IRAQ: ESTALLÓ LA GUERRA

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Ya se han desatado los perros de presa. En las primeras horas del 20 de marzo, las fuerzas británicas y estadounidenses comenzaron a dirigirse hacia la frontera iraquí. Al mismo tiempo, Bagdad se estremecía con las explosiones de 40 mísiles Crucero que caían con su carga mortal. Este acto de agresión es un crimen del imperialismo estadounidense. Todos los intentos de disimular este crimen y proporcionarle una capa de legalidad, son una farsa y un fraude. La propaganda constante sobre los crímenes des de Sadam Hussein suena completamente hueca en los labios de los mismos hombres que lo apoyaron, armaron y financiaron durante años

Se desataron los perros de presa

Ya se han desatado los perros de presa. En las primeras horas del 20 de marzo, las fuerzas británicas y estadounidenses comenzaron a dirigirse hacia la frontera iraquí. Al mismo tiempo, Bagdad se estremecía con las explosiones de 40 mísiles Crucero que caían con su carga mortal. Este acto de agresión es un crimen del imperialismo estadounidense. Todos los intentos de disimular este crimen y proporcionarle una capa de legalidad, son una farsa y un fraude. La propaganda constante sobre los crímenes de Sadam Hussein suena completamente hueca en los labios de los mismos hombres que lo apoyaron, armaron y financiaron durante años. De la misma forma que los crímenes de Sadam Hussein no son la causa de la guerra, tampoco deben determinar nuestra actitud hacia ella.

Por la parte de Gran Bretaña y EEUU, esta es una guerra de agresión imperialista y reaccionaria. En la guerra entre un pobre país de Oriente Medio, luchando por su existencia y una poderosa superpotencia militar que pretende aplastarlo, ocuparlo y reducirlo a la subyugación semi-colonial y a la ocupación, todas nuestras simpatías están con el desvalido y la víctima. Eso es lo que determina nuestra actitud.

Desde un punto de vista militar, éste es un conflicto muy desigual. El ejército iraquí está mal armado y equipado. Fue aplastado en 1991 y no ha podido recuperarse debido al monstruoso régimen de sanciones económicas. En cuanto a las armas de destrucción masiva, según los inspectores, más del 90 por ciento fueron destruidas a finales de los años noventa.

Los imperialistas no tienen escrúpulos humanos ni moral. Les resulta completamente indiferente las vidas del pueblo iraquí. Habrá muchas bajas civiles. Ya ha aparecido que las “bombas inteligentes”, que supuestamente provocan un ataque quirúrgico contra los centros neurálgicos del régimen, han fallado en su objetivo y cayeron en una calle. Se producirán más casos como este.

Los ricos ya huyeron de la ciudad. Los pobres no tienen adonde ir. Mientras que el presidente Bush se va a la cama con la conciencia tranquila, las mujeres y los niños iraquíes se esconden en los sótanos esperando los inevitables bombardeos. Muchos resultarán asesinados por los mísiles estadounidenses que caerán durante días con la intención de reducir al mínimo el número de bajas estadounidenses.

Aquéllos que sobrevivan al bombardeo inicial, tendrán que enfrentarse a los horrores de la lucha callejera en los escombros de Bagdad, donde se perderán muchas vidas. Aquéllos que sobrevivan a las ruinas de sus casas, también los esperan nuevos horrores.
Un millón de niños iraquíes están hambrientos y malnutridos debido a las monstruosas sanciones impuestas por las Naciones Unidas en nombre del imperialismo. Estos niños no están en condiciones de soportar más golpes. Pero los estadounidenses pulverizarán la ya destrozada infraestructura y destruirán los suministros de agua potable y el transporte. Esto provocará más pérdidas de vidas debido al hambre, la diarrea y otras enfermedades.

Es una condena de la podredumbre moral de Bush y Blair, la hipocresía de sus supuestas consideraciones “humanitarias”. Están movilizando unos enormes recursos para controlar los medios de comunicación y manipular a la opinión pública con su propaganda fraudulenta e imagen “sensata” de la guerra. De este modo, trivializando y encubriendo los horrores que provocan sus acciones, los crímenes del imperialismo son
incluso aún más atroces.

La consigna de la Paz

En las últimas semanas, desde estas páginas hemos denunciado y desenmascarado sistemáticamente los planes bélicos de los imperialistas. Dijimos que la farsa diplomática que se estaba desarrollando en el Consejo de Seguridad era algo irrelevante, destinada a desviar la atención del mundo mientras que el ejército estadounidense continuaba acumulando tropas en el Golfo. La decisión de invadir Iraq se adoptó ya hace mucho tiempo y no hubiera cambiado con el voto del Consejo de Seguridad.

La guerra siempre es algo terrible. Pero tiene una ventaja. Arranca despiadadamente todas las ilusiones y las ficciones legales, y revela la verdadera situación del mundo.

Aquellas personas que todavía hablan de la necesidad de la paz, de dar una oportunidad a la diplomacia, de hacer algo que pueda detener la guerra, pasan por alto un detalle: la historia demuestra que todas las cuestiones serias, en última instancia, se deciden por la guerra, ya sea la guerra entre las naciones o la guerra entre las clases. Podemos lamentarnos y rebelarnos, pero sigue siendo una realidad.

Es inútil quejarse de la guerra bajo el capitalismo, de la misma forma que sería inútil intentar enseñar a un tigre a alimentarse de lechuga en lugar de carne. La guerra es la continuación de la política por otros medios, y en este caso, es sólo la expresión de la necesidad objetiva del imperialismo estadounidense, la nación imperialista más poderosa del planeta, de conquistar nuevos mercados, materias primas y esferas de influencia. Pero lo más importante de todo, es una consecuencia de la situación provocada por la caída de la URSS, que dejó en manos de EEUU un poder colosal y que quiere utilizarlo para establecer su posición como la única superpotencia imperialista del mundo.

Para las damas y caballeros de Washington, la guerra es sólo otro negocio, aunque, debemos admitir, que es un negocio bastante caro. Por eso, el presidente Bush es tan reticente a poner una cifra al conflicto. Se calcula que serán 95.000 millones de dólares, pero el coste total nadie lo dice. En un momento en que la economía estadounidense atraviesa serias dificultades, las empresas están cerrados y los trabajadores se ven abocados a la desocupación. Los trabajadores de EEUU y del resto del mundo, se preguntarán quién pagará los costes de la guerra. Una vez más, el lema de la clase dominante será: “cañones en lugar de mantequillas”.

En una sola mañana, se dilapidaron 24 millones de dólares en los mísiles Tomahawk y Crucero que se lanzaron sobre Iraq. Washington lo considera una inversión porque al final, las empresas estadounidenses, conseguirán rentables contratos. Las empresas estadounidenses ya han conseguido contratos valorados en 800 millones de dólares, para disgusto de las constructoras británicas que todavía no han conseguido nada.

Es imposible prever el rumbo exacto de la guerra o su duración. Los políticos de Washington y Londres esperan fervientemente que sea breve. Pero no lo tienen claro. El discurso de Bush de la noche pasada fue una advertencia para la opinión pública estadounidense, dijo que la guerra podría ser más larga y costosa de lo que se esperaba. La realidad es que nadie sabe lo larga y difícil que podría ser la guerra.

La aparente calma de Sadam no es lo que parece. Puede ser un indicio del fatalismo de un hombre que sabe que su final está cerca. Pero su tono era desafiante. Pidió al pueblo iraquí que resistiera ante los invasores y defendiera la integridad de Iraq. Entre la población iraquí hay un odio inmenso hacia el imperialismo estadounidense. No quieren ver su país ocupado por fuerzas extranjeras. La lucha principal se producirá en Bagdad. Sin duda los estadounidenses tienen una aplastante superioridad militar, pero el coste exacto todavía no se conoce.

¿Qué hacer?

El imperialismo estadounidense ahora es la fuerza más reaccionaria del planeta. Su objetivo es establecer la dictadura de las grandes empresas estadounidenses en todas partes, y aplastar a cualquier pueblo o gobierno que se interponga en su camino. Es necesario movilizar al movimiento obrero para oponerse a todas las manifestaciones del imperialismo como parte de la lucha general contra el capitalismo, nacional e internacionalmente.

El último acto de agresión ha provocado una oleada de furia y repulsión en todas partes. La insolencia y arrogancia de Bush y Blair es pasmosa. Estos hipócritas que constantemente machacan con la “democracia”, demuestran un desprecio total por la opinión pública mundial. Millones de personas se manifestaron contra la guerra y se los ignoró. El 75 por ciento de la población británica dice no a la guerra y se la ignora. Seis millones de personas se manifestaron en España y se las ignora. Los bravucones británicos y estadounidenses no consiguen la mayoría en el Consejo de Seguridad y simplemente retiran su resolución, así evitan el debate y después se presentan ante todo el mundo con un hecho consumado. Hay una idea que cobra fuerza: estos gobiernos no nos representan. Es una idea correcta.

¿Cómo responder a esto? Continuar hablando de Paz y de las Naciones Unidas es una pérdida de tiempo. La guerra es ya un hecho y toda la situación mundial va a estar determinada por ella. Lo que se necesitan no son discursos piadosos sobre los beneficios de la Paz, sino un CAMBIO DE RÉGIMEN. La guerra es consecuencia del régimen actual, el régimen capitalista que divide al mundo en esferas de influencia y fuentes de beneficio, mercados y materias primas. La única forma seria de luchar contra la guerra y el imperialismo es vincular la lucha contra la guerra con la lucha contra el capitalismo.

Naturalmente apoyaremos toda manifestación y acción contra la guerra, en la medida que sirva para movilizar y agitar a la población contra los imperialistas. Pero también explicaremos la necesidad de vincular el movimiento contra la guerra con la lucha por el derrocamiento del capitalismo, la verdadera causa de la guerra en la época moderna.

Es necesario que la clase obrera y el movimiento obrero internacional desarrollen su propia estrategia y táctica para esta guerra. Los sindicatos italianos ya han dado un ejemplo al plantear la cuestión de la huelga general. Los sindicatos griegos han pedido a los sindicatos europeos que organicen una huelga general en toda Europa. Este ejemplo debe ser conocido, discutido y generalizado.

Algunos compañeros han planteado la cuestión de una huelga general indefinida. Pero debemos tener un sentido de la proporción y no ir muy por delante de los acontecimientos. Debemos tener una actitud correcta hacia las consignas. La huelga general indefinida plantea la cuestión del poder. Tiene implicaciones revolucionarias. ¿Se corresponde con la etapa actual del movimiento? Creemos que no.

En la mayoría de los países, el movimiento está todavía en sus inicios. En Europa, el movimiento obrero está recuperándose después de un largo período de hibernación. Después de un período de inactividad, la clase obrera necesita tiempo para ponerse de pie. Debe estirar los músculos y adquirir experiencia. Esto se aplica sobre todo a la generación más joven que acaba de entrar en la lucha.

Confundir el primer mes de embarazo con el noveno es un error serio. Si la tendencia marxista quiere ser tomada en serio, debe defender consignas que puedan encontrar un eco entre la clase obrera y, especialmente, entre los trabajadores más avanzados en los sindicatos y partidos obreros de masas. La consigna de la huelga general en este momento no tiene el objetivo de derrocar al capitalismo, sino la movilización y la unión de los trabajadores en un movimiento de masas contra la guerra. Y por lo tanto, está limitado en el tiempo.

La consigna que expresa mejor el momento en el que nos encontramos es la huelga general de 24 horas, unida a manifestaciones de protesta de masas. Un huelga general de 24 horas, si se puede organizar, tendría un efecto galvanizador del movimiento y movilizaría a un gran número de personas. Permitiría que la clase obrera sintiera su poder, el poder de la unidad y la organización. Al mismo tiempo, sería un aviso serio para los gobiernos que están apoyando la guerra.

Pero el lanzamiento de la huelga general de 24 horas no será una cuestión tan simple. En general, en época de guerra, es difícil sacar a los trabajadores a la huelga. Existe una enorme presión por parte de los medios de comunicación burgueses, azuzando constantemente el sentimiento patriótico. En aquellos países que han enviado tropas dicen que “debemos apoyar a nuestros chicos”. La situación actual es muy inusual en el sentido de que existe un movimiento contra la guerra entre la población y la clase obrera, justo en el mismo inicio de la guerra. Por lo tanto, existe la posibilidad de profundizar y extender el movimiento de protesta, incluida la acción industrial. Si se consigue convocar la huelga general de 24 horas, sería un logro considerable.

Una huelga general de 24 horas por sí misma no plantea la cuestión del poder. Es como una masiva manifestación de fuerza. Pero prepara el camino para cosas mayores, especialmente si se utiliza para hacer una campaña amplia de agitación y propaganda políticas. Es necesarios politizar el movimiento y unirlo con la idea de un cambio de régimen.

En el caso de Italia, España y Australia, la reivindicación de la huelga general de 24 horas debe ir unida a la demanda de la convocatoria inmediata de elecciones. ¡Abajo con el gobierno de los belicistas! ¡Por un gobierno de partidos obreros con un programa socialista!

En el caso de Gran Bretaña, la oposición a la guerra se está expresando dentro del Partido Laborista, como una rebelión contra Blair y el ala de derechas. La rebelión de más de 130 parlamentarios laboristas fue un síntoma. Demuestra la creciente oposición que existe entre la base y que está presionando a los parlamentarios.

La necesidad principal es impulsar el movimiento hacia la izquierda. Exigir la convocatoria de asambleas para echar a los parlamentarios que han votado a favor de la guerra y sustituirlos por gente dispuesta a cumplir con los deseos de la base.

La estupidez de los ultraizquierdistas

Resulta realmente asombroso cómo los ultraizquierdistas consiguen siempre adoptar una posición equivocada. Parece que tienen una habilidad peculiar para ello. Precisamente en el momento en que se está produciendo una rebelión contra Blair y su fracción, ellos inician una ruidosa campaña para que los sindicatos se desafilien del Partido Laborista.

Esta demanda es idéntica a la de Tony Blair y la burguesía, quienes desde hace mucho tiempo desean separar a los sindicatos del Partido Laborista, para que la burguesía pueda dominarlo totalmente. Realmente, la única razón por la cual Tony Blair ha conseguido llevar tan a la derecha el partido, es porque los sindicatos y la clase obrera durante mucho tiempo no han estado activos en el partido.

Esto debe cambiar. Los sindicatos no deben retirarse del Partido Laborista, ¡deben tomarlo! Si varios miles de sindicalistas comenzaran a hacer oír su voz en las agrupaciones locales del partido, los arribistas de clase media y los explotadores se irían. El mismo proceso que hemos podido ver en los sindicatos, donde han sido expulsados los viejos dirigentes sindicales de derechas, se puede repetir en el Partido Laborista. ¡Es la única forma de resolver esta cuestión!

En general, lo que se necesita es un cambio de régimen en las organizaciones obreras. Hay que transformar de arriba a abajo los sindicatos, para convertirlos en organizaciones de lucha de la clase obrera. Esa es la condición previa para la transformación socialista de la sociedad.

La consigna que puede actuar como el punto focal del movimiento de masas es la consigna de los comités de lucha: formar comités de lucha contra la guerra en cada fábrica, sindicato y agrupación laborista, en cada instituto o facultad, en cada barrio. Vincular los comités a las organizaciones de masas de la clase obrera, tanto los sindicatos como los partidos comunistas y socialistas. Unirlos local, regional y nacionalmente. ¡Crear el movimiento contra la guerra en cada uno de los frentes!

El topo de la revolución

Con sus actos, George W. Bush y los imperialistas estadounidenses han arrastrado al mundo a una situación nueva y sin precedentes. Han trazado un camino en el mapa que no saben como terminará. Están guiados por consideraciones a corto plazo, por la avaricia y la conveniencia. Creen que la fuerza bruta puede sustituir a la estrategia y la perspectiva. Con estos métodos sólo consiguen incrementar las contradicciones y la turbulencia a escala mundial.

En las naciones subdesarrolladas y ex – coloniales de Asia, África y América Latina, la crisis del capitalismo golpea con una fuerza redoblada. Un elemento importante en los cálculos del imperialismo estadounidense en la guerra actual es la necesidad de intimidar a estos pueblos y persuadirles de que es inútil resistirse a EEUU. De esta forma, las corporaciones estadounidenses podrán saquearles mejor.

En Asia y Oriente Medio, donde el ataque a Iraq está provocando la furia de las masas, el ambiente antiimperialista instintivo de la población se está desviando hacia el camino contraproductivo de los fundamentalistas, quienes ayer colaboraban con el imperialismo estadounidense y que ahora hablan de “choque de civilizaciones”. Esto es falso hasta la médula.

Los imperialistas estadounidenses no atacan Iraq debido a su religión, sino por su petróleo y su importancia estratégica. No es un choque de religiones, sino que en última instancia es un enfrentamiento de clase. Es parte de la guerra global entre los ricos y los pobres, entre los opresores y lo oprimidos. Los imperialistas británicos y estadounidenses son nuestros enemigos. Pero los trabajadores y jóvenes de EEUU, Gran Bretaña, Europa y Australia, son nuestros amigos, compañeros y aliados.

Todo lo que divide al movimiento de la clase obrera, objetivamente, sirve a los intereses de la reacción. Debemos defender en todas partes la unión de toda la clase obrera. Debemos unirnos contra nuestros enemigos comunes. Debemos dejar a un lado las divisiones religiosas, étnicas o sectarias. ¡Por un movimiento internacional revolucionario contra el imperialismo!

Es imposible decir exactamente cómo se desarrollará esta guerra y que situación surgirá a partir de ella. Pero una cosa es cierta. No se desarrollará en las líneas elaboradas por Bush y Blair. Desatará fuerzas que no podían imaginar, provocará el caos y la inestabilidad en todas partes.

Tarde o temprano, esta guerra criminal y reaccionaria tendrá consecuencias revolucionarias. Ya ha comenzado a tenerlas, provocando un movimiento de protesta de masas sin precedentes en todo el mundo, antes de que se dispararan los primeros tiros. ¡Esto es sólo el principio!

En EEUU el ambiente de las masas está afectado por la memoria del 11 de septiembre y la campaña de propaganda, mentiras y desinformación. Dos tercios de los estadounidenses creen que Iraq está detrás de la destrucción de las Torres Gemelas. Pero según se desarrollen los acontecimientos y se conozca el alcance de la devastación, el ambiente en EEUU cambiará.

A los horrores de la guerra hay que añadir las constantes imposiciones de un régimen que reduce los impuestos a los ricos mientras que reduce las ayudas a los pobres. Está preparado el escenario para una reacción de masas contra George W. Bush y sus actos.

Las masas siempre aprenden a través de la experiencia y especialmente de la experiencia de los grandes acontecimientos. Ya han aprendido muchas cosas y aprenderán más. Este proceso de aprendizaje de las masas se acelerará enormemente con la intervención activa de la tendencia marxista. El fortalecimiento de la tendencia marxista internacional es la tarea más apremiante ahora.

Durante todo un período, las pequeñas fuerzas del marxismo revolucionario han sufrido un retroceso empujadas por la corriente de la historia. Tuvimos que luchar contra la corriente. Pero la corriente ha cambiado. Ahora nadamos a favor de la corriente de la historia.

Durante mucho tiempo, la tendencia marxista se encontró aislada del movimiento de masas. Pero las condiciones cambian rápidamente. Debemos a toda costa encontrar el camino hacia las masas. La estupidez sectaria es un obstáculo que debemos dejar a un lado. Debemos encontrar el camino a las organizaciones de masas y establecer contactos firmes con la vanguardia proletaria, para dar al movimiento una guía consciente y perspectivas. La situación no admite ningún retraso.

Marx calificaba al proceso revolucionaria con “el topo de la historia”. Es decir, un proceso subterráneo silencioso que cava su madriguera durante largos períodos, imperceptible para la mayoría. Las fuerzas del viejo orden niegan la existencia de la revolución. No la observan hasta que finalmente explota sobre su cabeza.

La corriente febril hacia la guerra, la propaganda de mentiras, la arrogancia de Bush y los demás mafiosos de la Casa Blanca, no pueden ocultar que el sistema que defienden está podrido hasta la médula y que sufre una crisis detrás de otra. Cada día que pasa el sistema sufre nuevos choques violentos: militares, económicos y diplomáticos. ¿Cuál será el próximo?

La tumultuosa situación mundial tiene sus raíces en el período precedente. El éxito aparente del capitalismo global se ha convertido en su contrario. El capitalismo global se manifiesta como una crisis global.

Un régimen que provoca estas monstruosidades: guerra, muerte, hambre, enfermedad, ignorancia y opresión, está lo suficientemente maduro para su extinción. Por eso debemos luchar por un cambio de régimen, el régimen del capitalismo se ha convertido en una amenaza senil y degenerada para el futuro de la humanidad.

Lahore
20 de marzo de 2003