En la Argentina los principales voceros y agitadores de la de inseguridad son los políticos de derecha, amigos de la oligarquía y las grandes corporaciones. FAUNEN, UCR, PRO, FRENTE RENOVADOR, todos coinciden en que una mala política del Estado, es la culpable de los actos de violencia con la que la sociedad convive a diario.
Intentan instalar la idea que los problemas que se denominan de “inseguridad” son un problema de ayer mismo y cuya responsabilidad es absolutamente exclusiva del gobierno nacional. Lo instalan así como algo puramente coyuntural.
Como marxistas sabemos que la violencia y la inseguridad no pueden resolverse en el marco del Estado Burgués, ya que esta violencia es un resultado directo de la sociedad capitalista.
“La acumulación de la riqueza en un polo –explico Marx- es, en consecuencia, al mismo tiempo de acumulación de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental en el polo opuesto, es decir, en el lado de la clase que produce su producto en la forma de capital”
Montándose demagógicamente sobre esta problemática las variantes políticas de oposición fustigan al gobierno y ocultan que sus recetas no harían más que multiplicar por 100 la violencia debido al nivel de exclusión que sus políticas representan.
El problema real
Así como los políticos más reaccionarios de la oposición buscan hacer pagar las consecuencias de los actos delictivos formados dentro de la estructura del capitalismo, en un fervoroso ataque hacia la juventud, por ser la capa más vulnerable de la sociedad. El gobierno nacional siempre basado en su política de un capitalismo serio, humano, no plantea ninguna autocritica, y mucho menos una solución de fondo a estos problemas, es más, algunos de sus representantes con más poder de gobierno, no se diferencian en nada respecto a sus rivales políticos, tal cual Alejandro Granados en la provincia de Buenos Aires. Granados es un impulsor del gatillo fácil, es un retroceso político, es volver a los 90, a la Maldita Policía.
Un claro ejemplo de esto es el caso de Luciano Arruga ya que mientras la organizaciones políticas, barriales, y de derechos humanos, que apoyamos a un gobierno sostenido por una masa importante de trabajadores, estudiantes y el pueblo pobre, alzamos la voz para la aparición con vida de Luciano, los policías involucrados en su desaparición son absueltos y realizan su tareas de hostigamiento a diario, bajo la tutela del paladín del conurbano.
Los medios monopólicos solo tratan de envenenar a la sociedad con el odio. Fogonean las llamas de la violencia dentro de nuestra clase, avivando los casos de linchamientos y la (in) justicia por manos propias.
Su política representa el interés de una sola idea, la de hacer crecer el miedo, forjar la división del pueblo, de los trabajadores, de estigmatizar a la juventud, de marginarnos a vivir en la barbarie.
Si bien es real que las conquistas de la última década, que derivaron en inclusión social, disminuyeron los índices de delito urbano, esta problemática muestra ser incontrolable bajo el marco capitalista. Existe un problema real y grave de violencia urbana en delitos que no puede ser controlado con la militarización de barrios enteros como venimos viendo en los últimos tiempos.
La herencia del neoliberalismo (7 años en dictadura y 18 en “democracia”) dejaron una herencia nefasta, al destruir el tejido social, cuyas consecuencias padecemos hoy día, pero esto de ninguna manera puede servir como excusa permanente.
Transitar el camino de la represión al delito sin atacar el problema de raíz significa, no solo abandonar la pelea por bajar los índices de criminalidad, sino dar más poder a las mafias policiales que, enquistadas en el aparato del estado, están detrás de la mayoría de los delitos cometidos.
El gobierno al intentar minimizar el tema o desconocerlo solo consigue echar nafta al fuego de la demagogia opositora.
Solo con una sociedad que defienda sus intereses de clase, sus puestos de trabajos, sus derechos estudiantiles, sus derechos humanos, mano a mano con los trabajadores, el problema de la inseguridad será eliminado a medida que construyamos una nueva legalidad.
A entender que bajo la tutela del capitalismo, los problemas de inseguridad no serán resueltos, más bien engendraran más violencia en un espiral interminable.
¡Para una verdadera justicia social, luchar por el socialismo!