Las principales organizaciones estudiantiles del Estado español convocaron una huelga general de estudiantes los pasados días 26 y 27 de marzo. Yo participé en los piquetes de huelga en la Universidad de Alicante. La huelga fue convocada para luchar contra las políticas de austeridad del gobierno del PP que están destruyendo la educación pública en España. Las tasas de matrícula se han disparado en todo el país, el número de becas se ha desplomado, las clases están masificadas, ciertos módulos e incluso grados enteros están siendo desguazados.
Los ataques a la educación
A diferencia de Gran Bretaña, donde el gobierno de coalición de derechas Tory-Liberaldemócrata triplicó el coste de las matrículas de una sola vez, los ataques contra la educación pública en España han tenido lugar de manera poco sistemática, y de diferentes maneras dependiendo de la Comunidad (en España los gobiernos locales tienen mucho que decir en la educación superior). Puedo dar un ejemplo, sin embargo, para ilustrar el alcance de la degradación de la educación pública. Cuando empecé a estudiar en el Departamento de Humanidades de la Universidad de Alicante en el año 2009, yo pagaba cerca de 500 € al año. Ahora, un amigo que acaba de comenzar un grado en el mismo departamento me dice que está pagando más de € 1000, y las matrículas de las carreras de humanidades son generalmente más bajas que las de la mayoría de los demás departamentos. Según uno de los portavoces de la huelga, las solicitudes de ingreso a la Universidad de Alicante se han reducido en 500 personas este año debido a la subida de las matrículas. Una persona desempleada que vino a mostrar su apoyo a los piquetes nos estaba diciendo que su hija iba a terminar la secundaria el próximo año y que no había manera de que fuera capaz de pagar sus estudios universitarios.
En la educación secundaria las condiciones son aún peores. Algunas clases han sido suprimidas y la gama de opciones se ha reducido. La mayoría de las clases están superpobladas. Muchas escuelas no pueden permitirse el lujo de tener calefacción en invierno. Miles de niños tienen que estudiar en instalaciones prefabricadas o en edificios que se caen a pedazos. Para colmo de males, el gobierno actual ha demostrado su carácter atrasado y chovinista al aumentar la influencia de la Iglesia en las escuelas y atacar las lenguas nacionales de las comunidades históricas, tanto en la escuela como en la universidad, un tema importante en zonas bilingües como Alicante. Muchas de estas reformas reaccionarias se han llevado a cabo a través de la LOMCE, la ley educativa aprobada en noviembre pasado, y que se ha convertido a Ignacio Wert, Ministro de Educación, en uno de los políticos más odiados del país.
Esta ofensiva contra la educación pública comenzó con el inicio de la crisis capitalista actual bajo el anterior gobierno del PSOE, pero ahora ha sido redoblada por el PP. La ofensiva contra la educación pública tiene lugar en un contexto general de crisis profunda para la juventud española. Hay una tasa de desempleo juvenil del 56%, y los que tienen trabajo se enfrentan a condiciones de explotación y precariedad en empleos para los cuales están casi siempre sobre-cualificados. Más del 50% de los españoles menores de 31 se ven obligados a vivir con sus padres, y uno de cada cuatro no puede permitirse una dieta alta en proteínas o comprarse ropa nueva.
Combatividad
No es de extrañar que la juventud española esté cada vez más radicalizada y harta del gobierno y de la camarilla de capitalistas reaccionarios y corruptos que dirigen el país, y de la aplicación de una brutal política de austeridad, mientras que aquéllos se llenan los bolsillos. La juventud española ha estado a la vanguardia de las recientes movilizaciones, como en la masiva manifestación en Madrid del día 22 de marzo, que vio a dos millones de personas marchando por las calles de la capital, según los convocantes. De hecho, esta última huelga estudiantil tiene lugar en un período de auge de la lucha de clases, que ha visto manifestaciones masivas, huelgas y ocupaciones de los centros de trabajo, y episodios de disturbios espontáneos. Hay una sensación de dinamismo en los movimientos obrero y estudiantil. En el momento de escribir este artículo (29/03/14) ha sido disuelta violentamente por la policía una manifestación en Barcelona contra la criminalización de la protesta social, que ha tomado el centro de la ciudad.
He estado en varias huelgas en Gran Bretaña y España, pero nunca había visto nada parecido a piquetes como estos. De los cuatro principales accesos a la universidad, tres fueron bloqueados con enormes barricadas hechas de mesas, sillas, vallas, y contenedores de basura, y coronadas con resplandecientes banderas republicanas. Los piquetes ya estaban en marcha en la madrugada. Estas barricadas eran casi imposibles de cruzar, pero se hicieron excepciones para las personas que necesitaban pasar con urgencia, como los trabajadores de entrega de paquetería y de mercancías. La cuarta entrada había quedado abierta, y las personas que se presentaban en las barricadas eran dirigidas hacia esta entrada abierta, donde había un piquete de información informando a la gente sobre la huelga. Sorprendentemente, pocas personas cruzaron el piquete para entrar en el campus. La mayoría de ellos eran trabajadores universitarios que necesitaban llegar a sus puestos de trabajo (por desgracia esto era sólo una huelga estudiantil – los sindicatos no participaron).
De los pocos estudiantes que se presentaron en los piquetes, algunos no habían oído que había convocada una huelga, y muchos de ellos se dieron la vuelta y se volvieron a sus casas, o incluso permanecieron en los piquetes para apoyar la huelga. Otros se habían sido obligados expresamente por sus profesores a asistir a clase para presentarse a exámenes o entregar trabajos, una muestra de la actitud reaccionaria de algunos profesores que querían sabotear la huelga. Muchos estudiantes se indignaron por esto, diciendo que no querían ir a clase. En estos casos, fueron enviados “piquetes móviles” a las clases donde se estaban produciendo los exámenes o la entrega de trabajos, y los profesores se vieron obligados a permanecer fuera del aula durante unos minutos, mientras que los estudiantes votaban sobre si querían aplazar el examen y salir.
El pequeño número de personas que explícitamente deseaban a cruzar el piquete, e iban a menudo a la biblioteca o a la cafetería de la facultad, donde se los veía muy bien acomodados, eran estudiantes de derechas: la minoría que apoya los recortes y que realmente puede darse el lujo de pagar la matrícula. Oí después a conocidos derechistas míos que algunos de estos elementos iban a la universidad ese día por el simple hecho de cruzar el piquete y provocar a los huelguistas. Los huelguistas, sin embargo, en general, se mantuvieron en calma y no vi ninguna actitud violenta en los miembros del piquete.
La violencia policial
Las únicas provocaciones y casos de violencia que vi provenían de unos rompehuelgas histéricos, y, sobre todo, de la policía. La policía adoptó una actitud desafiante durante todo el día. La mayoría de los oficiales desplegados pertenecían a la odiada Guardia Civil, un cuerpo de policía militarizada que tiene una larga historia en la represión de la juventud y del movimiento obrero español. Hicieron varios intentos de derribar las barricadas, empujando bruscamente las mesas que habían sido apiladas, golpeando a los estudiantes que se encontraban al lado. En una de las entradas, sin ninguna provocación previa, comenzaron a colocar su equipo de antidisturbios y sacaron las escopetas de balas de goma, en un intento de intimidar a los estudiantes.
Una provocación más vino de la presencia de policías de civil, que eran claramente visibles y que provocaban al piquete desde el interior de la universidad. Los policías infiltrados han jugado un papel importante como agentes provocadores en las recientes protestas y se están convirtiendo en algo común en cualquier huelga o manifestación. En el campus de la Universidad de Madrid, la policía detuvo a más de 50 personas y el mismo decano de la Facultad de Historia tuvo que colocarse delante de la puerta de la facultad para impedir la entrada de los policías antidisturbios que venían equipados con toda su indumentaria. Estos hechos recuerdan a la época de la dictadura de Franco, cuando la policía asaltaba las universidades con una violencia brutal y, a veces, asesinando a estudiantes.
El gobierno español, acorralado y asustado, ha estado tomando una actitud cada vez más violenta y represiva hacia cualquier tipo de oposición. Las manifestaciones son brutalmente reprimidas y se han aprobado leyes represivas que otorgan a la policía poderes adicionales y que criminalizan la mayoría de las formas de protesta. Esta misma semana el alcalde de Madrid sugirió que debían prohibirse las manifestaciones en todo el centro histórico de la ciudad.
Entusiasmo anticapitalista
A pesar de las provocaciones de la policía, había un estado de ánimo entusiasta en los piquetes. Participaron muchos estudiantes, había unas 50 personas en cada piquete, a veces más. Los estudiantes que deseaban unirse a los piquetes siguieron llegando durante todo el día. Algunos de los que habían sido obligados por sus profesores a venir a clase se unieron a los piquetes de huelga después de resolver sus asuntos. Como reflejo de la combatividad de la juventud española, se escucharon cánticos en español y catalán de “¡Viva la lucha de la clase obrera!” o “El hijo del obrero, a la universidad!”
En un momento dado, algunas personas comenzaron a cantar “¡esto nos pasa por tener un gobierno facha!” Fueron interrumpidos por un estudiante que tomó el megáfono y dijo que no tenía que ver con tener un gobierno de derecha, sino con el sistema capitalista que funciona para asegurar los intereses de una pequeña minoría de parásitos. Esta excelente intervención fue ovacionada por todo el mundo, mostrando las conclusiones revolucionarias que está sacando la juventud española.
La mayoría de los huelguistas también mostró una gran madurez y sensibilidad al negarse a caer en las provocaciones de la policía y adoptar una postura firme pero diplomática. En general, la huelga fue un gran éxito. La universidad fue paralizada y no se podía ver a casi nadie en el campus, que normalmente está lleno de actividad. Este fue también el caso en todo el Estado. Hubo manifestaciones masivas en la mayoría de ciudades y pueblos en la tarde del jueves 27 de marzo.
La necesidad de coordinación con el movimiento obrero
El único defecto de las huelgas fue la falta de coordinación con el movimiento obrero. En Madrid, se unieron a la manifestación estudiantil de la mañana trabajadores de Coca Cola y de Telemadrid, que se enfrentan a despidos masivos. Sin embargo, esto parecía ser un espectáculo aislado de solidaridad. Los sindicatos no participaron oficialmente en las huelgas ni en las manifestaciones (con la excepción de las que fueron convocadas en la tarde del 27).
En Alicante, el personal de la universidad se había visto obligado a ir a trabajar y expresó su malestar por tener que cruzar los piquetes y su solidaridad con la huelga. Los sindicatos no fueron adecuadamente informados, y dijeron que si hubieran sido notificados previamente hubieran tomado medidas de apoyo a la huelga, como pedir a los profesores que evitaran poner exámenes en esas fechas. Muchos estudiantes plantearon la cuestión de la necesidad de la vinculación con los trabajadores.
Se planteó el ejemplo de las Islas Baleares, donde hubo una resistencia feroz a las políticas reaccionarias del gobierno del PP (y donde el propio gobierno regional fue puesto entre la espada y la pared) por parte de un movimiento que declaró una huelga indefinida de profesores que fue respaldada por los estudiantes. Los estudiantes de los piquetes de Alicante señalaron que las condiciones del personal de la universidad también están siendo atacadas, y alguien recordó que en Grecia los trabajadores de la universidad se enfrentaron a despidos masivos y declararon una huelga indefinida, y que es probable que veamos pronto cosas similares en España.
Aunque el movimiento estudiantil ha estado luchando constantemente contra los recortes y las contrarreformas en la educación durante más de dos años, hay algunas debilidades de dirección. A diferencia de Gran Bretaña, donde tenemos un Sindicato Nacional de Estudiantes, reconocido oficialmente por todos los estudiantes y unificado, en el Estado español hay diferentes organizaciones estudiantiles. La más importante es el Sindicato de Estudiantes que tiene una amplia presencia entre los estudiantes de secundaria. Ya en octubre de 2013, el movimiento masivo contra la reforma educativa reaccionaria de la LOMCE fracasó debido a la falta de un plan para intensificar la lucha y detener la reforma que unificara a las diferentes organizaciones estudiantiles y al movimiento obrero.
El problema de la unidad es muy importante. El Sindicato de Estudiantes ha solicitado reiteradamente que los sindicatos de profesores convoquen una huelga educativa de tres días con la participación de todos los sectores. Esto podría dar un golpe severo al Ministro de Educación, que ya ha quedado bastante debilitado por las protestas. Los dirigentes de los sindicatos de profesores se han negado a atender este llamamiento. Por otro lado, los dirigentes del Sindicato de Estudiantes han mostrado una indiferencia sectaria hacia las demás organizaciones estudiantiles, muchas de ellas con una presencia dominante en diferentes regiones y comunidades. Esto sólo puede debilitar el movimiento estudiantil en general. Sin embargo, a pesar de los errores de las organizaciones estudiantiles, el curso de los acontecimientos ha llevado a un nuevo repunte en el movimiento estudiantil, que está sacando conclusiones revolucionarias y que reclama una dirección que esté a la altura de las circunstancias.
En Gran Bretaña, los estudiantes se enfrentan a ataques similares: aumento de los gastos de matrícula, caída del nivel educativo, recortes a las becas y de los servicios de la universidad, y, en general, un descenso importante en sus perspectivas de futuro. Un informe reciente de la Asociación de Gobiernos Locales mostró que el 40% de la juventud británica está desempleada o subempleada y sobrecualificada. La crisis mundial del capitalismo está generando condiciones similares en toda Europa (y más allá). Estas condiciones también están radicalizando a grandes sectores de la juventud británica, que está dándose cuenta de que los problemas de la sociedad no tienen que ver con las políticas de tal o cual gobierno, sino con el hecho de que todo el sistema capitalista está podrido. Sin embargo, los dirigentes del movimiento estudiantil (como en el movimiento obrero) no ha logrado superar el desafío de dotarse de una estrategia adecuada que detenga a la coalición de gobierno. De hecho, su indecisión y cobardía a menudo han ayudado a desmoralizar a los estudiantes y trabajadores.
En Gran Bretaña, tenemos la ventaja de tener una organización unificada y representativa de los estudiantes, el NUS, que, aunque en la actualidad está aletargada y falta de energía, tiene el potencial de dirigir a un movimiento estudiantil combativo, como se demostró en los acontecimientos de 2010, donde una convocatoria de manifestación mal preparada y poco entusiasta llevó a las calles a más de 50.000 estudiantes a la calle. Debemos luchar por un NUS combativo que esté a la altura de lo que le exige la juventud. Es la tarea de la juventud marxista, en España, Gran Bretaña, y en todas partes, asumir un papel de dirección en el movimiento estudiantil para desarrollar una estrategia eficaz y unificada sobre la base de un programa revolucionario.