EEUU: Baltimore en ebullición – ¿Cómo podemos poner fin a la brutalidad policial?

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FreddieGrayProtestLa muerte de Freddie Gray en Baltimore, Maryland, es sólo el último de una serie de asesinatos de hombres negros a manos de la policía que han alcanzado los titulares de la prensa nacional. Pero parece que puede marcar el final del reflujo nacional del movimiento #BlackLivesMatter (#LasVidasNegrasImportan). En la medida que las cosas van a ir caldeándose en los próximos meses, hay que hacerse una pregunta importante: ¿cuál es el camino que debe seguir el movimiento?

El 12 de abril, Freddie Gray, de 25 años, fue perseguido, abordado, detenido y metido dentro de un furgón policial después de que presuntamente huyera “al percatarse de la presencia policial sin requerimiento previo”, según documentos judiciales. Los informes oficiales de la policía dicen que fue detenido sin uso de la fuerza, y los testigos de la escena lo corroboran.

Hay vídeos grabados donde él aparece entrando en el furgón policial y otros de una de las paradas que hizo el vehículo policial En los dos primeros videos de su detención (aquí y aquí), a Freddie Gray se lo ve respirando, aunque agonizando de dolor y sin poder caminar, presumiblemente como consecuencia de haber sido derribado en el suelo.

Ha sido admitido por la policía que en este momento Freddie Gray había solicitado atención médica, específicamente su inhalador para el asma. El segundo vídeo, que recoge los acontecimientos sólo unos minutos más tarde, muestra a Freddie Gray insensible en la parada donde le habrían puesto grilletes en sus piernas.

En el momento en que Gray llegó al hospital treinta minutos más tarde, su médula espinal estaba dañada en un 80%, con 3 vértebras fracturadas, y su laringe aplastada -heridas que los médicos han dicho que, en general, sólo se explican en personas que son arrolladas por automóviles circulando a alta velocidad

El Departamento de Policía de Baltimore ha dictaminado como único delito de los oficiales -que han sido suspendidos de sueldo- el no haberle facilitado atención médica a tiempo a Freddie Gray, y no haberle abrochado el cinturón de seguridad durante su traslado en el furgón policial, que es el procedimiento oficial.

No hay manera de saber con seguridad lo que sucedió en la parte trasera del furgón cuando las cámaras no estaban grabando. Pero, desde el punto de vista de la clase dominante, hay poco espacio para contradecir la versión oficial de los hechos ofrecidos por la policía. Cuestionar la infalibilidad de cualquier instancia del Estado sería establecer un precedente muy peligroso que no pueden permitirse en las condiciones actuales. Sólo hay que mirar hacia atrás con las negaciones de las torturas y abusos en el penal de Abu Ghraib (Irak) antes de que se hicieron públicas las fotografías horripilantes donde se mostraron las mismas- para ver la actitud actual del Estado. Es probable que siga siendo un misterio cómo un joven de 25 años pudo sufrir este tipo de lesiones en ese corto viaje al hospital -lesiones que lo pusieron en coma y terminarían matándolo una semana después.

En los días siguientes a la muerte de Gray el 19 de abril, estallaron protestas airadas en todo Baltimore. El sábado 25 de abril miles de manifestantes marcharon por la ciudad portando carteles donde se podía leer: “Justicia para Freddie”, “Las vidas de los negros importan”, y docenas de otras consignas, muchas refiriéndose a otros muchachos negros que murieron a manos de la policía en todo el país y en el área de Baltimore en el período reciente. Ver vídeo de los disturbios aquí

La muerte de Gray se produjo apenas semanas después de una serie de asesinatos policiales en varios puntos del país que tuvieron repercusión nacional. El 1 de marzo en Los Ángeles, un hombre sin hogar, Charly Leundeu Keunang, de 43 años, recibió varios disparos por la espalda, mientras que era inmovilizado con pistolas Táser boca abajo por varios agentes. El asesinato, cometido a plena luz del día y captado por una cámara, atrajo una multitud enfurecida de testigos que rodearon a los policías en el lugar del asesinato, denunciándolos.

Justo cinco días después, el 6 de marzo, Tony Robinson, de 19 años de edad, fue asesinado por la policía en Madison, Wisconsin, encendiendo protestas en medio de los ataques a los sindicatos de trabajadores del Estado junto a otros recortes en el presupuesto estatal.

El 4 de abril, en North Charleston, Carolina del Sur otro asesinato policial horrible fue captado por una cámara. Lo que aparentemente comenzó como un control de tráfico rutinario dio lugar a que Walter Scott, de 50 años, fuera atacado con una pistola Táser y luego disparado 8 veces mientras huía del oficial de policía.

Pero la ira en Baltimore no es simplemente el resultado de lo que ha salido destacado como noticia a nivel nacional. Sólo en Maryland, la Asociación Americana por las Libertades Civiles, ACLU, ha informado que ha habido más de 109 personas muertas en encuentros con la policía entre 2010 y 2014. El 40% de los muertos por la policía estaban desarmados y el 70% eran negros, mientras que menos del 2% de estas muertes se tradujo en cargos penales contra los agentes de policía. La ACLU compiló el informe porque el Estado de Maryland no tiene registros oficiales de los asesinados por la policía.

No es de extrañar que haya tanta rabia e ira expresándose en Baltimore. Haciéndose eco de su cobertura cínica de las protestas del Movimiento Ocupa en 2011 y de las anteriores protestas de #BlackLivesMatter el otoño pasado, los medios de comunicación se apresuraron a aferrarse a las escenas aisladas de manifestantes enfrentándose con la policía y rompiendo las ventanas de los coches policiales al final de la protesta mayoritariamente pacífica del 25 de abril.

En la tarde del lunes 27 de abril después del funeral de Freddie Gray, se supo la noticia de una multitud de cientos de jóvenes manifestantes enojados destrozando un coche de policía solitario, y el saqueo de una Farmacia CVS mientras que dos vehículos policiales eran quemados, y se lanzaban piedras en un enfrentamiento contra la policía antidisturbios . En medio de estas escenas de caos, el Capitán de la Policía de Baltimore, Eric Kowalczyk, aseguró a la opinión pública en una declaración que: “Tenemos agentes desplegados por toda la ciudad, para asegurarnos de que podemos seguir ofreciendo servicios a los ciudadanos de Baltimore”. Mientras tanto, algunos de los policías fueron grabados (aquí y aquí) añadiendo más leña al fuego, al vérseles lanzando piedras a los manifestantes.

La respuesta excesiva de la policía, según lo informado por los miembros de la prensa, en la protesta del sábado fue también notable. Un fotógrafo del City Paper (un periódico local de Baltimore), JM Giordano fue grabado en video derribado y golpeado por la policía hasta que fue arrastrado a un lugar seguro por los manifestantes. Otro fotógrafo de la agencia Reuters, que estaba filmando el incidente, fue detenido y ha sido citado por “no obedecer órdenes.”

La respuesta de la policía en las recientes protestas refleja un estado de ánimo de miedo y pánico. Este estado de ánimo sin duda debe ser sentido también en las altas esferas del poder en los EE.UU. . La noche del lunes, el recientemente elegido Gobernador de Maryland, Larry Hogan, declaró el estado de emergencia y movilizó a la Guardia Nacional.

Por desgracia, en ausencia de una fuerza revolucionaria de masas para canalizar la energía de la juventud en una dirección positiva, otras fuerzas pueden llenar el vacío y jugar un papel negativo. Según fotos e informes que surgieron durante el fin de semana, bandas rivales como los Bloods y los Crips, se han unido a la protesta contra la policía de Baltimore. Pero ahora la policía de Baltimore ha informado que tiene evidencia creíble de que las bandas de los Bloods, los Crips y de la Familia de la Guerrilla Negra están uniendo sus fuerzas para atacar a los agentes de policía.

Suponiendo que esta evidencia sea cierta, cualquier asesinato exitoso de policías, o intento del mismo, sería contraproducente en la lucha contra la brutalidad policial y el racismo. Este tipo de ataque serían utilizados por el Estado y los medios de comunicación contra los manifestantes, de la misma forma que los homicidios de dos agentes de policía de Nueva York en diciembre fueron utilizados en un intento de desviar a la opinión pública hacia los brazos del Estado.

Si bien es fácil de entender la ira y la rabia que muchos sienten hacia la policía, el camino a seguir es a través de la acción de masas, y no de actos terroristas individuales, en la lucha contra el racismo y la brutalidad policial. Ya hay protestas de solidaridad previstas en ciudades de todo el país, y vemos la convergencia potencial en el próximo período del movimiento #BlackLivesMatter y del Movimiento “Lucha por $ 15”, que agrupa a los trabajadores peor pagados y que luchan por una paga mínima de 15 dólares la hora.

Este próximo 1º de Mayo, hay previstos mítines conjuntos en las principales ciudades de Estados Unidos de #BlackLivesMatter y “Lucha por $ 15”, junto con sindicalistas y trabajadores inmigrantes. Este es un paso instintivo significativo y positivo de las fuerzas implicadas. Después de todo, hay una gran cantidad de solapamientos, ya que muchos de los trabajadores del comercio minorista y del sector de comidas rápidas que luchan por salarios más altos también son objeto de hostigamiento constante por la policía.

Además, en un audaz ejemplo del poder potencial de la clase obrera organizada, la Unión Internacional de Estibadores (ILWU), Sección 10, convocó un paro el 1º de Mayo para protestar contra la brutalidad policial. El ILWU, especialmente su sección 10, ha estado durante mucho tiempo a la izquierda en el movimiento obrero. En 2008, convocaron un paro similar para protestar por las guerras en Irak y Afganistán. Sin embargo, la mayoría de los líderes del movimiento obrero no han tenido tanto interés en vincularse con el movimiento #BlackLivesMatter.

Martin Luther King, Jr. dijo una vez que “un motín es el lenguaje de los no escuchados”, y es evidente que nuestro sistema político actual ofrece sólo retórica vacía en el mejor de los casos. No debe ser ninguna sorpresa que algunas protestas contra las injusticias de nuestra sociedad se expresen en forma de disturbios y saqueos, cuando todas las demás formas de protesta no han sido escuchadas.

Si se le diera al movimiento obrero una dirección audaz para vincular y unir directamente las luchas por mejores salarios, por beneficios sociales, por derechos sindicales, contra la brutalidad policial y contra el racismo, la escena estaría preparada para la formación de un nuevo partido político, utilizando los inmensos recursos del movimiento obrero para presentar candidatos en todo el país y movilizar a millones de trabajadores y jóvenes.

Pero la lucha no terminaría allí. Un partido político del movimiento obrero, mientras que, sin duda, representaría un terremoto político en los EE.UU. e internacionalmente, estaría condenado a gestionar la crisis del capitalismo a menos que se dote de un programa que luche por la transformación socialista de la sociedad mediante la nacionalización de las principales industrias, colocándolas bajo control obrero y democrático. Sólo mediante la erradicación del sistema capitalista, de la escasez artificial y de las condiciones inhumanas que crea, podremos comenzar a ajustar cuentas realmente con el racismo en nuestra sociedad.

El racismo y la violencia policial y, por extensión, de todo el aparato estatal, están siendo cuestionados por millones de trabajadores y jóvenes en todo el país. A medida que la crisis del capitalismo avance, este número se hinchará, y lanzará más gente a la lucha, no sólo contra el racismo y la violencia de la policía, sino contra el sistema que da lugar a ambos: el capitalismo.

Pero con el fin de luchar eficazmente contra el sistema capitalista, lo que se requiere es el trabajo paciente de preparación de las fuerzas del marxismo antes de que se produzcan los acontecimientos revolucionarios del futuro. Mucha gente tiene la sensación de que “algo grande” está por venir, y que están completamente seguras de lo que sienten. Como ha quedado demostrado en los últimos tiempos, en las condiciones actuales basta simplemente un acontecimiento accidental para desencadenar un movimiento de masas. No es “si”, sino “cuándo” se producirá una gran explosión en Estados Unidos que saque a las capas más amplias de la clase obrera a la lucha.

Pero el que esa energía revolucionaria se pueda canalizar hacia una victoria o no depende de la labor que los marxistas hagan hoy. Y es con esta perspectiva que hacemos un llamamiento a todos nuestros lectores a que consideren unirse a la Corriente Marxista Internacional en la lucha contra el racismo, la brutalidad policial, y el capitalismo.