Las provocaciones del llamado «Movimiento San Isidro», la posterior concentración en el Ministerio de Cultura y la Tángana en Trillo han generado en Cuba un amplio debate y también en los medios internacionales. Publicamos aquí un artículo que hemos recibido del joven comunista cubano Yunier Mena, para información de nuestros lectores.
Un amplio debate en las redes sociales y en medios de comunicación internacionales de derecha sobre el grupúsculo contrarrevolucionario de San Isidro y el accionar del gobierno cubano ante los hechos cometidos por esta agrupación hizo que la prensa estatal cubana informara de manera especial al respecto. El llamado Movimiento de San Isidro ampara bajo el concepto de arte sus groseras actividades pro-imperialistas y pro-capitalistas en Cuba. A partir de las denuncias infundadas de represión cultural llevadas a cabo por los mercenarios un conjunto de creadores e intelectuales cubanos exigió al Ministerio de Cultura que tal censura infundada cesara, al igual que toda otra censura administrativa dogmática y burocrática de la cual muchos de ellos ha sido víctima. Según el Viceministro de Cultura su ministerio tomó nota de las demandas de los creadores y llegó con ellos al acuerdo de trabajar juntos por el respeto y el apoyo a la creación independiente y por una Cuba próspera.
El reclamo de libertades creativas y de condiciones para ejercitar la creatividad son demandas inobjetables, así como los derechos de expresión y reunión y el derecho popular de alzamiento o desacato contra regímenes inconstitucionales. Con este último, como ha quedado demostrado, nada tienen que ver las acciones ofensivas del Movimiento de San Isidro a la identidad cubana. Dicho movimiento, que no pasa de ser un exiguo número de ciudadanos cegados por la ideología imperialista, fue muy bien catalogado por una periodista como un ejemplo de vulgaridad y mentira, y no hay manera posible de definirlo con mejor precisión, ritmo y lucidez. Los jóvenes reunidos en La Habana supieron rechazar el show mediático que volvió tristemente célebres a tales contrarrevolucionarios y a las declaraciones injerencistas de funcionarios capitalistas extranjeros. El respaldo juvenil al socialismo y el desacuerdo de la joven generación con el modo de vida capitalista quedaron evidenciados. La posición de las autoridades cubanas y la firme decisión de la juventud fue ampliamente transmita por los espacios informativos de la televisión nacional, lo cual no ha ocurrido con las demandas y criterios intercambiados en las afueras del Ministerio de Cultura y en la reunión sostenida entre el Viceministro de Cultura y los intelectuales, quienes a pesar de la atención brindada por el Estado al sector de la cultura tienen insatisfacciones reales. Es ello un acontecimiento donde se constata una actitud burocrática arraigada en el aparato estatal que no admite diálogo con los que difieren con él no en principios.
Si las farsas de mal gusto montadas por la contrarrevolución ideológica o el bloqueo económico no pueden hacer que se vengan abajo las conquistas sociales de las que Cuba se enorgullece, la burocracia sí tiene el potencial para conseguirlo. Cuando la burocracia nacional gobernante silencia o amplifica a su conveniencia la voz de la gente, cuando promueve la propiedad privada y la actividad mercantil como estrategia clave para solucionar las carencias económicas, cuando suplanta en la dirección de la economía y la sociedad a los mismos que producen, cuando clausura o impide cuanto no se origina desde ella, cuando obvia la ciencia marxista, es un agente que deforma y revierte la revolución. Las relaciones de producción capitalistas vigentes en los vínculos entre los actores de la economía nacional reproducen a nivel cultural una afirmación ideológica de tal realidad, proceso que lleva a actuar como comerciantes a grandes mayorías y las conduce erróneamente a pensar que el capitalismo es el único y el mejor modo de producir, distribuir y consumir.
Si los cubanos aspiran a un verdadero socialismo están obligados a subsanar las desviaciones burocráticas y mercantilistas. No es posible mantenerse rumbo al socialismo sin democracia obrera y sin pluripartidismo de las alternativas comunistas, si los trabajadores no son los dirigentes de la revolución a todos los niveles no se transforman en un hombre nuevo porque no se desenajenan ni transforman al transformar la naturaleza durante el trabajo. El unipartidismo que rige en la nación solo sirve para acentuar el monologismo y el refrenamiento caros a la burocracia. Si bien la democracia comunista no es unipartidista, tampoco es pluripartidista al estilo de las seudodemocracias del mundo capitalista. En un país en tránsito al socialismo los burgueses, los que explotan o anhelan explotar el trabajo ajeno no tienen derechos políticos. Como mismo existen las farsas contrarrevolucionarias subversivas y las farsas democrático-burguesas existen las farsas burocráticas y han existido a lo largo de la historia, jamás dejemos que la Revolución Cubana fenezca en una obscena caricatura.