A propósito del día internacional de los trabajadores. Desafíos para el activismo obrero en la Argentina

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El 1º de Mayo es la fecha en que los trabajadores de todo el mundo se movilizan como clase superando todas las diferencias raciales, religiosas, nacionales, políticas, etc. Siempre es una circunstancia oportuna para reflexionar sobre la situación dela clase obrera en la sociedad y sobre las posibilidades de liberarse definitivamente de la opresión capitalista. El 1º de Mayo es la fecha en que los trabajadores de todo el mundo se movilizan como clase superando todas las diferencias raciales, religiosas, nacionales, políticas, etc. Siempre es una circunstancia oportuna para reflexionar sobre la situación de la clase obrera en la sociedad y sobre las posibilidades de liberarse definitivamente de la opresión capitalista.

Ante la gran desorientación de los sectores de vanguardia en nuestro país consideramos adecuado preguntarnos sobre las debilidades de la organización de los trabajadores en Argentina. En los últimos meses hemos visto una ofensiva de la patronal, el Estado y la burocracia sindical contra algunas experiencias avanzadas llevadas adelante autónomamente por los trabajadores. La represión, los despidos, el desalojo que sufrimos en Subte, Casinos Bs.As., Dana, Motomel, IMPA y Mafissa, hablan de que el capitalismo no puede permitir estas experiencias. Todos sus agentes actúan tratando de aislarlas, utilizando todos los métodos que tienen a disposición: la persuasión, la división, la intimación, la represión, etc.

Pero este retroceso, desde una cierta ofensiva de años anteriores a este paso a la lucha por defender esos espacios conquistados, tiene también causas, y fundamentalmente, en la falta de una política clasista de masas de los dirigentes antiburocráticos y de izquierda.

El principal obstáculo es la falta de una política unitaria que brinde la posibilidad de organización a toda la nueva camada de luchadores en cada empresa y región del país. Esta carencia está causada principalmente por la política sectaria que divide a los trabajadores en lucha, construyendo corralitos donde no se permite que entren en contacto con otros sectores no dominados por la secta que “dirige” esa lucha.

Los millones de trabajadores que exigen mejores salarios y condiciones de trabajo, necesitan una referencia para mejorar la correlación de fuerzas en sus luchas. Esa construcción antiburocrática amplia debiera ser una corriente clasista inserta en todos lo sindicatos, que también serviría de base para romper el aislamiento de las luchas que van alcanzando un desarrollo más importante como las mencionadas.

Otra tendencia, ligada al conservadurismo, al pesimismo y a la falta de audacia, también frena el desarrollo de una organización mayor de la clase obrera. Esta es la responsable de la parálisis reinante en el Movimiento Intersindical Clasista (MIC), que apuntaba a convertirse en esa herramienta necesaria.

Es necesario abandonar la actitud de lamentaciones, de “qué mal que estamos”, “cuánto nos falta”, “no podemos hacer demasiado”, por otra donde, con lo poco o mucho que tengamos, nos planteemos “qué podemos hacer”, “cómo lo potenciamos”, “cómo dejamos de lado mezquindades para construir algo superior”.

Algunos compañeros consideran que en este momento no se puede hacer nada más que resistir con lo poco conseguido, atrincherarse en los pequeños espacios conquistados. Esto no es así, o se avanza o se retrocede. La historia de las luchas de los trabajadores muestra que los momentos de avances en las conquistas obreras son pocos y breves comparados con los años de retrocesos y pérdidas. Que son más las luchas que se pierden que las que se ganan. Si no fuera así ¿qué necesidad habría de mejorar las organizaciones?, la revolución se haría sola y seria superflua la existencia del activismo.

En los momentos de retrocesos y derrotas la clase obrera también ha generado respuestas y avances en organización.
Debemos pensar cómo ayudar y ayudarnos como clase y como parte del activismo. Si seguimos persistiendo en la fragmentación y la parcelación de las luchas, estamos condenando a un callejón sin salida a nuestra clase y a lo mejor del activismo joven que ha emprendido sus primeras lecciones en la lucha de clases.

No se trata de declamar la unidad, sino de practicarla.
La autonomía que decimos defender no es siempre la misma. La autonomía o independencia política de los trabajadores no supone el aislamiento de los mismos de sus organizaciones.

Ya en reiteradas ocasiones los obreros han demostrado cómo imponer a sus dirigentes la tan mentada unidad. Importa sobre todo la creación de un movimiento amplio, antiburocrático, dentro de nuestras organizaciones.
Este 1º de mayo debe servir para balancear esta tarea que tenemos por delante. Debemos recuperar la CGT como herramienta de lucha. Debemos apoyarnos en lo mejor que persiste de la CTA, y combatir las ambigüedades y las traiciones de muchos de sus dirigentes. Ni reír ni llorar, comprender