Aunque el domingo se derrotó la posibilidad de una nueva ofensiva contrarrevolucionaria, ello en nada cambia por sí sólo, el desolador panorama que existe en materia económica para las masas trabajadoras. En lo que va de semana el dólar ha llegado cotizar 34.000 Bs., y los productos de la canasta básica siguen aumentando sin parar, asfixiando sin piedad a las familias trabajadoras. La carne, por ejemplo, subió aproximadamente un 100% para llegar a más de 40.000 Bs., pero hay comercios en los que puede conseguirse a precios aún más altos, incluso por encima de los 70.000 Bs.
A pesar de la atmósfera de borracho triunfalismo que reina hoy entre la dirigencia bolivariana y en la estructura del partido, así como la comprensible y sincera alegría que hay entre sectores de los trabajadores por la nueva derrota que han propinado a la contrarrevolución, si no hay cambios contundentes y decisivos en la situación económica del país en las próximas semanas o meses, tal estado de ánimo terminará deviniendo en su contrario.
El pasado domingo, contra muchos pronósticos, el Psuv logró una victoria contundente sobre la MUD en los comicios regionales. De los 23 estados que componen la geografía nacional, el Psuv obtuvo la victoria en 18, incluyendo estados de importante población urbana como Carabobo y Aragua, y reconquistando estados como Miranda y Lara, que habían estado por casi una década en manos de la oposición, mientras que la MUD tan sólo logró la victoria en 5, incluyendo tres estados fronterizos, a saber, Zulia, Táchira y Mérida.
Como se ha hecho ya costumbre, apenas fueron dados a conocer los escrutinios totales, la MUD declaró que no reconocía los resultados. Horas más tarde, varios candidatos de la MUD, entre ellos Carlos Ocariz y Henry Falcón, reconocieron los resultados en sus respectivos estados, y una vez más la matriz del “fraude” se vino abajo.
¿Por qué triunfó el Psuv? Un primer balance de las regionales
Si en nuestro análisis partimos de reconocer que hoy existe una atmósfera de profundo malestar y rabia social en todo el país, como consecuencia del deterioro brutal de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, puede resultar difícil comprender correctamente cómo se logró derrotar a la derecha y además obteniendo resultados de tal magnitud.
Como hemos explicado en otros artículos y declaraciones, durante los últimos años las masas trabajadoras en Venezuela han venido manifestando un agudo proceso de desmoralización y desmovilización, como consecuencia del rápido deterioro de sus condiciones materiales de existencia. Ello, se reflejó claramente en el resultado de las elecciones parlamentarias de 2015, pero ha continuado agudizándose hasta el día de hoy, en la medida en que el crecimiento de la inflación adquiere mayor velocidad mes tras mes, y el aumento de la canasta básica golpea salvajemente a las masas trabajadoras. Para este año, por ejemplo, se estima que la inflación acumulada cierre en más de 1000%.
Sobre esa base, y observando el nivel de malestar cada vez más creciente entre las bases del chavismo, ante la crítica situación económica que vive el país, era totalmente lógico pensar que la MUD podría haber derrotado fácilmente al Psuv en las elecciones regionales, o que en todo caso, la brecha entre el número de gobernaciones obtenidas por el Psuv y por la MUD hubiese sido considerablemente menor.
Sin embargo, con la convocatoria a la ANC, la dirigencia bolivariana, que en efecto ha demostrado saber jugar muy bien al juego de la democracia burguesa, logró cambiar rápidamente el escenario político a su favor. Al vender a las masas la idea de que la ANC sería el instrumento que permitiría resolver definitivamente la crisis económica que vive el país, de manera terriblemente demagógica logró insuflar energías políticas renovadas a las masas trabajadoras, que ya acusaban (y que aún acusan) un agudo descontento, agotamiento y desmoralización, lo que finalmente catalizó una poderosa movilización de los trabajadores y pobres de todo el país el 30 de julio, esperanzadas de que con este instrumento, como hemos señalado, iba a poder derrotarse la escalada inflacionaria y la escasez brutal de insumos, medicinas y demás bienes necesarios.
Dicha movilización, en la que más de 8 millones de personas eligieron a sus diputados a la ANC, permitió derrotar la avanzada fascista de la contrarrevolución, desmoralizando y desmovilizando a las bases de la oposición, y aislando a las bandas guarimberas en pequeños grupos, lo que provocó nuevas fracturas y tensiones en la dirigencia de la MUD, terminando todo ello por debilitar de manera importante a las fuerzas de la contrarrevolución.
He allí, en primer lugar, la causa principal que permitió abrir un escenario políticamente mucho más favorable para el Psuv de cara a realizar las elecciones regionales. En efecto, éstas habían sido pospuestas por aproximadamente 10 meses, y no debido a vacías razones de índole jurídico o técnico, sino al hecho de que la dirigencia bolivariana era consciente que de haberse efectuado dichas elecciones en medio de las condiciones políticas que existían antes de la convocatoria a la ANC, la contrarrevolución habría obtenido una contundente victoria, lo que hubiese fortalecido de manera notable la ofensiva fascista de la contrarrevolución y la posibilidad de un golpe de estado efectivo.
Es por ello precisamente, que una vez se instala la ANC, la dirigencia bolivariana decide adelantar rápidamente las elecciones regionales, aprovechando la desmovilización temporal de las bases opositoras y la desorientación de su dirigencia, para tratar de obtener el mejor resultado posible, cosa que en efecto hizo.
Podemos asegurar en consecuencia, sin riesgo alguno a equivocarnos, que si la dirigencia bolivariana no se hubiese sacado bajo la manga la carta demagógica de la ANC, cualquier elección que se hubiese efectuado, hubiese implicado una victoria contundente de la MUD.
En segundo lugar, está la excepcional combatividad y fortaleza de las masas trabajadoras venezolanas, que una vez más salieron a la calle para derrotar a la contrarrevolución y defender las conquistas sociales que han logrado en el marco de la Revolución Bolivariana, aún y cuando muchas de éstas de hecho ya han desaparecido en la práctica, como consecuencia directa de la inflación desatada, y de la escasez de alimentos y medicinas.
Ello constituye desde el punto de vista histórico, sin duda alguna, una cualidad extraordinariamente notable. Nunca antes en la historia del movimiento obrero, había ocurrido que la clase trabajadora de nación alguna se mantuviera en pie de combate contra los embates de la contrarrevolución por tanto tiempo, menos aún con la salvaje arremetida que a nivel económico ha venido sufriendo de forma progresiva durante los últimos cinco años.
En tercer lugar, está el papel jugado por la maquinaria del Psuv, que ejerció una fuerte presión sobre la base chavista a fin de movilizarla a los centros de votación. Podría decirse incluso que esta vez, de una manera mucho más acentuada que en elecciones anteriores, los cuadros del aparato partidario echaron mano de beneficios sociales tales como los CLAP, las pensiones de vejez, las pensiones especiales como “madres del barrio” y el plan “chamba juvenil”, para presionar a los beneficiarios a movilizarse a los centros de votación, prácticamente en una clara actitud de chantaje. Lo mismo ocurrió con sectores de trabajadores de la administración pública que fueron presionados por sus jefes para ir a votar.
La actitud de los jefes del partido y de los cargos de dirección en el Estado el día domingo, recordó mucho al viejo estilo adeco de hacer política, en el que se compraba la voluntad de las masas trabajadoras y pobres con una mezcla de ofertas de bolas de comida y beneficios sociales, y amenazas de suspender los beneficios otorgados anteriormente.
Estos tres factores, permiten comprender el contradictorio y paradójico hecho, de cómo el Psuv, a pesar de que el país vive una de las peores situaciones de crisis social de su historia, ciertamente, como consecuencia por un lado del sabotaje económico de la burguesía, pero también debido a las mezquinas y estrechas políticas reformistas del gobierno, fue capaz de “revertir” la situación política y derrotar contundentemente a la derecha en los comicios regionales.
Perspectivas para los próximos meses
Si bien la victoria obtenida el domingo fue muy importante, en tanto y en cuanto significó una nueva derrota para las fuerzas de la contrarrevolución, lo que permite a la clase obrera ganar tiempo para organizarse y aprestarse de cara al necesario combate de clase que hay que dar contra el reformismo y contra la burguesía, es esa la única ventaja real de tal victoria.
Aunque el domingo se derrotó la posibilidad de una nueva ofensiva contrarrevolucionaria, ello en nada cambia por sí sólo, el desolador panorama que existe en materia económica para las masas trabajadoras. En lo que va de semana el dólar ha llegado cotizar 34.000 Bs., y los productos de la canasta básica siguen aumentando sin parar, asfixiando sin piedad a las familias trabajadoras. La carne, por ejemplo, subió aproximadamente un 100% para llegar a más de 40.000 Bs., pero hay comercios en los que puede conseguirse a precios aún más altos, incluso por encima de los 70.000 Bs.
A pesar de la atmósfera de borracho triunfalismo que reina hoy entre la dirigencia bolivariana y en la estructura del partido, así como la comprensible y sincera alegría que hay entre sectores de los trabajadores por la nueva derrota que han propinado a la contrarrevolución, si no hay cambios contundentes y decisivos en la situación económica del país en las próximas semanas o meses, tal estado de ánimo terminará deviniendo en su contrario.
El papel del reformismo y su bancarrota
En consecuencia, en medio de la apremiante situación actual, el enemigo más peligroso para la clase obrera no está en la acera de enfrente, sino dentro de sus propias filas. Desde el propio gobierno, la socialdemocracia reformista está llevando adelante una política de conciliación de clases, de diálogo con el enemigo de clase, que sólo puede beneficiar a la burguesía en detrimento de los trabajadores, porque los intereses de ambas clases son históricamente irreconciliables, y, cuando ambos intereses se concilian, es porque se someten los intereses del proletariado a los de la burguesía.
Esta política, se ha profundizado en los últimos meses, en la medida en que los capitalistas y el imperialismo han ejercido una presión cada vez mayor, mediante el sabotaje económico, la especulación y las sanciones financieras contra el país.
En la práctica, tal política ha significado descargar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores, mientras la burguesía amansa enormes y grotescas riquezas a costa de su sufrimiento y explotación cada vez mayor. Mientras se entregan dólares y nuevos créditos a empresarios parásitos, se otorgan concesiones a transnacionales imperialistas para que exploten el Arco Minero del Orinoco, se devalúa el dólar DICOM y se crean zonas económicas especiales que privilegian el derecho de las transnacionales a reproducir parasitariamente su capital, por encima de los derechos de la clase obrera venezolana, el salario de las masas trabajadoras continúa degradándose a una velocidad impresionante, día tras día.
Aunque minutos después de haber sido anunciados los resultados, el presidente Maduro señaló que el chavismo “arrasó” en los comicios regionales, y declaró que no aceptaría a gobernadores “guarimberos” ni “golpistas”, no pasó mucho tiempo para que nuevamente invitara a la derecha al diálogo, tanto así que ayer mismo, durante su alocución en el palacio de Miraflores, declaró estar preparado para firmar el acuerdo de diálogo que fue discutido en República Dominicana semanas atrás, entre interlocutores del gobierno y de la burguesía.
Declaraciones y acciones de esta naturaleza, revelan la inconsecuencia patente por parte del gobierno, ante la necesidad histórica de llevar adelante la revolución hasta sus últimas consecuencias, a fin de poder derrotar a la contrarrevolución de una vez por todas. Toda la historia de la lucha de clases en el siglo pasado, ha demostrado que esta política, claramente reformista y socialdemócrata, no hace sino preparar el terreno para la victoria definitiva de la contrarrevolución.
La única salida revolucionaria a la crisis pasa por la expropiación de los capitalistas
La crisis que está viviendo el país es la consecuencia de no haber llevado hasta sus últimas consecuencias las medidas de control sobre la economía y de nacionalización parcial de sectores de la economía. Las medidas de control de precios y de cambio, así como las nacionalizaciones de latifundios, bancos e industrias durante el gobierno de Chávez, jugaron un papel muy importante para las conquistas de las enormes reivindicaciones sociales que los trabajadores lograron entre los años 2004 y 2012.
Empero, tales medidas sólo constituyeron reformas parciales sobre el capitalismo, que hoy, ante la caída estrepitosa del precio del petróleo y ante el sabotaje económico de la burguesía, han terminado de evidenciar claramente sus limitaciones.
Esta situación de crisis, únicamente puede ser resuelta de dos maneras, y sólo una de ellas favorece a los trabajadores. La política de conciliación de clases que está aplicando el gobierno, consistente en el otorgamiento de concesiones cada vez mayores a los capitalistas, está significando descargar el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores. Sólo una política genuinamente socialista, basada en la expropiación de las palancas económicas del país bajo control obrero, la destrucción del estado burgués, la construcción de un estado obrero basado en los Consejos socialistas de trabajadores, las Comunas y Milicias revolucionarias, y la planificación democrática del conjunto de la economía, pueden ofrecer una salida revolucionaria a la crisis que vive el país, en la que no sean los trabajadores los que carguen con el peso de la crisis.
No obstante, la actual dirigencia del chavismo, que, como hemos señalado, evidencia una política claramente reformista y conciliadora, no llevará adelante un programa de esta naturaleza. Por ende, es necesario y urgente que la clase obrera dé un paso al frente para echar abajo la política de conciliación de clases y llevar adelante la revolución socialista hasta sus últimas consecuencias. Para ello se hace imprescindible la construcción de una organización revolucionaria que dé batalla a la socialdemocracia reformista, y que pueda empujar hacia adelante un programa de lucha basado en las ideas y métodos del socialismo científico. Es hora de la batalla contra la quinta columna reformista. El tiempo apremia. Construyamos la Corriente Marxista del Psuv.
¡Abajo la conciliación de clases!
¡Ni diálogo ni pacto! ¡Completar la revolución socialista!
¡Expropiación de la burguesía bajo control obrero!
¡Únete a la Corriente Marxista del Psuv!