¡Defendamos Bolivia, Venezuela y Ecuador de las conspiraciones contrarrevolucionarias!

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Editorial EM Nº 41

Evo Morales: "Es la lucha histórica entre ricos y pobres, entre socialismo contra capitalismo"

Para los trabajadores y campesinos latinoamericanos no es indiferente el destino de las revoluciones en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Si en estos países se impusieran el imperialismo y la oligarquía, sería un tremendo golpe a las aspiraciones de liberación y transformación social que está dándose en todo el continente latinoamericano. En cambio, si la revolución socialista triunfara definitivamente en alguno de estos países, el camino hacia la revolución en todo el continente y en el mundo estará mucho más despejado.

Editorial EM Nº 41

Evo Morales: "Es la lucha histórica entre ricos y pobres, entre socialismo contra capitalismo" 

El drama de la revolución y la contrarrevolución en América Latina sigue desarrollándose sin pausa.

En Bolivia, la movilización masiva de los trabajadores y campesinos frustró hace unas semanas un plan de golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales, quien venía de arrasar en el referéndum revocatorio de agosto con el 67% de los votos.

En Venezuela fue desmantelada una trama golpista, con la implicación de altos mandos militares, cuyo objetivo era asesinar al presidente Hugo Chávez mediante el derribo del avión presidencial con lanzacohetes portátiles.

El turno de Ecuador

La revolución ecuatoriana enfrenta las mismas vicisitudes que sus pares venezolana y boliviana.

La población votó masivamente a favor de la nueva Constitución que, como la venezolana, será una de las más avanzadas del mundo. Pero ningún papel escrito da automáticamente a las masas trabajadoras viviendas, empleos, comida, ni desarrollo cultural.

Mientras las palancas económicas fundamentales (monopolios, bancos y latifundios) permanezcan en manos de los oligarcas y las multinacionales, ningún problema fundamental será resuelto a favor de aquéllas. Y mientras el viejo aparato estatal (policía, ejército, judicatura) no sea purgado de elementos contrarrevolucionarios y fascistas, como paso previo a su sustitución por un nuevo organismo estatal de control, gestión y dirección obrero y popular, siempre será una fuente de conspiraciones golpistas.

Es necesario, por lo tanto, terminar con el poder económico y estatal de la oligarquía, que lo utilizará una y otra vez contra el pueblo trabajador para desabastecer y boicotear el desarrollo económico del país y preparar golpes contrarrevolucionarios ¿No es éste, acaso, el cuadro que vemos desarrollarse en Venezuela y Bolivia desde hace años?

¿Cómo defender la revolución latinoamericana?

La arremetida de la derecha y del imperialismo en Bolivia a mediados de septiembre, que culminó en la masacre de decenas de campesinos en la región de Pando y en la toma de edificios públicos por bandas fascistas en el oriente del país, generó una ola de repulsa en toda América Latina y a nivel internacional.

Hablemos claramente. Quienes detuvieron el accionar golpista en Bolivia fueron las masas trabajadoras por medio de la acción directa: paros, marchas, bloqueos de rutas, enfrentamientos físicos con los fascistas, etc. que contrastaron con los llamados lastimeros e inútiles del gobierno boliviano al cese de la violencia fascista y a la negociación. Lo mismo pasó fuera de Bolivia. Con la excepción de Venezuela, que expulsó al embajador estadounidense en solidaridad, casi todos los gobiernos latinoamericanos e instituciones inútiles como UNASUR, se limitaron a expresar lamentos hipócritas. La verdadera solidaridad exterior vino de las masas trabajadoras y de las organizaciones populares y de izquierda que convocaron marchas y actos de protesta en gran cantidad de países.

Para los trabajadores y campesinos latinoamericanos no es indiferente el destino de las revoluciones en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Si en estos países se impusieran el imperialismo y la oligarquía, sería un tremendo golpe a las aspiraciones de liberación y transformación social que está dándose en todo el continente latinoamericano. En cambio, si la revolución socialista triunfara definitivamente en alguno de estos países, el camino hacia la revolución en todo el continente y en el mundo estará mucho más despejado.

Por eso es necesario redoblar la solidaridad con la revolución en Venezuela, Bolivia, Ecuador y el resto de América Latina. Hay que organizarse para romper la intensa campaña de mentiras de los medios de comunicación patronales contra las mismas y llegar a los barrios, escuelas, universidades y fábricas para explicar lo que está ocurriendo.

La Campaña internacional de solidaridad "Manos Fuera de Venezuela", impulsada por la Corriente Marxista Internacional, ha desarrollado una labor intensísima en estas semanas en todo el mundo, en solidaridad con Venezuela y Bolivia, alcanzando países tan lejanos entre sí como México, Brasil y Canadá en América; España, Gran Bretaña y Austria en Europa; o Pakistán e Indonesia en Asia.

En cada país, debemos obligar a los dirigentes de los sindicatos de clase y de las organizaciones obreras de masas a levantar su voz contra el imperialismo y a posicionarse con los trabajadores y campesinos latinoamericanos en lucha.

Y es necesario organizarse también en cada país, porque los mismos que oprimen a las masas trabajadoras en Venezuela, Bolivia y Ecuador son los que quieren descargar el peso de la crisis económica que se avecina sobre nuestras espaldas, con despidos, recortes de los gastos en educación y salud, y ataques a nuestros derechos democráticos.

Crisis del capitalismo en Latinoamérica y en el mundo

La completa incapacidad del llamado "libre mercado" para resolver los problemas básicos de la población, y el saqueo de las oligarquías locales y las multinacionales, es lo que está llevando a sectores cada vez más amplios de las masas trabajadoras latinoamericanas a sacar la conclusión de que el capitalismo no sirve, de que es necesario luchar por una sociedad diferente.

¿Pero, acaso esta incapacidad del capitalismo de hacer avanzar la sociedad y resolver los problemas de la mayoría, no está revelándose también claramente en los países desarrollados? Es evidente que sí: la crisis económica, la pobreza, el desempleo, la desintegración social, la corrupción y la violencia afectan al mismo corazón del sistema: Estados Unidos y Europa. La recesión económica que está fraguándose no hará sino acentuar todavía más el carácter putrefacto del capitalismo en todo el planeta. El proceso revolucionario que hoy vemos en América Latina es el anticipo de lo que ocurrirá, más temprano que tarde, en Europa, EEUU, Japón, China, etc.

El fracaso del estalinismo, que nada tuvo que ver con el socialismo, no puede ocultar ahora el fracaso del capitalismo en todas partes. Pero tenemos que hablar claro. El Socialismo hace eje en dos aspectos básicos. Por un lado, la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía; y, por el otro, el control y la gestión democráticas por las mismas masas trabajadoras de esas palancas económicas y del conjunto de la sociedad. Sin estas dos premisas, hablar de Socialismo, y particularmente de Socialismo del Siglo XXI, es un engaño y un fraude.

El presidente Chávez ha planteado en numerosas ocasiones que el futuro pertenece al socialismo. El mismo presidente boliviano, Evo Morales, afirmó en un reciente discurso en la ONU  que lo que vemos en el mundo "es la lucha histórica entre ricos y pobres, entre socialismo contra capitalismo" (Clarín, 24 septiembre). Estamos completamente de acuerdo con esto. Pero ahora, de lo que se trata, es de pasar de las palabras a los hechos.

¡Alto a las conspiraciones golpistas contra Bolivia, Venezuela y Ecuador!

¡Fuera las manos imperialistas de América Latina!

¡Por la transformación socialista de la sociedad!