Cerca de 60 compañeros nos dimos cita el martes 29 de marzo a la tarde en el Centro Cultural de la Cooperación, en Buenos Aires, para asistir a la charla de Alan Woods sobre la ardiente situación mundial y las perspectivas para la lucha por el socialismo a nivel internacional.
Cerca de 60 compañeros -exactamente 55 – nos dimos cita el martes 29 de marzo a la tarde en el Centro Cultural de la Cooperación, en Buenos Aires, para asistir a la charla de Alan Woods sobre la ardiente situación mundial y las perspectivas para la lucha por el socialismo a nivel internacional.
Los organizadores del acto nos sentimos muy satisfechos con esta cifra de asistencia ya que coincidió con la visita repentina a nuestro país del presidente de Venezuela, Hugo Chávez; para la cual se habían organizado diferentes actividades y encuentros en Buenos Aires y en la cercana ciudad de La Plata, donde la Facultad de Periodismo le entregó el premio Rodolfo Walsh por su promoción de la comunicación popular, en un acto de masas que congregó a miles de personas, fundamentalmente jóvenes. Incluso se llegó a publicitar un acto en Buenos Aires con la presencia de Chávez esa misma tarde-noche. Lamentablemente, como era de esperar, Chávez no pudo hacerse presente y suponemos que los activistas que ahí se congregaron vieron sus esperanzas frustradas de ver y escuchar al presidente venezolano.
En cambio, en el acto con Alan Woods el ambiente fue vibrante y de confianza entre los asistentes, donde había veteranos de la lucha de clases y del movimiento obrero, así como jóvenes y estudiantes que en años recientes se incorporaron a la actividad política.
Alan centró su discurso en desnudar la crisis aguda del sistema capitalista en todo el mundo, una crisis de la economía, de la sociedad, de la política burguesa, y de la ideología dominante. El futuro de paz, de estabilidad y de bienestar general que nos prometieron los estadistas burgueses hace dos décadas quedó hecho añicos en estos años.
Alan citó estadísticas de organismos oficiales que mostraban un incremento generalizado de la desigualdad y la miseria, cuyo exponente más dramático lo representa la muerte de 8 millones de personas cada año a causa de la desnutrición, el agua contaminada y la falta de las necesidades más básicas, el equivalente a un Holocausto cada año, un crimen contra la humanidad, como él lo definió.
Explicó que la crisis económica y financiera que vive Europa, EEUU y Japón representa la crisis más grave de la historia del capitalismo. Lo que empezó como una quiebra de bancos, se transformó en una quiebra de los Estados; tal cual fue el caso de Islandia, Grecia e Irlanda; y muy probablemente de Portugal en poco tiempo. La amenaza de impago de las deudas de España e Italia pone un enorme signo de interrogación sobre el futuro del euro y de la unidad monetaria de Europa, con consecuencias económicas y sociales imprevisibles. Pero la perspectiva de una quiebra de los propios EEUU no es tampoco una hipótesis remota, sino que está sustentada en la deuda pública más grande en la historia de EEUU.
China no puede salvar al capitalismo, pues depende vitalmente de la exportación de sus mercancías en mercados que están reduciéndose día a día; de manera que la perspectiva de una crisis de sobreproducción en el gigante asiático también está a la orden del día. Y eso arrastrará a las economías dependientes de América Latina y otros lugares, que están soldadas férreamente al destino de las potencias imperialistas, incluida China.
Pero lo más importante es que, el intento de los capitalistas de pasarles la factura de su crisis a los trabajadores está espoleando la lucha de clases en todas partes. Donde algunos sólo ven pesimismo y desmoralización los marxistas respiramos optimismo. La clase obrera está estirando sus músculos y el ambiente de rebelión está extendiéndose como un fuego salvaje. En casi todos los países europeos estamos viendo huelgas generales y movilizaciones de masas de una magnitud no vista en 35 años. En los propios EEUU, hay un foco de rebelión obrera en el Estado de Wisconsin que sacó a la calle a más de 100.000 personas y la ocupación de edificios oficiales en protesta por los recortes, y que ha despertado una solidaridad extraordinaria en todo el país.
Los acontecimientos están cincelado la conciencia de la clase obrera de los países centrales del capitalismo y sus luchas revolucionarias no quedarán a la zaga de lo que hemos visto en América latina en los últimos años. Y estamos en vísperas de que asome a la historia el poderoso proletariado chino, concentrado en enormes fábricas y sometido a una explotación enorme. Pero, incluso aquí, ya estamos viendo las fumarolas de la presión volcánica que está acumulándose e innumerables conflictos sociales y la respuesta represiva del régimen deteniendo a cientos de activistas obreros y juveniles.
El otro tema que Alan desarrolló fue la revolución árabe que, en sus palabras, representa no sólo un punto de inflexión en la situación mundial, sino en la historia. No hay que olvidar que Oriente Medio es la zona estratégica más importante para el imperialismo desde hace 65 años. Es una verdadera inspiración, un proceso revolucionario donde las masas se han levantado contra las dictaduras proimperialistas del área por demandas democráticas y sociales: contra la opresión, la corrupción, el desempleo y la falta de un futuro; por trabajo digo, pan y justicia. La clase obrera está jugando un papel protagónico en todos estos movimientos, como es el caso manifiesto en Túnez, Egipto, o Bahráin. Sin partido ni dirección, las masas trabajadoras y la juventud revolucionaria han hecho milagros y se han desembarazado de autócratas que llevaban instalados en el poder durante 30 años.
De un plumazo, las masas trabajadoras árabes han apartado a un rincón el fundamentalismo islámico, que está cada día más desacreditado en estos países, y el sectarismo religioso; han puesto el método de la lucha revolucionaria de masas a la orden del día, y están aprendiendo rápidamente.
Alan denunció la intervención imperialista en Libia y desacreditó a los actuales dirigentes de la oposición a Gadafi que se han pasado al campo del imperialismo; pero defendió el movimiento revolucionario genuino inicial que tuvo lugar en Libia contra el dictador Gadafi, quien desde el 2003 se reconcilió con el imperialismo y entregó parte de la riqueza del país a la voracidad depredadora de las multinacionales petroleras.
Alan explicó cómo, sobre la base de su experiencia, las masas sacarán la conclusión de que para conseguir sus demandas democráticas y sociales más sentidas, deberán acometer medidas socialistas de expropiación de las camarillas gobernantes, los terratenientes y los monopolios extranjeros.
En sus palabras finales Alan enfatizó que la tarea más urgente, y los acontecimientos en el Norte de África y Medio Oriente así lo muestran, es desarrollar y fortalecer una corriente marxista internacional que provea de una base organizativa sólida a las capas más avanzadas de la clase obrera y la juventud revolucionaria, y del programa científico del socialismo para luchar conscientemente por la transformación socialista de la sociedad en todas partes. La Corriente Marxista Internacional está impulsando esta tarea e invitó a los presentes a organizarse en la misma. Los presentes recibieron la exposición de Ala con un gran aplauso.
El turno de intervenciones y preguntas que siguió a la exposición de compañero Alan fue muy amplio y variado en su temática. Muchos compañeros tomaron la palabra para requerir la opinión de Alan sobre temas como: Libia, el futuro de la revolución venezolana, el socialismo del siglo XXI, la experiencia de la Unión Soviética, el problema de la construcción del partido revolucionario, la situación en Argentina, y la catástrofe medioambiental que se ha desatado en Japón. Dos compañeros que representaban al sindicato independiente de la Construcción, Sitraic, del sur del Gran Buenos Aires, tomaron la palabra para explicar la represión de que son objeto por las patronales y las patotas de la burocracia sindical del sindicato oficial de la Construcción, UOCRA, y pasaron una hucha para recaudar fondos.
El compañero Alan respondió punto por punto a los temas planteados, insistiendo en la idea de que la clase obrera es más fuerte que nunca en la historia, a nivel mundial; y rechazó como falsa la idea del bajo nivel de conciencia de los trabajadores, como lo están demostrando en el mundo árabe. Ironizó sobre las teorías del Socialismo del Siglo XXI, que encubren posiciones revisionistas y socialdemócratas de conciliación de clases bajo un rótulo nuevo. El socialismo significa la expropiación de los capitalistas, de los banqueros, terratenientes y monopolios; el control obrero y democrático de la economía y la sociedad por la clase trabajadora a todos lo niveles. Fuera de esto, hablar de socialismo es una estafa. También señaló que las ideas del marxismo siguen tan válidas como fueron establecidas hace 150 años, enriquecidas con el devenir histórico y los aportes de Lenin, Trotsky y otros teóricos marxistas. Puso como ejemplo la rabiosa actualidad del Manifiesto Comunista, escrito en 1848, y que según él describe de manera magistral el mundo, no como era en 1848, sino como lo es en la actualidad.
Respondiendo a la situación de Japón, Alan manifestó que el viejo lema "Socialismo o Barbarie" ha quedado obsoleto en la actualidad, y que sería más correcto sustituirlo por el de" Socialismo o el fin de la vida en la Tierra", a causa de la codicia capitalista por las ganancias.
El compañero Alan Woods cerró su intervención declarando su plena confianza en la capacidad revolucionaria de los trabajadores para luchar por un mundo socialista. Como en su exposición inicial, los asistentes despidieron a Alan con un nuevo aplauso, y muchos de ellos se dirigieron a la mesa con nuestros materiales para adquirir libros, folletos y nuestra prensa, El Militante.
En definitiva, fue un lujo tener entre nosotros al compañero Alan Woods y esperamos que no pase mucho tiempo para volverlo a recibir en nuestro país.