La actualidad política está marcada por las consecuencias del atentado yihadista de agosto en Barcelona, la situación en Catalunya y el comienzo de un declive claro del gobierno del PP. En paralelo, vemos un resurgimiento incuestionable de las luchas obreras. Rajoy está tratando desesperadamente de capitalizar a su favor los dos primeros aspectos de la manera más vergonzosa y ruin para apuntalar su debilidad, pero la situación social y económica, más la corrupción desaforada de su partido y sus políticas reaccionarias, limitan sus posibilidades de revertir la situación.
Inconsistencias en el PSOE
En nuestra editorial anterior (ver LdC nº42) instábamos a los dirigentes de Unidos Podemos (UP) a tender la mano a la nueva dirección del PSOE, pero con la exigencia clara de que Sánchez pasara de las palabras a los hechos cuando afirmó que trataría de echar lo antes posible al gobierno de Rajoy y que encabezaría un frente de izquierdas contra el mismo. Pero lo que hemos visto desde su congreso de junio es que la dirección socialista está tratando de equilibrarse entre Ciudadanos y UP, proponiendo acuerdos con ambas fuerzas. Esto no es lo que quería la mayoría de la militancia socialista que apoyó a Sánchez tras enarbolar la bandera de la izquierda. Ciudadanos es el principal sostén del gobierno del PP. Apoya todas sus medidas antiobreras y recortes sociales. Es un enemigo feroz de cualquier acercamiento entre PSOE y UP; es decir, de cualquier perspectiva de cambio real a favor de la clase trabajadora. En el debate de la moción de censura presentada por Unidos Podemos, el entonces portavoz del PSOE, José Luís Ábalos, denominó correctamente a ese engendro del Ibex35 como “la nueva derecha”. ¿Cómo pueden insinuar, entonces, los nuevos dirigentes socialistas que debe contarse con Ciudadanos para cambiar este país en líneas progresistas? Al contrario, de lo que se trata es de desenmascarar a Ciudadanos por su colaboración con el PP, y desacreditarlo ampliamente ante las masas de la población y ante muchos votantes honestos de ese partido que deben sentirse confundidos y engañados.
Sánchez no puede continuar diciendo que la correlación de fuerzas para la izquierda es desfavorable. La encuesta del CIS de julio mostró un claro avance en el apoyo al PSOE, del 19,9% al 24.9%, y también un pequeño repunte de Unidos Podemos, del 19,7% al 20,3%. En cambio, la derecha disminuyó su apoyo: el PP del 31,5% al 28,8% y Ciudadanos del 14,9% al 14,5%. Así, la izquierda supera por primera vez en apoyo popular a la derecha de una manera clara: 45,2% frente a 43,3%. Y en esto ha jugado un papel indudable lo que ha sido percibido por millones de trabajadores y jóvenes como un “giro a la izquierda” en el PSOE.
Unidos Podemos debe cambiar de táctica
Parecería que la nueva dirección socialista no quiere escorarse demasiado a la izquierda ni comprometerse decisivamente con UP para no implicarse en un enfrentamiento abierto con la clase dominante. A esto se suma el anuncio del ala derechista de IU, de Gaspar Llamazares, de escindirse y postularse a las elecciones con una nueva formación Actúa, con toda una serie de figurines como el exjuez Baltasar Garzón, Cristina Almeida y otros. Es llamativo que Llamazares reconociera haberse reunido previamente con Pedro Sánchez para anunciarle sus planes. ¿Acaso confía la dirección socialista en que, ante la eventualidad de elecciones anticipadas, Actúa arañe unos cuantos diputados y que una coalición PSOE-Ciudadanos-Actúa pueda presentarse como la única alternativa de gobierno “progresista” posible, marginando a UP?
No podemos todavía afirmar esto de manera concluyente. Seguramente, dentro del ala de Sánchez hay sectores que apuestan por un entendimiento claro y honesto con UP. Pero la mejor manera de aclarar el panorama y las verdaderas intenciones de Sánchez y de su núcleo íntimo es que UP cambie drásticamente de táctica en su relación con el PSOE. Iglesias y Garzón deben mostrarse más firmes, deben hacer pasar a un primer plano la inconsistencia de pretender acuerdos con la “nueva derecha” de Ciudadanos, y apelar a las bases socialistas a favor de un gobierno de izquierdas. Hay que obligar a Sánchez a posicionarse sin ambigüedades: o con la “nueva derecha” y el club de “buscadores de cargos” de Llamazares y Baltasar Garzón, o formar un gobierno a favor de la clase trabajadora que derogue toda la política reaccionaria del PP y acometa reformas amplias y profundas.
Girar a la izquierda
Lamentablemente, percibimos que los dirigentes de UP han sacado conclusiones equivocadas de lo sucedido en el PSOE y del resultado de su moción de censura. Se percibe un preocupante giro a la moderación, pensando quizás que eso podría allanar un entendimiento mayor con el PSOE. Por ejemplo, no compartimos la decisión de entrar en el gobierno de Castilla-La Mancha que, a cambio de medidas menores, sancionará los recortes sociales que impone el ministro Montoro desde la Moncloa. UP, como le ocurrió a IU en Andalucía en 2012-2014, se convertirá en rehén y corresponsable de la política de administrar la miseria y diluirá la responsabilidad en esto del ala derechista del PSOE de García-Page que controla el partido en esa región. Esto sólo fortalecerá a PP y Ciudadanos en la oposición.
Otro retroceso importante se ha producido en relación a Catalunya, donde los dirigentes de UP pasaron en cuestión de semanas de anunciar su participación en un posible referéndum de autodeterminación convocado por el Parlament de Catalunya –que en realidad sería una mera consulta– a desdecirse de manera vergonzosa cuando la convocatoria se hizo efectiva.
En Podemos, parecería que la victoria de Pablo Iglesias sobre el ala derechista de Errejón, fue un “bluff”. Se mantiene el discurso romo orientado a la clase media, nacionalista e interclasista – apelando a la patria y a la ”ciudadanía”– y se obvia a la clase trabajadora que con sus familias constituye la mayoría de la sociedad. Los círculos continúan semiparalizados y sin debate político, sin jugar un papel real en la organización. Podría esperarse que, en estas condiciones, IU levantara la voz de una izquierda más radical dentro y alrededor de UP, pero nada de eso ocurre. Alberto Garzón, que goza de simpatía y de autoridad más allá de IU, no está jugando el papel que debería, defendiendo propuestas socialistas concretas y radicales que podrían galvanizar a una capa amplia de la clase trabajadora y de la juventud, y conectar con amplios sectores de las bases de UP.
Existe un peligro real: que en lugar de que los dirigentes de UP empujen al PSOE hacia la izquierda, sean los nuevos dirigentes del PSOE quienes consigan empujar a UP a la derecha, hasta asumir un programa descolorido de medias-tintas que no colme las aspiraciones de cambio de millones de trabajadores y jóvenes.
El declive del gobierno del PP
Sin embargo, esta situación no refleja en absoluto el ambiente real que existe abajo. Según la encuesta del CIS antes mencionada, el 92% de los entrevistados consideraba mala o regular la situación económica. Los principales problemas para el 90% eran el paro, la economía, la situación social o la corrupción; mientras que la preocupación por la emigración no alcanzaba el 1%. El 55,4% valoraba mal o muy mal al gobierno y el 34,2% lo calificaba de regular. Es decir, Rajoy no contenta siquiera a sectores amplios de sus bases.
Nuevamente, debemos destacar el incremento de la conflictividad laboral que refleja la profunda insatisfacción de la clase trabajadora, ante el incremento de la superexplotación laboral, al calor de la débil recuperación económica que aún se mantiene. Según la patronal CEOE, el número de huelgas se incrementó casi un 3% hasta el mes de julio respecto al mismo período del año pasado; los trabajadores implicados aumentaron un 123,17% y el número de horas perdidas por huelga se incrementó un 67,58%. Cada vez más, cada lucha tiende a adquirir un carácter emblemático, con victorias rotundas o parciales, en medio de la simpatía general por su dureza y prolongación frente a la rapacidad patronal, como vimos con los estibadores o con los trabajadores de EULEN del aeropuerto de El Prat.
Debemos destacar lo principal: el gobierno del PP está profundamente desacreditado y cada vez más se va a imponer la necesidad impostergable de un cambio. Sectores amplios de la clase trabajadora y de la juventud comienzan a atisbar que una convergencia de izquierdas no sólo es posible, sino inevitable. UP, sin renunciar a su programa y propuestas, debe impulsar esta perspectiva y poner a los dirigentes del PSOE en la tesitura de sumarse a la misma o quedar expuestos como charlatanes y meros “susanistas” con otro ropaje. UP tiene todo para ganar con esta táctica si sus dirigentes confían en sí mismos y en la voluntad de cambio que está manifestando la mayoría de la clase trabajadora.