Movilización en todo el Estado contra la represión de la derecha franquista
Fortalecer y extender los comités populares en toda Catalunya
Todos a la huelga general del 3 de octubre en Catalunya
Por un gobierno obrero y popular en Catalunya que proclame la república socialista, como antesala de la revolución ibérica
El pueblo de Catalunya está escribiendo hoy una página heroica, determinado a decidir su destino pese a la brutal represión organizada desde el Estado por orden del gobierno franquista de Rajoy, que ha lanzado a sus perros de presa contra gente común inerme que solamente porta en su mano una papeleta impresa en casa para ir a votar. Ancianos indefensos han sido golpeados hasta hacerlos sangrar. Los heridos se cuentan por cientos, algunos de ellos muy graves. Pero la población sigue resistiendo valientemente en cientos de colegios electorales de toda Catalunya, donde hay colas kilométricas, y cientos de miles han podido ya votar.
Decenas de miles de personas estaban ya apostadas desde las 6 de la mañana en las puertas de los centros de votación de toda la comunidad –junto a miles que habían hecho guardia en su interior durante toda la noche– para defender las instalaciones del asalto policial y ejercer su derecho a votar.
La resistencia popular tuvo éxito en impedir, salvo unas pocas excepciones, el cierre de los centros de votación por parte de la policía autonómica, los mossos d’esquadra, que ya había anunciado que no recurriría a la represión para desalojar los centros de votación; por lo que el Estado decidió a partir de las 9 de la mañana enviar a las fuerzas policiales dependientes del Estado, policía y Guardia Civil, la mayor parte traídas de fuera de Catalunya en las semanas anteriores.
Imposibilitadas de cubrir toda la geografía catalana, las fuerzas policiales han concentrado la mayor parte de la represión en los puntos más visibles, en particular en las 4 capitales catalanas, y en otras poblaciones importantes, como Sabadell. Y también en los colegios donde iban a votar los principales representantes de la Generalitat, como el president Puigdemont o el vicepresident Junqueras, que finalmente pudieron hacerlo en otros colegios electorales. La policía no sólo ha recurrido a la cobarde represión porra en mano, también ha utilizado balas y pelotas de goma, que están prohibidas en Catalunya.
En algunos casos, la población ha conseguido repeler la acción represiva y ha conseguido mantener los centros de votación abiertos, tanto en colegios de Sabadell como de Barcelona. En puntos de Barcelona y Tarragona se han formado barricadas para impedir la penetración policial. En numerosos pueblos y ciudades del interior, los tractores de los payeses han bloqueado la entrada de los colegios electorales para dificultar la entrada de la policía. En varios centros de votación de Barcelona, los bomberos han formado un cordón de seguridad entre la gente y la policía, parta proteger a la primera.
La rabia y la indignación por la represión policial han estallado en todas partes. La gente ha respondido a la represión en algunos lugares con el lanzamiento de piedras y de objetos que se encontraban por la calle. Los gritos de “No pasarán” y “Las calles serán siempre nuestras”, así como el canto de “Els Segadors” se han oído en todas las concentraciones.
La jornada no ha terminado. La gente sigue yendo en masa a votar a los colegios electorales que siguen abiertos, mientras que la represión policial continúa. La consigna que se ha lanzado es que la gente no abandone los colegios después de votar sino que permanezca para impedir el asalto policial y asegurar el recuento de los votos.
Para sortear la retirada de las urnas y el cierre de colegios por parte de la policía, la Generalitat ha habilitado un censo electrónico para que cualquier persona pueda votar en cualquiera de los centros de votación que permanecen abiertos, pese a boicot en las telecomunicaciones de los técnicos de la Guardia Civil que tratan de impedir la transmisión telemática de los datos.
En algunos casos, los datos de votación se toman a mano e incluso se ha votado en la calle tras el cierre policial de algunos centros de votación. La determinación del pueblo es votar y hacerse oír a cualquier precio.
No cabe ninguna duda de que sin la violencia policial desnuda millones de catalanes habrían podido hoy votar y expresar su opinión sobre la independencia, que ahora es mayoritaria, pero la cobarde represión del Estado no impedirá al pueblo catalán decidir su destino.
Mientras miles de policías fuertemente pertrechados pegaban y maltrataban a vecinos pacíficos, decenas de fascistas campaban libremente por algunas zonas del centro de Barcelona con protección policial, haciendo ostentación de su impunidad. Ha habido algunas agresiones fascistas en Cornellà, Gavà y Girona a personas aisladas que se disponían a ir a votar.
Como era de esperar, el PP y su perrito faldero de Ciudadanos han apoyado sin reservas la represión, y el PSOE ha mantenido una posición vergonzosa culpando por igual a ambas partes, la Generalitat y el Gobierno de Rajoy. Numerosos alcaldes socialistas, contrarios a la votación, han sido increpados por vecinos airados.
Ada Colau, que guardó dos horas de cola para votar en su colegio llamó “cobarde” a Rajoy.
El ataque contra el pueblo catalán es un ataque contra la clase trabajadora y las fuerzas del progreso de todo el Estado. Si dejamos pasar esta represión impune, la arrogancia del aparato de Estado franquista se multiplicará en todas partes en defensa de sus privilegios, de sus corrupciones y de los negocios de la oligarquía española del IBEX35 y de las 100 grandes empresas del país, que son las inspiradoras de la política represiva contra el pueblo catalán.
La represión contra el pueblo catalán muestra la verdadera cara del régimen del 78 caduco y podrido, diseñado y sustentado en los intereses de las 200 familias oligárquicas que dominan el Estado español y que tienen como estandarte la corrupta monarquía borbónica. Esta gente tampoco dudará en lanzar sus perros de presa contra la clase trabajadora española para defender sus privilegios. Ahora más que nunca se demuestra el carácter reaccionario del nacionalismo españolista que sólo es una cobertura conveniente para la defensa y sostén de los mismos que organizaron el golpe fascista del 36, de los que sostuvieron la dictadura franquista y la represión de los años de la Transición, y de los grandes empresarios y banqueros que se han lucrado todos estos años con la crisis capitalista condenando a capas cada vez más amplias de las familias obreras a un futuro de precariedad e incertidumbre.
Ya se han convocado decenas de concentraciones de protesta en todo el Estado para la última hora de esta tarde. En Euskadi, algunas de estas concentraciones han tenido lugar ya al mediodía. Los dirigentes de Unidos Podemos que han condenado la represión en Catalunya deben llamar a participar en estas concentraciones, haciendo un llamamiento general a una participación masiva, y preparar nuevas respuestas y movilizaciones en los días siguientes.
El día 3 de octubre hay convocada una huelga general en Catalunya contra la represión del Estado español, convocada por CGT y sindicatos minoritarios. Sin duda, los acontecimientos de hoy habrán inflamado aún más la indignación y la rabia que estamos viendo en las calles. UGT y CCOO, las centrales sindicales mayoritarias en Catalunya, no pueden seguir jugando al avestruz. Deben sumarse a la huelga y asegurar la máxima participación.
En las últimas semanas, Catalunya se ha cubierto de una red de Comités de Defensa del Referéndum que ha sido vital para asegurar la ejemplar organización y participación en la jornada de hoy en muchas partes de la comunidad, y en Barcelona en particular.
El trabajo de estos comités no ha terminado. Podemos decir, incluso, que ahora empieza su verdadera labor. Hay que fortalecer estos comités y extenderlos a cada rincón de Catalunya, en cada barrio y pueblo, y coordinarlos entre sí. Su función debe ser, en primer lugar y de manera inmediata, asegurar la votación en las horas finales de hoy, así como el recuento del voto; en segundo lugar, preparar la huelga general del 3 de octubre para que alcance hasta el último lugar. Hay que visitar cada fábrica y empresa, celebrar asambleas en todos los centros de trabajo, debatir la situación y votar la huelga, formando también comités en cada empresa, oficina y escuela para organizarla en cada centro de trabajo. Como última tarea, los comités deberían convocar una asamblea nacional de representantes de los comités de toda Catalunya para el día 4 de octubre para hacer un balance de la movilización popular, del resultado del referéndum, y decidir los próximos pasos a seguir. La tarea debe ser garantizar que los comités se conviertan en la más exacta y completa representación popular de Catalunya, comenzando por la clase trabajadora que supone la mayoría aplastante del pueblo.
Los comités deben vincular la consecución de la república catalana con un programa de transformación social que asegure empleos y salarios decentes para todos; pensiones, educación y salud dignas, vivienda y derechos sociales que, hoy por hoy, son incompatibles con el dominio de la sociedad de los grandes empresarios y banqueros, españoles y catalanes, que juntos conforman la oligarquía del Estado español opresor.
La Generalitat ha quedado amputada en sus funciones y atribuciones por la liquidación de facto de las mismas por el gobierno central.
Los comités populares, que escapan al dominio de la Constitución y del régimen del 78, deben aspirar a agrupar y conseguir el apoyo de la mayoría de población catalana, comenzando por la clase trabajadora. Esto permitirá formar un verdadero gobierno del pueblo que esté capacitado para proclamar la república catalana, y dotarla de un carácter socialista, que asuma el control de los grandes empresas y bancos, instaure el control obrero en las mismas, y planifique los recursos para dar satisfacción a las necesidades sociales. Al mismo tiempo, este gobierno popular de Catalunya debería lanzar un llamamiento de solidaridad a la clase trabajadora del resto del Estado para que se movilice activamente para impedir cualquier amenaza y represión que prepare la derecha franquista española contra el pueblo catalán, y se le una contra el régimen del 78 e iniciar así el proceso de la revolución socialista ibérica.