Los trabajadores de LAFSA estuvieron semanas de lucha contra la venta de la compañía a Lan Chile, controlada por American Airlines, y por el respeto a todas sus conquistas laborales.
Aunque inicialmente los dirigentes de todos los sindicatos aeronáuticos manifestaron su oposición a la privatización de la compañía finalmente traicionaron sus propias posiciones iniciales y dejaron solos a los trabajadores en la lucha contra la privatización.
Los dirigentes aeronáuticos, a espaldas del Cuerpo de Delegados de LAFSA, firmaron un acta con el Ministerio de Trabajo en el que aceptaban la venta de la compañía y obligaban a los trabajadores a firmar individualmente las nuevas condiciones de trabajo que representaban un paso atrás respecto de las actuales.
Los trabajadores de LAFSA rechazaron el acta y prosiguieron la lucha contra la privatización con paros, asambleas y marchas. Lamentablemente, en la medida que quedaron aislados respecto del resto de trabajadores aeronáuticos por culpa del boicot de la burocracia sindical, a pesar de las muestras de solidaridad que recibieron, no tuvieron más remedio que centrar su lucha exigiendo ingresar a la nueva compañía con todos sus derechos laborales conquistados.
Finalmente, la Secretaría de Transporte se vio obligada a reconocer al Cuerpo de Delegados como interlocutor legitimado por los trabajadores para la negociación. La asamblea de trabajadores de LAFSA mandató que todos los trabajadores debían ingresar simultáneamente, y no individualmente, y que se deben respetar todas las categorías, sectores, condiciones y lugares de trabajo. Además exigieron la reincorporación de los despedidos de Aero Handling. La determinación de los trabajadores de LAFSA, que amenazaron con nuevas medidas de fuerza si no se respetaba su voluntad, finalmente obligó al Gobierno y a Lan Chile a aceptar todos sus reclamos.
En mitad de la lucha, los trabajadores sufrieron una brutal represión a manos de la Policía Aeronáutica en el Aeroparque, con decenas de compañeros heridos y dos detenidos.
La solidaridad no se hizo esperar. Delegaciones de los activistas obreros y empresas más combativos: Subte, ferroviarios, Hospital Garrahan, etc. se hicieron presentes en el Aeroparque y al día siguiente el miércoles 20 de abril se movilizaron al Obelisco mientras que grupos piqueteros cortaban el Puente Pueyrredón, confluyendo juntos decenas de miles de compañeros. Los trabajadores del Subte decretaron un paro de una hora esa misma tarde exigiendo la libertad de los dos detenidos y en solidaridad con la lucha del Garrahan.
Como consecuencia de esta jornada de lucha extraordinaria, se consiguió que esa misma tarde los dos compañeros detenidos fueran liberados.
La unidad y los métodos democráticos basados en la decisión de asambleas de trabajadores son la mejor garantía para avanzar en nuestros reclamos y defender nuestras conquistas. Los trabajadores de LAFSA son un ejemplo a seguir.