Hace veinticinco años, el 4 de junio de 1989, los fusiles y tanques del ejército chino aplastaron las protestas de la Plaza de Tian’anmen. Fue un movimiento heroico del pueblo chino en una lucha contra la burocracia, en general y, más concretamente, contra la falta de democracia, la corrupción y el impacto negativo de las reformas hacia una economía de mercado.
Las manifestaciones comenzaron el 15 de abril, lideradas por cientos de estudiantes en Pekín en memoria de la muerte de Hu Yaobang, ex Secretario General del Partido Comunista chino y reformador liberal, y se extendieron a capas más amplias de la población y a decenas de ciudades en todo el país. La opresión del régimen condujo a la huelga de hambre de los estudiantes, quienes se ganaron la simpatía de millones de ciudadanos – trabajadores, intelectuales, empleados públicos, etc. El movimiento hizo demandas más concretas y consiguió temporalmente y de forma valiente una retirada de las tropas.
Sin embargo, las protestas fracasaron, no sólo por la brutal opresión del régimen, sino también por sus propias debilidades. Ya señalamos en artículos anteriores, que una de las mayores debilidades del movimiento fue que la clase obrera no participara en las protestas de forma independiente, y mucho menos liderara el movimiento. Apoyaron a los estudiantes cuando hicieron una huelga de hambre y se unieron contra la opresión militar cuando llegó la noticia de que las tropas entrarían en Beijing. La Federación de Trabajadores Autónomos de Beijing fue establecida el 19 de mayo, pero era una organización independiente sin bases sólidas en la clase trabajadora en aquel momento (aunque tenia un potencial enorme si el movimiento no hubiera sido aplastado por el régimen).
Liderado por los estudiantes y los intelectuales, el movimiento se limitó principalmente a reivindicaciones democráticas, incluyendo la rehabilitación de Hu Yaobang, hacer público los ingresos de los jefes de Estado y de sus familias, libertad de prensa y manifestación, aumento de las cuantías en educación y aumento del salario de los intelectuales. Con la incorporación de los ciudadanos de Beijing, se añadió la demanda de la lucha contra la corrupción y la burocracia. Pero no se abordó cómo conseguir estas demandas, a la espera de que el gobierno resolviera el problema por sí mismo.
Ante las pocas señales de voluntad del régimen de llegar a un compromiso, el Sindicato Independiente de Estudiantes de Beijing, la Federación Autónoma de Trabajadores de Beijing y el Consejo de la Huelga de Hambre más tarde cambiaron la demanda por la de un “Consejo Nacional de Ciudadanos para celebrar una Asamblea Provisional y el cese de Li Peng y Yang Shangkun”, así como la demanda contra la ley marcial.
En general, fue un movimiento confuso compuesto por diferentes grupos e, incluso, con planteamientos contradictorios. Todos juntos, estudiantes, intelectuales, trabajadores, empleados públicos, periodistas llegaron a salir a la calle en cierto momento. El pueblo estaba enojado por la situación económica y política, especialmente ante la corrupción y la creciente brecha de riqueza, pero no sabía exactamente cómo hacer un cambio y qué dirección tomar.
Los antecedentes del movimiento
La naturaleza confusa del movimiento es un reflejo de la etapa de desarrollo de China en ese momento. En 1989, tras una década de reformas pro-capitalistas, China había llegado a una encrucijada.
Económicamente, una serie de reformas iniciales que comenzaron en 1984, incluyendo el sistema de doble vía de precios, la descentralización de la responsabilidad fiscal hacia los gobiernos locales y la reforma de las empresas estatales habían logrado buenas cifras económicas, pero también habían provocado una enorme inflación e inestabilidad económica que estaba afectando a la vida cotidiana de la gente. Desde enero de 1987, el IPC se había incrementado en más del 5% durante 26 meses consecutivos, llegando a alcanzar el 28,4% en febrero de 1989. El plan para introducir la reforma de los precios condujo a compras masivas. La inflación provocó la caída del nivel de vida para la mayoría de la gente. En 1988, el salario promedio aumentó un 19,7%, pero el costo de vida aumentó un 20,7% (datos del Anuario Económico de China, 1988).
Mientras tanto, las reformas económicas también provocaron corrupción a gran escala. El sistema de doble vía de precios permitió a los funcionarios o personas vinculadas [al Estado] obtener artículos al precio del plan [de los programas de planificación] y venderlos a precios del mercado, obteniendo así enormes ganancias. Se estima que en 1988, la diferencia general entre los precios del mercado y los precios del plan ascendió a 356.900 millones de yuanes, equivalente al 30% del PIB, la mayoría de los cuales pasó de las arcas del Estado a los bolsillos privados. El Consejo de Estado por sí solo estableció 700 empresas en un corto periodo de tiempo para participar en esta gran acumulación primitiva de capital. (Wang, 2011)
La reforma de la propiedad de empresas estatales dio más poder a los gerentes de fábrica, así como permitió el uso de incentivos materiales para “motivar a los trabajadores a trabajar”. En realidad, esto empeoró las relaciones laborales. Según una encuesta realizada por la Federación de Sindicatos de toda China, dirigida a unos 450.000 trabajadores en 1986, un 38.56% creía que la relación entre los trabajadores y los gerentes había empeorado, el 31.58% opinaba que la relación permanecía igual, y sólo un 26,37% creía que había mejorado.
El problema podía resolverse entonces de dos maneras: avanzar por el camino de la restauración capitalista (que pondría una solución temporal al problema) o volver a la planificación de la economía, pero esta vez bajo el control genuino de los trabajadores. Lo que debemos recordar es que después de la Revolución Cultural, la mayoría de los trabajadores que se habían alzado contra la burocracia estaban en prisión. Y la mayoría de la gente se había vuelto apática políticamente tras años de desorientación en los movimientos de masas y ante la falta de mejoras en los niveles de vida. Tras llegar al poder, Deng se propuso la llamada construcción “democrática” a través de la legalización, aunque en realidad el régimen otorgaba poca libertad de protesta y manifestación y eliminó el derecho de huelga de la Constitución de 1982. “Socialismo” y “lucha de clases” ya no eran términos atractivos y la burocracia conscientemente les fue restando importancia, preparando el camino para que gradualmente se impusieran los ideales de democracia y liberalismo, especialmente entre los estudiantes y los intelectuales.
Los estudiantes, el cuerpo principal del movimiento desde el principio, se mostraron reacios a involucrar a la clase obrera. Por un lado, pensaron que presentar las demandas de los trabajadores ya no haría del movimiento una protesta estudiantil “puramente” y, por lo tanto, serían más propensos a ser aplastados por el régimen. Por otro lado, los estudiantes universitarios en aquel entonces formaban parte de la élite de la sociedad y tenían una tendencia a despreciar a los trabajadores.
Debido a estas circunstancias, el movimiento estudiantil de 1989 fue capaz de extenderse a otras capas de la sociedad, mientras que los movimientos estudiantiles en años anteriores habían fracasado. Pero fue llevado a cabo de forma confusa, bajo la idea de que “el socialismo” parecía incapaz de resolver el problema, y quizás debería optarse por el liberalismo.
25 años del milagro económico, los mismos problemas
El fracaso del movimiento de la Plaza de Tian’anmen causó una enorme desmoralización entre los jóvenes y los trabajadores, lo que despejó temporalmente todos los obstáculos políticos para que China se precipitara hacia el capitalismo.
Desde 1992, después de un par de años de estabilización, China comenzó a construir la llamada “economía de mercado socialista”, a través de la reforma del sistema financiero, fiscal y de precios para reemplazar la economía planificada por la economía de mercado; la reforma de la seguridad social y del sistema de empleo para formar el mercado laboral y el desarrollo del sector privado. Entre 1997 y principios del año 2000, China destruyó el sistema planificado de empresas públicas a través de despidos masivos. Las empresas estatales restantes de ahora en adelante actuarían como empresas capitalistas, si bien como capitalistas de Estado. Al incorporarse a la Organización Mundial de Comercio en 2001, China se integró en el capitalismo mundial.
El desarrollo en los últimos 25 años se ha interpretado como el milagro económico de China. China se ha convertido en el mayor fabricante mundial, y la segunda economía más grande con un aumento del PIB de casi diez veces. Pero a pesar de todos estos “milagros” que ha traído el capitalismo, los problemas contra los que el pueblo chino luchaba en 1989, no se han resuelto e incluso han empeorado.
La corrupción, a pesar de las campañas del gobierno para luchar contra ella, no se ha eliminado, sino que más bien ha proliferado. Las familias de los máximos dirigentes han acumulado una enorme riqueza, así se refleja en las revelaciones que hacía el New York Times sobre el patrimonio familiar de Wen Jiabao, que asciende a 1.680 millones de libras y de varios “grandes tigres” involucrados en las actuales campañas de lucha contra la corrupción. Funcionarios del gobierno local, médicos, académicos y todos aquellos que ostentan el poder están enredados en la red de corrupción.
La inflación se instaló de nuevo tras haberse implantado un paquete de estimulación económica de 586.000 millones de dólaresen 2009. El IPC aumentó un 5,9% en 2010, el 90% provenía de los precios de viviendas y alimentos. Aunque el crecimiento del IPC se ralentizó posteriormente según cifras oficiales, la experiencia cotidiana de la mayoría de las familias chinas demuestra lo contrario. Según una reciente encuesta de la Universidad Jiaotong de Shanghai, el 58% de las personas encuestadas cree que las dificultades de la vida cotidiana provienen de los precios inflados y el 41,1% cree que es consecuencia de los bajos ingresos familiares.
La brecha de riqueza nunca ha dejado de crecer. El índice GINI [medida económica estándar de la desigualdad de ingresos, según la cual cero expresa la igualdad perfecta y 1 expresa la desigualdad máxima] aumentó de 0,324 a 0,412 en 2000. La Oficina Nacional de Estadísticas dejó de publicar estos datos desde hace una década. En 2012, publicó el índice GINI de los últimos diez años. Alcanzó su máximo de 0,491 puntos en 2008 y cayó gradualmente a 0,474 en 2012. Sin embargo, la fiabilidad de la cifra oficial se está cuestionando. Por ejemplo, la cifra oficial para 2011 es de 0,481, mientras que los datos de Naciones Unidas revelan un 0,55. China ha pasado de ser uno de los países mundiales con niveles más igualitarios a ser uno de los más desiguales, lo que demuestra que la estrategia de Deng de “dejar que algunas personas se enriquezcan primero, y ya les llegará su turno a los demás”, es una completa mentira. Una encuesta de 2011 de la Universidad Sur Occidental de Economía y Finanzas de China reveló que en 1995 y 2002 el 10% de los hogares ostentaban respectivamente el 30% y el 41% de la riqueza, pero en 2011 ese 10% ostentaba el 86% de la riqueza de los hogares y representaba el 56% del ingreso familiar.
El crecimiento del capitalismo en China no ha acabado con la inestabilidad económica, sino que en realidad la ha incrementado a una escala más alta. La sobreproducción masiva (exacerbada por la crisis económica mundial), el problema de la deuda del gobierno y la burbuja inmobiliaria han puesto la economía china en una precaria situación. Por un lado, Li Keqiang insistió en que el plan de estímulo exacerbaría estos problemas; por otro lado, aplicó otro llamado micro-estímulo con el fin de impedir el colapso inmediato de la economía. Todas las medidas para impedirr una crisis ahora, sólo prepararán una crisis mayor en el futuro.
La falta de democracia es todavía una realidad. La libertad de expresión, de reunión, la libertad de protesta y manifestación sólo existen sobre el papel. En realidad, nunca ha sido más estricta la censura. Se eliminan de internet comentarios contra el gobierno y contra el Partido y se prohíben páginas web. Se filtran algunos términos como, por ejemplo, el nombre de los dirigentes y las Protestas de Tian’anmen – todos los motores de búsqueda no ofrecen ningún resultado sobre estos términos. La policía interroga a aquellas personas que llevan a cabo algún tipo de comportamiento contrario al gobierno o al Partido. En los acontecimientos masivos siempre se ve una presencia policial enorme y, generalmente, acaban con la detención de los organizadores y participantes. Según el Boletín Laboral de China, la proporción de huelgas en el primer trimestre de 2014 que contó con una presencia policial fue del 45%, por encima del 11% de hace sólo un año. Los grupos de izquierda y de derecha están siempre bajo vigilancia.
¿Cómo sería otro movimiento de la Plaza Tian’anmen?
Aunque los viejos problemas siguen existiendo, muchas condiciones han cambiado y dibujarán nuevas protestas “de la Plaza de Tian’anmen” de forma muy diferente.
El atractivo del capitalismo se ha visto socavado, la restauración del capitalismo no ha resuelto los antiguos problemas y ha conducido a otros nuevos, como los problemas medio ambientales y de seguridad alimentaria. Hay rabia entre todas las capas de la sociedad, incluso entre ciertos capitalistas que están preocupados por la seguridad de sus riquezas. Irónicamente, la contradicción entre las crecientes necesidades materiales de la gente y las fuerzas productivas sociales atrasadas, que se utilizó como justificación para la “economía de mercado socialista”, ahora ha evolucionado hacia una nueva contradicción, la que se da entre las crecientes necesidades materiales de la población y las fuerzas productivas sociales avanzadas. Las contradicciones de clase cada vez mayores en el país, junto con la crisis más severa que vive el capitalismo mundial, ha hecho que algunas personas empiecen a cuestionar el sistema y mirar hacia el socialismo.
Los estudiantes universitarios están perdiendo su estatus de élite. Por un lado, la expansión de los matriculados en la Universidad ha producido el número más grande de graduados universitarios. En 1990, se graduaron 613.600 universitarios. Este año habrá alrededor de 7 millones de estudiantes que se graduarán en la Universidad. Por otro lado, el capitalismo chino no necesita tantos trabajadores altamente cualificados, ya que el capital de China principalmente se basa en el capital monopolista internacional de la tecnología y trata de reducir el costo en investigación e inversión. El año pasado fue el año más difícil para los estudiantes universitarios a la hora de encontrar trabajo. Una encuesta demostraba que en 2012 el sueldo de más del 69% de los graduados universitarios no alcanzaba los 2000 yuanes, una cantidad menor que el ingreso mensual promedio de los trabajadores emigrantes.
Una nueva generación de estudiantes está buscando ideas marxistas, estudiando el marxismo auténtico y la historia de las revoluciones rusa y china. Los estudiantes también están mirando a la clase obrera, a los ex trabajadores de empresas estatales, y también trabajan en las fábricas durante las vacaciones, así los debates que tienen lugar entre los estudiantes se extienden entre la clase obrera. Aunque no ha habido ningún movimiento estudiantil importante desde 1989, y a pesar del hecho de que se prohíbe el debate sobre los acontecimientos de 1989, los estudiantes todavía recuerdan los sucesos de 1919 y 1989, cuando tomaron la delantera. Y los trabajadores, hoy, declaran a menudo ¡que secundarían a los estudiantes si se pusieran en lucha!
El cambio más importante se da en el equilibrio de la correlación de fuerzas. El rápido desarrollo del capitalismo en China ha conducido a la formación de la burguesía, pero también a la formación de sus sepultadores, la clase obrera más grande del mundo. En 2012, China tenía 600 millones de trabajadores no agrícolas. Según un informe de la Academia China de Ciencias Sociales en el año 2002, aproximadamente el 80% de estos trabajadores no agrícolas eran trabajadores proletarizados.
La fuerza creciente de la clase obrera china radica no sólo en números, sino también en el nivel de conciencia. El número de las luchas obreras ha ido en aumento año tras año. Según el Boletín Laboral de China, hasta mediados de abril, el número de huelgas y protestas ha aumentado un tercio respecto al mismo periodo del año pasado. Esto es en parte por el cierre de fábricas, causado por la crisis económica mundial y, en parte, debido a las crecientes demandas de los trabajadores. Los trabajadores no sólo están luchando pasivamente por recobrar sus salarios, sino que también exigen verdaderos sindicatos democráticos, la retribución del seguro social y el aumento de los salarios por encima del salario mínimo.
El crecimiento de la fuerza de la clase obrera china ha quedado demostrado en dos de las huelgas recientes. En octubre pasado, 5.000 trabajadores de la empresa electrónica Shenzhen ASM se declararon en huelga durante 22 días. Durante la huelga, los trabajadores mostraron niveles muy altos de organización. Sus reivindicaciones se basaron en la experiencia de la huelga de los trabajadores portuarios de Yantian, establecieron una caja de resistencia, organizaron piquetes, protegieron a los dirigentes eligiendo a varias capas de representantes, establecieron contactos con otras fábricas de la misma empresa e, incluso, organizaron una competición de poemas y ensayos. Este mes de abril, los trabajadores de la fábrica Yue Yuen organizaron la huelga más grande de la historia reciente de China en la que participaron 60.000 trabajadores. La demanda de la retribución del seguro social, que la compañía nunca pagó en su totalidad o incluso no llegó a pagar gracias a triquiñuelas, cobró gran importancia. Ya que la primera generación de trabajadores emigrantes están alcanzando la edad de jubilación, esta demanda se convertirá en una de las más importantes en las próximas luchas.
Las recientes huelgas han visto una mayor presencia policial y más intervenciones de la policía que anteriormente. Por ejemplo, la huelga de Yue Yuen culminó con la policía y los perros de la policía entrando en los talleres para forzar a los trabajadores a volver a sus puestos de trabajo. Durante este proceso, los trabajadores han perdido las ilusiones en el gobierno y llegado a la conclusión de que sólo pueden confiar en sí mismos y unirse con otros trabajadores. Los trabajadores más activos en las huelgas fueron despedidos, lo que significa que irán a otras fábricas con su experiencia y conocimiento.
La clase obrera china está encontrando su camino para luchar por sus derechos bajo la dictadura brutal y su fuerza aumenta constantemente. A pesar de todos los buenos deseos del gobierno y de los liberales, hay muy poco espacio para las concesiones. Desde 2008, a pesar del golpe de la crisis, la burguesía tuvo que aumentar los salarios de los trabajadores, debido a la lucha y reducción de la fuerza laboral en edad de trabajar (véase el porcentaje de los salarios en relación al PIB). Sin embargo, esta concesión no es suficiente. La última encuesta de trabajadores emigrantes mostró que para los 268,94 millones de trabajadores emigrantes en China, el gasto mensual promedio se incrementó un 21,7% en 2013 mientras que el salario mensual promedio sólo aumentó un 13,9%. Significativamente, Guangdong, la provincia que está siendo testigo de la mayoría de las luchas de los trabajadores, está tratando de legalizar un sistema de convenios salariales para tratar de frenar al movimiento obrero. Sin embargo, esta medida no cuenta con el apoyo de la burguesía. Organizaciones patronales y capitalistas famosos de Hong Kong han dirigido cartas a los funcionarios y departamentos gubernamentales y publicado artículos en los periódicos con el fin de criticar esta medida.
Con la probable desaceleración de la economía china, se intensificará la lucha de clases. La clase obrera, que ya ha comenzado a moverse al frente de todas las demás capas de la sociedad, será la clase más firme y más fuerte para dirigir la lucha. Si hay otro Tian’anmen, independientemente de quién empiece las protestas, no cabe duda de que la clase obrera será la principal fuerza dominante del movimiento en la lucha contra la burguesía y sus representantes en el gobierno.
Feng Congde, uno de los líderes del movimiento de 1989, admitió una vez que el movimiento carecía de ideología sólida, programa y plan de acción, y no pudo canalizar la rabia que se había acumulado durante décadas en una poderosa fuerza. 25 años después, con el crecimiento de la clase obrera china y el renacimiento del marxismo, es mucho más probable que el próximo movimiento de la Plaza de Tian’anmen tenga una bandera clara y un sólido programa socialistas, que canalicen esa inmensa rabia que décadas de dictadura han alimentado en la población, ¡para derrocar al capitalismo y conmover al mundo! Para asegurarse de que esto suceda, los marxistas chinos necesitan tomar la enorme responsabilidad sobre sus hombros – para superar todos los obstáculos, para desarrollar sus fuerzas, para conectar con la clase obrera y estar preparados.