Para aclarar de entrada: el punto no es que la COB apoye públicamente al binomio Evo-Álvaro en las venideras elecciones. Aunque una alianza orgánica tiene otro valor político, esta no es una novedad absoluta y tampoco lo consideramos un error, ni nosotros ni las mayorías obreras que han venido sosteniendo al MAS en estos años. El movimiento obrero organizado debe demostrarse como la clase más decidida en la lucha, incluso electoral, a las derechas, enseñando a las masas el camino para derrotarlas real y definitivamente. Pero ¿se trata realmente de esto?
De hecho el punto es la manera con la cual se ha llegado a la “alianza estratégica” que demuestra sus reales finalidades, el punto en cuestión son las bases materiales sobre que esta alianza apoya y la coyuntura que viene a sostener, así como el lenguaje que la alimenta, recuperado del “etapismo” (vea las páginas centrales de la revista) y otros supuestos “manuales de socialismo”. El punto es que con toda esta parafernalia será difícil recuperar mañana lo que hoy se sacrifica. El punto es que pese a las cumbres mundiales y las referencias revolucionarias que la adornan, esta es una alianza estratégica sin estrategia real, ni para afirmar los intereses inmediatos que la nutren, menos que nunca para llegar al objetivo del socialismo que pretende justificarla.
La COB ha estado zigzagueando frente al ascenso del MAS desde sus inicios. En 2005 el entonces ejecutivo sindical Jaime Solares llamaba a la abstención, pagando este error con un desplazamiento político que aminoraba el papel de la clase obrera en la caída de los últimos gobiernos neoliberales. Con la gestión oficialista de Montes vinieron huelgas que la COB no supo situar en una perspectiva general de lucha por completar la revolución, limitándose a contenerlas para perder credibilidad ante sus bases y el gobierno.
Finalmente con Trujillo hemos tenido un poco del uno y del otro. Una total falta de perspectivas, embellecida como siempre de saludos a la bandera del socialismo, que simplemente refleja la visión corta de las corrientes que se disputan el liderazgo de la COB batallando en sus vértices en un contexto de democracia interna puramente formal (y tampoco esta ya que tuvimos 2 ejecutivos prorrogados en 8 años).
Los límites del “modelo boliviano”
¿Dónde está y hacia dónde va el proceso? Esta pregunta que debe ser la base de cualquier estrategia política y sindical no encuentra respuesta concreta en la “alianza estratégica”. En su discurso en las celebraciones del 1º de mayo Evo Morales ha descartado nuevas nacionalizaciones. La suspensión de la revisión de la Función Económico Social, las leyes contra ocupaciones de tierras etc., han frenado la reforma agraria provocando un malestar expresado en las cumbres campesinas de Oriente y Occidente que reclaman la “profundización de la reversión del latifundio” (véase páginas internas). Gremios golpistas como los ganaderos de Oriente han logrado impedir que el gobierno prohíba las exportaciones de carne, cuyo precio sigue alto en los mercados.
La industria manufacturera va refugiándose en la inestabilidad laboral para hacer frente a la pérdida de competitividad: disminuye la cantidad de sociedades de capital y crecen las unipersonales a la cabeza de pequeñas unidades productivas donde las leyes son sustituidas por la relación directa con el “jefe-patrón” y sus chantajes. Según datos del mismo ministerio de trabajo, se multiplican los accidentes laborales (hasta un pico de 10 mil en 2012) y las enfermedades profesionales. Todo esto no es casual, responde a las contradicciones de un modelo boliviano que lucimos en el G77 como ejemplo de manejo social de la economía y que ha alcanzado sus límites bajo el capitalismo.
Las perspectivas económicas
A partir de 2012 vamos acumulando un déficit comercial con el mundo de más de mil millones de bolivianos en la medición a precios constantes de la economía (Fuente: INE). Esto porque las importaciones – industriales y también agrícolas – crecen a un ritmo 4 veces superior a la producción nacional. Cuando precios y volúmenes de nuestras exportaciones bajen, por la crisis mundial, el déficit comercial y la debilidad del aparato productivo nacional afectarán las políticas sociales provocando gasolinazos y huelgas como en 2009 y 2010.
La reactivación del aparato productivo sería posible solo en una economía democráticamente planificada que nos permita producir trigo si necesitamos trigo ahí donde hoy se produce soya para la exportación y el lucro privado. Pero en una economía capitalista como aún es Bolivia, se torna necesario incentivar inversiones productivas e inversiones extranjeras que nos traigan los dólares para comprar del exterior, mientras se anuncia un gradual levantamiento a la subvención a algunos productos para descargarlos de las finanzas públicas. Así el gobierno promulga normas que incentivan las inversiones nacionales y extranjeras (Ley de Inversiones, de Minería, nueva Ley de Hidrocarburos que se viene etc.), acentuando nuestra dependencia de ellas mientras proclama la soberanía nacional sobre las mismas. Todo esto es demostración que en Bolivia no existen los márgenes para un “capitalismo democrático y popular” al estilo andino-amazónico: la dependencia y el monopolio son el capitalismo boliviano.
El papel de la COB
En la medida que empresarios y multinacionales se convierten en el bloque social de las políticas económicas del gobierno, el papel de la COB se hace indispensable para permitir al gobierno de balancearlas socialmente. Pero obviamente no una COB que encarne los intereses vitales de pequeños parcelarios y campesinos sin tierra que reclaman una nueva reforma agraria, ni de las masas laborales y juveniles precarizadas. Es decir no una COB de los que han sido el motor del cambio y hoy viven en carne propia contradicciones destinadas a estallar en nuevas explosiones sociales. Sino una COB de dirigentes dispuestos a abandonar el terreno de la lucha a cambio de su cooptación en esferas de gobierno desde donde piensan poder hacer valer mejor sus razones, como en el caso de la mina Totoral. Pero una COB que da la espalda a las más de 400 luchas obreras en lo que va del año para defender políticas equivocadas, es una COB débil que no sirve ni al proceso ni a la clase obrera.
El documento con el cual el sindicato de Huanuni proclama la candidatura de Evo Morales afirma que “los trabajadores del subsuelo no insinuamos que deben pasarse por alto las tareas democráticas” de la revolución, es decir la emancipación del país de su atraso productivo y de su dependencia de centros económicos mundial. Esto es obvio para cualquier marxista y sin embargo en la coyuntura actual necesitamos respuestas concretas a preguntas concretas: la realización de las tareas democráticas de la revolución ¿pasa por la aceptación de las políticas que venimos describiendo o por la acción organizada y revolucionaria de la clase trabajadora en alianza con el movimiento campesino? Desde el balcón del Palacio Quemado el compañero Trujillo ya dio una respuesta convocando a la “reconciliación de clases por la unidad nacional”. La única unidad de clases de los trabajadores es con la juventud y el movimiento campesino-indígena revolucionario, lo otro es colaboración de los oprimidos a sus opresores. No es asumiendo integralmente la política del gobierno que se puede direccionarla al socialismo.
El documento continúa reivindicando el fortalecimiento de Huanuni. De hecho para los trabajadores del más importante sindicato del país la alianza tiene un contenido práctico: salvar la empresa. Pero la continuidad y el fortalecimiento de la empresa estatal dependen de la nacionalización de la minería bajo administración de los trabajadores. Depende de esto la posibilidad de planificar a un nivel más amplio la actividad minera para que los efectos de las fluctuaciones de precios no recaigan sobre una sola empresa.
Por un Frente Único
¿Quiere decir todo esto que el movimiento obrero debería llamar a la abstención o colocarse a la oposición del gobierno? En lo absoluto. Para amplias masas laborales la defensa de lo conquistado hasta ahora prima sobre lo que falta por conquistar. El movimiento campesino mueve todavía en la lógica de exigir que su gobierno cumpla y de apoyarlo para que sea tan fuerte como para cumplir. Esto es lógico, justo e inevitable y es incomprensible solo para incurables sectarios.
En este contexto no necesitamos más confusión, sino una COB que diga claramente cómo se defiende lo conquistado y como hacer cumplir al gobierno, ganando las masas a la perspectiva del socialismo. Un buen ejemplo es la consigna de que una institución creada por el gobierno y defendida por el movimiento campesino como son los COPEP, organismos actualmente consultivos de la revolución agraria, se convierta en expresión autentica del movimiento campesino de base para realizar la reforma agraria y administrar la economía junto a los consejos de trabajadores de las empresas reactivadas o en cogestión obrera. Así, haciéndonos gobierno, es como el gobierno cumple.
La COB debe proponer al gobierno, a Evo Morales y al MAS, un programa de clases con consignas de este tipo, que combinen las exigencias inmediatas y las necesidades “políticas” del movimiento, como base de un frente único para completar la revolución al socialismo. Así es como se forman los cuadros y se los alerta sobre los peligros de la coyuntura actual y las luchas futuras, alertando a las masas y enseñándole a ver en el socialismo la solución real a sus problemas. La esencia de la independencia es en última instancia la claridad ideológica. El sacrificio de esta es más escandaloso de las prebendas que se atribuyen a la dirección de la COB. Para recuperarla, luchando por el fortalecimiento del movimiento obrero y popular y la democracia sindical, es necesaria una lucha organizada. Para esta lucha está Lucha de Clases.