El referéndum revocatorio del 10 de agosto ha sido la enésima manifestación de fuerza y gran combatividad de las masas bolivianas. Ha demostrado que los trabajadores y campesinos de Bolivia no están dispuestos a perder lo que ganaron con su lucha a partir de la Guerra del Agua, más bien lo contrario, siguen alimentando grandes expectativas de cambio y una gran confianza en su fuerza que les viene de no haber sufrido hasta hoy, a lo largo de todo este proceso revolucionario, ninguna derrota decisiva.
Los resultados del referéndum revocatorio
El referéndum revocatorio del 10 de agosto ha sido la enésima manifestación de fuerza y gran combatividad de las masas bolivianas. Ha demostrado que los trabajadores y campesinos de Bolivia no están dispuestos a perder lo que ganaron con su lucha a partir de la Guerra del Agua, más bien lo contrario, siguen alimentando grandes expectativas de cambio y una gran confianza en su fuerza que les viene de no haber sufrido hasta hoy, a lo largo de todo este proceso revolucionario, ninguna derrota decisiva.
El resultado en las urnas así como una vez más la maravillosa resistencia contra las hordas fascistas en el Plan 3.000 cruceño y la radicalidad expresada en las resoluciones del Consejo Nacional por el Cambio (CONALCAM), demuestran que las arremetidas y la osadía de la derecha sólo han provocado una agudización de la polarización de clase y esclarecido los términos de la inevitable confrontación. Demuestra además que la derecha y la burguesía nacional sólo han podido sobrevivir, revivir y representar un estorbo con el apoyo del imperialismo y por la política conciliadora y de concertación del gobierno. El referéndum revocatorio y dos años de experiencia entre saboteo político y económico en todos los sectores productivos, demuestran que los terratenientes, los empresarios bolivianos y el imperialismo son profundamente minoritarios en la sociedad, es decir, son enemigos pero no contraparte legitima en el diálogo sobre el cambio, y no juegan ningún papel progresista en el desarrollo económico del país.
La derecha mantiene una fuerza muy relativa en el oriente del país, gracias principalmente a la estructura feudal de la propiedad agraria, la proximidad con el narcotráfico en la zona amazónica y al apoyo de la clase media urbana en Santa Cruz, Tarija y, parcialmente, Chuquisaca. Pero la caída de votos que registra en estas mismas zonas demuestra que no es deteniendo o aguando el proceso revolucionario como se puede restar votos a la derecha en este sector de la sociedad.
El gobierno ha marchado decidido hacia el referéndum revocatorio pese a las amenazas de la oposición y esto ha tenido un efecto sobre la inestabilidad de la clase media. Como señala justamente un estudio de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), las clases medias continentales, y no sólo, viven un proceso de progresiva pauperización determinado en última instancia por las mismas políticas de privatización, contención del gasto público, contracción salarial y precariedad laboral que han afectado la sociedad en su conjunto y precipitado la clase media hacia la inseguridad. Es por esta razón que la oligarquía ha abanderado el tema de la autonomía con su mensaje tranquilizador sobre la autosuficiencia y la capacidad de desarrollo independiente de las regiones del oriente, mensaje amplificado por las referencias a un supuesto socialismo democrático que contiene lo contrario, como se lee en los estatutos autonómicos, rasgos de corporativismo fascista y un nuevo pacto social basado en la explotación del proletariado y del campesinado.
Por esto reiteramos: el camino hacia el referéndum revocatorio y sus mismos resultados demuestran que se puede anular el apoyo de la clase media y a la oligarquía sólo avanzando de manera decidida en el proceso de cambio y con una visión general del desarrollo y una política económica y social orientada al área urbana del país, una política de "pan, trabajo y vivienda", como reivindican los fabriles en Cochabamba. Dentro del actual contexto en el cual el saboteo productivo hace de Bolivia el tercer país con la tasa más alta de inflación con Venezuela y Nicaragua, y el aparato estatal sigue todavía en mano de la derecha, esta política pasa por retomar el camino de la Agenda de Octubre, pasa por quitar las palancas de la economía y del Estado a la oligarquía, a toda la derecha y al imperialismo, sin ilusiones en su papel desarrollador.
El reto del referéndum constitucional
Por lo antedicho, desde la Corriente Marxista Internacional hemos saludado favorablemente y como un indudable acierto el Decreto Supremo que convocaba al referéndum constitucional. El gobierno ha demostrado que empieza a moverse de manera más firme bajo la presión de su base social, de la clase trabajadora y del campesinado movilizado, como señala la convicción manifestada por Evo Morales que desde hoy el verdadero observador de cualquier diálogo es el pueblo. Nos comprometemos y llamamos el proletariado organizado y todo el movimiento popular a la defensa intransigente de la convocatoria al referéndum constitucional, frente a cualquier intento de sabotearlo y a cualquiera desviación hacia un diálogo que pueda cuestionarlo, venga de donde venga.
La historia reciente y pasada de la lucha de liberación y emancipación del proletariado y del campesinado nacional e internacional, nos enseña que no serán las leyes en sí las que puedan llevar a cabo y realizar el cambio, sino la correlación de fuerzas en la sociedad y el desarrollo de la lucha de clases. Por esto nos comprometemos a participar en la batalla para su definitiva aprobación e invitamos a todo el movimiento obrero, campesino y popular, a entrar en esta batalla con toda su energía, sin esconder el hecho que para nosotros esta nueva CPE es mejorable, como cualquier cosa, y tiene que ser profundizada hacia la construcción del socialismo.
La nueva CPE contiene, al lado de ilusiones en la propiedad privada como factor de desarrollo, una serie de declaraciones y principios de gran magnitud y valor, como el establecer la universalidad del derecho a la salud, la jubilación y la educación, además la declaración de inalienabilidad de los recursos naturales. Contiene además una visión de inclusión social fundamental en un país donde el racismo rastrero margina a amplias capas de la población. Pero ni siquiera estos principios podrán cumplirse sin la amplia participación popular y, sobre todo, sin derrotar definitivamente a la oligarquía, la burguesía nacional y el imperialismo. Derrotar de nuevo a la derecha en primer lugar en la batalla para una ley que convoque al referéndum constitucional y luego en el voto mismo debe ser la premisa para completar el proceso revolucionario.
Además del referéndum para aprobar la nueva CPE se nos convoca también a votar algo importante que está en el fondo de la contienda: la tenencia de la tierra. Reducir a 5.000 ó 10.000 hectáreas la superficie máxima consentida al latifundio es asestarle un duro golpe a la estructura agrario-financiera del capitalismo boliviano y a la oposición asentada en el oriente. El contenido verdadero de la desobediencia civil y de las medidas de hecho amenazadas por la oposición y los cívicos de oriente es la defensa de la actual estructura de tenencia y explotación de la tierra, que se basa en la especulación y el cultivo extensivo de baja inversión, orientado a la exportación, con relaciones laborales semifeudales y de servidumbre, con la consecuencia que Bolivia no tiene todavía autosuficiencia alimenticia pese a la extensión de su superficie cultivable.
En cuanto a las opciones a elegir en el referéndum, nuestra posición y nuestra campaña será por reducir a las 5.000 hectáreas la extensión máxima del latifundio, con la consigna "más tierra para repartir, menos poder a la oligarquía". Dentro de las opciones dadas la reducción al mínimo de la extensión del latifundio es simbólicamente una derrota aún más dura para la oligarquía, pero al mismo tiempo es una forma de poner en toda su complejidad la cuestión agraria y reducir la capacidad competitiva de la burguesía agraria y su posibilidad de replantearse en un papel monopolista, aunque de manera subrepticia. De hecho, desmembrar el latifundio es una condición indispensable para una verdadera revolución agraria, aunque de por sí no sería suficiente si a la capacidad productiva de la agroindustria oriental no se le opone una igual mecanización del campo fomentada por el desarrollo industrial y si se mantiene la propiedad privada de la tierra (que genera minifundio) y el papel del capital y de la intermediación imperialista en el ciclo agroindustrial, desde la provisión de semilla hasta la transformación y comercialización del producto final. El simple reparto de la tierra entonces no podrá resolver la cuestión agraria, porque seguirá existiendo el campesinado, dependiendo y en competencia con la capacidad tecnológica del sector agroindustrial nacional e internacional, como la misma reforma del 1953 demuestra.
Para impedir nuevas formas de mercantilización de la tierra, nuevas formas de dependencia del campesinado y la conformación de nuevos ricos y nuevas desigualdades sociales, así como para revitalizar y reorientar la producción agrícola e impedir que la fragmentación del latifundio de corte industrial conlleve a una caída en la producción y en la productividad del campo es imprescindible favorecer formas de propiedad colectiva, como el ayllu, que gocen de todas las facilitaciones, es decir crédito, maquinarias e insumos.
¿Dónde puede llevarnos la batalla por el referéndum constitucional?
El referéndum y, consecuentemente, la misma nueva CPE afecta intereses muy fuertes, los intereses de ganaderos, de los barones de la soya y de sus amos y socios imperialistas, y en general de toda la parásita burguesía nacional. La resistencia de estos sectores es ya, y seguirá siendo, violenta: defenderán con todos los medios su visión patrimonial sobre la tierra y en consecuencia el Estado. Frente a su reacción el movimiento obrero organizado y el campesinado deben unir esfuerzos en esta batalla común, porque esta batalla puede llevar a su profundización, a la expropiación de estas subversivas elites de poder.
Las asambleas populares y los comités de defensa deben ser los lugares donde se forje esta alianza entre los sectores explotados y al mismo tiempo se prepara la batalla contra la derecha, cualquier forma esta asuma. Proponemos la conformación de estas asambleas o comités y nos comprometemos a participar a los que eventualmente se conformen trabajando a la difusión de las ideas del socialismo y del marxismo.
Para que la lucha a brazo torcido que ahora vivimos represente el punto de inflexión y profundización socialista del proceso es necesario que la COB organice estas estructuras de base para salirse del aislamiento producido por las consecuencias de su huelga general convocada de manera inoportuna por su dirección a unos días del revocatorio, cuando fuerte era la posibilidad de ser identificados con la derecha. Es necesario que ahora la COB llame a la huelga general indefinida en contra de la derecha, que paralice las actividades económicas del bloque de poder burgués profundizando aún más sus evidentes divisiones y para proponer la clase trabajadora del país como único interlocutor válido dentro del dialogo para la nueva CPE.
Se presenta frente al movimiento obrero organizado una nueva ocasión de recuperar la confianza de las masas populares y la dirección política del proceso revolucionario. La clase trabajadora organizada, por oponerse a la propiedad privada de los medios de producción industrial, juega y jugará el papel decisivo en el proceso revolucionario, siempre y cuando pero sepa combatir y organizar la batalla del campesinado, ganar su confianza, empujando todo el proceso hacia avances más profundos y duraderos.
Caso contrario, si todo queda circunscrito a procesos electorales, queda claro que la derecha puede y tiene que salir derrotada por el apoyo y la lucha activa en defensa de la nueva CPE, pero no será definitivamente vencida. Como señala también un estudio de la Fundación Tierra, y como nosotros mismos analizábamos en nuestro documento fundacional, es el sector bancario el que logra la integración de esta neo-oligarquía cruceña, compuesta por un centenar de familias más o menos vinculadas entre ellas… que han diversificado sus actividades … en el comercio de importación, la construcción, la industria, los servicios. En otras palabras la burguesía nacional explotadora-hambreadora mantiene su firme control sobre todas las actividades productivas, el crédito etc.
Así como el imperialismo ha ido reduciendo sus inversiones en materia de hidrocarburos, con el propósito de alimentar la inflación y el desabastecimiento de combustible, de la misma manera la burguesía nacional seguirá utilizando como arma apuntada al cambio las palancas de la economía hasta que no sean expropiadas las grandes industrias, inclusive minera, y los bancos. Es un escenario que ya vivimos en el proceso revolucionario venezolano: la burguesía nacional desarmada políticamente recorre a medios engañosos de saboteo económico, que al mismo tiempo le permiten ejercer presión en un sector de derecha de la burocracia del propio PSUV, el cual se encarga de minar y detener desde adentro la avanzada y las conquistas revolucionarias.
Estos peligros son ya evidentes dentro del proceso boliviano. La COR de El Alto antes, y la CSUTCB ahora; es decir, dos organizaciones de vanguardia en la lucha, van cuestionando la presencia en el gobierno de ministros que no están ninguna manera comprometidos con la lucha por el cambio. Es además notorio el papel nefasto de varias ONGs en defender el carácter puramente democrático – cultural del proceso, así como la presencia en posiciones dirigentes en el MAS de varios tránsfugas de partidos de derecha, los mismos involucrados por todo lado en fenómenos de corrupción, como informa el mismo gobierno. Están sentadas todas las condiciones para que la derecha intente servirse de estos sectores como su "quinta columna" dentro del proceso de cambio, para tergiversarlo y progresivamente tumbarlo.
Además, sin una visión dialéctica de la sociedad es posible que se haga espacio la idea que el proceso de cambio puede sólo avanzar. Por el contrario, como el referéndum constitucional venezolano del pasado diciembre nos enseña, mientras la burguesía nacional y el imperialismo siguán manteniendo en sus manos las palancas de la economía y del aparato estatal, ninguna victoria es duradera, más bien la derrota permanece posible en la forma del cansancio y de la decepción de las masas hoy movilizadas. Nuestra lucha para el socialismo, que es la expropiación de la burguesía y del imperialismo y el control democrático de los trabajadores y campesinos sobre la economía y el Estado, es entonces la lucha misma para la defensa de este proceso.
Debemos, finalmente, prestar la máxima atención a cuanto se agita dentro del MAS, porque si el centro de la contienda se mueve definitivamente adentro de este partido nuestra tarea podrá ser la participación con nuestro análisis y perspectivas en esta batalla.