La crisis capitalista mundial continua y sus reflejos políticos están a la vista; El bombardeo de Trump a Siria y Afganistán como afrenta a Rusia, las tensiones militares en Corea, la activación del artículo 50 del tratado de Lisboa que da estatus legal al Brexit e incluso el fenómeno Melenchon en Francia son los últimos acontecimientos que han recorrido el mundo.
En la región se ha expresado en la crisis política en Paraguay y Venezuela y en Argentina se ha expresado en las masivas movilizaciones de masas que hemos visto desde fines de febrero hasta principios de abril.
Los reflejos económicos de la crisis se traducen en caída de las exportaciones, aumento del desempleo, aumento del déficit fiscal, caída del consumo y la industria.
El capitalismo argentino sufre en carne propia las consecuencias de la crisis de sobreproducción mundial con violencia, por ser este un capitalismo débil, atrasado y firmemente soldado al mercado mundial.
La burguesía argentina esta reconfigurando el Estado de acuerdo sus propias necesidades. Aquella facción burguesa que opero bajo la lógica neoliberal en los 90 y que junto a la dictadura militar de 1976 dirigió el desmantelamiento del aparato productivo hoy se encuentra gobernando. Macri representa a los sectores más rancios de la burguesía.
Los trabajadores a las calles
El hartazgo a la ofensiva de los capitalistas que se traduce en un ajuste a las condiciones de vida de la clase trabajadora ha quedado expresado en las desbordantes movilizaciones que acompañaron el último periodo. Habría que remontarse a las épocas del Argentinazo para ver tal grado de movilización social.
Así vimos la movilización de maestros que el 6 de marzo puso en la calle a miles trabajadores de la educación, el día 7 una multitud de 400.000 trabajadores enrolados en las centrales sindicales inundaron la ciudad de Buenos Aires y el paro de mujeres que el 8 de marzo movilizo 300.000 personas a la Plaza de Mayo.
Pero esto no termina aquí, el día 22 en el marco de la Marcha Federal Educativa 400.000 docentes de todo el país marcharon contra los recortes en la educación pública.
La mayor movilización tuvo lugar el 24 de marzo en el aniversario del golpe militar del 76 cuando un millón de personas desbordaron las calles de Buenos Aires. También durante marzo vimos varias movilizaciones y cortes de calle de piqueteros y organizaciones sociales.
Y llegamos al pico más alto el 6 de abril con un paro general que tuvo un acatamiento del 90% paralizando toda la Argentina.
La burocracia sindical desbordada
Un hecho a destacar es que el paro general fue arrancado a la burocracia sindical que se resistía a convocar la medida de fuerza.
En un hecho sin precedentes el 7 de abril en movilización sindical los jefes de la CGT debieron huir ante la ira de los trabajadores que gritaban a viva voz por un paro general que la burocracia se negaba a convocar.
Los trabajadores cuando entendieron que los jefes sindicales no iban a poner fecha al paro se subieron al escenario, arrancaron el atril histórico desde el que alguna vez hablo Perón e interrumpieron el acto exigiendo una huelga.
Los dirigentes sindicales debieron ser sacados del lugar por la custodia entre insultos, golpes de puño y botellazos, al punto que algunos de ellos debieron esconderse en edificios cercanos para no ser alcanzados por el enojo popular.
Uno de los lideres fue bajado del auto en el que escapaba y fue corrido y golpeado durante varias cuadras mientras le gritaban: “Llamen al paro” “Pone la fecha”.
Ante semejante presión la burocracia se vio obligada días después a convocar al paro del 6 de abril.
Días antes del paro Carlos Acuña, líder de la CGT declaro: “El paro nacional no es contra nadie, es un desahogo”
Esto deja en claro que es la propia burocracia sindical la que esta sosteniendo la gobernabilidad tratando de contener a los trabajadores intentando maniatar las luchas obreras.
Estos hechos reflejan la gran presión que hay por la base para luchar y poner un freno a los ajustes que el macrismo lleva adelante.
La hipótesis que debemos barajar es el de un enfrentamiento abierto en las calles entre los trabajadores y el pueblo pobre contra el gobierno macrista y el imperialismo.
La salida represiva del gobierno
Luego de que el 1ro de abril una movilización compuesta por la pequeña burguesía de la sociedad, que según la policía macrista fue de 25.000 personas, el gobierno se ha envalentonado. Esto fue posible debido a la operación mediática de manipulación que transformo esa discreta movilización de apoyo en una movilización de masas fervorosas que se encolumnaron tras el gobierno de CAMBIEMOS.
Con este nuevo aire el gobierno decidió dar rienda suelta a la represión abierta.
Así vimos el desalojo con palos y escudos en la Panamericana en el marco del paro general del 6 de abril, el día 7 se reprimió con gas pimienta a los docentes que intentaban montar una carpa de protesta en la plaza del Congreso y el 9 de abril la fabrica ocupada de AGR-Clarín fue desalojada con armas largas y ametralladoras.
En los últimos días la policía ingresó ilegalmente a la Facultad de Ciencias Agrarias en Jujuy y se llevó detenidos a estudiantes del Centro de Estudiantes. Y en la Ciudad de Buenos Aires las autoridades denunciaron el ingreso de policías armados al colegio Mariano Acosta para amenazar a los estudiantes que se solidarizaban con la lucha salarial de sus maestros.
A todo esto se suma la compra de material represivo por parte del gobierno, y que incluye armas Taser (descargas eléctricas) hasta un “Tanque antipiquetes”.
Esto nos muestra que el gobierno va a llevar adelante el ajuste de la burguesía con el garrote en la mano. Es tarea de las organizaciones políticas que están en las calles comenzar a discutir y diagramar medidas de autodefensa para proteger a los compañeros.
La crisis de dirección
Como hemos visto el enorme descontento se ha manifestado en la enorme predisposición de las masas a luchar. Pero el movimiento se encuentra atravesando una crisis de dirección.
Por un lado la dirigencia del kirchnerismo se ha subordinado a la institucionalidad y el respeto a la democracia burguesa, en la perspectiva de ganar algunos puestos en el parlamento en octubre de este año y acomodarse con vistas a las elecciones presidenciales del 2019.
Esta táctica lo que ha producido es una parálisis en las organizaciones de base del kirchnerismo que han abandonado la lucha en las calles y hoy se encuentran en una encrucijada. O bajan las banderas antiimperialistas del “patria o buitres” y se consagran en la práctica como garantes del ajuste de Macri al atarse a la institucionalidad o rompen con la apuesta policlasista y dan la batalla en las calles con una perspectiva de clase. Los hechos serán testigo implacable del camino que estas organizaciones tomen.
Por otro lado la izquierda cumple un importante papel al organizar a los trabajadores contra los despidos y ayudando a luchar y visibilizar los conflictos obreros.
Pero a nivel político mantiene su política autoproclamatoria haciendo un cliché de la independencia de clase.
Creemos que estos compañeros deben militar por la unidad con aquellos sectores obreros y juveniles que aun mantienen expectativas en direcciones políticas ajenas al movimiento de masas y sus intereses inmediatos e históricos en la perspectiva de ayudar a poner en pie una herramienta política de masas, que sirva para luchar contra los patrones y los capitalistas. Es decir un Partido de los Trabajadores.
Acontecimientos vibrantes están teniendo lugar en el país, la lucha de clases se está agudizando. La Argentina ha conocido en el pasado heroicas y bravas huelgas generales, que forjaron la conciencia de la clase obrera, es momento de retomar esas tradiciones de lucha y enfrentar abiertamente a los capitalistas y señalarlos como los principales enemigos de los trabajadores.