A pesar de que el imperialismo se haya cambiado la máscara, sus políticas de dominación siguen siendo exactamente la mismas, sólo ha cambiado el discurso para adaptarlo a las tendencias de las masas latinoamericanas que buscan un cambio radical a la situación en que se encuentran.
Besos, abrazos, sonrisas, euforia, efusivos apretones de manos, y más sonrisas, es lo que hemos visto una y otra vez en la televisión y diarios del mundo.
Este "festival afectivo" se dio en el marco de una nueva "Cumbre de las Américas" realizada los días 17, 18 y 19 de abril en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, donde se reunieron los Jefes de Estado de 34 países del continente (menos Cuba, expulsada de la Organización de Estados Americanos en 1962)
Sin duda, la estrella mediática de la cumbre fue Barak Obama quien, en el marco de la crisis económica del capitalismo, acudió con la tarea de lavarle la cara al imperialismo, mostrarnos a todos su rostro "amable" y darnos la esperanza de que comenzará una "nueva era" en las relaciones Norte-Sur. La era del imperialismo amistoso.
Por supuesto que los verdaderos propósitos de la Cumbre no han salido con la misma efusividad en los medios de comunicación. El verdadero propósito de la cumbre fue consolidar el esquema de dominación imperialista y de las distintas burguesías nacionales para asegurar la perpetuación de sus negocios y beneficios, a costa de la inmensa mayoría trabajadora de nuestro continente.
Esto se puede advertir al leer la "Declaración de Compromisos de Puerto España" donde se menciona que los Estados deben atraer la inversión privada, fomentar la inversión empresarial y promover el desarrollo del sector privado. O sea, sostener los beneficios de los grandes empresarios, banqueros y terratenientes, afectados por la crisis internacional.
Mientras, por un lado, Obama se muestra amigable en su discurso; por el otro, sigue manteniendo las mismas políticas de fondo que apuntan al saqueo de las materias primas y recursos naturales de nuestro continente, como lo fue la reactivación de la IV Flota en los mares del continente.
El imperialismo también tuvo tiempo, durante la cumbre, de ocuparse de Cuba y Venezuela cuyo ejemplo revolucionario son una amenaza para la hegemonía Yanki. En este sentido, Obama se dedicó a reforzar su alianza con Lula para que éste actúe como un dique de contención a los "excesos" revolucionarios de Hugo Chávez. La intención de Obama es darle mas protagonismo a Lula para que éste actúe como el "ojo vigilante" de los intereses norteamericanos en la región. Papel que los propios Estados Unidos no pueden cumplir debido a pérdida de legitimidad política que se incrementó con la presidencia del genocida George W. Bush.
En cuanto a Cuba, las maniobras del imperialismo apuntaron a tomar medidas con la intención de crear las condiciones más propicias para una restauración capitalista en la Isla. Las medidas de relajación moderada del bloqueo, que Estados Unidos mantiene desde 1962, fueron acompañadas durante la cumbre de una cordial invitación a Cuba de "un nuevo comienzo". Claro, que este nuevo comienzo significa destruir las conquistas de la Revolución Cubana mediante la introducción de reformas procapitalistas.
A pesar de que el imperialismo se haya cambiado la máscara, sus políticas de dominación siguen siendo exactamente la mismas, sólo ha cambiado el discurso para adaptarlo a las tendencias de las masas latinoamericanas que buscan un cambio radical a la situación en que se encuentran.
Han cambiado de táctica reemplazando, por ahora, el garrote por el discurso amable y la sonrisa en los labios. De esta manera, Obama intenta dar la sensación de que ha tendido una mano generosa, pasándole la pelota a Cuba, Venezuela y Bolivia, para de esta manera responsabilizarlos luego de falta de voluntad para lograr un acuerdo; y luego, con la complicidad de la prensa burguesa, hacerlos aparecer como "los malos de la película".
Esta es la nueva careta del imperialismo, es la que ha elegido para poner urgentemente un freno a las tendencias revolucionarias que están demostrando nuestros pueblos en América Latina. Se muestran amables y otorgan algunas concesiones, pero sus políticas de fondo son las mismas que durante décadas y décadas sumieron a nuestro continente en la miseria.
Por eso decimos que ninguna "Cumbre de las Américas" podrá solucionar los problemas fundamentales que enfrentan las masas trabajadoras de nuestro continente, solo el triunfo de la Revolución Socialista que expropie definitivamente a la burguesía en su conjunto podrá solucionar los problemas que padecen nuestros pueblos y desenmascarar a los chacales que se disfrazan de corderos sonrientes.