Como anticipamos en una nota anterior, la votación por el retiro del 10% de los fondos de pensiones, avanzó en el parlamento y fue promulgada el pasado viernes. La ley será publicada el lunes y los cotizantes ya podrán tramitar la obtención de su 10%. Esto a pesar de las presiones del gobierno, que vió a la derecha dividida.
Y pese a las amenazas de los grupos económicos más poderosos del país, beneficiarios estos últimos del sistema privatizado de pensiones. Esta batalla por el 10% remece los pilares ideológicos y económicos del sistema de acumulación capitalista en Chile.
El dilema de la derecha y el gobierno, es el de todos los regímenes en crisis. Si hacen una concesión y acepta la votación, el movimiento se siente fortalecido y va ir por más. Y efectivamente hoy las masas entienden esto como una conquista de sus propias fuerzas, y no un mero producto de la aritmética parlamentaria. Pero si se vetaba o bloqueaba el proyecto, seguro que radicalizaba aún más las protestas que insolentes pasan por sobre la pandemia, la cuarentena y el toque de queda en varias comunas.
Esto es lo más importante: este triunfo parcial fue producto de la movilización masiva. Se vivieron grandes jornadas de manifestaciones con cacerolazos, barricadas, cortes de ruta, saqueos, ataques a comisarías y una actividad vibrante en redes sociales. Y algo nada menor, de nuevo la paralización portuaria, un sector de la clase obrera que con sus acciones señalan el camino al conjunto de la clase trabajadora.
Además, las protestas y el debate nacional por la ley se daba en medio del revuelo mediático y social por el “caso Antonia Barra”, o mejor, el caso del violador Martin Pradenas que una vez más demuestra el machismo de los jueces y la desigualdad ante la ley que reina en Chile. En el país donde hay miles de presos de la revuelta, solo por luchar por un Chile digno. Donde presos políticos mapuche agonizan en huelga de hambre, con acusaciones falsas, y solo por defender su territorio ancestral de manos de latifundistas, hidroeléctricas, forestales y mineras. El estado del Machi Celestino Córdova es gravísimo; la pérdida de las vidas de estas personas podría añadir más crímenes al prontuario del gobierno de Piñera.
En un principio el Tribunal de Garantía de Temuco ordenó el arresto domiciliario de Pradenas. Luego la Corte de Apelaciones de la zona, producto de manifestaciones en contra de la primera medida, decretó su prisión preventiva en la Cárcel de Temuco. El abogado defensor del acusado es financiado por un empresario de la zona, presidente de “APRA”, una agrupación reaccionaria de “victimas del terrorismo en la Araucanía”. Esta asociación reúne a “agricultores”, latifundistas y camioneros forestales. Promueven grupos armados y el racismo antimapuche, en colaboración con la policía.
Se provocan actores clave y muy prestigiosos del Chile que despertó: mujeres, mapuche, los pensionados y cotizantes de AFP, esto es, la clase obrera.
La clase obrera organizada sólo mostró los dientes. La Unión Portuaria de Chile publicó una serie de declaraciones que denuncian las AFP por un lado, pero también el machismo. Llamaron “al resto de sectores productivos a dejar la pasividad y movilizarse”. Y no fueron sólo palabras. Dos paralizaciones totales, durante las votaciones en la Cámara de Diputados, y también en el Senado. Los sindicatos de Chuquicamata, dieron a conocer su posición en contra del sistema privatizado de pensiones y a favor de un sistema solidario, señalando que “existe una batalla mucho más ardua que debemos comenzar a librar, que es la lucha por renacionalizar los recursos naturales para beneficio del Pueblo de Chile”. Esto es muy significativo porque no se limita a la sola reivindicación del 10% sino que pone sobre la mesa una demanda clave y de significado histórico como es la renacionalización del cobre.
La Federación de Trabajadores del Cobre y la Mesa Social Pública (ANEF, Colegio de Profesores, FENATS, y otras) también hicieron comunicados poniendo presión al Senado. Les siguieron sindicatos de la CUT y otros no afiliados, más de 70 organizaciones firmantes en total, denunciando la angustiosa situación económica que les tiene “en estado de alerta y -que de mantenerse provocarán la reacción natural del sindicalismo chileno, tal como lo fuera el 12 de noviembre pasado”. Recordemos que el 12 de noviembre pasado se vivió la Huelga General más grande en décadas.
Fueron estos actores y la movilización masiva los que ganaron el 10%. Y así lo sienten todos. Fueron la Primera Línea, los y las que perdieron sus ojos. Los que dieron su vida por esta lucha. Los cientos de miles y millones que salieron y siguen saliendo a luchar.
Se ha visto que el puñado de empresarios y parlamentarios que les sirven, se aterrorizan cuando la clase obrera se mueve. Se cagan de miedo. Se demuestra una vez más que el gobierno empresarial es débil cuando se enfrenta a la poderosa llama del despertar chileno que sigue viva. Por supuesto, como señalan los sindicatos de Chuquicamata, esta ha sido sólo una batalla. En realidad, el gobierno calcula que esta concesión puede saciar la tremenda necesidad de justicia que existe en Chile. Piensan que podrían ganar algún tiempo para más adelante recuperar el terreno perdido. Además igual “pasaron piola” una ley de perfeccionamiento del mercado financiero, que pone $10,000 millones de dolares de los fondos de pensiones a disposición de grandes empresarios.
El retiro del 10% es por lo tanto una victoria importante del movimiento obrero, que claramente no se hubiera conseguido de no ser por el pánico de la clase dominante a un nuevo estallido que ya se anuncia. Pero también debemos estar claros, el retiro del 10% pone en los bolsillos de los trabajadores una cantidad de dinero que es un alivio, pero que es totalmente insuficiente para enfrentar el impacto brutal de la crisis capitalista que azota el país, agravada por la pandemia.
Es necesario partir de esta victoria para pasar a una ofensiva general contra el régimen y por las justas reivindicaciones del pueblo trabajador. Algunos pueden preguntar ¿cómo salir a luchar en medio de la pandemia? Lo primero que hay que señalar es la irresponsabilidad de la gestión que Piñera ha hecho de la crisis sanitaria. Primero se demoró en declarar la cuarentena y lo hizo de manera parcial. Luego la declaró pero sin dar los medios a la población para sobrevivir. E incluso en medio de la cuarentena muchos sectores de la clase obrera se ven obligados a seguir trabajando en condiciones que no permiten detener el contagio.
La necesidad de salir a luchar la impone el hecho de que al gobierno de los empresarios solo le importan los beneficios de los ricos y no las vidas de la mayoría. Allá dónde los trabajadores siguen trabajando hay que organizar asambleas e imponer la paralización de la actividad con pago completo de salario. Dónde eso no sea posible por ser sectores esenciales de la economía comités de salud laboral elegidos por los propios trabajadores deben imponer las medidas de seguridad necesarias para impedir el contagio. El costo que lo paguen los empresarios de sus beneficios, que han extraído del sudor de nuestra clase.
En las poblaciones es ya el pueblo trabajador el que ha organizado el combate a la pandemia con las ollas comunes. Hay que extender y coordinar este esfuerzo, con juntas de abastecimiento popular. Como se demostró en el movimiento de las Vidas Negras Importan en EEUU, se puede salir a marchar en pandemia, siempre tomando las medidas de protección necesarias. El pueblo trabajador tiene interés en defender nuestra salud y nuestras vidas, es el gobierno el que las sacrifica al altar de los beneficios.
Es el momento de profundizar todos los avances organizativos y políticos. La Autoorganización de la clase trabajadora, los Cabildos y Asambleas, la Primera Línea, las Brigadas de Salud, y con la Huelga General para derrocar a este gobierno. Tradiciones redescubiertas y emanadas durante el octubre chileno. Las ollas comunes, la organización territorial, junto con los sindicatos combativos. Los pobres, trabajadores y trabajadoras de Chile tenemos el mismo enemigo, la oligarquía empresarial, la clase dominante que nos explota, los dueños de Chile. Hay que recuperar nada menos que lo que nos pertenece. Acabar con las AFP. Recuperar los recursos naturales para el beneficio de la mayoría de Chile, la clase trabajadora. Expulsar a hidroeléctricas, forestales y mineras que aterrorizan al pueblo-nación mapuche.