Los violentistas, los narcoterroristas, el lumpen y la izquierda ideológica internacional son los fantasmas del régimen, sus espantapájaros y la argamasa de terror con que construyen al día de hoy la trinchera política de la participación y la democracia con que nos venden los próximos nuevos treinta años de transición. Omiten nerviosamente un pequeño detalle, mientras en los 90 el movimiento de masas se plegó entusiasta al proyecto de que «gana la gente» y que «la alegría ya viene», al día de hoy la única forma de consolidar este proyecto de restauración es mediante la represión desatada y una nueva dictadura. Porque «la gente» no le cree a los partidos del Acuerdo y porque —por más que lo deseen— los procesos históricos no se repiten. Sólo Julio Iglesias tropieza dos veces con una misma piedra.
La escena de la Presidente de Senado, la PPD Adriana Muñoz, hablando sola en La Moneda mientras se desmarcaba de la política de terror impulsada por Piñera para enfrentar la situación de la Araucanía, es una postal de la incapacidad de la política burguesa para hacerse cargo de un problema prioritario: cómo frenar el proceso revolucionario abierto el 18 de Octubre.
Porque la discusión entre el Gobierno y la Oposición no está dirigida a una cuestión estratégica. Ambos sectores comparten la necesidad de aplastar el levantamiento mapuche, mientras Piñera y la Derecha postulan un Estado de Sitio a lo Pinochet, Adriana Muñoz postula que es necesario desarrollar la investigación y las acciones de inteligencia para saber a quiénes hay que perseguir policialmente, a lo Ricardo Lagos. Que las instituciones funcionen. El debate planteado se da dentro de los marcos del Acuerdo y lo tensiona la simple rivalidad entre la Presidencia de la República y el Parlamento.
Durante el mes de febrero más de 120 comunidades mapuche han llevado adelante ocupaciones de tierras, recuperando territorio usurpado durante la llamada Pacificación de la Araucanía. El levantamiento mapuche merece inscribirse dentro de los mayores en la última década y es un eco revolucionario subyacente a la crisis del régimen. Que Piñera haya ejecutado tan solo un 8% de los fondos destinados a la adquisición de tierras por CONADI, pone de manifiesto que el programa burgués para la Araucanía es el del APRA: el aplastamiento fascista de toda resistencia.
El discurso fascista parece fácil. Es cosa de llevar al Ejército y correr bala. En una semana se acaba la CAM y toda forma de resistencia . Sin embargo tal discurso aún es minoritario en los sectores patronales quienes con una mayor perspectiva del proceso, son conscientes de que una medida de esa naturaleza pondría en riesgo el plan mayor del proceso constituyente. Si el pacto del Acuerdo —desde la Derecha hasta el PC, pasando por la Concertación y el Frente Amplio—está dividido frente a esta cuestión es simplemente por una cuestión de oportunidades.
Frente a este cuadro, las filas del movimiento de de masas y la clase trabajadora aún parecen confusas, divididas por el proceso electoral y carentes de iniciativa. Las organizaciones de base subsisten con el empuje de la experiencia del levantamiento del 18 de Octubre. Una sorda pugna hace aparecer la campaña electoral de los «independientes» indiferenciada de la de los partidos del Acuerdo. Como decíamos la semana pasada, los reclamos populares centrales han desparecido totalmente de las campañas electorales.
La tareas —en el contexto descrito— parecen ineludibles y aparecen dadas por la propia mecánica de la coyuntura. Cada acción represiva del régimen policial, judicial, laboral, debe ser resistida apuntando a la formación de un frente de clase. Un frente que aglutine al activismo y le permita retomar la iniciativa que hemos perdido con el avance de la lógica electorera. Imprescindible aparece por lo mismo invertir la dinámica y emplazar a los candidatos, acercar a aquellos que adhieran a un planteamiento clasista y desenmascarar a aquellos que intervienen con la lógica del Acuerdo por la Paz: los independienetes de los partidos pero dependientes de la política patronal.
En concreto hoy en Valparaíso esto nos obliga a la formación de un Comité de Solidaridad con los portuarios formalizados a petición de Piñera y Von Appen. Un Comité para exigir la absolución de los 13 compañeros y el fin de las listas negras. La reivindicación del movimiento portuario supone en el Puerto hacer propia una de las más grandes experiencias de lucha obrera de los últimos 30 años. Una experiencia que barrió con la burocracia de Rojas y Baeza y se apoyó en la asamblea de Fuerza Portuaria.
Hasta el cierre de esta editorial son numerosos los compañeros que se han plegado a esta campaña solidaria, por ser una campaña clasista y de lucha.
Mientras la burguesía agita el fantasma fascista y pretende alinearse contra el «violentismo», es responsabilidad del activismo que se reclama de la clase trabajadora y de la revolución levantar las banderas de la lucha de clases, del quiebre de la institucionalidad patronal y del Gobierno de los Trabajadores. Las jornadas del 5 al 8 de marzo serán una nueva muestra del avance de esta necesaria contraofensiva y el punto de partida de una nueva oleada de luchas.