El capitalismo convierte todo en muerte y corrupción

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Esta vez le tocó al rock de barrio, es decir que, como siempre, nos toca a los laburantes. La banda la ponen los pibes de Celina. El público son sus amigos, familiares y jóvenes de ese y otros barrios del conurbano y Capital. La guita para las entradas, las bebidas y panchos también la ponemos los trabajadores. Y también, como siempre, ponemos los cientos de muertos y heridos.

Masacre en Once

Esta vez le tocó al rock de barrio, es decir que, como siempre, nos toca a los laburantes. La banda la ponen los pibes de Celina. El público son sus amigos, familiares y jóvenes de ese y otros barrios del conurbano y Capital. La guita para las entradas, las bebidas y panchos también la ponemos los trabajadores. Y también, como siempre, ponemos los cientos de muertos y heridos.

Los empresarios sólo están para llevarse la guita. Aunque la ley los obliga con algunos requisitos de seguridad, estos nunca se cumplen. Esta vez fue la existencia de pirotecnia en un local cerrado, los decorados de material inflamable, la sobreventa de entradas (tres mil en vez de las mil cien autorizadas), y el cierre de las puertas de emergencia por motivos “comerciales” (para evitar algún colado).

Como pasó en Kheyvis hace once años y en el supermercado de Asunción hace unos meses, la lógica de la propiedad privada y de los negocios genera estas masacres. Bajo el capitalismo son más importantes las ganancias de los empresarios que la vida de cientos de nuestros amigos y familiares.

El estado nacional, provincial o de la ciudad no son neutrales. Aunque en los papeles debieran controlar que se cumplan las reglamentaciones, nunca van a controlar a los grandes empresarios. Porque los funcionarios están ¨a sueldo¨ de esos grandes intereses. Nada podemos esperar del gobierno, la policía o la justicia. No están para que se cumplan esas leyes sino para proteger las propiedades de los empresarios y para reprimir cualquier cuestionamiento popular.

Por eso tampoco nunca controlarán las condiciones en las que trabajamos, ni la evasión fiscal de los empresarios, ni el trabajo en negro, ni la fuga de capitales al exterior.

Tampoco debemos caer en la trampa de exigir más dureza en las leyes o más policía, cuya represión será usada contra los trabajadores y los jóvenes. Esto lo vemos todos los días en los barrios.

Si ponemos la banda, el público, la guita y la diversión quiere decir que los empresarios no hacen falta. Peor aún sólo están para llevarse la guita y hacernos sufrir hacinamiento, incomodidades y convertirnos en victimas de cualquier percance. Debemos avanzar entonces en organización y autodefensa.

Es hora de organizar nuestra propia diversión, como así también nuestra seguridad y tomar en nuestras manos la solución de los graves problemas que nos afectan (seguridad, desempleo, salud, alimentación).

Los responsables deben ser juzgados y castigados. Los funcionarios mostraron ser incapaces de asegurar la vida y la salud de los pibes, no sirven ni para controlar unos pocos boliches donde nos juntamos a divertirnos. Deben renunciar ya.

Sólo manteniendo la movilización podremos garantizar que se haga justicia.
Por una comisión investigadora de familiares, amigos y organismos de DDHH.
Por el juicio y castigo de todos los culpables de la masacre.
Por la autoorganización en todos los barrios, para la solución de nuestros problemas (salud, trabajo, alimentación, seguridad)
¡Que se vayan todos!