Cientos de personas murieron ayer en el bombardeo del Hospital Al-Ahli al-Arabi (Baptista), en el distrito de Al-Zeitoun de la ciudad de Gaza. El hospital no sólo atendía a sus propios pacientes -muchos heridos en ataques aéreos israelíes-, sino que también albergaba a miles de personas que buscaban ponerse a salvo de la embestida de las Fuerzas de Defensa de Israel. Al difundirse la noticia, decenas de miles de airados manifestantes tomaron inmediatamente las calles de Líbano, Jordania, Turquía, Túnez y Cisjordania, atacando embajadas israelíes y edificios de los imperialistas estadounidenses y franceses. La cumbre entre dirigentes árabes y Biden en Jordania se ha cancelado.
El Estado israelí, como de costumbre, se apresuró a negar cualquier responsabilidad. Primero culparon a ‘un cohete de Hamás que no había funcionado correctamente’. Luego cambiaron su versión culpando a la Yihad Islámica Palestina (YIP). La maquinaria propagandística israelí se puso a toda marcha, proporcionando todo tipo de “pruebas” para distanciarse de la horrible masacre. Esa cantinela la hemos oído antes. De hecho, este es el modus operandi al que recurre el Estado israelí para intentar minimizar las consecuencias cuando comete un acto de brutalidad especialmente cruel contra los palestinos.
Historia de las mentiras
Pongamos un ejemplo relativamente reciente. En mayo de 2021, la periodista palestina israelí Shireen Abu Akleh fue asesinada mientras cubría una incursión del ejército israelí en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania. Israel negó primero cualquier conocimiento o implicación. Luego afirmaron que la periodista había muerto por disparos de un militante palestino. Eso no encajaba con los hechos, así que cambiaron su historia: Shireen había muerto en el fuego cruzado entre militantes palestinos y soldados israelíes, un “trágico accidente”. Pero no había militantes palestinos en la línea de fuego en el momento en que Shireen fue asesinada. Finalmente, se demostró sin lugar a dudas que había sido asesinada por un francotirador israelí que la había apuntado deliberadamente, a pesar de que llevaba una chaqueta de “prensa” muy visible. Nadie ha comparecido ante la justicia por su asesinato.
Para colmo de males, el día del funeral, las fuerzas de seguridad israelíes asaltaron la casa de la familia de la periodista asesinada para confiscar banderas palestinas e impedir que ondearan en el funeral. No contentos con eso, atacaron a los portadores del féretro en el cortejo fúnebre, casi obligándoles a soltar el ataúd.
Tenemos otro ejemplo reciente, que guarda un paralelismo aún más estrecho con lo ocurrido ayer. En agosto de 2022, un ataque aéreo israelí alcanzó el campo de refugiados de Jabaliya, en Gaza, matando a cinco niños. La primera reacción del Estado israelí fue decir… esperen… ¡que habían muerto por un fallo de un cohete de la YIP! Una semana después, se vieron obligados a admitir la verdad. No había habido lanzamiento de cohetes de la YIP en la zona. Los cinco niños palestinos habían sido asesinados por un ataque de la Fuerza Aérea israelí.
Por poner otro ejemplo histórico, en 1996 Israel atacó deliberadamente con un misil un complejo de la ONU en Qana (Líbano). El complejo de la ONU albergaba a civiles que buscaban protección de los ataques de Israel. Murieron 106 personas, 52 de ellas niños. Este fue el informe de Robert Fisk :
“Desde Sabra y Chatila [cuando la Falange libanesa asesinó a miles de civiles chiíes palestinos y libaneses en 1982] no había visto una matanza de inocentes como ésta. Las mujeres, niños y hombres refugiados libaneses yacían amontonados, sin manos, brazos o piernas, decapitados o destripados. Eran más de cien. Un bebé yacía sin cabeza. Los proyectiles israelíes los habían atravesado mientras yacían en el refugio de las Naciones Unidas, creyendo que estaban a salvo bajo la protección del mundo”.
Primero Israel afirmó que se había producido un error de puntería. Después culpó a Hezbolá de “utilizar a civiles como escudos humanos”. Finalmente, investigaciones exhaustivas de la ONU, Amnistía Internacional y periódicos israelíes determinaron que el ejército israelí había atacado deliberadamente el complejo de la ONU y era responsable de la matanza.
La historia israelí sobre el bombardeo del hospital Al-Ahli al-Arabi está llena de agujeros. Justo después de que publicaran la historia sobre el “cohete de la YIP que funcionó mal”, el periodista independiente Séamus Malekafzali señaló que uno de los vídeos que los portavoces israelíes estaban utilizando para respaldar su afirmación de que el hospital había sido alcanzado había sido filmado entre media hora y una hora después del ataque al hospital. Esto obligó a las cuentas oficiales de Israel a borrar o editar sus tuits en consecuencia. Estaban mintiendo y se les había agarrado in fraganti.
Inmediatamente después del ataque, varias fuentes oficiales y semioficiales israelíes ofrecieron explicaciones completamente distintas, en algunos casos reivindicando la autoría del ataque y tratando de justificarlo. Nananya Naftali, un propagandista israelí que trabajó como asesor de medios para Netanyahu, sostuvo que el ataque de las FDI había tenido como objetivo “una base de Hamás dentro del hospital”. A continuación se vio obligado a borrar el post de y ofrecer “una disculpa” .
No fue el único que intentó justificar los ataques aéreos contra hospitales alegando que Hamás los utiliza como bases militares. La vicesecretaria de prensa del Pentágono, Sabrina Singh, afirmó que Hamás “está colocando sus unidades de mando y control dentro de los hospitales”, una afirmación totalmente inventada. La BBC también había publicado un artículo el día anterior en el que se hacía la pregunta capciosa: “¿Construye Hamás túneles bajo hospitales y escuelas?”‘. La cadena pública británica proporcionando justificación para el bombardeo de hospitales y escuelas por parte del Estado israelí.
Lo que realmente sabemos es lo siguiente. Durante 10 días, Israel ha estado bombardeando Gaza sin descanso. De hecho, ya en la primera semana habían utilizado más bombas que las fuerzas invasoras estadounidenses en Afganistán en todo un año. Se trata de una zona densamente poblada, por lo que han muerto cientos de civiles inocentes, entre ellos más de 800 niños según el último recuento, y se sospecha que hay muchos más bajo los escombros. En esta campaña no hay “objetivos de precisión”. Su objetivo es infundir terror en los corazones de 2,3 millones de personas.
Antes de ayer, la aviación israelí ya había atacado 17 hospitales y centros de salud. El mismo día del mortífero ataque contra el hospital, una escuela de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en el campo de refugiados de Al Maghazi, en el centro de Gaza, fue alcanzada por un ataque aéreo israelí que causó al menos seis muertos, entre ellos personal de la UNRWA, decenas de heridos y graves daños estructurales en el edificio. La escuela estaba siendo utilizada como refugio por los palestinos desplazados por los ataques aéreos israelíes, pensando que las FDI no atacarían una instalación de la ONU, ya que tiene las coordenadas de GPS de todas ellas. Estaban equivocados, trágicamente equivocados.
Continúan los asesinatos en masa
Incluso después de la masacre en el hospital, Israel siguió golpeando Gaza y su población con ataques aéreos. Ni una pausa, ni siquiera un respiro. Dos personas murieron en el bombardeo de una panadería en el campo de refugiados de Nuseirat, cerca de Deir al-Balah. ¿Cuál es la razón de atacar este tipo de objetivo? Israel ya está bloqueando Gaza, por lo que no pueden entrar ni alimentos ni suministros. Destruir los medios para hornear pan obligará a los gazatíes a abandonar el norte de la franja, como les ha ordenado el Estado israelí.
A primera hora de la mañana de hoy, 25 personas, hombres, mujeres y niños, murieron en un ataque aéreo contra la casa de la familia Al-Astal. Muchos de ellos eran miembros de la misma familia, mientras que otros habían sido desplazados de sus hogares por ataques aéreos anteriores.
También sabemos que Israel había ordenado a toda la población del norte de Gaza que evacuara hacia el sur y que eso incluía instrucciones específicas para evacuar los hospitales. Lo sabemos porque la Organización Mundial de la Salud nos lo dijo: “El hospital era uno de los 20 del norte de la Franja de Gaza que se enfrentaban a órdenes de evacuación del ejército israelí. La orden de evacuación ha sido imposible de llevar a cabo dada la inseguridad actual, el estado crítico de muchos pacientes y la falta de ambulancias, personal, capacidad de camas del sistema sanitario y refugios alternativos para los desplazados.”
No sólo eso, ¡sino que el hospital Al-Ahli al-Arabi ya había sido alcanzado por un ataque aéreo israelí el sábado! Según un comunicado del Servicio Anglicano de Noticias “El Centro de Diagnóstico y Tratamiento del Cáncer del hospital Al-Ahli al-Arabi de Gaza ha sido alcanzado por un cohete israelí. Dos pisos superiores del centro, que alberga las salas de ultrasonidos y mamografía, resultaron gravemente dañados.”
La mañana del ataque, el ejército israelí lanzó una advertencia específica a los habitantes del distrito de Al-Zeitoun, donde se encuentra el hospital. El jefe de la operación mediática en lengua árabe de las FDI, Avichay Adree, amenazó: “Un mensaje a los residentes del barrio de Zaytoun. Sabéis que el barrio está abarrotado y lleno de guaridas de Hamás. Por lo tanto, para preservar vuestra seguridad y la de vuestras familias y seres queridos dirigíos al sur de Wadi Gaza”.
Todas las pruebas circunstanciales apuntan a la responsabilidad israelí en esta horrible masacre. Esta es también la conclusión de Yolanda Álvarez, ex corresponsal en Oriente Medio de RTVE:
“Sobre la masacre en el hospital de Al Ahli, después de haber cubierto dos guerras en Gaza (2012 y 2014): Sólo los ataques de Israel pueden matar a cientos de personas (con bombas de una tonelada). Los cohetes de Hamas y la Yihad también matan, pero no tienen esa capacidad.Cuando en 2014, el ejército de Israel lanzó su primer ataque mortal sobre una escuela de la UNRWA en Beit Hanoun, Gaza, recibí un SMS de su portavoz que decía: “Ha sido Hamas”. La investigación independiente de la ONU demostró que todos los ataques a escuelas eran de Israel.”
Doble rasero
Es repugnante ver la hipocresía y el doble rasero de los medios de comunicación occidentales y las potencias imperialistas cuando se trata de los derechos humanos y el llamado derecho internacional. Si es “nuestro bando” el que comete atrocidades, siempre buscan una justificación (“Hamás utiliza a civiles como escudos humanos”), o exigen un examen forense exhaustivo antes de determinar la culpabilidad. Se inventan todo tipo de razonamientos, hablan de “daños colaterales” para encubrir el hecho desnudo de que “nuestro bando” está cometiendo todo tipo de brutalidades contra civiles inocentes en pos de sus objetivos imperialistas.
Qué diferencia con las histéricas denuncias en portada de los crímenes de guerra y atrocidades rusas, reales, inventadas o groseramente exageradas, en Ucrania. El contraste no podría ser más sorprendente. Entonces se trataba de ablandar a la opinión pública en apoyo de “nuestro bando”. Ahora se trata de moldear a la opinión pública para que también apoye a “nuestro bando”.
La última “narrativa” promovida por los medios de comunicación occidentales y por el Estado de Israel es la siguiente: “Sí, estamos matando civiles, pero está justificado. ¿Acaso no matamos a muchos civiles cuando se trataba de derrotar a los nazis?”. Ni siquiera se intenta negar que los ataques aéreos están matando a civiles inocentes, sino que se trata de buscar una forma de justificarlo.
A algunos en Israel ni siquiera les importa encontrar una justificación. Culpan abiertamente a todo el pueblo de Gaza de las acciones de Hamás y abogan por el castigo colectivo. “Es toda una nación la responsable”, dijo el presidente israelí Herzog. Y para subrayar el punto añadió: “No es cierta esta retórica sobre que los civiles no son conscientes, no están implicados. Es absolutamente falsa. Podrían haberse sublevado. Podrían haber luchado contra ese régimen malvado que se apoderó de Gaza en un golpe de Estado”.
Las atrocidades israelíes, continuación de 70 años de violencia y opresión, no son sólo responsabilidad del Estado israelí. Durante décadas han contado con el pleno apoyo del imperialismo occidental y, en particular, de Estados Unidos. Este apoyo no ha disminuido en los últimos 10 días de matanza en Gaza. Todos los líderes imperialistas occidentales se han unido públicamente para apoyar el llamado “derecho de Israel a defenderse”. La sangre de los cientos de víctimas del hospital de Gaza también está en sus manos.
En los últimos días, antes de la amenaza de una ofensiva terrestre sobre Gaza, que no hará sino multiplicar la carnicería, los líderes occidentales han hecho cola para visitar Israel y subrayar públicamente su apoyo a su campaña asesina: Scholz, von der Leyen, Macron y ahora Biden. Tanto Alemania como Francia, en una demostración de lo democráticas que son, han prohibido las manifestaciones de solidaridad con Palestina.
Masas entrando en escena
La masacre en el hospital de Gaza ha provocado una ola masiva de repulsa en todo Oriente Próximo y el mundo árabe. Miles de personas salieron a las calles de Beirut, Ammán, Estambul, Túnez y otras capitales para atacar edificios diplomáticos israelíes, pero también, con toda razón, contra intereses estadounidenses y franceses. En Turquía, decenas de manifestantes se dirigieron a la base de radar de la OTAN de Kürecik , con personal de Estados Unidos, e intentaron violar su perímetro.
En Hebrón, Yenín, Ramala y otras ciudades y pueblos de Cisjordania, multitudes enfurecidas coreaban “el pueblo quiere el derrocamiento del presidente”, en referencia al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Abbas, que actúa como contratista de seguridad local para el Estado israelí. Las fuerzas de seguridad de la AP se enfrentaron a los manifestantes y abrieron fuego, hiriendo a una joven.
El escenario está preparado para un levantamiento regional contra el imperialismo israelí y occidental. La ira de las masas se dirige también contra sus propios gobernantes, a quienes considera, con razón, cómplices, por sus acciones o por la falta de ellas.
Los ánimos están tan caldeados que el ministro jordano de Asuntos Exteriores anunció la cancelación de la cumbre prevista entre Biden, Abbas, Jordania y Arabia Saudí, que iba a celebrarse hoy. Ninguno de estos dirigentes quiere ser visto como cercano al imperialismo estadounidense por miedo a ser derrocado por su propio pueblo. Incluso los gobiernos árabes que ya han normalizado sus relaciones con Israel se han visto obligados a emitir enérgicas condenas, culpando a Israel del bombardeo del hospital.
Por un lado, Biden y el imperialismo estadounidense pretendían que su visita sirviera como muestra de apoyo a Israel, un aliado que no necesariamente sigue sus órdenes. Por otro lado, intentan forzar algunos gestos por parte de los israelíes, con el fin de contener el peligro de una escalada regional del conflicto. En la práctica, pues, la administración estadounidense considera que su papel consiste en impedir que nadie más se implique mientras permite a Israel masacrar a los palestinos.
La situación ya era complicada de antemano, pues el gobierno israelí, dominado por elementos de extrema derecha, no estaba ni está de humor para corredores humanitarios de ningún tipo, y está decidido a ejercer represalias sobre los palestinos de Gaza en su conjunto. Tras el baño de sangre en el hospital, toda la estrategia de Washington está hecha trizas. Las masas de Oriente Próximo y del mundo árabe están entrando en escena.
Ha llegado el momento de intensificar la campaña contra la guerra asesina de Israel contra Gaza, contra el imperialismo occidental y por la liberación nacional del pueblo palestino. La lucha por los derechos nacionales palestinos requiere un levantamiento revolucionario en toda la región. La tarea de los comunistas de Occidente es mostrar nuestra solidaridad y apoyo y preparar las condiciones para el derrocamiento de nuestras propias clases dominantes, que son responsables y cómplices de los asesinatos en masa que se están cometiendo actualmente.