España: ¿qué respuesta están dando CCOO y UGT ante la crisis?

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El mundo que hemos conocido se derrumba, millones de trabajadores han perdido sus empleos desde 2007, los jóvenes tienen tasas de desempleo cercanas al 60%, el gobierno ataca los derechos sociales conseguidos por la lucha de generaciones de trabajadores y amenaza con su total destrucción en beneficio de una pequeña minoría.

En esta situación tan dramática para millones de trabajadores y sus familias, me pregunto ¿qué están haciendo los sindicatos de clase?, las herramientas decisivas de las que históricamente nos hemos servido los trabajadores para enfrentarnos organizadamente a estas políticas antisociales. 

Los sindicatos de clase, UGT y CCOO, son organizaciones construidas por los trabajadores con sangre, sudor y lágrimas. 

Sin embargo, estos dos sindicatos que atrajeron desde la transición a millones de trabajadores a sus filas, entraron en una dinámica de pactos sociales que supuso un freno importante a las luchas obreras.

 

Fracaso de la política de pactos 

El balance de los últimos años de crecimiento del capitalismo español no ha podido ser más desastroso para los trabajadores, beneficios obscenos para los empresarios y en contrapunto la congelación de los salarios para los trabajadores. 

Este es el fruto raquítico que ha producido la política sindical dominante de UGT y CCOO en los últimos años de bonanza económica. Y en la época de crisis desde 2007 hasta el 2012 los beneficios netos logrados por los empresarios han alcanzado los 192.331.31 millones de euros, un 3% más que en la época de la abundancia de 2002-2006, lo que demuestra quién se lleva la parte del león y para qué han servido las sucesivas reformas laborales que nos han aplicado a los trabajadores. 

Frente a la crisis, la actitud de UGT y CCOO ha sido timorata, tanto con el gobierno del PSOE que abrió el camino para salvaguardar los beneficios empresariales a costa de los derechos básicos de los trabajadores, como con el PP que lo está llevando hasta sus últimas consecuencias. Se han convocado movilizaciones sin decisión, sin una política alternativa clara para los trabajadores por la que combatir. Incluso se ha pactado el retroceso social, como lo fue el acuerdo de pensiones del 2011 con el gobierno PSOE, que alargaba la edad de jubilación hasta los 67 años. También, ya con el gobierno del PP, se negoció con la CEOE un pacto muy regresivo con el objetivo de evitar la reforma laboral. El PP, al ver la debilidad sindical, hizo la reforma laboral que literalmente pone a los trabajadores a los pies de los empresarios: eliminando la ultraactividad en los convenios, permitiendo rebajas salariales arbitrarias, rebajando y generalizando de 45 a 20 días la indemnización por despido por año trabajado y con un tope de 12 meses, “manga ancha” para el descuelgue empresarial de los convenios, entre otras medidas regresivas. 

Junio nos ha vuelto a prodigar dos ejemplos de esta política sindical lejana a las necesidades de millones de trabajadores. 

El primero ha sido el pacto UGT-CCOO con la CEOE ante la caída de la ultraactividad en los convenios el día 7 de Julio. La sustancia del pacto es que, en aquellos convenios en que se está negociando, ambas partes patronal y representación sindical, deberán comprometerse a seguir el proceso de negociación, garantizando durante la duración mutuamente acordada de dicho proceso el mantenimiento del convenio vencido. Cualquiera de las partes puede decidir si la negociación está agotada y solicitar una mediación o arbitraje. La patronal, que desde la reforma laboral no ha querido negociar para jugar en un campo totalmente favorable, tiene la llave para dar por agotada la negociación y pedir una mediación o arbitraje. ¿Qué pasará con la mayoría de los convenios de este país en los que la patronal no ha querido negociar? Este pacto no tendrá en esos casos ningún efecto. 

El segundo ejemplo de la pérdida de conexión con la realidad de los trabajadores, es la participación de un representante de CCOO en el comité de expertos creado por el gobierno PP para justificar con un toque “científico” el próximo tijeretazo a las pensiones. El comité estaba compuesto por expertos de la banca y de los seguros que quieren aumentar su negocio a costa de destruir las pensiones públicas. Esta participación incomprensible de los dirigentes de CCOO, que votó a favor de este durísimo informe, ha creado un profundo malestar en CCOO.  

Teniendo en cuenta la brutalidad de estos cambios, que debilitan la posición de los trabajadores en las empresas, nos tenemos que preguntar ¿por qué estas políticas sindicales que, como se ha demostrado, nos llevan al fracaso?

 

Divorcio entre las cúpulas y la base 

Esta actitud de la dirección de UGT y CCOO, ajena a la temperatura social y la falta de alternativas claras, ha hecho que la percepción por parte de los trabajadores se exprese en lasencuestasde opinión y valoración, donde la frustración y la incomprensión de su política sindical los sitúan en los últimos puestos. 

Sin embargo, las plataformas de lucha creadas para dar respuestas unitarias a problemas como los ataques a la enseñanza, la sanidad o los afectados por las hipotecas tienen un altísimo respaldo. Los trabajadores se identifican con aquellos que luchan, y descalifican o rechazan a aquellos que no lo hacen. 

La lucha de las mareas ha tomado esa forma ante el abandono o la pasividad de los grandes sindicatos de clase. Los trabajadores se organizan para su defensa, la naturaleza aborrece el vacío. Sin embargo, los sindicatos son fundamentales para el éxito de esas luchas, porque pueden estructurar a la clase obrera en todo el país y  golpear unitariamente. 

Es evidente el divorcio entre las direcciones sindicales y sus propios afiliados, los trabajadores. La financiación de los sindicatos debe proceder de sus afiliados, ser transparente; los salarios de sus dirigentes, salarios obreros, no privilegiados frente a los de los trabajadores que representan.

 

Recuperar el debate interno y la democracia 

La única explicación para entender la falta de controversia en el interior de los sindicatos, mientras existe un debate entre los activistas del movimiento obrero sobre cómo enfrentarse a la crisis, es la falta de discusión interna y de participación democrática en su seno. 

Sus políticas y estrategias de lucha son profundamente erróneas y nos llevan a la derrota. Es imprescindible que hable la afiliación, que se escuche con atención a los trabajadores, que el aire fresco de los polígonos industriales y talleres oxigene el aire enrarecido de las sedes sindicales. 

Ahora lo que necesitan los trabajadores, y hay que exigirlo en el sindicato, es ponerse al frente de las luchas, coordinarlas con los sectores, mareas y comités de lucha, con un programa claro, que incluya los siguientes puntos:

 

a) Reparto del trabajo entre todos para reducir el desempleo, ¡ahora más que nunca, 35 horas semanales! 

b) Subsidio indefinido para los desempleados, hasta encontrar un trabajo. 

c) Jubilación a los 60 años con contrato de relevo para los jóvenes. 

d) Derogación de toda la legislación laboral contra los trabajadores.

 

Conseguir una sociedad hecha a la medida de los trabajadores no se va a ganar en los despachos ministeriales ni de la patronal, sino en grandes movilizaciones sociales. Si CCOO y UGT no lo hacen, seguirán perdiendo peso social, los trabajadores cuyos titánicos problemas permanecen, seguirán como ahora, buscando unas vías alternativas para defenderse.