Se cumplen dos años de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 que derribó al gobierno de Fernando de la Rúa. Estas fechas emblemáticas quedaron grabadas en la memoria popular desde entonces y, justamente, son consideradas un patrimonio del pueblo trabajador. Para la burguesía, en cambio, la conmemoración popular del Argentinazo representa una mala pesadilla porque demostró el potencial revolucionario que descansa en nuestras manos. Después de dos años transcurridos, creemos necesario hacer un balance de lo acontecido durante este período, particularmente en el último año, para sacar las lecciones y las tareas que deben encarar los activistas del movimiento obrero y la juventud en los próximos meses.
Balance y tareas
Se cumplen dos años de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 que derribó al gobierno de Fernando de la Rúa. Estas fechas emblemáticas quedaron grabadas en la memoria popular desde entonces y, justamente, son consideradas un patrimonio del pueblo trabajador. Para la burguesía, en cambio, la conmemoración popular del Argentinazo representa una mala pesadilla porque demostró el potencial revolucionario que descansa en nuestras manos. El grito ¡Que se vayan todos! no estaba dirigido solamente contra la corrompida casta de políticos burgueses, jueces, y oficiales del ejército y de la policía quienes, actuando bajo las órdenes de los capitalistas argentinos y las multinacionales extranjeras, arruinaron al país y nos llenaron de hambre, desocupación y sufrimiento. También era un grito contra la ficción y la hipocresía de la democracia "burguesa" que permite a todo el mundo decir, más o menos, lo que quiera mientras que las decisiones fundamentales que determinan el destino de millones de personas son tomadas por un puñado de banqueros, grandes capitalistas y oligarcas.
Tras la experiencia del "Argentinazo", la burguesía argentina sólo podía recomponer la situación política del país para garantizar la continuidad de su dominación con un gobierno que despertara ilusiones en la población, como lo hizo el gobierno de Kirchner, que tuvo que ofrecer algunos gestos, discursos y actuaciones "radicales" aunque no cambiaran el fondo de la realidad. Esto tuvo como objetivo preservar los intereses de conjunto del capitalismo argentino, poniendo algunos límites al saqueo de los recursos de la nación y de esta manera contener la bronca de la población para alejar el fantasma de una nueva rebelión popular. Pero tras siete meses de gobierno, todos los sectores de la clase dominante (banqueros, empresarios industriales, multinacionales y hacendados agrícola-ganaderos) han limado sus diferencias por el reparto de las parcelas del poder económico y se han alineado sin excepción alrededor del gobierno para que apuntale al capitalismo argentino que, por su debilidad, sólo puede mantenerse cargando el peso de la crisis capitalista sobre los trabajadores, los desocupados y los jubilados.
¿A quién beneficia realmente la política del gobierno?
En los últimos meses, los capitalistas argentinos y extranjeros tuvieron mucho que celebrar. Primero, con la firma del acuerdo con el FMI para reanudar el pago de la deuda externa en el 2004 a los banqueros y financieros internacionales, que se llevarán $12.000 millones. Luego con la aprobación del Presupuesto de la nación para el próximo año que contempla pagar más de $16.000 millones a los bancos argentinos en "compensación" por la pesificación y $5.000 millones a los grandes capitalistas nacionales que se beneficiarán de los contratos de las obras públicas y de infraestructura. Kirchner, que llegó al gobierno criticando ferozmente la etapa privatizadora menemista, no va a reestatizar ni una sola de las empresas privatizadas, como ya declaró decenas de veces. Es más, continúa subsidiando a la mayoría de las empresas privatizadas con cientos de millones de pesos con el fin de garantizarles beneficios millonarios a sus dueños que no rinden en interés de las familias trabajadoras. Y todo ello mientras mantiene congelados los salarios de los trabajadores estatales y pensiones de hambre para los jubilados, e insiste en que no hay dinero para dar trabajo a los desocupados. En el terreno de los derechos humanos, la derogación de las leyes de impunidad tampoco garantiza el castigo y juicio de los militares genocidas, cuyos procesos se mantienen empantanados y paralizados por la maraña jurídica burguesa. Lo mismo ocurre con los juicios por los asesinatos de los compañeros caídos el 19 y 20 de diciembre del 2001y los de las víctimas de la masacre del Puente Pueyrredón.
A pesar de la reactivación de la economía en el último año, los trabajadores apenas nos beneficiamos de la misma. El desempleo real supera el 20%, el trabajo en negro afecta al 45% de los trabajadores, los accidentes laborales entre los trabajadores "en blanco" aumentaron un 17% y el doble entre los trabajadores en negro, por la precariedad y la falta de seguridad en el trabajo. El aumento de los $200 en el básico apenas alcanzó al 25% de los trabajadores. Ahora, tras el escándalo de las coimas en el Senado para la aprobación de "reforma laboral" del 2000, el gobierno tiene una oportunidad para atender los reclamos del movimiento obrero y restaurar los derechos laborales perdidos en los últimos años. Pero desde ya anticipamos que no lo hará. Se limitará a introducir cambios cosméticos en la legislación laboral, pero las medidas de fondo reclamadas por la patronal (reducción de aportes patronales, empleo precario, salarios bajos, etc.) se mantendrán. Sólo una respuesta unitaria y contundente del movimiento obrero puede obligar al gobierno y la patronal a ceder frente a nuestros reclamos.
Todo el ambiente social puede cambiar rápidamente, en la medida que los trabajadores y el resto de las capas oprimidas de la sociedad empiecen a comprobar los límites de la política de Kirchner y los compromisos que atan a su gobierno con los capitalistas. A pesar de la aparente calma superficial, se está acumulando bronca y frustración entre los millones de trabajadores y desocupados en la medida que sus condiciones de vida no cambiaron en lo fundamental. Más tarde o más temprano pasarán a la acción para obligar al gobierno a que se concreten sus promesas por mejores salarios, empleo digno, construcción de viviendas, etc. Esto ya se está empezando a ver con el aumento de las luchas de los trabajadores por reclamos salariales. Esta es la razón por la que, desde hace semanas, el gobierno de Kirchner y todas las fuerzas materiales e ideológicas de la clase dominante (la casta de obispos de la Iglesia, los empresarios "industrialistas" de la UIA, los medios de comunicación burgueses) se han unido para criminalizar y exigir un castigo ejemplar al movimiento piquetero combativo. El gobierno y los capitalistas argentinos consideran un estorbo y un peligro la existencia de organizaciones obreras y populares independientes del Estado y la patronal, como es el caso de las organizaciones piqueteras combativas. Por eso necesitan criminalizarlas, dividirlas y hostigarlas para debilitar su capacidad de respuesta. Pero los empresarios también persiguen con esta campaña justificar ante la población la utilización masiva de cientos de miles de beneficiarios del Plan Jefes de Hogar para que trabajen con salarios de miseria de $300 ó $400, aportando el Estado $150, y así disponer de mano de obra barata y abundante, lo que les serviría además para frenar los crecientes reclamos salariales de los trabajadores.
Contra la criminalización del movimiento piquetero
Mientras que el 60% de la población está por debajo de la línea de pobreza, mientras que los capitalistas continúan evadiendo miles de millones de dólares fuera del país, mientras que diariamente mueren 2 trabajadores en accidentes laborales, mientras que el poder adquisitivo es devorado por la suba de los precios, mientras que la sociedad asiste aterrada a la extorsión y a la labor criminal de una policía corrupta, parece no existir problema social más grave que las protestas de los piqueteros ¡Cuanta hipocresía y mentira! Las propias estadísticas oficiales lo desmienten. El censo de protestas sociales del Ministerio de Justicia y Seguridad revela que, mientras que en enero del 2002 éstas llegaron a 2552, en septiembre del 2003 apenas alcanzaron 517, la cifra más baja en dos años. En octubre, fueron 597, último mes con datos. Según la Secretaría de Seguridad, en los últimos seis meses los cortes de ruta y calles en la Capital descendieron un 50% (Clarín, 30 de noviembre del 2003). Esto basta para demostrar que nos encontramos con una campaña desvergonzada planificada conscientemente.
Es pura hipocresía afirmar, como lo hace el gobierno, que no va a reprimir a los piqueteros mientras que estimulan las condiciones "ambientales" entre la población para que dicha represión se justifique. Los acontecimientos de Neuquen y Salta así lo demuestran. Vergonzosamente, Kirchner acusa a la izquierda de utilizar a los piqueteros "como base de sustentación política" cuando ésta fue la labor principal de los punteros peronistas y del gobierno durante el último año y medio. La actitud de dirigentes como D"Elía, de la FTV-CTA, es escandalosa y merece la reprobación de sus bases, al aparecer del lado del gobierno y no salir públicamente a contestar sus mentiras y calumnias. En lo que respecta a los dirigentes de la CCC, Barrios de Pie y los MTD Aníbal Verón hubiera sido necesario un posicionamiento más contundente por su parte sobre esta cuestión. Hay que tener en cuenta que ninguna de las organizaciones piqueteras se salvará de los ataques del gobierno, particularmente cuando se vean obligadas a movilizarse por sus justos reclamos. En este sentido, es muy de lamentar la división del movimiento piquetero en fecha tan emblemática para coordinar un acto común en este día 20 de diciembre.
La necesidad del frente único y de un Congreso de Bases
Los activistas y luchadores populares debemos afrontar las tareas que se derivan de esta situación para organizar y concientizar a millones de trabajadores y desocupados de todo el país. Desde El Militante creemos que es necesario organizar el más consecuente FRENTE ÚNICO de las organizaciones obreras, piqueteras y de izquierda en todos los aspectos para enfrentar esta arremetida del gobierno y la burguesía. El fracaso de esta política de frente único en el terreno electoral frustró las expectativas de una mayor representación parlamentaria de la izquierda en el Congreso, la Capital y las provincias que hubiera servido para denunciar con más fuerza la política del gobierno en los próximos meses. En el frente piquetero, creemos que lo que se necesita es un movimiento piquetero unido, democrático y de masas, donde cada tendencia política tenga el derecho a plantear sus ideas, consignas y programa, mientras que luchan por cada paso adelante y reforma que pueda aliviar las condiciones de los desocupados. Pero quizás la mayor falencia está en la falta de ligazón de los trabajadores ocupados con los desocupados y en la debilidad de la izquierda dentro del movimiento obrero organizado. Indudablemente la principal responsabilidad está en la actitud obstruccionista de la burocracia sindical, particularmente de las CGT. Es por ello que una de las tareas más apremiantes es la necesidad de desarrollar una oposición de izquierda organizada y coordinada dentro de los sindicatos, no sólo en la CTA, sino también en la CGT. No puede haber excusa para no trabajar en las organizaciones de masas de la clase obrera para dirigir una lucha consecuente contra el asfixiante control burocrático que ejercen los dirigentes sindicales. Esta es una tarea fundamental debido el peso económico y social de la clase obrera ocupada en la sociedad, y ganar su dirección es esencial para organizar la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
Para llevar a efecto esta política consecuente de frente único es necesario superar cuanto antes las divisiones y enfrentamientos sectarios y de aparato que se da entre los diferentes grupos piqueteros y de izquierda. Creemos que la mejor manera de lograr ambas cosas es convocando a un Congreso de Bases de todas estas organizaciones, mediante delegados elegidos en cada organización, haciéndolo extensivo a los gremios, delegados sindicales combativos, trabajadores de fábricas recuperadas y asambleas populares. Sólo de esta manera podremos crear las condiciones para oponer una alternativa combativa, de clase y revolucionaria a las actuales direcciones conciliadoras y pactistas del movimiento obrero.
Para El Militante, el programa por el que debemos luchar pasa por:
-Basta de represión y persecución a las organizaciones piqueteras. Libertad y desprocesamiento de todos los luchadores populares.
-Un subsidio de desempleo universal a todos los desocupados de $500, anulando la forma de "plan trabajar" o jefas y jefes de hogar", y sin obligación de contraprestación.
-Reparto de la horas de trabajo para acabar con la desocupación, sin despidos ni rebajas sala-riales para los ya ocupados.
-Anulación inmediata de la Reforma laboral.
-No al empleo en negro. Blanqueo bajo convenio colectivo de todos los trabajadores.
-Reducción a 15 días del período de prueba. Pase a planta permanente transcurrido ese tiempo.
-Salario mínimo de $ 800.- con indexación según el aumento de la canasta familiar.
-Incorporación inmediata de los $200 al básico a todos los trabajadores sin excepción.
-Jubilación a los 60 años con el 100% de los ingresos que recibía el trabajador en actividad.
-No al pago de la deuda externa
-Reestatización, sin indemnización y bajo control obrero, de todas las empresas privatizadas
-Nacionalización de la banca, los monopolios y los latifundios, sin indemnización y bajo control obrero, para planificar democráticamente los recursos en beneficio de la mayoría de la sociedad.
¡Unite a nosotros, unite a El Militante¡