Bolivia: No al referéndum separatista ni a la especulación alimentaria

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La coyuntura actual esta dominada por la inflación creciente y la arremetida de la derecha. El dialogo impulsado por el MAS y el gobierno con la oposición ha fracasado estrepitosamente. El sabotaje económico se extiende por todo el país, junto con la amenaza separatista del Oriente, impulsada por la oligarquía. La coyuntura actual esta dominada por la inflación creciente y la arremetida de la derecha. El dialogo impulsado por el MAS y el gobierno con la oposición ha fracasado estrepitosamente. El sabotaje económico se extiende por todo el país, junto con la amenaza separatista del Oriente, impulsada por la oligarquía.
El llamado “diálogo” ha fortalecido a la derecha y a la oligarquía, que hizo inviable la nueva Constitución y ganó apoyo en Departamentos donde antes era débil.

La inflación, que podría llegar al 20% a fines del año, está promovida por los grandes empresarios y apunta a erosionar el apoyo al gobierno en las ciudades. Ante el aumento del precio del aceite, el gobierno prohibió las exportaciones, pero la oligarquía responde con más sabotaje económico.

De nada sirve que Evo Morales haya declarado recientemente: “Si queremos salvar de verdad al planeta, hay que exterminar al sistema capitalista”, cuando estas declaraciones no van acompañadas de medidas concretas para terminar con el poder económico de los capitalistas bolivianos y las multinacionales extranjeras.

Para combatir esta embestida se necesita organizar a los que sufren la inflación y piden pan, agua y leche. Estos no son la clase media, sino los trabajadores asalariados y el pueblo pobre. Las organizaciones populares señalan el camino: la central campesina CSUTCB, los gremiales (cuentapropistas), asociaciones vecinales y los mineros están demandando la nacionalización de las empresas productoras de alimentos. Esta es la única vía realista para combatir la inflación y desarmar de una vez a estos lacayos del imperialismo. La central sindical, la COB, debe llamar a luchar por esto, junto a las organizaciones populares.

Mientras que el gobierno busca el diálogo, el 4 de mayo está convocado el referéndum autonomista en varios departamentos, promovido unilateralmente por las oligarquías del Oriente.

La oligarquía está dispuesta a destrozar Bolivia antes que perder el control del país. El Estatuto Autonómico en Santa Cruz es claro: dice que los oligarcas y los industriales son los que deciden en materia de tierra, territorio, recursos naturales, educación. Ellos deciden quién tiene la propiedad en Santa Cruz (Art.3).

La oligarquía pretende operar como un Estado paralelo en las zonas que controla, al día siguiente del referéndum, para entregar las riquezas del país a las multinacionales y el imperialismo, y tiene sus propias bandas armadas. El desafío es muy serio.

Lamentablemente, ante el llamado de la Central Obrera Departamental de Santa Cruz para organizar una marcha nacional a Santa Cruz para el 1º de mayo para detener este proceso, el gobierno y el MAS se opusieron diciendo que era contraproducente. La única respuesta de Evo Morales al desafío oligárquico ha sido declarar que el referéndum sólo es “un sondeo de opinión sin mucha importancia”, impulsado “por algunos grupos”. Esto es un gravísimo error.

Hay que lanzar una movilización masiva en Santa Cruz y en todo el país, comenzando con una huelga general bien organizada, con marchas masivas y ocupaciones de empresas y latifundios. Habría que organizar milicias obreras y campesinas en estrecho contacto con los soldados, que son hijos de obreros y campesinos. Los soldados deberían elegir a sus oficiales y el gobierno debe purgar el ejército de oficiales reaccionarios.

Sólo si la burguesía ve a la clase obrera y a los campesinos pobres en disposición de luchar hasta el final detendría sus planes separatistas y contrarrevolucionarios, lo que a su vez crearía las condiciones objetivas más favorables para un nuevo auge revolucionario que avance hacia la expropiación de la oligarquía con el mínimo de sacrificios.

La clase trabajadora y el campesinado de Bolivia no han sufrido ninguna derrota en los últimos años, y reaccionarán antes que permitir el triunfo de la contrarrevolución. Como otras veces en la historia, a veces la revolución necesita del látigo de la contrarrevolución.