Se suponía que no podía suceder. El actual congresista Demócrata de Nueva York, Joe Crowley –el jefe de la máquina del Partido Demócrata del Condado de Queens, programado para reemplazar a Nancy Pelosi como presidente de la Cámara del Congreso, si los Demócratas retoman la mayoría– fue derrotado en las primarias Demócratas de su distrito por Alexandria Ocasio-Cortez, una joven activista de 28 años que se identifica como socialista y que es miembro de los Socialistas Demócratas de América (DSA, por sus siglas en inglés).
Crowley gastó más de $ 3 millones en esta campaña, mientras que Ocasio-Cortez gastó solo el 10 por ciento de eso. Hace unos meses, Alexandria Ocasio-Cortez estaba empleada en un bar. Esta fue su primera participación en unas primarias Demócratas.
La elección se llevó a cabo en un contexto de creciente descontento con la Administración Trump, los Republicanos y con los principales políticos Demócratas. 28.000 votantes participaron en la primaria Demócrata en el 14 ° distrito electoral del Congreso por Nueva York, que tiene una población de más de 700.000 personas, y Ocasio-Cortez ganó con el 58 por ciento de los votos. Dado que ella será la candidata Demócrata para este puesto en el Congreso, Ocasio-Cortez casi seguro ganará en noviembre, convirtiéndose en la primera congresista Demócrata de los DSA desde la jubilación de los diputados Ron Dellums (California) y Rep. Major Owens (Nueva York). Este malestar político ha hecho olas en los medios de comunicación convencionales a nivel nacional, transformando a Ocasio-Cortez de la noche a la mañana en una superestrella política. Su inesperada victoria también ha tenido un impacto inmediato en el debate que se desarrolla en la izquierda sobre la estrategia electoral y el camino a seguir para el socialismo. Después de todo, parece que la estrategia de trabajar dentro del Partido Demócrata ha sido reivindicada por esta campaña, obligando a los analistas políticos burgueses a reconocer la influencia de los DSA y haciendo que otros Demócratas en ejercicio de sus cargos se lo piensen dos veces sobre las amenazas que existen a su izquierda. Además de eso, los DSA crecieron en más de 1.000 miembros nuevos antes de que terminara la semana: ¿cómo podría alguien argumentar en contra de esta estrategia ganadora?
Estrategia ¿hacia qué fin?
La Revolución Socialista ha sostenido consistentemente que la tarea histórica más apremiante a la que enfrenta la clase trabajadora en los Estados Unidos –que constituye la abrumadora mayoría de la población– es el establecimiento de un partido de masas propio. Cuando finalmente se alcance esta conquista, las perspectivas para la lucha de clases se transformarán fundamentalmente, permitiendo a la clase trabajadora cambiar el rumbo de los intereses capitalistas, no solo para resistir sus ataques de austeridad y contrarreformas, sino para lograr grandes mejoras en sus condiciones materiales de vida.
Bernie Sanders tuvo la oportunidad de construir un partido socialista de masas en 2016, y terminó apoyando a Hillary Clinton. Los líderes sindicales se han aferrado obstinadamente a los Demócratas y se han negado a tomar ninguna iniciativa seria para la creación de un partido obrero. La presión está aumentando, pero nadie ha dado una señal en esta dirección. A pesar del creciente interés por el socialismo en los últimos años, y el descontento sin precedentes con los dos partidos principales, la mayoría de la izquierda sigue considerando la perspectiva de un partido socialista de masas independiente como un objetivo irreal, promovido por aquéllos que no están interesados en “victorias reales”, y que lo que se requiere es que moderemos nuestras ambiciones políticas.
La mayoría de la izquierda considera la posibilidad de un partido socialista de masas como un objetivo poco realista, resignándose a trabajar dentro de los estrechos confines del Partido Demócrata.
Pero la política de clase es más que usar el término ‘clase trabajadora’ en una campaña política. Significa reconocer que existe una lucha irreconciliable entre la clase trabajadora y la clase capitalista, una guerra en curso que solo se puede ganar a través de la reestructuración completa de la sociedad. El trabajo de la clase trabajadora, combinado con los recursos que proporciona la tierra, crea toda la riqueza, mientras que la clase capitalista, que posee los medios de producción, explota a los trabajadores y se lleva la mayor parte.
Un principio básico del socialismo –el medio a través del cual podemos proporcionar una garantía federal de empleo con salarios más altos, el fin de las deportaciones brutales y de la militarización de la frontera, viviendas asequibles de calidad para todos, educación y salud gratuitas– es ganar esta guerra de clases al poner a los principales sectores de la economía bajo el control obrero democrático. Este debería ser el objetivo de nuestro pensamiento estratégico: ¿cómo puede la clase trabajadora tomar el poder? ¿Qué actividades actuales permitirán a los socialistas sentar las bases para esto? ¿Qué victorias a medio plazo nos acercarán a este objetivo?
Desde esta perspectiva, ganar un asiento en el Congreso bajo el estandarte del Partido Demócrata, incluso por una miembro honesta de los DSA con raíces en la clase obrera, no puede caracterizarse automáticamente como una victoria estratégica, sino como una estrategia de la cual todos los comunistas y socialistas, incluyendo Alejandría Ocasio-Cortez, deberían sacar un balance.
Participando en el campo Demócrata, ¿quién es rehén de quién?
En el pasado, por ejemplo en la década de 1930, muchos en la izquierda defendían los gobiernos de Frente Popular: coaliciones que unían a los partidos socialistas y comunistas con los partidos burgueses. Pero las coaliciones entre los socialistas y los partidos burgueses siempre terminan mal para los trabajadores, ya sea que miremos a Francia, a España o a Chile. Aquellos que argumentan que los socialistas deben participar dentro del partido principal o de otro modo en “caucus” con los Demócratas están en efecto abogando por un Frente Popular con el Partido Demócrata, que hoy constituye el principal representante político de la clase capitalista.
Los frentes populares son como convoyes de barcos. Un convoy va a la velocidad de la nave más grande y más lenta para mantener las naves unidas. Cuando los Demócratas recuperen casi inevitablemente la mayoría del Congreso y la presidencia en algún momento en el futuro (como en 2006/2008), el tono será establecido por el barco más grande y lento: los Demócratas más conservadores. En el caso de Alexandria Ocasio-Cortez, se ejercerá una gran presión sobre ella para que modere sus posiciones a fin de que el partido atraiga a los votantes más conservadores en su intento de recuperar la Casa Blanca, un objetivo con el que expresó su acuerdo en una entrevista con la NPR el día después de su elección. Cuando le preguntaron su opinión sobre el liderazgo del Partido Demócrata, y específicamente sobre si ella apoyaría a Nancy Pelosi, no tuvo ninguna crítica:
“Creo que sería inapropiado comprometerme con ninguna persona antes de que hayamos ganado la Cámara en noviembre. Asegurémonos de hacer eso, y luego podremos tener esa conversación”.
Cualquier ‘Socialista Demócrata’ quedará expuesto en un Frente Popular. Cuando la opinión pública finalmente quede insatisfecha con el gobierno, como lo hizo en 2010, las masas verán a los “miembros socialistas del Congreso” como parte del Partido Demócrata y mirarán hacia la derecha o se desmoralizarán del todo. Los “Socialistas Demócratas -incluyendo a los DSA y a Alexandria Ocasio-Cortez- no escaparán indemnes. Este es un patrón bien conocido y un peligro claro y presente para cualquier socialista.
Si nuestro objetivo es el establecimiento de un gobierno de los trabajadores, la clase trabajadora necesita su propio partido, y ese partido necesita un programa claro. Este partido obrero funcionaría como un sindicato dirigido democráticamente. El programa y la dirección serían elegidos por una militancia activa, ante la cual serían responsables. Esto es algo que queda excluido cuando se participa como Demócrata, que es un partido vinculado orgánicamente al Estado, con elecciones primarias controladas por grandes sumas de dinero, por burócratas no elegidos y por los medios burgueses. Los candidatos elegidos de la clase trabajadora deben ser responsables ante un partido de la clase trabajadora. El Congreso es el lugar más peligroso para un socialista, donde la presión, las penalizaciones y los sobornos de todo tipo pueden usarse para presionar a los “socialistas” a “ir en la línea” de los representantes burgueses. La historia está llena de muchos de esos ejemplos.
Dadas las encuestas que muestran cuánto disgusto existe con los Demócratas y los Republicanos, los DSA podrían presentar candidatos desafiando a ambos partidos con un programa socialista audaz, explicando que la clase trabajadora es la única fuerza que puede transformar la sociedad, cuando está organizada como clase. Los recursos no están todavía para desafiar los 435 distritos electorales de todo el país, pero esto sí podría hacerse para conseguir resultados exitosos en cinco o diez lugares.
¿Qué precio se pagó para participar como Demócrata?
La campaña de Ocasio-Cortez fue capaz de atraer a los votantes de la clase trabajadora al abordar cuestiones de desigualdad y sobre el dominio de los negocios inmobiliarios y de otros grandes intereses comerciales en la política oficial. Pero mientras su campaña estaba a la izquierda de Crowley y de la corriente principal del establishment del Partido Demócrata, una plataforma socialista revolucionaria le habría permitido presentar un camino mucho más ambicioso para la clase trabajadora.
Por ejemplo, durante la entrevista de NPR, cuando se le preguntó si su propuesta para abolir el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) daría como resultado simplemente el cambio del nombre de la agencia, y si ella todavía apoyaba la seguridad y el control de fronteras, ella dijo:
“Bueno, creo que sería necesario tener un nombre diferente y un enfoque diferente… Creo que tenemos que tener una frontera segura. Necesitamos asegurarnos de que las personas estén, de hecho, documentadas”.
El apoyo a la “frontera segura” solo puede significar una agencia policial similar con un nombre diferente, pero esto no nos dice nada acerca de proteger a millones de trabajadores indocumentados en los EEUU ni de aquellos que ingresan al país para escapar de las condiciones impuestas a otros países por el imperialismo estadounidense. Una respuesta socialista consistente sería exigir la legalización inmediata e incondicional para todos.
El sitio web de la campaña de Ocasio-Cortez no menciona la política exterior ni la oposición al imperialismo yanqui, excepto en lo que respecta a Puerto Rico. Ella pide la cancelación de la deuda de Puerto Rico con Wall Street y que debería haber más ayuda allí, pero en ninguna parte pide políticas socialistas ni explica que el capitalismo sea el responsable de las horribles condiciones que existen hoy en día.
En otros asuntos a los que se enfrentan los trabajadores, Ocasio-Cortez apoya Medicare (un servicio público de salud) para todos y un programa federal de empleos garantizados a $ 15 dólares la hora. Todos los socialistas apoyan la asistencia sanitaria gratuita y universal y un programa de empleo garantizado, y todos apoyamos la elevación del salario mínimo. Pero debemos elevar nuestra vista más allá de la demanda salarial de $ 15. ¿Puede alguien realmente vivir con esto, especialmente en Nueva York? Esto es solo un poco más alto que el salario mínimo ajustado por inflación de 1968 –no es un buen estándar a seguir– y está muy lejos de lo que podría considerarse un salario digno.
Con un enfoque socialista revolucionario, ella podría explicar que hay riqueza más que suficiente para proporcionar un salario mínimo de $ 25 por hora, y además para asegurar el pleno empleo al reducir la semana laboral a 20 horas, con un salario de 40 horas. Esto es lo que sería librar una guerra de clases que no sea meramente un ataque unilateral por parte de los capitalistas.
Por supuesto, provocaría represalias. Para hacer una defensa seria de una garantía federal de empleo, tenemos que hablar sobre cómo la clase trabajadora puede tomar el poder. No hay forma de que la clase capitalista otorgue una concesión a esta escala, siempre y cuando mantenga el control del Estado. El pleno empleo fortalecería enormemente a la clase trabajadora en términos de su poder de negociación al inclinar la balanza de fuerzas de clase a favor del proletariado. Además, el golpe a las ganancias de los capitalistas que sería necesario para aplicar tal programa sería mucho mayor de lo que jamás aceptarían. Por lo tanto, se debe presentar la perspectiva de una lucha de clases, que se pueda ganar con una dirección decisiva y un apoyo masivo. La alternativa es contar con el apoyo del Partido Demócrata para medidas radicales, una táctica con un historial de fracaso del 100 por ciento.
Recientemente, Seattle, controlada por el Partido Demócrata, intentó imponer un pequeño impuesto a las grandes compañías para ayudar a construir las viviendas que tanto necesitaban, ya que tienen un problema importante con las personas sin hogar. Amazon, Google y otras compañías “liberales” lucharon con uñas y dientes contra este impuesto. El impuesto finalmente fue derogado solo seis semanas después de que se aprobara una versión suavizada en marzo. El ayuntamiento tiene ocho Demócratas y una socialista, y siete de los ocho Demócratas votaron a favor de la derogación. Este es el verdadero equilibrio de fuerzas en el Seattle “progresista”, incluso con una socialista solitaria en el ayuntamiento.
Cómo los Demócratas tratarán a una socialista
El debate actual sobre la estrategia electoral no se ha resuelto, pero al menos ha matizado las cuestiones involucradas, si no las respuestas. La mayoría de los miles de miembros de base de los DSA no quieren ser tragados por la maquinaria Demócrata y se oponen al ala ‘del establishment’ del partido, pero no se oponen a ‘usar estratégicamente las estructuras electivas del Partido Demócrata’ para obtener candidatos elegidos. Si bien el triunfo de Ocasio-Cortez parece haber reforzado esta idea, es evidente que ella misma tiene mucha más fe en el Partido Demócrata que el miembro promedio de los DSA.
El día después de su victoria, ella tuiteó en apoyo de la unidad del partido:
“Las interpretaciones de ‘nosotros contra ellos’ son improductivas en nuestro discurso y, en mi opinión, equivocadas. Se trata de una feroz defensa de los trabajadores estadounidenses”.
Esto fue en apoyo a una declaración de Bernie Sanders de que “el problema no es sobre el establishment contra los insurgentes, se trata de quién está dispuesto a luchar por los trabajadores estadounidenses”.
Los socialistas no pueden apoyar las ilusiones en el capitalismo, tenemos que decir la verdad. Ocasio-Cortez también podría tener ilusiones en el sistema y realmente podría creer que es reformable. Pero esto significa que en el caso de que sus políticas sean puestas a prueba, tanto ella como los trabajadores que la apoyan quedarán muy decepcionados. Si Ocasio-Cortez defendiera un programa totalmente socialista, estaría diciendo la verdad a la clase trabajadora. Si hubiera estado haciendo esto, podemos estar seguros de que no se le hubiera permitido participar como Demócrata y que Joe Crowley no la hubiera respaldado después de la primaria, cantando ‘Born to Run’. Deberíamos resaltar que la ex congresista Cynthia McKinney aunque no fuera socialista, era una radical comprometida y los Demócratas se aseguraron de deshacerse de ella en el partido. Si una verdadera política socialista fuera nuestra guía, los Demócratas no lo permitirían.
Si elegimos a un congresista socialista, debería decir la verdad y usar su posición para movilizar a los trabajadores, y no limitarse simplemente a ‘caucus’ con Demócratas ‘progresistas’. Si Ocasio-Cortez operara en el Congreso como una socialista independiente, podría llamar a que las compañías de Fortune 500 fueran colocadas bajo el control de los trabajadores con el fin de proporcionar los recursos para conseguir el pleno empleo y un verdadero salario digno, atención médica, educación y vivienda para todos; con alquileres de no más del 10 por ciento de los ingresos y una inversión masiva en transporte e infraestructura pública.
Este tipo de legislación hoy sería rechazada por los dos partidos de los capitalistas, pero al plantear tales demandas, una socialista en el Congreso podría hacer que millones de trabajadores pensaran en lo que un movimiento socialista podría lograr y usar para organizar a la clase y a un partido de masas. En cambio, como Demócrata, Ocasio-Cortez finalmente estará vinculada a los comités del Partido Demócrata, asambleas electorales, presidentes, grupos de expertos, etc., aunque ella comenzara su actividad política como ‘anti-establishment’.
Otro camino a seguir: ¡luchar por el socialismo!
Nos guste o no, “el capitalismo con reformas maravillosas” no está a la vista en nuestro futuro. Los DSA han demostrado que pueden movilizar un apoyo de base y a ejércitos de activistas telefónicos, pero ¿cuánto tiempo podrá mantener el impulso si las campañas y los candidatos elegidos son, al final, indistinguibles de los Demócratas liberales? El panorama político está cambiando rápidamente en los EEUU, y los estrategas de los Demócratas esperan aprovechar este impulso para su beneficio. Pero no debemos olvidar que fue el fracaso de los liberales lo que llevó a Trump al poder. Los DSA tienen el potencial para jugar un papel en trastornar aun más dramáticamente la política estadounidense: luchando por un partido socialista de masas. Esta no es una meta lejana para ‘algún día’, sino algo que puede comenzar ahora, al postular a otros candidatos para el Congreso, como socialistas independientes y con un genuino programa socialista que desafíe el dominio del capital.
Es posible que estos candidatos no sean elegidos en el primer intento o con la misma facilidad que Ocasio-Cortez, pero sentaría las bases para un partido socialista obrero en un futuro no muy lejano. Sí, hay formas más fáciles de ganar elecciones, si ganar una elección fuera el final de la estrategia. Pero para aquellos que pueden ver más allá de los límites actuales del sistema bipartidista y del dominio de un puñado de multimillonarios, un movimiento socialista de masas y un partido independiente de la clase trabajadora con una perspectiva mucho más radical no es en absoluto descabellado.