¡Alto a la masacre en Haití!

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Cuando se habla de Haití, gran parte de los brasileños inmediatamente recuerda la canción de Gil y Caetano que hace la analogía: "¡Haití está aquí!" Pero pocos saben que hace más de cuatro años tal analogía se ha vuelto terriblemente cada vez más real. No es que Brasil tenga más parecido -del que ya tiene en algunos aspectos y en ciertas regiones- con Haití. Pero sí que, en los barrios de Haití, como en los de Brasil, hombres, mujeres y niños han sido alcanzados por tiros perdidos -y otros no tan "perdidos"- disparados por armas en manos de un agente común: ¡el soldado brasileño!

Cuando se habla de Haití, gran parte de los brasileños inmediatamente recuerda la canción de Gil y Caetano que hace la analogía: "¡Haití está aquí!" Pero pocos saben que hace más de cuatro años tal analogía se ha vuelto terriblemente cada vez más real. No es que Brasil tenga más parecido -del que ya tiene en algunos aspectos y en ciertas regiones- con Haití. Pero sí que, en los barrios de Haití, como en los de Brasil, hombres, mujeres y niños han sido alcanzados por tiros perdidos -y otros no tan "perdidos"- disparados por armas en manos de un agente común: ¡el soldado brasileño!

 ¡Si… así es! Las fuerzas armadas brasileñas, el ejército verde y amarillo -años después de que la lucha del pueblo trabajador brasileño ha enterrado la dictadura militar- está ahora reprimiendo y asesinando el pueblo hermano del país más pobre de las Américas. Y lo más asombroso, quien envió las tropas allá, al mando de Bush, ¡fue el compañero presidente Lula!

Algunos argumentan que se trata de una "misión de paz" de la ONU. Pero la verdad es otra. Iniciada a partir de un golpe militar en el cual las tropas norteamericanas secuestraron al entonces presidente electo de Haití, la MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas por la Estabilización en Haití) no es más que una ocupación militar represora que impide al pueblo haitiano manifestarse, luchar por mejores condiciones de vida y por cambios, garantizando así el control del imperialismo en la región.

El imperialismo del "Tío Sam", igual que planeó y financió dictaduras militares en toda América Latina en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial para contener el avance de las ideas socialistas y reprimir el movimiento obrero, ahora utiliza fuerzas armadas de diversos países -sobre todo de Brasil- para clavar sus garras en la isla de América Central cuya historia de lucha de su pueblo ya fue ejemplo para los pueblos oprimidos de todo el continente.

(Se puede ver un vídeo producido en 2007 en portugués e inglés, que muestra la acción asesina de las tropas de la ONU comandadas por Brasil en Haití)

Si pudiéramos retroceder en el tiempo y contar eso al Lula sindicalista, aquel del final de la década de 1970, que fue arrestado por la dictadura, ¿cuál sería su reacción? En los EEUU, el pueblo americano ya se habituó a exigir: "¡Señor Presidente, traiga los soldados a casa!". Una potencia imperialista como los EEUU necesita promover guerras todo el tiempo para defender los intereses económicos de los capitalistas. ¿Pero quién imaginaría al pueblo brasileño teniendo que exigir lo mismo de aquel que fue elegido justamente para defender los intereses de los trabajadores? La frase "¡Lula, traiga los soldados a casa!" parece venir de una pesadilla de mal gusto. Pero es así… La historia da vueltas y todo puede transformarse en su contrario.

Las raíces de la histórica lucha del pueblo haitiano

Hace más de cinco siglos, con la llegada de los europeos a América, la segunda isla más grande del Caribe, llamada Ayiti o Quisqueya por los indígenas, fue bautizada Hispaniola por Cristobal Colón, que estableció allí, en 1493, la primera colonia en América. Tras el genocidio que en menos de dos décadas redujo la población nativa a 12% de los cerca de 500 mil indígenas que habitaban la isla, los españoles se llevaron casi todo el oro. A medida que los españoles abandonaban parte del territorio donde el oro se volvía escaso, los franceses comenzaban a ocuparlo por el norte de la isla. Finalmente en 1697, los españoles reconocen la parte occidental de la isla como colonia de Francia y los franceses la bautizan como Santo Domingo (Saint-Domingue). Casi sin oro, los colonizadores franceses apuestan por la caña de azúcar y el café, producidos con mano de obra de esclavos traídos de África.

Santo Domingo se vuelve una potencia productora de azúcar y fuente de altísimos ingresos con el tráfico de negros. Fue la colonia francesa más próspera en América y el azúcar de buena calidad competía con el que se producía en Brasil. Ya poco antes de 1770 la colonia exportaba 35 mil toneladas de azúcar bruto y 25 mil toneladas de azúcar blanco al año. Entre 1764 y 1771, la media anual era de 10 mil nuevos esclavos comprados, traídos por los navíos. A finales de la década de 1780, la producción de azúcar casi se dobló en la isla y de 1787 en adelante, eran más de 40 mil nuevos esclavos comprados por año. La pequeña isla fue "colonizada" con esclavos africanos, los cuales recibían el peor tratamiento imaginable por parte de sus "dueños" franceses. 

"Los africanos que llegaban esclavizados eran supervivientes: los negros se enfrentaban a un viaje trasatlántico por la Ruta del Medio como cargas salvajes de un traficante. No era extraño que casi un cuarto de los esclavos transportados muriera dentro de los navíos por las pésimas condiciones de alimentación e higiene. Cuando llegaban a los puertos, eran examinados, comprados y quemados con hierro en brasa en cada lado del pecho para identificar a su dueño. Los malos tratos que se seguían estimulaban juramentos de contra-ataque. Algunos de ellos eran proferidos en los rituales nocturnos de vudú, sincretismo de los rituales africanos con el catolicismo." (Aloisio Milani, Revolución Negra, Revista Historia Viva, nº 51, Enero 2008.)

Una masa numerosa de esclavos -que hablaba criollo y francés- fue puesta a trabajar en toda la extensión de la colonia (parte occidental de la isla). Con cargas inhumanas de trabajo, torturas y puniciones, los esclavos se sublevaban. Así fue como en Brasil llegaron a organizarse en quilombos. Aloisio Milani escribe:

"En idioma criollo, bailaban y gritaban canciones amenazadoras, describe el escritor Cyril Lionel Robert James. ‘¡E! ¡E! ¡Bomba! ¡Heu! ¡Heu! ¡Canga, bafio té! ¡Canga, mauné de lé! ¡Canga, del ki la! ¡Canga, leí!’ La traducción sería algo como: ‘Juramos destruir a los blancos y todo lo que poseen; que muramos si fallamos en esta promesa’. Al igual que en Brasil pre-abolicionista, también había quilombos organizados en las montañas haitianas para montar una resistencia contra la esclavitud. El más temido fue el líder Mackland. Negro de Guinea, era un visionario, gran orador y se decía que inmortal con los poderes del vudú. Tenía gran cantidad de seguidores. En 1758 planeó envenenar el agua de las casas de los blancos para liberar a los esclavos. Fue traicionado, capturado y quemado vivo." (Ibid.)

Empero, no fueron sólo los malos tratos de los franceses contra los esclavos lo que alentaron las revueltas. Las noticias de la independencia de los EEUU en 1776 -inspirada por las ideas iluministas- y la propia Revolución Francesa de 1789 agitaban el ambiente en la isla caribeña.

Revolución Francesa y lucha contra la esclavitud

En 1789, la burguesía francesa enriquecida -incluida la burguesía marítima que se enriquecía con el tráfico de esclavos y el comercio del azúcar de Santo Domingo- se enfrenta el poder de la monarquía y la gran revolución estalla en Francia barriendo el feudalismo del mapa. Pero los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad que inspiraron la revolución francesa no podían ser empleados en la colonia de Santo Domingo, pues contrariarían los intereses económicos de los dueños de esclavos. Los colonos de Santo Domingo son cuestionados por los franceses en plena revolución. A partir de esto, la lucha de los esclavos de Santo Domingo se vuelve intrínseca a la lucha por la revolución en Francia.

Después de la caída de la Bastilla, con el desarrollo de la revolución en Francia, en 1790 se permite la institución de una asamblea colonial en Santo Domingo, dividida entre "latifundistas, blancos pobres, mulatos libres y esclavos". Pero en los debates prevalecía el poder de los latifundistas. No hasta 1791, en la asamblea constituyente de Francia, se aprobó la igualdad de derechos entre todas las personas en Santo Domingo.

La noticia de la decisión llegaba lentamente a los oídos de los esclavos en la isla. Los latifundistas no la aceptaron y contra-argumentaban que los negros y los mulatos no eran personas y, por tanto, no podían tener derechos. Un clima revolucionario recorría todas las haciendas. Y fue Boukman -un capataz y sacerdote de vudú- quien lideró una revuelta que prendió fuego a todas las haciendas de la llanura del norte de Santo Domingo, matando a los latifundistas.

Los esclavos del sur y del este español de la isla se suman a los rebeldes. La represión aumenta y Boukman muere en combate, ¡pero la revuelta no para! Cada día aumentaba el número de insurrectos. Sobrepasaron los 100 mil hombres y esa cantidad propició un salto cualitativo llevando la lucha a la madurez y a levantar la bandera por la independencia de la colonia.

Lucha por la independencia

Tras Boukman hubo otros líderes, pero el que más destacó fue Toussaint L’Ouverture, un antiguo esclavo que tuvo acceso a la literatura política y se reveló como un gran estratega militar. Él unificó los grupos de rebeldes y organizó un ejército capaz de derrotar las tropas europeas. Sin embargo, se inclinaba a la conciliación con los latifundistas que, por su parte, rechazaban cualquier acuerdo de paz. Francia envía entonces tres comisarios con 6 mil soldados para contener las rebeliones de los esclavos y resolver la situación.

Pero, mientras los comisarios intentaban negociar un acuerdo, la nueva república francesa declaraba guerra a Inglaterra. La guerra implica a las colonias europeas y el ejército de Toussaint defiende la isla, combatiendo tropas francesas, inglesas y españolas.

En 1794, la república francesa declara la abolición de la esclavitud en todos sus territorios y el ejército de Toussaint, aliado a los franceses, expulsa los ingleses y españoles de la isla (incluso de la parte española). Con eso, Toussaint fue nombrado por la metrópoli el Jefe del Ejército de Santo Domingo. En 1801, Santo Domingo proclamó una Constitución, volviéndose provincia autónoma.

Sin embargo, en 1802, Napoleón Bonaparte se lanza a la dominación de todo y de todos. Ya con el dominio de la Louisiana, al sur de los EEUU, vio en la isla de Santo Domingo un punto clave para la expansión del imperio francés en el Nuevo Mundo y envió una armada para retomar el control de la colonia: 47 mil hombres bajo el mando del General LeClerc.

Toussaint combatió las tropas napoleónicas, pero su instinto conciliador lo traicionó una vez más: el líder negro hizo un acuerdo de paz y se dejó llevar, preso, hasta Francia, en un intento de negociar. Terminó muerto en una prisión en Fuerte Joux, en los Alpes.

Pero la lucha por la independencia prosiguió. Los ex-esclavos se organizan bajo el liderazgo de Jean Jacques Dessalines y derrotan las tropas de LeClerc en 28 de Noviembre de 1803. El día 1º de enero de 1804, Dessalines proclama la independencia de la colonia (de la isla entera) que pasa a llamarse Haití, en homenaje al antiguo nombre indígena de la isla que significaba "isla de montañas altas".

La derrota de las tropas francesas hizo que Napoleón vendiera Louisiana a precios bajos e impidió su posible expansión en las Américas. Generó un gran impacto en el mercado del tráfico de esclavos y en el precio del azúcar. Sí… la historia da vueltas: la burguesía que tomó el poder en Francia inspiró las revueltas en Haití; y la revolución en Haití terminó con una de las principales fuentes de ingresos de la burguesía francesa.

Ejemplo de lucha para los pueblos

La lucha del pueblo haitiano que se desarrolló de 1791 a 1803 fue y es considerada la única revuelta de esclavos exitosa desde la Antigüedad Clásica. Tuvo gran repercusión en todo el mundo y representó un gigantesco punto de apoyo para todos los que luchaban contra la esclavitud. Los dueños de esclavos en toda América estaban preocupados con la repercusión de la victoriosa revolución negra. En los EEUU, los propietarios de tierra se interesaban más por los acontecimientos en la isla del Caribe que en la guerra entre las potencias europeas.

Entre los esclavos y abolicionistas el interés no podía ser más pequeño. En Brasil, hay registros de milicianos mulatos en Río de Janeiro que usaban retratos de Dessalines. En Brasil, los que luchaban contra la esclavitud y el racismo pasaron a ser calificados como "haitianos" durante algún tiempo:

"En el periodo de la Regencia (1831-40), el término ‘haitianismo’ fue usado como un epíteto contra periódicos que supuestamente representaban los intereses de la población de color libre y abordaban persistentemente la cuestión racial." (Stuart Schwartz, Secretos internos – Ingenios y esclavos en la sociedad colonial.)

Dos siglos de más explotación y represión

Los imperialistas no podían dejar pasar de largo lo que los haitianos hicieron. La derrota que los ex-esclavos infligieron a las tropas napoleónicas se la hicieron pagar caro al pueblo. ¡El presidente de los EEUU Thomas Jefferson (1801-1809) -defensor de la libertad y propietario de esclavos- declara que de Haití venía un mal ejemplo y que la peste debía ser confinada a aquella isla!

"En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron ‘la deuda francesa’. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte. A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21,700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos." (Eduardo Galeano, La Maldición Blanca, 2004.)

Tras la independencia de 1804, los habitantes de la isla viven muchos conflictos. La presión externa es muy grande. La república es inestable. Dessalines se proclama emperador y es asesinado en 1806. El país se divide en dos y los españoles retoman el este de la isla. Los conflictos continúan y, en 1822, el presidente de la república de Haití, Jean-Pierre Boyer, ocupa militarmente el lado español de la isla. Eso sólo dura hasta 1844, cuando este es derrumbado y es declarada la independencia de la República Dominicana (que ocupa dos tercios de la parte este de la isla). En 1861 los españoles retoman el control del lado este de la isla y en 1865 es proclamada de nuevo la independencia de la República Dominicana.

El pueblo haitiano pasa por décadas de terribles dificultades económicas. A pesar de la deuda que seguía pagando a Francia, el país invierte en el aumento de la producción agrícola, pero ese proceso le cuesta un gran endeudamiento externo, especialmente con capitales norteamericanos. Esa dependencia creció hasta el momento en que los EEUU, bajo la justificación del no cumplimiento de los contratos, invaden Haití en 1915.

"Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York. El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restaurantes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho. No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública." (Ibid).

El saldo del régimen militar bajo mando norteamericano que duró hasta 1934 es de más de 10 mil haitianos muertos. A partir de la década de 1930 el imperialismo norteamericano trata las islas de América Central como patio de explotación de mano de obra barata, contrabando y prostitución. Aún después de 1934, la influencia norteamericana continuaba fuerte en Haití. A pesar de la salida militar del país, mantuvieron una policía nacional fiel a sus órdenes.

Después de sucesivos golpes militares, en 1957, François Duvalier -un médico más conocido como Papa Doc- asumió la presidencia bajo el patrocinio de los EEUU e implantó un nuevo régimen de terror masacrando a todos los que se oponían a su voluntad. La oposición que quedó estaba férreamente controlada por Papa Doc.

En la misma época en que la isla vecina, Cuba, pasaba por una revolución liderada por Fidel Castro y Che Guevara, Papa Doc reprimía cualquier manifestación del pueblo haitiano. Entrenó milicias armadas llamadas de Tontons Macoutes (bandas armadas o, literalmente, "tíos armados con cuchillos"), que promovían matanzas, abusos sexuales y controlaban el contrabando de armas y tráfico de drogas en la región. Un régimen cruel con el pueblo pobre y sumiso a los intereses del imperialismo norteamericano.

Igual que en Brasil, en la década de 1960, muchos haitianos de izquierda se organizan en la iglesia católica. En esa época Papa Doc extermina sistemáticamente a todos los que están bajo "influencia cubana" y persigue a la Iglesia Católica.

El régimen de Papa Doc era la expresión de la degeneración de una sociedad sometida a todos los males del capitalismo. Bajo el patrocinio de Washington, Papa Doc montó un enorme sistema comercial ilegal que transformó Haití en ruta obligatoria del narcotráfico entre Colombia y EEUU. Al final de su gobierno, Haití ya era el país más pobre de América, con la mayor tasa de analfabetismo y mortalidad infantil. Muerto en 1971, Papa Doc fue sustituido por su hijo, Baby Doc.

Baby Doc impuso un sistema brutal de explotación de la mano de obra, que benefició en gran medida a las multinacionales norteamericanas y también a la raquítica burguesía haitiana. El pueblo trabajador reacciona. Baby Doc decreta estado de sitio, hasta que, en 1985, las protestas populares se intensifican y Baby Doc huye a Francia en un avión de la Fuerza Aérea Norteamericana, dejando en su lugar una Junta comandada por el General Henri Namphy.

Se inicia una disputa entre los militares por el mando del Estado y del narcotráfico. Se sucede una serie de golpes hasta que bajo fuerte presión popular se aprueba una nueva Constitución y se convocan elecciones directas a presidente, en un tipo de sistema parlamentario, en Diciembre de 1990.

El origen de la crisis actual

Con una campaña de denuncia del dominio imperialista en Haití, Jean Bertrand Aristide, ex sacerdote católico, defensor haitiano de la Teología de la Liberación, fue elegido presidente con un enorme apoyo popular del 67 por ciento, tomando posesión en febrero de 1991. Líder de un movimiento popular llamado Lavalas, nombró un primer ministro de su confianza. Aristide estableció como ejes de su gobierno la lucha contra la corrupción y el narcotráfico y la lucha contra la pobreza. Siete meses después sufrió un golpe militar, liderado por el General Raoul Cedras y patrocinado por la CIA.

Exiliado en los EEUU, Aristide busca ayuda internacional. Es la oportunidad de oro del imperialismo para volver al mando de Haití desde que Baby Doc huyó y establecer un control militar directo en el transporte de las drogas, conteniendo al mismo tiempo la insatisfacción popular a través de Aristide. El gobierno de los EEUU propone apoyar la vuelta de Aristide al poder a condición de que este endorse y apoye la presencia de tropas norteamericanas para "estabilizar el país".

El ex presidente americano Jimmy Carter se presenta a sí mismo como "mediador" y llega a un "acuerdo" con Cedras: a cambio de una amnistía, los militares dejan el poder, el ejército haitiano es disuelto y tropas norteamericanas entran en el país en Septiembre de 1994 para "asegurar el retorno a la legalidad". Aristide reasume la presidencia en Octubre escogiendo a Smarck Michel como su primer ministro. En abril de 1995, las tropas de los EEUU son sustituidas por soldados de la ONU.

Aristide es recibido por el pueblo haitiano con grandes manifestaciones de bienvenida. En junio de 1995, en las elecciones, René Préval, el candidato del movimiento Lavalas, apoyado por Aristide -y también por la Casa Blanca-, es elegido presidente con el 87,9 por ciento de los votos. El pueblo quería a Aristide, sin embargo, la constitución de Haití no permite la reelección para un mandato consecutivo y Préval se lleva los votos de su antecesor. Pero esto no corresponde a las expectativas del pueblo. Él mantiene la presencia de las tropas de la ONU y nombra para el puesto de primer ministro a un economista alineado con Washington, llamado Rony Smarth.

En marzo de 1996, Préval anuncia un plan de privatización de todas las empresas estatales y servicios públicos, desencadenando huelgas y grandes manifestaciones de protesta. En agosto del mismo año, Lavalas es responsabilizado por el asesinato de dos líderes burgueses. La situación se vuelve inestable y la población es reprimida por las tropas de la ONU. Aristide rompe con Préval y crea el movimiento Familia Navalas, anunciando que será candidato a la presidencia en 2000.

En enero de 1997, la República Dominicana decide expulsar a los inmigrantes ilegales haitianos, pero interrumpe el envío debido a las protestas del pueblo haitiano tras la llegada de los primeros 16 mil deportados. Las protestas callejeras ganan fuerza y posibilitan la formación de un movimiento nacional contra la imposición de un programa de recortes de gastos públicos acordado entre el primer ministro Smarth y el FMI. Centenares de miles salen a la calle. La crisis institucional se acentúa y menos del 10 por ciento de los electores vota en las elecciones legislativas y municipales de abril de 1997.

En esa época la población de Haití ya llega a casi ocho millones de habitantes. El desempleo alcanza el 70 por ciento de la población activa. El hambre se propaga en las zonas rurales. ¡Una huelga general de los profesores cierra las escuelas de todo el país! El pueblo trabajador haitiano tenía las condiciones para efectuar una insurrección victoriosa y la toma del poder en 1997. Pero, además de la presencia de las tropas militares de la ONU, le faltaba un partido revolucionario. La fragmentación política es impresionante. Hay más de un centenar de partidos y organizaciones políticas en Haití. Con la reciente ruptura entre Préval y Aristide y la traición del Gobierno Préval, el Movimiento Lavalas que tiene el mayor apoyo popular no consigue ni esbozar una tentativa de ocupar este papel.

El primer ministro Smarth renuncia en junio, pero continúa en el cargo hasta octubre. En noviembre, el presidente Préval elige a Hervé Denis para el cargo de primer ministro. La ONU retira las tropas militares y coloca una Policía Civil de las Naciones Unidas (MIPONUH) para contener la ola revolucionaria y para profesionalizar la Policía Nacional de Haití -única fuerza represora del Estado, ya que el ejército fue disuelto en 94-. Esa misión de la ONU permanece en Haití hasta marzo de 2000.

Un golpe preparado cuatro años antes

Aristide fue elegido presidente nuevamente en las elecciones de Diciembre de 2000 en un proceso conturbado. Aunque en el pasado ha demostrado que puesto ante presiones sigue fielmente las órdenes del imperialismo, él representa la voluntad de cambio de millones de haitianos y por eso la burguesía y los señores de Washington no confían en él.

Una fuerte oposición compuesta de latifundistas, empresarios, paramilitares, grupos narcotraficantes y ONGs acusan a Aristide de haber manipulado las elecciones parlamentarias de principios del año y por eso boicotean las elecciones presidenciales. La verdad es que sabían que no tendrían fuerzas para vencer a Aristide, el cual contaba con gran apoyo popular y no prometía dar continuidad al gobierno entreguista de Préval. Sin adversarios, Aristide fue elegido con baja votación. Toma posesión en marzo de 2001. Sin embargo, esta vez parece que Washington está del lado de la oposición y el Banco Mundial corta la ayuda anual de 500 millones de dólares que enviaba al gobierno anterior.

La política económica aplicada por Aristide fue ambigua, pues al tiempo que hacía críticas abiertas al FMI, seguía su dictado al pie de la letra. El desempleo aumentó. La miseria y el hambre también. La epidemia de AIDS alcanzó cifras alarmantes. Su popularidad cayó. Sin dinero para programas sociales, Aristide pasa a exigir de Francia la devolución de 22 millones de euros como compensación por riquezas entregadas por Haití a lo largo del siglo XIX.

En Enero de 2004, las conmemoraciones de los 200 años de independencia de Haití se transforman en grandes manifestaciones callejeras por comida. Los empresarios haitianos organizan huelgas y grupos armados comienzan a atacar a los partidarios de Aristide en las calles. La prensa informa de conflictos con decenas de muertos. El Gobierno de los EEUU se pronuncia diciendo que Aristide tiene que estabilizar su país y garantizar la democracia. La oposición armada exige la renuncia de Aristide amenazando con un golpe. Grupos de seguidores de Aristide resisten, pero la oposición tiene muchos más recursos. Aristide dice que no renuncia y que no abandonará el Palacio del Gobierno aunque tenga que pagarlo con su vida. El pueblo sale a la calles. 

Como Haití ya no tiene ejército (disuelto en 1994) eso dificulta para los opositores la toma del poder militarmente como estaban habituados en el pasado. Fue así que, el 29 de febrero de 2004, la infantería de marina norteamericana secuestra al presidente electo de Haití y declara que él había renunciado. Un gobierno interino es nombrado por los americanos y tropas francesas y americanas reprimen las manifestaciones de apoyo a Aristide, hasta que en 1º de junio de 2004 llegan las tropas de la ONU, comandadas por el ejército brasileño.

La Misión de la ONU y el Gobierno Lula

El golpe de 2004 en Haití resulta más escandaloso que aquel de 2002 en Venezuela en el que Chávez fue secuestrado por tres días. No fue un golpe de militares haitianos patrocinado por los EEUU. ¡Fue un golpe ejecutado directamente por militares norteamericanos! ¡Y en el contexto de entonces, en que Bush se vio enfrentado a la mayor movilización global de la historia contra la guerra de Irak, con millones de personas en las calles por todos los rincones del mundo, Washington no podía permitir que pareciera que estaba comenzando otra guerra en América Central, en una isla a dos brazadas de Cuba y Venezuela!

Era muy importante para los EEUU que la ocupación militar en Haití tuviera la apariencia de una "misión de ayuda", una "misión de paz". Para eso necesitaban que un país no imperialista "de buena reputación" comandara las tropas de la ONU. Y Brasil vino como anillo al dedo, pues tenía como presidente recién elegido una figura respetada por los movimientos de izquierda en todos los países: Lula.

Lula, que ya venía siguiendo la orientación de Washington en Brasil (alianzas con la burguesía, contra-reforma de la seguridad social, subsidios al latifundio, aumento del superávit primario para el pago de la deuda externa, etc.) no lo piensa dos veces. ¡Y argumenta que eso ayudará a Brasil a conquistar un sitio permanente en el genocida Consejo de Seguridad de la ONU!

¡Los trabajadores brasileños no eligieron a Lula para conseguir un lugar para Brasil en un consejo que decide qué país debe ser invadido militarmente, tampoco para participar en ninguna de esas invasiones militares! Pero Lula es inteligente y hace fuerte propaganda sobre la "misión de paz" de la ONU. Incluso organiza un juego amistoso de fútbol de la selección brasileña contra la selección haitiana en Haití en agosto de 2004. Se llama "el juego de la paz". Brasil vence por 6 a 0.

Nosotros organizamos recogida de firmas antes y después del envío de las tropas. Miles de firmas dirigidas a Lula diciendo: "¡No envíe las tropas!"; "¡Retire las tropas!". Pero el gobierno no hizo caso. Y no lo hará hasta que haya una exigencia de las masas. Volveremos a eso más adelante.

La MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas por la Estabilización en Haití) cuenta con la participación de tropas de los siguientes países:

Efectivos militares: Argentina, Benin, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Croacia, Ecuador, España, Francia, Guatemala, Jordania, Marruecos, Nepal, Paraguay, Perú, Filipinas, Sri Lanka, Estados Unidos y Uruguay.

Fuerzas policiales: Argentina, Benin, Burkina Faso, Camerún, Canadá, Chad, Chile, China, Colombia, Egipto, El Salvador, Francia, Granada, Guinea, Jordania, Madagascar, Mali, Mauricio, Nepal, Níger, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Rumanía, Federación Rusa, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, España, Togo, Turquía, Estados Unidos, Uruguay, Vanuatu y Yemen.

Nótese que además de Brasil, hay tropas de otros países de América del Sur cuyos presidentes fueron llevados a la victoria electoral como expresión de la lucha por cambios de las masas trabajadoras en sus países: ¡Bolivia de Evo Morales, Chile de Bachelet, Paraguay de Lugo, Uruguay de Vásquez y Ecuador de Rafael Correa!

Todos están cumpliendo un papel asqueroso a mando del imperialismo, enviando tropas, usando recursos materiales y humanos para reprimir y asesinar el pueblo pobre y sufrido de Haití. Además Fidel en Cuba, sólo Chávez se posicionó contra la ocupación de Haití. ¡Pero no es para menos, hay una revolución en marcha en Venezuela!

En el inicio, la ONU anunció una misión de seis meses. Después, fue prorrogada hasta que hubiera elecciones. Tras muchos aplazamientos, hubo elecciones en 2006, pero Aristide -el presidente de hecho electo por el pueblo, exiliado en Sudáfrica- le estaba y le sigue estando prohibido regresar a Haití! Préval acabó elegido nuevamente.

Ahora ya hay presidente "electo" -impuesto-. ¡Y las tropas continúan allá! La ONU argumenta que sin las tropas allá las bandas de narcotraficantes y secuestradores hundirían nuevamente el país en el caos. ¡Pero eso es falso!

Fuera tropas de Haití y también de las colinas de Río de Janeiro

Son innumerables los muertos, asesinados por las tropas de la ONU en Haití en esos más de 4 años de ocupación. Si la ONU quisiera combatir los traficantes debería comenzar arrestando a sus patrocinadores en los EEUU y en Colombia, y no enviando soldados para disparar al azar a las favelas de Haití.

De nuevo viene a la cabeza la canción de Gil y Caetano. ¿Haití está aquí? En las colinas y barrios de Brasil ¿acaso la policía no mata también al negro pobre bajo el pretexto de combatir el tráfico? No es por nada que el BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) de la Policía Militar de Río de Janeiro hizo un convenio con el ejército brasileño para "intercambiar experiencias de combate" con las tropas brasileñas en misión en Haití y que algunos contingentes, antes de ser enviados al Caribe, pasaron por semanas de entrenamiento en la "favela del BOPE", en Río.

Y aunque fuera real la intención de la ONU de combatir el narcotráfico, no es con tropas que la cuestión será resuelta. Combatir el efecto en vez de la causa no resuelve nada. La situación en Haití es similar a la situación de Río y de cualquier otro foco de pobreza desarrollado por el capitalismo:

"Incluso si el BOPE terminara con el tráfico en las 700 favelas de Río de Janeiro, el desempleo continuaría, la falta de políticas públicas de vivienda, educación, saneamiento, salud, ocio, recreación y cultura, continuarían. Y, por lo tanto, los burgueses que invierten en el negocio de las drogas ilícitas siguen encontrando terreno fértil para el subempleo del tráfico. Y en 6 meses las 700 favelas de Río estarían tomadas por los traficantes nuevamente, que son sólo víctimas de esta rama de los negocios burgueses." (Caio Dezorzi, Tropa de Elite e para a Elite, Periódico Luta de Classes, nº 7, noviembre 2007.)

Soldados brasileños que volvieron de Haití dieron entrevistas al diario Folha de SP donde afirmaban que el nombre "misión de paz" daba una impresión falsa de lo que estaba aconteciendo en Haití. Uno de los soldados identificado como "S", explica: "Hasta parece que este nombre es para tranquilizar a la gente en Brasil. La verdad es que no pasa un día en que las tropas de la ONU no maten un haitiano en intercambio de tiros. Yo mismo, con certeza, matéa dos. Otros, yo no me volví para ver." (Folha de SP, 29/01/2006.)

Y lo más indignante: desde 2005 las tropas de la ONU han realizado matanzas de haitianos en represalia explícita por manifestarse por la retirada de las tropas y por el retorno de Aristide -Titid, como el pueblo pobre lo llama-. Manifestaciones con decenas de miles de haitianos son reprimidas a tiros por las fuerzas policiales y tropas de la ONU. Cuando las manifestaciones son muy grandes, el día siguiente las tropas de la ONU acostumbran a hacer incursiones en Cité Soleil -con 300 mil habitantes es la mayor favela en la periferia de la capital del país, Puerto Príncipe- y disparan durante horas sin parar contra las casas de los habitantes, matando hombres, mujeres y niños. A los ancianos simplemente no los matan porque escasean en Haití. ¡La esperanza de vida es de 49 años!

En esas incursiones -llamadas "castigos colectivos" por algunos periodistas presentes en Haití- los soldados disparan desde el interior de sus coches blindados, semejantes a los "caveirões" (grandes calaveras) usados por el BOPE en las favelas del Río, y también de helicópteros. Muchas personas, principalmente niños, son alcanzadas en la cama, mientras duermen, por balas de calibre pesado que atraviesan los tejados de sus casas.

¡Tras contar y llorar sus muertos, el pueblo pobre de Cité Soleil vuelve a la calles protestando y es reprimido otra vez! La situación de un pueblo desarmado enfrentándose a fuerzas externas tan poderosas cómo esas, puede aniquilar física y psicológicamente toda una generación.

Los que buscan organizarse o participar en movimientos de resistencia son asesinados o detenidos sin motivo, ilegalmente. Tras ser apresados sufren torturas y, generalmente, son "desaparecidos" por la Policía Nacional. Ya son innumerables los presos políticos y activistas desaparecidos.

La situación en Haití ocupado

Como si no bastaran las muertes causadas por las tropas extranjeras y por la Policía Nacional, los haitianos aún corren muchos otros riesgos de su vida. Están también las milicias armadas haitianas que controlan el tráfico de drogas y el contrabando de armas. A pesar de que varias han sido desmontadas o exterminadas, las que quedan son sumisas a la Policía Nacional y la situación de miseria es extremadamente fértil para la proliferación del tráfico de drogas y acciones criminales diversas.

Hay hambre: ¿Quién no se quedó horrorizado al ver imágenes en la televisión de los bizcochos de barro que los haitianos comen? ¡Cuando no hay comida los haitianos tratan de hacer como las plantas, sacando los nutrientes directamente del suelo! No es difícil conocer a alguien en Haití que tenga en la familia un niño que haya muerto de hambre. Más del 80 por ciento de la población vive por debajo de la llamada "línea de la pobreza". ¡Y todo aún puede empeorar! Con la crisis mundial de aumento de los precios de los alimentos, el último mes de abril, el saco de 23 kilos de arroz pasó de 35 a 70 dólares en Haití, mientras que el maíz, el fréjol y el aceite de cocinar registraron aumentos del 40 por ciento. Eso provocó protestas masivas, con saqueos a depósitos de alimentos y barricadas con neumáticos quemados en las calles. Las tropas de la ONU reprimieron a los manifestantes hambrientos con balas. Hoy 80 por ciento del arroz consumido en Haití es comprado a los EEUU con altas tasas de importación.

Hay enfermedades: Ya llegan a 300 mil los haitianos portadores de VIH (4% de la población). Otras epidemias como malaria y tuberculosis también se ceban con los más pobres. La mortalidad infantil es de 57 por cada mil niños. La mortalidad materna es de 630 por cada cien mil partos. Faltan remedios elementales en las farmacias -y faltan farmacias-. Faltan médicos, recursos y estructura en los hospitales -y faltan hospitales-. En la mayoría de los barrios no hay alcantarillado ni recogida de basura. El índice de contaminación del agua que la población bebe es muy elevado. La falta de higiene y saneamiento agrava los problemas de salud y aumenta el riesgo de contracción de muchas enfermedades que podrían ser fácilmente prevenidas.

Hay superexplotación del trabajo: Según el consejero de la Asociación de Abogados de Brasil (OAB-RJ), Aderson Bussinger Carvalho, la ocupación militar internacional bajo el mando de Brasil "tiene intereses de explotar la mano de obra haitiana a través de zonas francas". Las jornadas de trabajo muchas veces sobrepasan las 12 horas diarias y el salario mínimo fue doblado este año, pasando a un valor correspondiente a 120 dólares mensuales. Empresas de capital americano, canadiense y dominicano hacen la fiesta. Sindicatos haitianos denuncian el aumento de maquiladoras en el país. Hasta el ministro Celso Amorim anduvo conversando con la secretaria de Estado de los EEUU, Condoleezza Rice, sobre industrias brasileñas que se interesaron en crear sucursales en Haití para exportar productos a Estados Unidos. Eso explica la comitiva de empresarios que el presidente Lula llevó a Haití en su última visita. Mientras tanto, los obreros industriales suman sólo 3% de los trabajadores activos en Haití. La gran mayoría está en los sectores informales y trabajando en el campo, donde la precarización del trabajo es aún peor. No es raro que haya muertes en el campo por exceso de trabajo.

Hay huracanes: Imagine todos esos problemas batidos en una licuadora. Frecuentemente huracanes y tempestades tropicales se forman en el Atlántico y avanzan en dirección al sudeste de los EEUU. En su camino pasan por las Antillas. Incluso cuando no afectan a Haití de lleno, sino que pasan próximos a la costa, causan fuertes destrozos, provocando subidas del nivel del mar e inundaciones de los ríos. En 2004, Gonaives, principal ciudad de la región norte, alcanzada por el huracán Jeanne, fue enterrada por una avalancha de lodo de 3 metros de altura: ¡casi 3 mil muertos! Eso ocurrió inmediatamente después de la ocupación militar de la ONU. El gobierno interino de la época batió todos los récords de corrupción: los supervivientes -que habían perdido todas sus posesiones- tenían que pagar (!) por la tarjeta de identidad que daba derecho a ayuda a los que perdieron su hogar. Muchas ONGs recibieron grandes cuantías de dinero de ayuda humanitaria internacional, pero nadie sabe donde fue a parar ese dinero. Este año el país fue alcanzado por cuatro tempestades más (Hanna, Gustav, Ike y Fay) provocando gran devastación y centenares de muertes. El gobierno haitiano pide que las donaciones sean hechas directamente al gobierno y no a través de las ONGs. En la prensa circulan denuncias de desvío de alimentos que deberían de entregarse a los desamparados que ya pasan de 20 mil haitianos.

"El huracán Jeanne devastó Haití en 2004, ocho meses después del golpe que derrumbó Jean-Bertrand Aristide. Gerard Latortue [el primer ministro del gobierno provisional], el cabecilla de la dictadura de la ONU y natural de Gonaives, recibió dinero de todo el mundo para ayudar a reconstruir la ciudad. Desgraciadamente, las víctimas recibieron pocos beneficios de este dinero. Gonaives se encuentra por debajo del nivel del mar, pero nunca se han construidos diques; muchas carreteras ni siquiera han sido reparadas. Los pocos resultados obtenidos con el dinero de la ayuda internacional sólo refuerzan la convicción de que, en Gonaives, los amigos de Latortue y ONGs corruptas simplemente se embolsaron el dinero. (…) El presidente René Préval, un nativo del estado de Artibonite [donde Gonaives es la capital], apeló a la comunidad internacional por ayuda. El tumulto creado por su última nominación como primer ministro ha terminado. El Senado aprobó a Michele Duvivier Pierre-Louis cómo primera ministra. Va a llegar ayuda financiera. La cuestión es quién se va a beneficiarse de esta. El pueblo de Gonaives se encuentra comprensiblemente pesimista después de la experiencia con el huracán Jeanne." (Wadner Pierre, HaitiAnalysis.com, 9/9/2008).

¡El pueblo haitiano pide ayuda! ¡Necesita comida, medicinas, infraestructura, empleos, hospitales, escuelas! Pero la ayuda llega en forma de balas que alcanzan los pechos y las cabezas de los niños. Parece que está siendo seguido al pie de la letra lo que Thomas Jefferson quería: "confinar la peste a la isla".

La nueva primera ministra

Desde Abril la república parlamentaria de Haití -ocupada por tropas de la ONU- estaba sin primer ministro. El último mandatario, Jacques Edouar Alexis, cayó con la crisis del aumento de los precios de los alimentos y la oleada de protestas que le siguió por todo el país. Desde entonces, el presidente Préval propuso otros nombres que fueron rechazados por el parlamento.

Finalmente el nombre de la economista Michele Duvivier Pierre-Louis fue ratificado el día 5 de Septiembre, después de que los huracanes Hanna y Gustav habían pasado. Actualmente profesora en la Universidad Quisqueya, en Puerto Príncipe, Michele inició su militancia en las misiones de alfabetización de la iglesia católica de los años 80. Formó parte del Lavalas y del primer gobierno de Aristide en 1991. Después pasó a ser directora ejecutiva de la ONG Fondation Konesans ak Libète (Fokal), financiada por entidades de la Unión Europea y también por el mega-especulador George Soros.

A pesar de su origen militante, su paso por la Fokal muestra bien qué intereses defiende. Ella acostumbraba a ser bien crítica con las intervenciones militares de la ONU, pero hoy no defiende la retirada de las tropas.

La crisis mundial y la ayuda a los pobres

Haití tiene una deuda externa de casi 2.000 millones de dólares. Para pagar los intereses de esa deuda el gobierno haitiano necesita economizar en la sanidad, educación, saneamiento, etc. ¡Y si no paga, acuérdense lo que aconteció en 1915!

Debido a la devastación causada por los huracanes el gobierno pidió el perdón de la deuda, pero este fue denegado.

Aquí es donde se caen todas las máscaras de los capitalistas y de los defensores de este sistema podrido. Todos estamos siguiendo el desarrollo de la crisis mundial: ¡en pocos días los gobiernos capitalistas y sus bancos centrales donaron a un puñado de banqueros billones de dólares de dinero público! Con ese dinero sería posible alimentar para siempre millares de Haitís enteros. ¿Y para que necesitamos ONGs? ¡Hay dinero y recursos para toda la población de la Tierra!

Para salvar media docena de banqueros: ¡billones de dólares! Para librar del hambre a casi mil millones de seres humanos en el planeta: ¡miles de ONGs! Así es este sistema que no representa ningún futuro para la humanidad.

Distribuir la riqueza del mundo permitiría transformar el hambre en tema de los libros de historia. Pero para eso es necesario quitar del poder a la clase capitalista y planificar la economía bajo el control de la clase trabajadora. ¡Sí! Una revolución socialista. Esta es la salida. ¡La única!

¡Hay una salida! ¡Luchar por el socialismo!

¡A pesar de todas las dificultades, de alguna forma los haitianos encuentran fuerzas para levantar la cabeza y gritar! ¡Para levantar los brazos y con los puños cerrados, marchar! ¡Luchan esos hombres y mujeres masacrados! ¡Y cómo luchan! ¡Y continuarán luchando, pues la historia les pertenece! ¡La historia es nuestra! ¡De los que luchan! ¡La lucha de clases es el motor de la historia y la historia no va a terminar antes de que venzamos!

Así como hicieron los haitianos a finales del siglo XVIII, por todas partes del mundo los pueblos dan el ejemplo. Y es en América Latina donde la lucha está más avanzada. Algunas brazadas por el mar del Caribe al sur de Haití, llegamos a las playas de Venezuela, donde una verdadera revolución está en curso.

La defensa de la revolución cubana y la profundización de la revolución en Venezuela y en toda América Latina son fundamentales para la lucha del pueblo haitiano. Se puede decir que, de la misma forma que a finales del siglo XVIII la lucha por la independencia haitiana estaba intrínsecamente ligada al desarrollo de la revolución francesa, hoy, la lucha por la autodeterminación del pueblo haitiano está intrínsecamente ligada al desarrollo de la revolución en Venezuela.

Es la teoría de la revolución permanente: las conquistas democráticas más elementales en los países atrasados están invariablemente asociadas a la lucha por la toma del poder del Estado por la clase trabajadora. No es posible la lucha por la soberanía de Haití al margen de la lucha por el socialismo.

Para hacer frente a todos los problemas de Haití, que en cierto aspecto son comunes a todos los países atrasados del mundo, es preciso planificar la economía, socializar la propiedad de los medios de producción y establecer la democracia de los consejos de obreros y campesinos. Con el socialismo mundial podremos planificar la producción y la distribución de todos los bienes, de tal forma que todos podrán vivir con sus necesidades satisfechas. Así se acabará de una vez con el Estado y se establecerá una sociedad sin clases: ¡el comunismo! El hambre no existirá más, tampoco las guerras. No habrá más explotación.

Pero para llegar a este punto será necesario luchar. Y para luchar es preciso organizarse. En Haití, para que los trabajadores luchen y se organicen, es preciso restablecer como mínimo los derechos democráticos. ¡Urge la retirada de la dictadura militar instalada por la ONU!

Una tarea inmediata

El martes, 14 de octubre, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió por unanimidad prorrogar la permanencia de las tropas en Haití hasta octubre de 2009 (todos los años en octubre la prorrogan un año más), incluyendo planes de acción por lo menos hasta la posesión del nuevo presidente en 2011.

El principal argumento utilizado fue que el país continúa inestable "según quedó demostrado en los disturbios de abril". O sea, la ONU admite que la ocupación sirve para reprimir las manifestaciones populares a favor de cambios y mejoras.

En Brasil estamos desde antes del inicio de la ocupación exigiendo que Lula no envíe soldados; que traiga los soldados de vuelta. Pero el máximo que conseguimos fueron algunas miles de firmas. Sabemos que debemos seguir exigiendo de Lula la retirada de las tropas, pero no tenemos ilusiones de que Lula se sensibilice con nuestros llamamientos. Él no es inconsciente de lo que pasa en Haití. Lo sabe muy bien y aprueba lo masacre. Esa fue la opción que Lula tomó al aliarse con la burguesía brasileña y someterse completamente al imperialismo americano. La única circunstancia por la que Lula cedería y retiraría las tropas sería una campaña de masas que tuviera fuerza para obligarlo a hacer eso.

Tomamos nota de un llamado por una jornada continental por la retirada de las tropas de la ONU de Haití. Ese llamado, que era encabezado por la Central Autónoma de los Trabajadores de Haití (CATH) y firmado por decenas de entidades obreras, populares y juveniles haitianas, se dirigía a los pueblos del continente americano convocando una jornada de luchas el día 10 de Octubre, exigiendo que sus gobiernos no permitieran la renovación de la Misión de la ONU. En Brasil atendimos al llamado y participamos en el acto frente a la oficina regional del gobierno federal en São Paulo, en la Avenida Paulista, convocado por el MST (campesinos), CMP (movimientos populares), entidades sindicales y algunos parlamentarios del PT. Los presentes en el acto no pasaban de 50 personas. Los miles de personas en la Avenida Paulista que pasaban delante del acto no tenían idea de qué se trataba. En los otros países los actos fueron aún más pequeños.

Por eso se vuelve urgente y necesaria una campaña amplia de propaganda y agitación. Textos, fotos, vídeos que expliquen que no podemos aceptar que dinero público brasileño sea destinado para ese fin y ni que jóvenes militares brasileños sean enviados a Haití para masacrar a nuestros hermanos haitianos y ni que esa misión de ocupación sirva de escuela para que las tropas aprendan a masacrar a los jóvenes negros y pobres en las favelas y periferias de Brasil.

Una campaña de intervenciones urbanas en las grandes ciudades brasileñas que lleven el problema al conocimiento del mayor número posible de jóvenes y trabajadores, con palabras de orden que exijan:

¡Fin de la ocupación militar ya! ¡Retirada inmediata de las tropas de la ONU!

¡Por el derecho a la autodeterminación del pueblo haitiano!

¡Fin de los asesinatos, abusos sexuales y masacres de los pobres por las tropas de la ONU y la Policía Nacional!

¡Libertad para los presos políticos! ¡Basta de las detenciones ilegales y torturas en Haití!

¡El Presidente Aristide debe tener la libertad a volver a Haití!

¡Los ejecutores del golpe y las masacres de los pobres deben ser castigados! ¡Indemnizaciones para las víctimas!

¡Que Lula traiga los soldados brasileños de vuelta a casa!