Un hecho tras otro conduce al país a una crisis sin precedentes desde hace décadas. Sólo que esta vez todas las partes involucradas en las cúpulas, perdieron la cabeza y el control. Con razón los griegos decían que cuando los dioses quieren perder a alguien, primero lo vuelven loco. La espantosa crisis económica mundial y la incapacidad de los capitalistas para entenderla, por no hablar de cómo salir de ella, está centrifugando partidos e instituciones.
El Manifiesto Comunista explica que la burguesía tiene sólo dos formas de salir de la crisis: por el aumento de la explotación de los trabajadores y destruyendo fuerzas productivas. Eso es lo que toda la burguesía exige hoy pidiendo “reformas estructurales”.
Pero para eso, la burguesía, que declaró la guerra al proletariado, llegó a la conclusión de que precisa eliminar lo que considera un obstáculo en su camino. El Partido de los Trabajadores (PT) le ha servido bien en tiempos de paz, pero sólo le crea dificultades en tiempos de guerra.
El PT ha perdido la capacidad de controlar a las masas y de proporcionar “paz social”. Y es incapaz de poner en práctica todas las medidas que el capitalismo necesita depositar sobre las espaldas de las clases trabajadoras. Y sólo tienen que ofrecer a los trabajadores más privatizaciones, ahora de todas las empresas estatales (proyecto de ley S555, aprobado en el Senado el 16/03), congelamiento del salario, pérdida de derechos, y la Ley Antiterrorista que la presidente Dilma Rousseff firmó el mismo día que tomó posesión a Lula como ministro.
Sin embargo, una gran resistencia proletaria continúa en todo el país. Las huelgas de los maestros en varios estados, empleados municipales de muchas ciudades, luchas y movilizaciones, ocupación de fábricas en Sâo Paulo, muestran que la clase obrera está dispuesta para el combate. Lo que las limita son los dirigentes sindicales adaptados hasta la médula al capitalismo y al gobierno.
Hay una rabia latente en todo el pueblo y en contra de todo y de todos, y que puede explotar en cualquier momento. Y si los trabajadores y los jóvenes se preguntan “¿Qué va a pasar? ¿Van a detener a Lula?” es porque nadie les explica que hay otra vía, además del camino de la oposición de derechas y del camino del Gobierno, está el camino de la independencia de clase y la lucha por resolver con sus propias fuerzas lo que nadie va a hacer por ellos, abrir una tercera vía a golpes de movilización y organización contra el capital y todos sus representantes.
La crisis se precipita
En este contexto, la detención coercitiva de Lula para llevarlo a declarar por las acusaciones de corrupción en contra suya, realizada de manera flagrantemente abusiva y autoritaria, utilizada moral y políticamente para impulsar los actos del día 13/ de marzo por la oposición de derechas, inició un proceso de aceleración de la crisis política.
La revelación del contenido de la denuncia sobre corrupción de Delcídio, que no perdona a Dilma Rousseff, Lula, Aécio, Renan y Cuña, ni a los partidos PT, PMDB y al PSDB, involucra al conjunto de los dirigentes de las instituciones burguesas dominantes. Todas las instituciones de la Nueva República, del Estado burgués, se hunden en el barro. El sentimiento popular es justamente de repulsa contra todo esto.
La decisión estúpida desde el punto de vista político, tomada por Lula, Rousseff y la cúpula del PT, de hacer entrar a Lula en el gobierno, como ministro, causó una precipitación y agudización de la crisis política en todo el país, y especialmente en la burguesía.
La decisión de Lula es, por supuesto, la búsqueda de un aforamiento judicial privilegiado que lo aleje del juez Moro, que actúa arbitraria y políticamente con el fin no de limpiar el país de la corrupción, sino de disolver el gobierno y liquidar al PT como partido político. Fue una decisión estúpida políticamente porque busca con maniobras palaciegas escapar de lo que sólo puede resolverse políticamente, en la lucha política de clases y de masas. Lula, con su creencia en las instituciones burguesas, cree que puede ganar la guerra actuando en los pasillos con maniobras y estratagemas. Es lo que piensa también sobre cómo poder cambiar la situación económica, con habilidades personales y astucia. Al hacer esto sólo muestra su mediocridad política y su completa ignorancia de las leyes de la economía capitalista y su falta de fe en la clase obrera y en la lucha de clases. Es un hombre completamente ganado, ideológica y moralmente, por el capital, por su falsa democracia y sus instituciones podridas.
¿Qué es la Operación Lava Jato?
Esta operación política es una cruzada del poder judicial del Estado burgués para destruir las organizaciones a las que la burguesía no quiere reconocer el derecho a existir, y para criminalizar toda lucha social y la defensa de los derechos y las reivindicaciones. El Estado del juez Sergio Moro es el Estado totalitario y la aplicación de la ley sólo contra sus enemigos de clase. En el fondo se desvela lo que es la judicatura y lo que son las leyes hechas en la democracia de los capitalistas.
La Operación Lava Jato es un instrumento político de esta lucha contra las libertades democráticas, disfrazado de lucha contra la corrupción. La difusión de las grabaciones de comunicación telefónica entre Lula y Dilma (en la que ésta le propone ser ministro para garantizarse el aforamiento judicial) afrenta a la legalidad burguesa y muestra que el Estado y la sociedad de Moro es el mundo del Gran Hermano, el mundo totalitario descrito por George Orwell.
Por eso no se trata de “apoyar las investigaciones de corrupción”, porque no es de eso de lo que se trata. Como correctamente escribió Vladimir Safatle “No hay solidaridad posible con gobiernos, como los dos últimos (El está hablando de Henrique Cardoso y de Lula / Dilma, nota nuestra), que utilizaron sistemáticamente la corrupción del Estado y cuyos mayores operadores muestran signos de enriquecimiento ilícito.
Pero no habrá mundo peor que aquél en el que algunos son castigados por la corrupción, mientras que otros pueden corromper con impunidad.
Hasta ahora, es a este mundo al que está apuntando la Operación Lava Jato”. (http://www1.folha.uol.com.br/colunas/vladimirsafatle/2016/03/1748496-da-arte-de-sujar-o-que-se-lava-a-jato.shtml).
La corrupción extendida por todo el aparato del Estado, por todas las grandes empresas, por todos los partidos burgueses, el Congreso Nacional y el poder judicial, muestra un país llevado al caos por los capitalistas y sus servidores.
En el capitalismo no hay almuerzo gratis
El telón de fondo de esta crisis política es la crisis económica internacional y nacional. La mayor desde 1929 y no tiene fecha de finalización. La farsa del “Brasil blindado”, del supuesto floreciente Brasil capitalista en un mundo capitalista en crisis, así como el “Brasil, potencia mundial” que suplantaría a Alemania y el Reino Unido entre los grandes, terminó. Farsa y fraude que respiraron brevemente, sustentados por la entrega del país al capital internacional y por el endeudamiento generalizado personal, corporativo y público.
Las relaciones promiscuas de Lula y el PT con los contratistas y empresarios de todo tipo son relaciones corruptas hasta la médula e indignas de cualquier persona que se declare socialista o de izquierda, o incluso sólo de la clase obrera. El enriquecimiento personal a costa del esfuerzo que hicieron millones de trabajadores y jóvenes para construir el PT y para que Lula llegara a la presidencia es una bofetada en la cara de toda la clase. De ninguna manera estas personas pueden ser defendidas de los cargos de corrupción.
Es justa la declaración de Olivio Dutra cuando habla sobre las propiedades de Lula en Atibaia y el tríplex en la playa: “Quien ejerce cargos importantes sabe que los antiguos enemigos se convierten en amigos. Algunos siguen siendo amigos porque siguen pensando que puedes ejercer influencia. Se aproximan, hacen gestos, buscan llevarte a una fiesta, a un cóctel, a un viaje. Nada de esto es gratis, todo es parte de la política del trampolín. Así que debes tener la mosca detrás de la oreja. Lula no tiene nada de ingenuo”. (http://politica.estadao.com.br/noticias/geral,quero-que-o-pt-saia-da-inhaca-em-que-se-meteu,10000019744). Como se sabe, en el capitalismo nada es gratis. “No existe almuerzo gratis”, dijo Alan Greenspan, ex presidente de la Fed.
Las manifestaciones y la falsa “Operación Manos Limpias” de Sergio Moro
La operación de divulgación de la conversación telefónica entre la presidente del país y de Lula, y el anuncio de su nombramiento, fue la señal para que el grupo mediático Globo y toda la prensa burguesa (radio, televisión y prensa) llamara a convocar manifestaciones el 16 de marzo, así como el 17. La situación se precipita.
Pero a estas manifestaciones no asistieron las masas. El 16 de marzo, el perfil de los manifestantes ofrecido por la encuesta de Data Folha es absolutamente claro. Predominantemente eran manifestantes de la pequeñaburguesía alta y media, convocados por el capital, por las grandes empresas, los partidos de oposición de derecha y los medios de comunicación. Ellos reunieron allí a “su gente”. El punto de encuentro y el escenario estaban en la Avenida Paulista, junto al edificio de la sede de la patronal, la FIESP. Y eso lo dice todo.
En las manifestaciones del 16 y 17 de marzo asistieron solamente pequeños grupos enfurecidos contra el gobierno y pequeños grupos defensores del gobierno. Ni uno ni otro representaban grandes masas. Y, mucho menos ninguno de ellos tiene el poder de convocar a las masas trabajadoras que siguen toda la situación entre asqueadas y desconfiadas. Ni el gobierno ni la oposición aparecen como una solución para los trabajadores y la juventud.
El hecho de que Alckmin, Aecio, Marta Suplicy, el Secretario de Seguridad de Sâo Paulo, los diputados de la oposición en Brasilia, todos fueran echados de las manifestaciones es muy significativo. La mayoría de la gente ya no soporta a ninguno de los políticos y sus partidos. Consideran a todos corruptos, perdidos e irrecuperables.
El hecho más significativo de todas las manifestaciones del año hasta ahora es la aparición de un creciente apoyo al juez Moro, como un salvavidas para los sectores que están en contra del gobierno, y que puede convertirse en un fenómeno popular si este farsante no se destruye solo antes.
El fraude político armado y todas las acciones de Moro son una repetición de lo que se hizo en la Operación Manos Limpias en Italia. Frente al fracaso general de las instituciones, las masas sin salida pueden agarrarse a un héroe del aparato judicial “neutral” y “apolítico”. El resultado de eso también sería una farsa política y terminaría en la tragicomedia como terminó en Italia. La Operación Manos Limpias, en Italia, dio lugar a Berlusconi y Beppe Grillo. No hay una solución política sin la lucha política entre las clases expresadas en los partidos y programas, por más confusos que sean.
La mayoría de la burguesía está alineada contra el gobierno
Desesperada con la incapacidad y parálisis del gobierno, la mayoría de la burguesía brasileña decidió terminar con el gobierno de Dilma mediante acciones legales, procesos de destitución (Impeachment) o el juicio político. Este es el cambio central de la situación. Este gobierno que cada día más se auto desmoraliza aún tiene que luchar para sobrevivir y su futuro no es brillante. Todas las principales organizaciones de empresarios claman por la destitución y el juicio político de Dilma Roussef.
Los gritos de “¡Golpe, Golpe!” son la defensa de este gobierno, que se apoya internamente en la “legalidad democrática” de ser un gobierno elegido. Resulta que esto poco o nada tiene que ver con la democracia. Un gobierno que tiene un 11% de apoyo debería haber desaparecido según el mandato democrático. Y tiene un 11% como resultado de un fraude electoral flagrante cometido abiertamente al traicionar su programa de gobierno. A la mayoría del pueblo le gustaría deshacerse de este gobierno inmediatamente. Sólo que no tiene nada que poner en su lugar y por eso está paralizado. La oposición no tiene su confianza.
Un gobierno en minoría entre las masas, en minoría en el Congreso, no puede alegar golpe si su mandato es interrumpido. No es democracia quedarse cuatro años gobernando en la situación en la que está el gobierno Dilma/Lula. Las reglas de la democracia burguesa, establecidas por la burguesía, sólo son un fetiche para los propios burgueses. Pero aún así cuando es necesario las ignoran por completo y no tienen escrúpulos. Los único que mueren obsesionados por ellas son los reformistas.
Un golpe tiene el significado de que una minoría derroca a los representantes de la mayoría. Si la mayoría, o sus representantes, derriban a los representantes de la minoría, eso no es un golpe, es la revolución. En este momento ni uno ni otra existen en Brasil.
Este Congreso de corruptos tampoco tiene ninguna legitimidad popular para derrocar a un gobierno en nombre de la mayoría, que ellos no representan, ni en nombre de la democracia ni de la lucha contra la corrupción.
No hay golpe de estado, por lo tanto, en curso en el país, sino una profundización brutal de la crisis política que camina hacia la caída del gobierno y su sustitución por otro también frágil y en crisis. Ni el gobierno ni la oposición de derecha, representan la mayoría del `pueblo. El pueblo no tiene representación política a la que aferrarse. Tendrá que construirla a duras penas.
La Esquerda Marxista cree que está descartada hoy la posibilidad de un golpe de tipo militar. Las fuerzas armadas no tienen cohesión para eso, esta no es la política del capital internacional, y un intento de golpe militar podría dividir a las fuerzas armadas, que no tienen buena memoria sobre cómo el gobierno de Henrique Cardoso trataba a las propias fuerzas armadas (los recortes presupuestarios, la chatarra, etc.).
Y no hay en Brasil otra fuerza reaccionaria estructurada a nivel nacional capaz de reemplazar el ejército y dar un golpe al estilo militar o fascista. Y no hay ninguna base social para un partido fascista en el mundo de hoy. Los partidos de extrema derecha pueden surgir, pero como partidos parlamentarios de derecha. El fascismo es otra cosa, una fuerza fascista extraparlamentaria de ataque contra la clase obrera y sus organizaciones.
Los grupos anónimos que actúan en la oscuridad y atacan la sede de la central sindical CUT, de la UNE y los directorios del PT son grupos ultraminoritarios e impotentes. Son grupos desesperados cuya fuerza y valor sólo les permite actuar en la oscuridad y lo hacen porque los líderes sindicales y políticos de la izquierda no organizan la defensa con los métodos proletarios, sino que le piden al fiscal y a la policía que les proteja, mostrando todas sus ilusiones en el sistema y desarmando a los trabajadores. Necesitamos que la CUT, la CTB, el Conlutas y la Intersindical, todos los sindicatos y movimientos sociales, articulen y organicen los métodos proletarios de defensa unitaria, Comités de vigilancia y defensa, basados en trabajadores organizados políticamente.
La salida de los trabajadores y de la juventud
Así, todo se reduce a un juego de brazos entre tres poderes corroídos por la corrupción y por la incapacidad de proporcionar una salida para el país, excepto la austeridad y el ajuste. Un gobierno burgués después de la destitución o del juicio político de Dilma sería un gobierno igual de débil o más que el anterior.
Esa es la razón por la que la Esquerda Marxista, aunque no apoya al gobierno y lucha contra su política, no apoya ningún proceso de destitución ni juicio político contra él. Preferimos que todas estas facciones que combaten en las cúpulas sigan paralizadas, batallando y desmoralizándose políticamente, mientras que los trabajadores se recomponen del golpe dado por el PT y obligan a los sindicatos y a las organizaciones populares a colocarse en línea de unidad de batalla contra la política de ajuste y en ruptura con el capital, abriendo así un camino para el establecimiento de una Asamblea Popular Nacional Constituyente, un Gobierno de los Trabajadores, y la adopción de todas las medidas revolucionarias necesarias contra los capitalistas nativos e internacionales.
Reiteramos: la Esquerda Marxista está en la calle y en la lucha con los trabajadores y por lo tanto no tiene nada que ver con los actos del día 18 de marzo que defienden a Lula o a este gobierno. Si Lula y el PT quieren el apoyo de las masas lo que necesita antes es retirar todas las medidas que atacan a los trabajadores antes de la Marcha de protesta contra ellas prevista para el 31 de marzo. Deben romper con el capital y estar dispuestos a gobernar con las masas y satisfacer las demandas populares. Esto requiere, antes que nada, romper con el pago de las monstruosas deudas interna y externa, controladas por el capital financiero. ¡El dinero está ahí!
Vamos a estar el día 31 en Brasilia con nuestras banderas, por la construcción de una salida a la situación actual, que no tiene nada que ver con la derecha ni con los reformistas desmoralizados. La clase va a encontrar un camino político para su resistencia como está haciendo, de una forma u otra, en todo el mundo. Y un día va a terminar con la corrupción, ¡poniendo toda la economía bajo el control colectivo de los trabajadores!
Nuestra lucha es contra la reforma de las pensiones, en contra del ajuste fiscal, por el no pago de la deuda interna y externa, por la estabilidad en el empleo, por una Asamblea Popular Nacional Constituyente y un Gobierno de los Trabajadores.
17 de marzo de 2016