Huelga general contra los recortes
La economía israelí no levanta cabeza y sigue en recesión. El 20% de la población está bajo el umbral de pobreza. El costo de las aventuras militares y de la construcción del muro (1.500 millones de dólares) saldrá de los bolsillos de la clase obrera. Mantener el odio chauvinista parece seguir siendo la fórmula de un sector de la burguesía israelí para conservar el control de la situación y tratar de desviar la atención del creciente malestar provocado por la política de recortes salariales y gastos sociales. Sin embargo esta vieja receta también tiene sus límites, como refleja el creciente movimiento de protesta protagonizado por la clase obrera israelí.
Ya antes del verano el Histadrut -sindicato de la clase obrera en Israel- convocó a la huelga general, para desconvocarla después de una serie de promesas del gobierno que rápidamente han sido incumplidas. Desde el jueves 23 de octubre los trabajadores de aeropuertos, puertos, bancos y transporte, han convocado a un paro contra la política de recortes salariales. La presión ha ido en aumento y la huelga contra la política económica del gobierno (en concreto contra la reforma de las pensiones y el subsidio de desempleo) convocada por el Histadrut se convirtió en huelga general en todo el sector público el 3 de noviembre, precedida de una macro manifestación en Tel-Aviv, el domingo 2 de noviembre, con más de 100.000 asistentes que también clamaban por la paz. El ministro de Economía, y ex primer ministro, Netanyahu, ha tenido que recurrir a todo tipo de leyes represivas para tratar de minimizar los efectos de la huelga y que ésta quedase en cuatro horas. El Histadrut ha respondido planteando que la de 24 horas sólo queda aplazada.