEUU pueden confiar para luchar contra el Estado Islámico en las áreas árabes suníes.
Esta es una gran presión sobre la relación entre los EEUU y sus aliados tradicionales. Los saudíes, los turcos y los estados del Golfo están preocupados por el afianzamiento económico, político y militar de Irán en Irak. Sin embargo, en contra de sus deseos, los EEUU está luchando y apoyando a Irán en Irak – todo ello en detrimento de la influencia de los aliados tradicionales de Estados Unidos en el país.
Siria y las alianzas dislocadas
En Siria también, Irán y los EEUU se han aproximado. De hecho, está claro que los estadounidenses ven al régimen de Assad como la única opción a través del cual los EEUU pueden establecer algún tipo de estabilidad en el país. Es un hecho que los EEUU y el régimen de Assad han estado coordinando su lucha común contra el Estado Islámico turnándose en el bombardeo de sus objetivos y en silencio, para evitar cualquier conflicto entre sí. Esto, sin embargo, también añade tensión a los lazos de los EEUU con sus aliados tradicionales de la región.
Turquía, miembro de la OTAN y una carta de la baraja clave para las instalaciones militares estadounidenses, ha estado presionando a Obama para que ataque también a Assad. El presidente turco Erdogan, incitado por los EEUU en su momento, dedicó una gran inversión a los grupos islamistas que luchan en Siria. La mayoría de las fuerzas de la oposición siria se alojaron y nutrieron en Turquía antes de que tuvieran una base real sobre el terreno en Siria. Los turcos proporcionaron adiestramiento, centros de mando, instalaciones de transporte, así como fondos y armas para los grupos que fueron crecientemente dominados por los fundamentalistas islámicos.
Después de fracasar en su intento de convertirse en una potencia regional tras la revolución árabe, Siria era la última oportunidad para que Turquía “salvara la cara”, en sus aventuras de política exterior. Es por eso que constantemente Erdogan ha estado presionando a EEUU y la OTAN para intervenir contra Assad.
Por tanto, no es sorprendente ver su disgusto por el cambio de orientación de Estados Unidos, que básicamente le está pidiendo que abandone sus “inversiones”, renuncie a sus designios imperialistas y, a cambio, apoye al lado contrario. Erdogan, es un político mafioso que no aceptará ninguna humillación pública en lo que percibe como su propia área de influencia. Sobre todo porque ha estado renqueando de una crisis tras otra en los últimos años.
En la cúpula, su gobierno ha sido cuestionado por un flujo interminable de escándalos de corrupción y peleas y ataques constantes de muchos de sus aliados más cercanos. Al mismo tiempo, la creciente crisis económica y sus tendencias totalitarias han contrariado a grandes sectores de la población.
El movimiento de masas del Parque Gezi de 2013 sólo fue una advertencia de la ira que se está acumulando en su contra. En todo esto sus aventuras imperialistas, especialmente sus políticas en lo que respecta a Siria, se han convertido en un punto crítico de ataque contra él. Por lo tanto, lejos de retroceder, y tras el cambio de política de Estados Unidos en la región, ha continuado su intervención en el campo islamista en Siria, sucumbiendo a intervalos a la dura presión de Estados Unidos. De hecho hace unos meses, como para demostrar su propia fuerza, se anexionó una pequeña parte de Siria.
Israel no está siguiendo tampoco a los norteamericanos. El ascenso de Irán es considerado una gran amenaza por los gobernantes de Israel para su papel en la región. Israel ya no sería libre de atacar a otros países y apoderase de su tierra, particularmente si Irán adquiriera una bomba nuclear que sería una “amenaza existencial” para Israel, en términos militares. Es por eso que los israelíes han estado saboteando las negociaciones a cada paso. Cualquier acuerdo que reconociera el poder de Irán sería un revés para los israelíes y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien inmediatamente denunció el acuerdo marco nuclear como un “error histórico” de los EEUU.
Otra amenaza para Israel son las conquistas de Hezbolá en Siria, especialmente las que se encuentran cerca de los Altos del Golán [territorio sirio actualmente en posesión de Israel], que podrían dar al aliado de Irán un nuevo frente de guerra contra Israel. Por esta razón, Netanyahu se ha mantenido en silencio apoyando al grupo Jabhat Al Nusra en la zona, perteneciente a Al Qaeda, con cobertura aérea, y proporcionando inteligencia y tratamiento a los heridos en hospitales israelíes.
Esto revela la creciente crisis en la relación de Estados Unidos con Israel, que ha llegado a su punto más débil. Netanyahu visitó recientemente los EEUU con el fin de reunir al Congreso y al Senado contra del presidente del país en ejercicio, Obama. En el mismo viaje, durante el cual no se reunió con Obama, filtró cintas grabadas de las negociaciones nucleares secretas entre EEUU e Irán, obtenidas por el Mossad para los políticos Republicanos, como un medio para sembrar la discordia en el sistema político de Estados Unidos. A cada paso, los israelíes han saboteado abiertamente las negociaciones con grandes costos para los EEUU.
Sin embargo, los ataques fanáticos contra Irán por parte de Netanyahu también tienen su origen en la crisis de la clase dominante israelí. En los últimos años, esta crisis se ha vuelto más volátil conforme un nuevo movimiento social empezó a tomar forma a raíz de la primavera árabe. Ese movimiento, a pesar de que ya no está en las calles, se ha expresado con el aumento de los problemas sociales, como el empleo, la vivienda, la inflación y lucha contra la corrupción en la política israelí. En estas condiciones, con el fin de mantenerse en el poder, Netanyahu ha tenido que desplazarse cada vez más hacia la derecha, agrandando el abismo entre izquierda y derecha en la sociedad israelí. En este contexto, la “amenaza existencial” iraní es utilizada convenientemente por Netanyahu para avivar el miedo y mantenerse en el poder.
Para los saudíes y los Estados del Golfo, Irán ya es una “amenaza existencial”. Sus débiles gobernantes tienen poca legitimidad y sus ejércitos son poco confiables e ineficientes. Además, están aterrorizados por el populismo iraní y su posible influencia sobre la minoría chií que habita en muchas de las ricas zonas petroleras de la mayoría de la península arábiga. Las clases dominantes del Golfo ven a Irán como una seria amenaza a sus privilegios y posiciones. Por supuesto que un Irán con armas nucleares sólo añadiría más preocupación a esto. Cualquier reconocimiento de Irán como potencia regional es un golpe a los saudíes que han pedido en repetidas ocasiones a los EEUU que ataquen a Irán para detener su programa nuclear.
Antes de la guerra de Irak los saudíes se consideraban a una distancia segura por el empate de fuerzas entre los ejércitos iraquíes e iraníes. Sin embargo, ahora no hay nada que dificulte al ejército iraní -que está estacionado sólo a unos pocos cientos de kilómetros de distancia- marchar al Reino, un recurso, sin duda, que los iraníes no rehuirán en utilizar si tuvieran necesidad.
A través de sus aliados, los saudíes están luchando contra Irán en todas partes, excepto en casa, donde son débiles. La ironía de todo esto, sin embargo, es que al apuntalar a los sectarios suníes en Siria e Irak está haciendo a EEUU más dependiente de Irán como socio. Por supuesto que no tendrían nada que ganar apoyando al régimen de Assad, sino un mayor debilitamiento de su propia posición.
Los EEUU han prometido apoyar militarmente a Arabia Saudita y están garantizando que el acuerdo con Irán no cambiará su alianza. El nuevo rey saudí ha decidido probar esto forzando a los EEUU apoyarles en una guerra en Yemen en la que los EEUU no estaban inicialmente interesados. A medida que las milicias chiíes se preparan para enviar posiblemente tropas voluntarias a Yemen, los EEUU podrían estar en la situación irónica de luchar conjuntamente con algunos combatientes chiíes en Irak y bombardear exactamente a los mismos combatientes en Yemen.
Al final, las crecientes tensiones en la región se pueden reducir a la grave debilidad de todos los regímenes. Es su crisis interna lo que agudiza las contradicciones entre ellos. Los estadounidenses, por otro lado necesitan a todas las partes en la región. No se pueden permitir romper lazos con los saudíes ni con el Estado de Israel, pero al mismo tiempo también necesitan a Irán.
Sintiendo la debilidad del imperialismo norteamericano, las potencias menores de Oriente Medio están tratando de doblar su voluntad y sabotear sus planes a cada paso. También están empezando a cultivar relaciones con otras potencias mundiales. Benyamin Netanyahu ha tenido reuniones con Vladimir Putin, y Turquía ha llegado a un gran acuerdo de gas con Rusia que permitiría a ésta eludir a Ucrania en el transporte de gas a Europa. Egipto también ha aumentado su cooperación con los rusos, mientras que China se ha convertido, de lejos, en el mayor socio comercial de Arabia Saudita. Irán, por supuesto, tiene largas relaciones permanentes con China y Rusia.
Los iraníes están tratando de equilibrarse de forma independiente entre las grandes potencias. Sin embargo, por ahora, los aliados tradicionales de Estados Unidos están utilizando principalmente sus relaciones con China y Rusia con el fin de presionar a favor de más concesiones por parte de los EEUU. En un determinado momento, sin embargo, esto podría desarrollar su propia lógica.
Esto no quiere decir que los EEUU corten sus lazos con Irán o sus antiguos aliados en el futuro cercano. Sin embargo, cada vez que los EEUU se acoplan con un lado eso desestabiliza la relación con el otro y añade tensiones en la región. En algún momento las contradicciones que se acumulan tendrán que ser resueltas.
Una oposición leal
A la vista de los pasos atrás dados por los norteamericanos, los resultados de las negociaciones han ido hasta ahora en beneficio de Irán. Los estadounidenses están prometiendo poner fin a las hostilidades sin haber conseguido ninguna concesión significativa, mientras que el papel de Irán como una gran potencia en la región ha sido reconocido formalmente.
Inmediatamente después del anuncio del proyecto de acuerdo toda una lista de altos funcionarios de todas las facciones de la elite gobernante, excepto los más recalcitrantes de la línea dura, han elogiado al equipo de negociación y los resultados preliminares que se han logrado.
Hossein Shariatmadari, el editor reaccionario deKayhan, el portavoz de las facciones de línea dura del régimen iraní, fue uno de los pocos en criticar el acuerdo al que calificó como regalar un “caballo completamente equipado” para conseguir unas “riendas rotas a cambio”. Reflejaba el estado de ánimo que había entre las facciones de línea dura del régimen que son quienes menos ganan con este acuerdo.
Reconociendo esto, el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, también adoptó un tono desafiante, pero comedido, y exigió más concesiones en el levantamiento de las sanciones contra Irán. Sin embargo, Jamenei se apresuró a añadir esto con un tono más conciliador, diciendo que: “Si el otro lado evita su anfibiologia [ambigüedad] en las conversaciones [sobre el tema nuclear], será una experiencia que muestre que es posible negociar con ellos sobre otros asuntos”.
Se refería principalmente a Siria, donde los EEUU hace tiempo querían llegar a un acuerdo con Irán, Rusia y Assad. Esto muestra la verdadera relación entre Irán y el imperialismo norteamericano. Detrás de toda la propaganda anti-imperialista, la República Islámica nunca ha tenido problemas para trabajar con los EEUU. De hecho, si no fuera por Irán, las derrotas en Irak y Afganistán habrían sido mucho más pesadas para los estadounidenses, y la retirada de Irak se habría producido a un costo mucho más alto.
Como los comerciantes de un bazar, donde el régimen tiene su base principal, pueden hacer mucho ruido y golpearse el pecho, pero al final del día están dispuestos a llegar a un buen acuerdo que satisfaga sus necesidades. Este acuerdo en particular les es favorable, ya que sabían que el “cliente” no tenía ningún otro lugar a donde ir. Los iraníes quieren el reconocimiento de su nueva situación y, sobre todo, quieren los beneficios económicos que ello comporta. Ellos necesitan tener acceso a los mercados e inversiones occidentales en infraestructura petrolera e industrial. A cambio de esto están dispuestos a ofrecer sus servicios para la estabilización de la región.
Sin embargo, también está claro que no pueden hacerse amigos abiertamente de los EEUU sin consecuencias. La nueva dirección marca un cambio importante en la estrategia nacional del régimen. Durante treinta años, los clérigos han utilizado la amenaza del imperialismo estadounidense para unir a la nación detrás suya, para diluir las contradicciones de clase y para ocultar el carácter parasitario de su dictadura. Pero la nueva distensión con los EEUU va a enfadar a muchos de los que habían apoyado previamente al régimen contra el “Gran Satán”. Muchos de los que han apoyado firmemente al régimen durante décadas están haciéndose la pregunta, “entonces ¿por qué nos molestamos en ‘resistir’ durante tantos años?”
El régimen no tiene más opción que cambiar de rumbo. Sin embargo, cada paso debe darlo con mucho cuidado a fin de no alterar el delicado orden interno. Esa es también una de las razones por la que se han extendido tanto las negociaciones, ya que ambas partes han necesitado tiempo para preparar la opinión de su base doméstica.
De hecho, ambas partes están muy atadas a crisis internas profundas que han obligado a varios aplazamientos para alcanzar un acuerdo final. Los iraníes estaban exigiendo públicamente un alivio inmediato de las sanciones, mientras que los estadounidenses estaban exigiendo medidas inmediatas para reducir proporcionalmente la capacidad nuclear de Irán. Ninguna de las partes podía permitirse el lujo de ser vista dando marcha atrás públicamente. Sin embargo, con un “protocolo temporal” que se extienda a lo largo de las negociaciones, ambas partes podrían comprometerse en gran medida en sus demandas sin perder la cara en casa. Cuánto tiempo puedan continuar con estos trucos, es otro asunto. Cambios bruscos y repentinos en la situación puede hacer difícil la firma formal del acuerdo, incluso imposible durante un periodo, pero esto no cambia la situación material sobre el terreno que es la base del acuerdo.
La economía iraní
El régimen iraní está contando con la ayuda económica que se derivaría del levantamiento de las sanciones para detener la ola de oposición interna dentro de sus propias filas. Esta eventualidad sería bien recibida por todas las partes. Seis años de profunda crisis económica han tenido un efecto devastador en la economía iraní. La infraestructura petrolera sola necesita cientos de miles de millones de dólares en inversiones con el fin de alcanzar los niveles anteriores a la crisis, y las principales empresas de industrias ligeras y pesadas han tenido que reducir su producción drásticamente.
Capitalistas iraníes y extranjeros ya se están preparando a la espera de un boom económico cuando se levanten las sanciones. Las principales empresas occidentales ya están peleando por los lucrativos contratos petroleros y de infraestructura que estarán en juego.
Según la revistaThe Economist, las empresas estadounidenses están utilizando testaferros locales para sellar ofertas en Irán. Una fuente dijo a la revista que “si hay un acuerdo nuclear, usted verá al día siguiente cómo los estadounidenses ya habrán firmado opciones de un año en los mejores proyectos, (…) los europeos tendrán que guardar cola a la espera de que termine la negociación con ExxonMobil y Chevron, igual que sucedió en Libia”. Un líder empresarial europeo que se quejaba de este estado de cosas, dijo: “No podemos dejar de pensar que hemos sido burlados por los estadounidenses”.
Sin embargo, el régimen, tratando de mantener sus opciones abiertas, recientemente también ha llegado a un acuerdo con China para impulsar el comercio a la cifra de 200 mil millones de dólares. Una delegación de 100 miembros de inversores chinos viajó recientemente a Irán para explorar más oportunidades de inversión en el país.
El futuro del régimen
Internamente, la República Islámica se verá reforzada por los efectos del acuerdo nuclear. La restauración de la dignidad nacional y laimagendel régimen como una fuerza no sectaria estabilizadora en una región desgarrada por fuerzas mucho más bárbaras y destructivas harán que el régimen se destaque favorablemente a los ojos de las masas. Al mismo tiempo el crecimiento económico junto con una ligera suavización del régimen interno proporcionará un cierto espacio de respiro a la gente.
Esto, sin embargo, no significa que el descontento desaparezca. Décadas de gobierno opresivo han contrariado a grandes capas de la población, especialmente entre los jóvenes que no tienen memoria de la revolución o de los años de guerra posteriores. Para ellos la República Islámica es principalmente un obstáculo para sus deseos y aspiraciones de libertad, democracia y de una vida mejor.
En la noche del anuncio del acuerdo preliminar, una de las consignas que se coreó fue que el “próximo acuerdo será [acerca de] nuestros derechos civiles!” Rouhani llegó al poder subido a una ola de descontento de masas que exigía el fin del puño sofocante del Estado en todos los asuntos. Su campaña electoral fue tomada por miles de jóvenes que reclamaban libertades civiles y la liberación de los presos políticos.
“El invierno ha terminado”, decía otro mensaje de texto ampliamente compartido en referencia a una canción revolucionaria de izquierda popular que se convirtió en la canción más o menos oficial del movimiento de masas de 2009 contra el fraude electoral. Esta es una señal clara del nivel de frustración que se ha acumulado.
Para muchos iraníes el acuerdo nuclear no es visto sólo como un golpe contra los EEUU, sino también contra el ala derecha del régimen que ha apostado mucho en su hostilidad hacia los EEUU para suprimir cualquier disidencia interna. Esto se reflejó en otro lema que también ha sido popular: “Kayhan [periódico tradicionalista extrema derecha], Israel, condolencias, condolencias.”
Esto también señala las presiones que hay sobre el ala de la línea dura del régimen. Ellos se han debilitado claramente en los últimos tiempos y este proceso continuará conforme la burguesía se prepara para entrar en el mercado mundial “establecido”, donde sus métodos medievales deberán atenuarse. Así, la crisis en el centro del régimen continuará.
El presidente Hassan Rouhani obviamente ha salido fortalecido de las negociaciones. Por un lado, es visto como la persona que se enfrenta a los partidarios de la línea dura y por otro lado se lo ve como el defensor del orgullo de la nación y el que ha devuelto el golpe contra las sanciones. Sin embargo, esto no va a durar. Rouhani llegó al poder con la expectativa de que iba a resolver los problemas económicos de las masas, y a dotarlas de las libertades civiles. Ninguna de estas promesas se ha llevado a cabo y conforme comience a aplicarse el acuerdo esas expectativas reaparecerán.
El régimen tiene claro que debe aflojar su control sobre la sociedad y permitir que se suelte un poco de vapor. El Movimiento Verde de 2009, así como la revolución árabe, fueron señales de alerta de las que el régimen aprendió: para mantenerse en el poder, hay que cambiar de rumbo. Sin embargo, cualquier intento de apertura puede dar lugar a una explosión de toda la ira y la frustración reprimidas que están buscando una salida.
La ligera suavización del régimen de Rouhani ya ha significado que el año pasado se registrara el mayor número de protestas desde la derrota del Movimiento Verde. Sólo el otoño pasado, el régimen se alarmó al menos en tres ocasiones. Una fue cuando miles de personas protestaron contra los ataques con ácido contra mujeres, orquestados por camarillas religiosas reaccionarias. Los otros dos fueron el desafío de los estudiantes en el Día del Estudiante, y otra protesta televisada públicamente en un discurso de Hossein Shariatmadari en la Universidad de Teherán a los pocos días.
Los trabajadores comienzan a moverse
Aún más importante, el último año ha visto las primeras fases de un renacimiento del movimiento obrero, que por otro lado ha permanecido estancado desde 2009. Esta es en respuesta directa a las políticas del régimen durante el período pasado.
El gobierno Rouhani puede aparecer como un amigo del pueblo en este momento, pero su verdadera lealtad es para con el gran capital. Este año, el gobierno tenía inicialmente presupuestado 39 mil millones de dólares en ingresos por privatizaciones – el más alto en la historia de la República Islámica. Al final tuvieron que dar marcha atrás en esto debido a la extrema debilidad de la economía, pero da una indicación de la dirección en la que están yendo.
Bajo Rouhani los subsidios a los bienes básicos se han reducido aún más, mientras que las ayudas en efectivo que se suponía iban a ocupar su lugar no se han incrementando por tercer año consecutivo – un período que ha visto hasta el 175% de inflación.
En los últimos meses el precio del pan ya ha acelerado su alza aún más, con un aumento del 30 por ciento. Los precios del petróleo también van a subir este año, inicialmente en un 5-10 por ciento, mientras que la venta de gasolina se está liberalizando lo que sin duda significará nuevas subidas de precios. El presupuesto para educación también ha sido elevado, el 14 por ciento, muy por debajo de la inflación. Todo esto, mientras los gastos de defensa van a subir un 33 por ciento.
Rouhani también ha mantenido los ataques a la seguridad laboral llevando a un 93 por ciento los trabajadores contratados temporalmente (es decir, trimestral, mensual, semanal o diariamente) y más del 50 por ciento de todos los trabajadores que se emplean en los “contratos en blanco” no tienen derechos ninguno.
Estas condiciones, junto con el alto desempleo, han sido la base para un aumento de las luchas obreras. El año pasado hubo varias grandes huelgas de los mineros contra la privatización y los ataques a las condiciones de trabajo. La mayor de ellas fue en la ciudad de Bafgh donde 5.000 mineros, apoyados por miles de vecinos, emprendieron una huelga de 39 días (la huelga más larga desde la revolución iraní) y ha habido varias huelgas cortas desde entonces.
Miles de mineros en Chadormalu también declararon huelgas varias veces el año pasado. Sin embargo, como muestra de los límites de lo que el gobierno permitirá, cinco de sus líderes han sido recientemente condenados a un año de prisión cada uno, así como a flagelación. La misma suerte podría esperar a los trabajadores de Bafgh, muchos de los cuales han sido acusados de delitos graves.
Luego, en enero, febrero y marzo miles de maestros iniciaron un movimiento nacional contra el aumento de los salarios por debajo de la inflación y las primas desiguales. El movimiento dio lugar a varias huelgas y protestas masivas en las principales ciudades de Irán, y protestas más pequeñas en docenas de otras ciudades y pueblos. Estos son sólo los ejemplos más importantes de las luchas de los trabajadores que se encuentran en su nivel más alto desde 2009. Esto nos da una imagen de lo que está por venir en el futuro ..
Durante años, a la gente se le ha dicho que la disidencia debilitaría a la nación contra el imperialismo norteamericano, y que debe conformarse con salarios y niveles de vida más bajos debido a las sanciones. Sin embargo, una vez que el acuerdo tenga lugar la gente va a pedir el dinero que se les debe – literalmente. Les pedirá a sus patrones que les compensen por los años de salarios y bonificaciones pendientes de pago y por todos los años de disminución de los salarios reales.
La clase dominante, por el contrario, se resistirá a fin de defender sus beneficios y con el fin de atraer inversiones. Ya, Alí Tayebniá, Ministro de Economía y Hacienda, ha estado tratando de calmar las expectativas diciendo: “Es muy simplista pensar que todos nuestros problemas se resolverán una vez que se levanten las sanciones”
En una situación de crisis mundial del capitalismo, donde todas las grandes economías están ya en declive o estancamiento, el crecimiento económico sostenido en Irán sólo puede venir por la competencia en el costo de la mano de obra y el aumento de la intensidad del trabajo, es decir, mediante más explotación de la clase obrera y reducción de los salarios.
En las primeras etapas, esto se verá compensado temporalmente por una explosión de inversiones y el reinicio de las actividades económicas tras años de estancamiento, pero más temprano que tarde la vida bajo el capitalismo reanudará su presión interminable sobre la clase obrera. Bajo el peso de la crisis económica mundial, estas presiones sólo aumentarán aún más.
Las líneas de clase se harán más claras en la medida que el régimen ya no será capaz de esconderse detrás de una niebla de demagogia antiimperialista. Esto abrirá un nuevo periodo de lucha de clases en Irán que pondrá al descubierto la hipocresía de los mulás millonarios por un lado, y la traición de los reformistas por el otro.
La bancarrota del capitalismo
Todo el caos en Oriente Medio se puede reducir a la incapacidad del capitalismo para resolver incluso los problemas más elementales de la región. El imperialismo norteamericano ha utilizado toda la región como su campo de tiro privado, atacando a un país tras otro, matando a millones de personas y desestabilizando los cimientos de una existencia civilizada. Como un elefante en una cacharrería ha logrado desestabilizar toda la región y preparar el terreno para lo que podría convertirse en una gran guerra regional.
Las camarillas gobernantes podridas que se han instalado en el poder son parásitos subidos a la espalda de los trabajadores de la región. En su búsqueda desesperada por mantenerse en el poder estos regímenes están dispuestos a ahogar toda la región en sangre. En este infierno de barbarie, Irán se destaca como la fuerza más estable, pero esto es sólo debido a los niveles extremos de decadencia de los otros gobernantes. La República Islámica se basa en las mismas divisiones de clase que el resto.
Mientras los movimientos revolucionarios de masas estén temporalmente en un reflujo, las conspiraciones reaccionarias de estos regímenes dominarán la agenda. Sin embargo, esto va a cambiar. Todos los regímenes de la región son débiles y carecen de legitimidad. Tarde o temprano el movimiento de las masas se levantará de nuevo en un país tras otro. Sólo un movimiento de este tipo, sobre una base de clase, puede poner fin al caos y a la anarquía que está dominando la región hoy en día.
14 de abril 2015