Conflicto de las Papeleras

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Es necesaria una alternativa de clase e internacionalista

La instalación de las fábricas de pasta de papel en Fray Bentos, Uruguay, ha pasado a ser tema permanente en todos los medios de comunicación en los últimos meses. Se trata de dos plantas: una de capitales finlandeses (Botnia) y otra de españoles (Ence), cuyo ritmo de construcción avanza aceleradamente

Es necesaria una alternativa de clase e internacionalista

La instalación de las fábricas de pasta de papel en Fray Bentos, Uruguay, ha pasado a ser tema permanente en todos los medios de comunicación en los últimos meses. Se trata de dos plantas: una de capitales finlandeses (Botnia) y otra de españoles (Ence), cuyo ritmo de construcción avanza aceleradamente.

Los vecinos de Gualeguaychú nucleados en la Asamblea Ambiental, han sido los grandes protagonistas con sus cortes de rutas, muchas veces desoyendo los pedidos "sensatos" de nuestros políticos hipócritas.

Pese a su perfil progresista, el gobierno de Tabaré Vázquez actúa en esta cuestión como si fuera uno de los dos partidos tradicionales de la burguesía uruguaya, blancos y colorados, pese a que cuando estaba en la oposición se pronunció en contra de este proyecto.

El gobierno argentino, pretende llevar la cuestión al Tribunal Internacional de la Haya, argumentando que el estatuto internacional del río ha sido violado. Realmente, es una maniobra para llevar a la desmovilización popular, apelando a la vía judicial y al abandono de los cortes, ya que los políticos burgueses argentinos no pueden ocultar su incomodidad con la protesta popular mediante la acción directa de masas, viéndose imposibilitados por el momento de enfrentar públicamente a los vecinos de Gualeguaychú. Mientras tanto, con un alto grado de cinismo, miran hacia otro lado cuando le hablan de lo contaminantes que son las plantas celulosas que operan en nuestro país.

Lamentablemente, el problema de las papeleras se ha desviado hacia el chauvinismo nacionalista, enfrentando a los trabajadores y vecinos de ambos países, ante la falta de una alternativa de clase al problema. Los trabajadores tenemos que impedir esto, que es un viejo artilugio de las clases dominantes.

El sistema capitalista es el culpable

La industria de la celulosa se encuentra entre las más contaminantes del mundo. Para separar la celulosa de la lignina se usan varios procesos. El primero es con cloro elemental, el más contaminante. El segundo es con dióxido de cloro, y el tercero es con una tecnología libre de cloro, el mejor y más costoso. En este caso se usará la segunda opción. Esto tiene el peligro de producir un gran envenenamiento del agua y de los peces al verter sus efluentes en el río Uruguay. También liberará tóxicos que pueden producir cáncer, alergias, y diversos trastornos en el organismo humano.

Desde hace más de una década se viene estimulando la plantación de eucaliptos, que ya cubren más de 700 mil hectáreas en Uruguay. Es un tipo de explotación que sólo necesita 4 trabajadores por hectárea. Además el monocultivo de estos árboles genera varios problemas: aumento de la erosión, secado de las napas de aguas subterráneas, aumento del grado de acidez. Es decir, degradación de la tierra..Las fábricas, una vez en producción, sólo requieren unos pocos cientos de empleados por estar muy automatizadas. Con esto queda desmentido que sean grandes generadoras de empleos.

Se dice que el mundo tiene una demanda creciente de papel. Un sudamericano consume 45 kilos por año de papel, mientras en un país industrializado ese consumo es 10 veces mayor. No ocurre que un norteamericano lea 10 veces más que un uruguayo o un argentino, sino que el papel se usa en un 95% con fines suntuarios, sin apenas utilidad social. La sociedad capitalista es la civilización del consumo superfluo y del despilfarro. En una sociedad socialista habrá una planificación seria y racional que evitará el derroche y su reflejo en el deterioro del medio ambiente.

Creemos que aquí estamos ante un claro ejemplo de lo que nos ofrece el sistema capitalista: enfermedades, polución y miseria para la mayoría, a cambio de grandes beneficios económicos para un puñado de empresarios. Una industria como ésta, debe estar nacionalizada bajo control de los trabajadores y el conjunto del pueblo. Así se podrá buscar una localización lo menos conflictiva posible para el entorno y usando la mejor tecnología para no dañar la salud de la población.

Se deberían formar comités para impulsar el logro de estos objetivos. Hay que apelar a las bases del Frente Amplio, junto a las centrales sindicales de las dos orillas para que se pongan al frente de esta campaña. Los trabajadores de aquí y de allá tenemos al enemigo principal adentro de nuestras fronteras: los banqueros, los terratenientes y los grandes capitalistas. Contra ellos debemos dirigir nuestra lucha.