Rusia, Ucrania y Occidente: ¿Habrá guerra?

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obama-putinConforme Ucrania se desliza más profundamente hacia el caos, el sonido de los tambores de guerra se hace oír cada vez más fuerte. El sábado, el presidente Vladimir Putin se aseguró la autoridad del parlamento para enviar el ejército ruso, y no sólo a Crimea, sino también a la propia Ucrania.

Esta amenaza fue emitida sólo unos días después de que hombres armados “no identificados” tomaran el control de la península de Crimea. Estos fueron identificados más tarde, como era de esperar, como tropas de la Flota del Mar Negro de Rusia, establecida en Crimea. El nuevo presidente pro-ruso de Crimea, igualmente como era de esperar, llamó de inmediato a Moscú para que interviniera. Al mismo tiempo, manifestantes pro-Moscú izaron banderas en los edificios del gobierno en dos ciudades del este de Ucrania.

Los líderes occidentales agitaron sus cabezas y dijeron que Rusia no debía intervenir. Moscú levantó sus manos, protestando de manera indignada que no iba a hacerlo. Pero los hechos parecen indicar lo contrario. Durante toda la semana pasada las tropas rusas escenificaron lo que fue descrito como “maniobras de rutina” en las fronteras de Ucrania.

Putin se aseguró sin dificultad la aprobación unánime del Senado ruso para el uso de la fuerza armada en el territorio de su vecino, citando la necesidad de proteger a los ciudadanos rusos. Pidió que las fuerzas rusas fueran utilizadas “hasta la normalización de la situación política en el país”: una solicitud que suena muy razonable, un guante de terciopelo que apenas oculta el puño de hierro en su interior, que fue exactamente la misma razón que dio para la invasión de Georgia en 2008.

Esta amenaza a lo que se supone que es un país independiente de 46 millones de personas en los márgenes de Europa central, crea la mayor confrontación directa entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría. Ha habido una intensa actividad diplomática en diferentes capitales destinada a “calmar la situación”. El gobierno de Kiev protestó. La UE protestó. Obama protestó.

Gran Bretaña convocó al embajador ruso para expresarle su “preocupación”. Poco después, el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, William Hague, viajó a Kiev, presumiblemente para expresar su solidaridad al gobierno provisional ucraniano. Los ministros de la UE fueron obligados a mantener conversaciones de emergencia. El presidente checo, Milos Zeman, recordó la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968.

Washington ha advertido que las acciones de Rusia tendrían “consecuencias”. Pero nadie está diciendo cuáles serían. En respuesta, Putin afirmó tranquilamente su derecho a desplegar tropas en Ucrania “para defender los intereses del pueblo ruso”. Los políticos occidentales tienen cientos de argumentos, pero Putin tiene cientos de miles de soldados, tanques y armas. Y mientras que las fuerzas de la OTAN están bastante lejos, sus propias fuerzas se están concentrando convenientemente justo en la frontera con Ucrania, y algunas ya están sobre el terreno en Crimea, donde Rusia tiene una base naval permanente.

La tensión entre los dos lados aumenta por momentos. En un discurso televisado, el presidente ucraniano en funciones, Olexander Turchynov, instó a la población a mantener la calma. (Todo el mundo está instando a exactamente a la misma cosa). Pidió a los ucranianos que tendieran un puente a la división del país y que no cayeran en provocaciones. Pero con el mismo aliento, dijo que había puesto al ejército en alerta máxima, lo que no es un mensaje muy relajante.

El primer ministro Arseniy Yatsenyuk, que estaba junto al señor Turchynov, dijo estar “convencido” de que Rusia no intervendría militarmente “ya que esto sería el comienzo de la guerra y el fin de todas las relaciones.”

Temor y miseria en Ucrania

La situación en Ucrania es dramática. La euforia de los primeros días después de la caída de Yanukóvich se ha disipado y está siendo sustituida por un estado de ánimo de ansiedad y tensión. No es casualidad que el primer acto del Parlamento en la primera sesión después de su reapertura fuera un voto para abolir el ruso como segunda lengua oficial. Según varios informes, las bandas fascistas estaban “vigilando” la Rada cuando se aprobó esta votación. Estas milicias fascistas ahora se están integrando en la policía y en las fuerzas armadas, y sus líderes están ganando posiciones importantes en Defensa, Seguridad Interior, la Fiscalía, y otros ministerios clave. ¿Es de extrañar que los trabajadores y la población rusohablante sienta ansiedad? Si tienen miedo, es porque tienen algo que temer.

Cuando Putin habla de una amenaza para la población de habla rusa de Ucrania, no está mintiendo. El papel de los fascistas en el movimiento Euromaidan ha sido subestimado e ignorado por los medios de comunicación occidentales de forma sistemática. Como siempre, presentan cualquier movimiento que se opone a un gobierno que ellos califican como no democrático como el de “luchadores por la libertad”, en base al viejo principio de: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Recordemos que Washington describía tanto a los talibanes como a Osama bin Laden como “luchadores por la libertad”, siempre y cuando estaban matando a los rusos, y no a los estadounidenses.

El derrocamiento de Yanukóvich dio luz verde a los fascistas para lanzar un pogrom contra el Partido Comunista (asaltos a sus oficinas centrales, ataques incendiarios contra las residencias de sus líderes, el cierre de publicaciones, etc.) Estas tácticas audaces de los fascistas sugieren poderosamente que se sienten fuertemente apoyados desde el exterior. Esto probablemente se refiere a los EEUU (o a parte de la administración de EEUU y del Partido Republicano) más que a Alemania. Ya es oficial que los EEUU han invertido unos 5 mil millones de dólares en los últimos 20 años en apoyo a la oposición en Ucrania, y los vínculos entre los fascistas Banderistas y los EEUU se remontan a los años de la administración Reagan.

Inevitablemente, el antisemitismo ha levantado su feo rostro en Ucrania. Una sinagoga fue atacada en Zaporizhia, al sureste de Kiev. Como resultado, un gran rabino ha aconsejado a los judíos que no salgan de sus casas, y un funcionario israelí está invitando a los judíos de Ucrania a emigrar a Israel. Esto no quiere decir que un régimen completamente fascista, apoyado por los EEUU, tenga ahora el control del país, sino que este papel relativamente independiente y de fortaleza de los fascistas es un elemento importante en la situación y hace que sea más difícil de alcanzar un compromiso, y de mantenerlo.

Las bandas derechistas, ultranacionalistas y fascistas han estado desatadas. Los activistas de izquierda han sido asaltados y golpeados. Rostislav Vasilko, el primer secretario del comité municipal del Partido Comunista de Lviv, fue salvajemente golpeado. Sus pulmones están lesionados y le rompieron el cráneo. Está en un estado crítico en el hospital. Ha habido muchos de estos casos.

Tales cosas han creado comprensiblemente un ambiente de miedo e ira en los centros industriales del este de Ucrania. La principal actividad del Partido Comunista (KPU) ha sido movilizarse para defender los monumentos de Lenin que han sido destruidos en muchos lugares en el oeste de Ucrania. En la parte oriental del país se celebran mítines de masas diarios con la participación de miles de personas.

Hay un vacío en la izquierda que tiene que ser llenado. El candidato lógico debería ser el Partido Comunista (KPU). Desafortunadamente, después de 2004, en lugar de mantener una posición de clase independiente, el KPU se subordinó al sector de la oligarquía representado por Yanukóvich y el Partido de las Regiones. Argumentaban que Yanukóvich era el “mal menor” frente a su rival Yushenko. Esto fue un grave error. Probablemente fue una reacción a su experiencia previa en la lucha contra Kuchma y Yushenko.

Sin embargo, ha habido informes de que el KPU está creciendo (por ejemplo, en Lugansk). No tengo las cifras exactas, pero parece que todas las agrupaciones del KPU en el Sur y en el Este han experimentado un crecimiento. Esto no es sorprendente. Sintiendo la creciente amenaza de los fascistas y de los ultranacionalistas, las masas gravitan naturalmente a las organizaciones de masas que les son familiares y que parecen representar sus intereses como clase, así como su identidad como rusos. A pesar de todas las políticas equivocadas de los dirigentes del KPU, es necesario expresar nuestra firme solidaridad y apoyo a los comunistas ucranianos contra esta agresión fascista.

La situación en Crimea

Crimea es un centro de sentimiento pro-ruso. La región – una península de la costa ucraniana del Mar Negro – tiene 2,3 millones de habitantes, la mayoría de los cuales se identifican étnicamente como rusos y rusohablantes. La región votó en gran medida por Viktor Yanukóvich en las elecciones presidenciales de 2010, y mucha gente cree que es víctima de un golpe de estado – lo que lleva a los separatistas a intentar en el parlamento de Crimea impulsar una votación para separarse de Ucrania.

De hecho, Rusia ha sido el poder dominante en Crimea durante la mayor parte de los últimos 200 años, desde que se anexionó la región en 1783. Sin embargo, fue transferida por Moscú a Ucrania – entonces parte de la Unión Soviética – en 1954. Los rusos étnicos lo ven como un error histórico que ahora hay que corregir. Sin embargo, los musulmanes tártaros de Crimea representan una minoría significativa. En el pasado eran la mayoría de la población, pero fueron deportados en masa por Stalin en 1944 acusados de colaborar presuntamente con los invasores nazis en la Segunda Guerra Mundial.

La composición étnica es compleja: los ucranianos conforman el 24% de la población de Crimea de acuerdo con el censo de 2001, en comparación con el 58% de rusos y el 12% tártaros. Los tártaros han regresado desde el colapso de la Unión Soviética en 1991 – causando tensiones persistentes entre los rusos sobre los derechos de propiedad de las tierras. El elemento más preocupante en la ecuación es la lucha que se ha desatado entre los activistas rusos y tártaros en las calles.

La situación en Crimea se ha deteriorado rápidamente desde el derrocamiento de Yanukóvich. Tras la ocupación del Parlamento de Crimea en Simferopol por paramilitares rusos, los diputados votaron a favor de cambiar el gobierno local y anunciaron un referéndum sobre la independencia el 25 de mayo. El resultado de esto es una conclusión inevitable. La mayoría de Crimea se compone de rusos étnicos que ahora reclaman a Ucrania volver a Rusia.

Crimea está ahora completamente fuera del control del gobierno de Kiev. Todos los aeropuertos han sido bloqueados por marines rusos, y el acceso a Crimea ahora es imposible, como el enviado de la ONU descubrió cuando intentó llegar allí. Formalmente, Crimea sigue siendo legalmente parte de Ucrania – un status que Rusia apoyó cuando se comprometió a defender la integridad territorial de Ucrania en un memorando firmado en 1994, también firmado por los EEUU, Reino Unido y Francia. El gobierno de Kiev ha hecho un llamamiento a estos últimos garantes para conseguir ayuda. Pero lo que es formalmente legal es una cosa, y lo que sucede en la práctica es otra. En palabras de Solón de Atenas: “La ley es como una tela de araña: los pequeños quedan atrapados en ella, pero los grandes las desgarran”.

El cinismo de los EEUU y de la UE

Las acciones y las palabras de los líderes de EEUU hieden hipocresía. Mientras exigen que Rusia se abstenga de intervenir en los asuntos internos de Ucrania, ellos han estado interviniendo desde hace mucho tiempo, tratando por todos los medios de arrastrar a este país fuera de la órbita de Moscú para llevarlo al redil de la OTAN y de la UE. Sus acciones cínicas han jugado un papel fundamental en la desestabilización de Ucrania y en traer la catástrofe actual.

Los estadounidenses acusan a Rusia de violar la soberanía nacional de Ucrania ¿No violaron ellos mismos la soberanía nacional de Irak, Afganistán y Yugoslavia? Acusan a Rusia de planear la desintegración de Ucrania. ¿No fueron ellos acaso quienes planearon y llevaron a cabo la desintegración de Yugoslavia y de Checoslovaquia? ¿Acaso no estimularon activamente la desintegración de la Unión Soviética, que ha sido la causa de tantas guerras, muertes y sufrimiento desde entonces?

Mientras que pretenden defender la libertad y la democracia, los imperialistas norteamericanos no dudaron en apoyarse en elementos fascistas y nazis para derrocar al gobierno pro-Moscú de Viktor Yanukóvich. Mientras que se presentan como defensores de la independencia y de la soberanía nacional de Ucrania, han creado una situación que amenaza con destruir al conjunto de Ucrania como estado unificado.

La UE engañó al pueblo ucraniano haciéndole creer que si Ucrania caía bajo el control de Berlín, en lugar de Moscú, sus problemas económicos desaparecerían, y los ciudadanos ucranianos serían recibidos con los brazos abiertos para trabajar y vivir en Europa, y el Banco Central Europeo volcaría sobre el pueblo agradecido miles de millones de euros.

Muchos ucranianos, cansados ​​de décadas de corrupción, estafa y caos económico, creían esto. Pero era una mentira de principio a fin. Ucrania es probablemente el único lugar de Europa donde la gente sale a las calles con banderas de la Unión Europea. En Grecia se quema esa misma bandera. En casi todos los países europeos, el nombre de la UE se pronuncia con maldiciones. La diferencia es que aquí la gente ha tenido la experiencia real de lo que significa una UE capitalista, mientras que para los ucranianos es sólo un sueño.

Ahora los ucranianos empiezan a comprender la realidad. La economía del país está al borde de un abismo. El gobierno de Kiev está literalmente en bancarrota. El banco central de Ucrania ha puesto 15.000 hryvnia (1.000 euros) como límite para los retiros de efectivo diarios para evitar una corrida bancaria y un colapso total de la moneda. El gobierno de Kiev dice que necesita $35.000 millones en los próximos dos años para evitar la cesación de pagos. Pero, ¿quién va a pagar? Rusia ha suspendido la próxima entrega de un préstamo de $ 15 mil millones. La UE enviará poco o ningún dinero a Kiev, sólo un montón de palabras bonitas. Pero las palabras no van a llenar los estómagos vacíos.

¿Es este el comienzo de la 3ª Guerra Mundial?

Tal vez porque se cumple el 100º aniversario de 1914, algunas personas ven sombras de Sarajevo en la situación. ¿Es este el comienzo de la Tercera Guerra Mundial? Tales analogías históricas son superficiales y carentes de todo contenido real. El equilibrio mundial de fuerzas no es ni remotamente similar al de 1914. Tampoco lo son los intereses de los estados involucrados.

En 1914, Alemania se vio obligada a ir a la guerra para defender a su aliada Austria, y en todo caso estaba buscando un pretexto para la guerra. Aquí los intereses vitales de Alemania, Austria, Rusia, Francia y Gran Bretaña estaban todos involucrados. El asesinato de Francisco Fernando en Sarajevo fue meramente la chispa que desató una conflagración europea que había sido preparada durante décadas. Un simple punto servirá para subrayar la diferencia. Los acontecimientos de Sarajevo llevaron inmediatamente a Austria a dar un ultimátum a Serbia, que estaba redactado en términos tales que los serbios nunca podrían estar de acuerdo. Esto se debía también a que Austria quería una excusa para invadir y aplastar a Serbia.

¿Cuál es la situación aquí? Norteamérica está calentando y enfriando el tema de la “agresión” de Rusia, aunque hasta ahora su ejército no ha invadido Ucrania (pero ya estaba presente en Crimea). Eso es porque Estados Unidos no tiene intereses vitales en Ucrania. Por supuesto, le gustaría ver la liquidación de la base naval rusa en Crimea. Pero sus acciones de intromisión en la vida política de Ucrania – acciones que contribuyeron poderosamente a desestabilizar el país y a provocar la situación actual – no fueron dictadas por intereses económicos. Ucrania no tiene petróleo como Irak, solamente enormes deudas que pagar, y Estados Unidos ya tiene suficientes deudas propias.

Estados Unidos no está interesado en el destino del pueblo ucraniano o de Ucrania como nación. Ni quiere asumir ninguna responsabilidad por sus problemas económicos. Lo que sí quiere, y ha querido desde el principio, es separar a Ucrania de Rusia. Esto es parte de su estrategia geopolítica a largo plazo, socavar a Rusia y destruir su influencia sobre los estados que pertenecieron a la Unión Soviética.

Después de haberse visto humillada por Occidente en Yugoslavia, Irak, y más recientemente en Libia, Rusia está trazando ahora una línea en la arena. Esto ya fue evidente en Georgia, y también fue evidente en Siria. Pero desde el punto de vista de Moscú, Ucrania es mucho más importante que todos estos. Los “estrategas” de Washington son un grupo de lo más ignorante y miope. Calcularon muy mal cuál iba a ser la respuesta de Rusia. Ahora expresan su sorpresa. Si eso es verdad, deben tener un Big Mac en el lugar donde se supone que tienen un cerebro.

Occidente buscan cínicamente el poder en Ucrania. Ni Merkel ni Obama guardan sentimientos de compasión por los intereses del pueblo ucraniano. La cuestión de la entrada de Ucrania en la OTAN ha sido planteada. El primer paso, la “cooperación militar”, ya se ha insinuado. Sin embargo, Rusia no podía aceptar la presencia de la OTAN y la instalación de armamento antimisiles de EEUU en suelo ucraniano bajo ninguna condición. Todo esto equivale a una acción hostil y a una provocación dirigida contra Rusia. Desde este punto de vista, la reacción de Moscú era a la vez lógica e inevitable.

Pero no, esto no es 1914 ni 1939. Ni siquiera es la Guerra Fría. Se trata de la post-Guerra Fría, y no hay razón por la cual la actual guerra de palabras termine en un conflicto militar entre las grandes potencias. Tampoco es como 1968, cuando el ejército soviético invadió Checoslovaquia. Esta vez Moscú dispone de un apoyo considerable dentro de Ucrania. Puede darse el lujo de esperar y dejar que los acontecimientos sigan su curso. Así puede intervenir cuando le convenga, confiada en ser acogida como libertadora por lo menos entre una parte significativa de la población.

El otro día Obama habló con Putin durante una hora y media. No se conocen los contenidos de esta conversación. Lo que se sabe es que no resolvió absolutamente nada. El Secretario de Estado de EEUU, John Kerry, ha pedido a todas las partes que “den un paso atrás y eviten cualquier tipo de provocaciones”. Kerry respira fuego y azufre, advirtiendo a Rusia que sus acciones tendrán “consecuencias”. ¿Cuáles serán? Él propone tentativamente la expulsión de Rusia del G8, algo que al hombre del Kremlin difícilmente le quite el sueño.

Recientemente, Rusia ha sido repetidamente más hábil que los EEUU en el escenario mundial. Obama fue humillado por Putin en el conflicto de Siria y entre los círculos gobernantes de Estados Unidos había una frustración hirviente con eso. Obama está siendo retratado como un presidente débil e indeciso que es incapaz de hacer frente a los rusos. Republicanos, como el rabioso reaccionario John McCain, están atacándolo por esto, como era de prever.

Pero ¿qué sugiere McCain? No una acción militar. Él quiere que la administración aplique lo más ampliamente posible una ley que permite al gobierno de EEUU sancionar a los funcionarios rusos culpables de violaciones de los derechos humanos. Tal vez no sería una mala idea también castigar a los funcionarios estadounidenses culpables de violaciones de derechos humanos. Esto haría que la Corte Internacional de Justicia estuviera ocupada durante un tiempo bastante largo. Pero este pensamiento feliz nunca se le ha ocurrido al Sr. McCain. Tampoco ha considerado exactamente cómo estos anónimos “funcionarios rusos” habrían de ser extraditados desde Rusia. Pero el pensamiento lógico nunca ha sido el punto fuerte de los Republicanos en general, ni de John McCain en particular.

El Reino Unido se ha unido a los EEUU, Francia y Canadá, en la suspensión de los preparativos para la cumbre del G8 en Rusia en junio. El ministro de Relaciones Exteriores británico, William Hague, tenía una dosis incluso mayor de medicina para los rusos: él tiene la intención de boicotear los Juegos Paralímpicos de Sochi ¡Eso sí que hará temblar a los rusos sobre sus zapatos!

Pero qué hay de Frau Merkel, la jefa indiscutible de la UE, que fue la principal responsable de causar todo el lío en primer lugar. Igual que Obama también ha pasado un poco de tiempo hablando con el presidente de Rusia, a través del teléfono. Una vez más el contenido exacto de la conversación no ha sido revelado (con la excepción de la CIA que, como de costumbre, habrá estado escuchando). Pero, por lo que sabemos, la líder alemana fue extremadamente comprensiva con el punto de vista ruso.

Todo fue muy cordial, y terminó con que los alemanes se comprometían a mantener estrechas relaciones con Rusia y a continuar con un diálogo amistoso ¿Por qué resultó todo de manera tan amistosa? ¿No podría tener algo que ver con el hecho de que Rusia es el principal proveedor de gas de Alemania? ¿Tal vez a Angela le preocupe que si le da un pisotón demasiado fuerte a los pies de Vladimir, éste podría tener la tentación de tirar del enchufe? Puede que nunca lo sepamos.

Occidente habla con diferentes lenguas: el mensaje de Washington no es exactamente el mismo que el de Londres. Y el de Berlín es completamente diferente al de estos dos. Una cosa está muy clara. En todos estos intercambios, amistosos y no tan amistosos, nadie ha mencionado ninguna vez la única cosa que podría haber hecho impresión en la mente de Putin: la posibilidad de una acción militar contra Rusia.

El danés de cara pétrea, Anders Fogh Rasmussen, que habitualmente habla en nombre de la OTAN; es decir, para los EEUU, ha pedido a Rusia que retire sus fuerzas a sus bases. Lo hizo en el estilo escandinavo de costumbre, es decir, en voz baja, suave y muy cortésmente:

“Hacemos un llamamiento a Rusia para que frene la escalada de tensiones … para que retire sus fuerzas a sus bases y que se abstenga de toda injerencia en cualquier lugar de Ucrania.” Desde Bruselas, dijo en un tono más tranquilizador que Ucrania era un “socio valioso” para la OTAN y que se le debía permitir que determinara su propio futuro. Después, condenando a los rusos por la “agresión”, les imploró a favor de un diálogo.

Una vez más, no hubo ninguna mención a ningún ultimátum. Hay muy buenas razones para el silencio de Rasmussen: él sabe muy bien que la acción militar por parte de Occidente está completamente descartada.

El ejército ucraniano

Ucrania ha acusado a Rusia de llevar a cabo una invasión armada mediante el envío de fuerzas navales a la región de Crimea. Pero, ¿qué se puede hacer al respecto? Teóricamente, Ucrania tiene el ejército más grande de Europa, armado con armas y tecnología modernas. Pero todos los informes indican que el ejército ucraniano, al igual que el resto del Estado, ha sufrido durante años abandono, falta de financiación y corrupción. Por otra parte, el ejército ucraniano refleja inevitablemente todas las contradicciones de la sociedad ucraniana y contendrá las mismas líneas de falla. Sometido a la presión extrema, puede romperse en pedazos.

Esta hipótesis recibió una prueba llamativa, incluso en los últimos días cuando el recién nombrado jefe de la Armada de Ucrania rompió filas públicamente y juró lealtad a la región de Crimea, en presencia de su nuevo líder pro-ruso. Teniendo en cuenta que el contralmirante Denys Berezovsky fue nombrado jefe de la armada el mismo sábado, cuando el gobierno en Kiev reaccionó a la amenaza de la invasión rusa, esto fue un golpe devastador. El almirante se comprometió “a obedecer estrictamente las órdenes del comandante supremo de la república autónoma de Crimea” y “a defender la vida y la libertad” del pueblo de Crimea. Las repercusiones de la deserción de Berezovsky se dejarán sentir en toda las fuerzas armadas ucranianas.

La televisión de la BBC tomó imágenes ayer de los marinos ucranianos que han sido bloqueados en sus bases de Crimea por las tropas rusas. Los rostros de estos jóvenes mostraban ansiedad, no desafío. Esa ansiedad no era tanto el miedo por sus vidas sino el miedo de recibir la orden de disparar contra los hombres que, hasta hace unos días, habían sido sus amigos y compañeros. Ellos claramente no tenían estómago para el combate. Si aceptamos la máxima de Napoleón que en la guerra “la moral es a lo físico como tres a uno”, entonces la capacidad de lucha de estas fuerzas es cercana a cero.

Por lo tanto, es poco probable que el ejército de Ucrania esté listo para el combate, por lo menos en la actualidad, a pesar de que eso puede cambiar. Es aún menos probable que pueda repeler con éxito una invasión rusa, mucho menos retomar Crimea, que ya ha sido ocupada en todo menos en el nombre.

¿Qué pueden hacer? El Parlamento de Ucrania pide al Consejo de Seguridad de la ONU que discuta la crisis que se desarrolla en Crimea. El Consejo de Seguridad, por supuesto, discutirá y debatirá, y luego – no hará nada. Incluso la resolución más inocua sobre Ucrania será vetada por Rusia, que, convenientemente, es miembro de dicho Consejo. Pase lo que pase ahora, Crimea está perdida.

¿Y ahora qué?

Cuando Yanukóvich desapareció después de abandonar su cargo fue ampliamente asumido que Putin se desharía de él. Pero luego resurgió en Rusia. Celebró una conferencia de prensa en la ciudad de Rostov-del-Don, cerca de la frontera con Ucrania, afirmando que él sigue siendo el presidente legítimo de Ucrania. El fiscal general de Ucrania ha dicho que pedirá a Rusia la extradición de Yanukóvich, si se confirma que él todavía está allí. Pero Putin está jugando el viejo juego de los emperadores romanos, que siempre estaban dispuestos a conceder hospitalidad a los reyes y príncipes refugiados quienes más tarde podrían servirles de cubierta útil para invadir sus tierras y reponerlos en el trono – bajo la dominación romana, por supuesto.

¿Es posible que Rusia y los EEUU lleguen a un acuerdo? Esto no está descartado en principio. Pero el curso de los acontecimientos sugiere otros resultados posibles, y los acontecimientos se están moviendo rápido. La partición de Ucrania parece ser un resultado cada vez más probable, pero dado el tamaño y la posición de Ucrania, las consecuencias serían de hecho de gran alcance. No podría llevarse a cabo sin violencia, e incluso sin guerra civil. Rusia estaría entonces obligada a intervenir. Dado que la UE no tiene ejército, no cuenta para nada en una situación como ésta.

Es de destacar que el títere alemán Klitschko ni siquiera estaba en la lista del nuevo gabinete. El títere de Estados Unidos, Yatsenyuk ha escalado hasta arriba. Claramente, Washington tiene la última palabra en Kiev en estos momentos. Puede esperarse que los estadounidenses adopten una postura beligerante (en palabras por lo menos). Después de todo, cualquier conflagración en Ucrania se extendería a Rusia y a la UE en primer lugar, mientras que la administración de EEUU estaría sentada a una distancia más cómoda de los acontecimientos (o eso creen).

Yatsenyuk está bajo presión de varios lados. Por un lado, los rabiosos ultranacionalistas están respirándole en la nuca, respaldados por la multitud en la Plaza de la Independencia. Por otra parte, Washington le está diciendo que se mantenga firme, asegurándole que cuenta con todo su apoyo y demás. Esta es una combinación explosiva.

El este de Ucrania hierve de ira. Algunas personas que simpatizan con el gobierno de Kiev fueron arrojadas sin contemplaciones de los edificios del gobierno local en Jarkiv, por una multitud enfurecida. El Este de Ucrania está deslizándose rápidamente fuera del control del gobierno central. ¿Qué puede hacer este último para detener este deslizamiento? Si no hacen nada, continuará. Si tratan de intervenir militarmente, habrá un choque sangriento y los tanques rusos cruzarán por la frontera inmediatamente. Putin advirtió a Obama: cualquier amenaza a la población rusa de Ucrania, y Rusia entrará en liza. No hay la más mínima razón para pensar que estuviera mintiendo.

En Moscú, el estado de ánimo es de endurecimiento. Una pequeña manifestación contra la guerra fue rápidamente dispersada, seguida de una gran manifestación en apoyo a una posible intervención militar. Si, como es muy probable, el gobierno de Kiev intenta reafirmar su control sobre estas regiones por la fuerza, llegando al derramamiento de sangre, los tanques rusos rodarían al día siguiente y nada podría detenerlos. Más aún, serían recibidos como libertadores por la mayoría de la población.

Es imposible conocer de antemano cuál sería el potencial de lucha de la fuerza armada de Ucrania en una situación de este tipo. Como Napoleón señaló, la guerra es la más compleja de todas las ecuaciones. Pero nada de lo que sabemos sugiere que el ejército ucraniano pueda resistir una invasión rusa. Tanto al gobierno de Kiev como a Occidente se les presentaría un hecho consumado contra el que protestarían en los términos más enérgicos, pero contra el que no podrían hacer nada. Sería la primera etapa de la desintegración de Ucrania, lo que sería una catástrofe para todos los ucranianos y para la clase obrera internacional.

¡Por una Ucrania socialista unida!

Si el destino de Ucrania tiene que ser decidido por Putin, Merkel y Obama, ¿qué queda de la soberanía nacional de Ucrania? Rusia, junto con los EEUU, Reino Unido y Francia, se comprometieron a defender la integridad territorial de Ucrania en un memorando firmado en 1994. Pero como todos los tratados, es sólo un pedazo de papel. Los asuntos fundamentales siempre se deciden en última instancia por la fuerza. Los lamentos pacifistas “contra la guerra”, “por la paz”, y demás, son peores que inútiles en situaciones como ésta. Es necesario partir de los hechos de la situación tal como son.

Un diplomático sabio dijo una vez: “Las naciones no tienen amigos, sólo intereses”. Eso es muy cierto. Putin no está actuando en interés de la población de habla rusa de Ucrania. Tampoco Obama ni Merkel actuan en interés de los ucranianos. Todos están motivados por su propio y estrecho interés nacional; es decir, por los intereses de los ricos y poderosos, de los banqueros, los capitalistas y los oligarcas, que son los verdaderos gobernantes de la sociedad capitalista.

Sería un error fatal para los trabajadores de Ucrania tener ilusiones en los motivos que esgrimen las potencias extranjeras. El pueblo rusohablante de Ucrania, que incluye a los batallones pesados ​​de la clase obrera, mira a Moscú para su liberación, mientras que muchos ucranianos de la parte occidental buscan su salvación en la UE. Ambos están equivocados, y tarde o temprano tendrán motivos para lamentar su error.

Todo el lío tiene su origen en el colapso económico terrible de Ucrania después de la caída de la URSS. El hecho es que el capitalismo ha fracasado tanto en Ucrania como en Rusia. Sólo un puñado de oligarcas súper ricos se han enriquecido con el saqueo de la propiedad del Estado, mientras que millones de personas comunes y corrientes se han sumido en la pobreza. Sobre bases capitalistas no hay solución posible. Muchas personas en el oeste de Ucrania fueron seducidas por los cantos de sirena de Norteamérica y de la Unión Europea. Pero pronto descubrirán que esto era una trampa. En el abrazo de hierro del FMI se encontrarán en una posición mucho peor que antes.

¿Qué pasa con la gente del este de Ucrania? ¿Si Rusia se apoderara de esta región resolvería sus problemas? La situación económica era mala antes, pero la desintegración de Ucrania volvería las cosas mucho peor. La “generosidad” de Moscú no durará mucho tiempo, sobre todo cuando, como es inevitable, los precios del petróleo y del gas empiecen a caer. La economía rusa está a punto de caer, y una guerra con Ucrania, incluso si terminara en la victoria, bien podría servir como detonante de una crisis. Esta mañana se anunció que la Bolsa de Moscú ha experimentado fuertes caídas. Eso es una advertencia de lo que está por venir.

Sin embargo, los peores efectos no serían económicos, sino políticos. Una invasión de Rusia y la división de Ucrania podrían desencadenar, sin duda, una serie de acontecimientos que tendrían las consecuencias más negativas para la conciencia de la clase obrera internacional, y especialmente en Europa. Exacerbaría enormemente los conflictos nacionales, creando monstruos, como vimos en Yugoslavia. El derramamiento de sangre criaría sentimientos de odio y amargura que podrían durar generaciones.

El caso de Crimea es particularmente preocupante en este sentido. Los musulmanes tártaros de Crimea, cuya animadversión hacia Rusia se remonta a las deportaciones de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial, se oponen amargamente a cualquier movimiento de vuelta hacia Moscú. Si, como es ahora inevitable, Crimea es anexionada por Rusia, habrá más tensiones y enfrentamientos entre los rusos y los tártaros. Podríamos ver la formación de grupos terroristas, e incluso de guerrillas, como en Chechenia, conduciendo una sangrienta lucha armada contra Rusia con todos los horrores habituales que conlleva.

En la propia Ucrania habría lo mismo: ataques terroristas, atentados con bombas, matanza indiscriminada de civiles: todas las cosas horribles que hemos visto tantas veces en un país tras otro, en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Siria, Libia, etc. Una vez que comienza, este tipo de cosas son difíciles de detener. La locura terrorista se extendería, infectando a Rusia y Europa, donde la presencia de un gran número de inmigrantes de Ucrania y Rusia sería un caldo de cultivo para asesinatos y atentados terroristas de represalia.

Los habitantes del este de Ucrania pueden saludar con alivio la llegada de las fuerzas rusas, pero esto se basa más en la esperanza que en la realidad. Del mismo modo, la gente de Kiev y de las regiones occidentales que miran esperanzadamente a Berlín y Washington verá sus esperanzas frustradas. “Las cosas no pueden ir a peor”, se imaginan. Por desgracia, pueden ir mucho, muchísimo peor.

Estamos a favor de la unidad de la clase obrera y de la unidad de Ucrania. Pero la única garantía real para eso es una lucha revolucionaria contra la oligarquía. No podemos confiar esta tarea a nadie más que a la clase trabajadora de Ucrania. Los obreros de Moscú que demuestran su apoyo a las acciones de su gobierno no están demostrando apoyo a la guerra, sino apoyo a sus hermanos y hermanas de Ucrania. Ellos ven esto como una lucha contra el fascismo. Pero la única fuerza que puede derrotar al fascismo es la clase obrera, una vez que esté unida y movilizada para cambiar la sociedad.

¿Es necesario derrotar al fascismo en Ucrania? ¡Por supuesto! Los fascistas y chovinistas ucranianos son nuestros enemigos. Deben ser aplastados sin piedad. La clase obrera, el Partido Comunista y los sindicatos deben desarrollar y ampliar las milicias antifascistas que ya están surgiendo. Los comités antifascistas deben unirse en un movimiento de toda Ucrania, con la participación tanto de trabajadores de habla ucraniana como rusa, de tártaros de Crimea y de judíos. Los fascistas pueden ser derrotados por la fuerza organizada de la clase obrera de Ucrania, pero sólo a condición de que no permitamos que nos dividan.

Sería un acto criminal dividir a la clase trabajadora de Ucrania. No hay ninguna razón real para la división de Ucrania. Durante cientos de años los ucranianos y los rusos han vivido y trabajado juntos. Los dos pueblos están unidos por lazos históricos y culturales fuertes. Esos lazos se mantienen fuertes, incluso ahora. Después de que la pandilla reaccionaria en la Rada aprobara una ley penal en contra de la lengua rusa, la gente del oeste de habla ucraniana decidió hablar solamente en ruso durante 24 horas en señal de protesta, y la gente del este de habla rusa reaccionó espontáneamente a este gesto hablando en ucraniano durante el mismo período. Este es un pequeño pero significativo gesto que demuestra que la gente común de Ucrania se opone a la locura nacionalista y desea fervientemente la unidad.

¡Camaradas! ¡Hermanos y hermanas! ¡Trabajadores de Ucrania y de Rusia! ¡No pongáis vuestra confianza en vuestros gobiernos, que sólo son una tapadera del gobierno de una oligarquía capitalista degenerada! ¡Confiad sólo en vosotros mismos, en vuestra unidad de clase y conciencia de clase! ¡No os dejéis engañar por la demagogia mentirosa de los nacionalistas y el veneno odioso del racismo! ¡Luchad con todas vuestras fuerzas por la sagrada unidad de la clase obrera, por encima de todas las diferencias nacionales, étnicas, lingüísticas y religiosas!

¡Comunistas de Rusia y de Ucrania! Si deseáis ser fieles al comunismo, a los ideales de Lenin y de la Revolución de Octubre, es necesario romper radicalmente con la burguesía y la oligarquía y luchar por el socialismo. Putin no nos representa, ni Yanukóvich o Yatsenyuk, ni ningún otro partido o facción de la burguesía. La única fuerza que puede cambiar la sociedad es la clase obrera, armada con el programa del socialismo bajo la dirección de un partido comunista que sea digno de ese nombre.

¡Abajo el chovinismo nacional! ¡Que nuestro lema sea: volver a Lenin! ¡Viva el socialismo! ¡Viva el internacionalismo proletario y la sagrada unidad de la clase obrera!