El gobierno de la Presidenta CFK ha sido y es asediado, como parte de una política de des-gaste, por un amplio arco opositor que incluye a un importante sector capitalista, propietario de las cadenas de producción y comercialización de alimentos. La misma se expresa, en una suba sin precedentes de los precios de la canasta básica de alimentos.
A partir de su grado de concentración, son los verdaderos responsables de la escalada inflacionaria y de la suba de precios, arrogándose la potestad para definir los mismos.
Inflación y control de precios
Los intentos reiterados de cerrar acuerdos, fijar precios en un número de productos básicos, entre el Secretario de Comercio Guillermo Moreno y las cadenas de supermercados, en general no llegan a cumplirse totalmente, por el boicot del empresariado, aunque desde marzo se consiguió bajar las expectativas inflacionarias.
En la medida en que la inflación creció por encima de los salarios, los trabajado-res están perdiendo poder de compra. Por ello, intentan mantener o mejorar sus posibilidades de ingresos a través de la discusión paritaria, pero como contrapartida, las empresas pretenden garantizar y mantener sus altísimos niveles de ganancias.
En el discurso del 25 de mayo que pronunció CFK, hay un claro reconocimiento de este flagelo, cuando expresó que la inflación y la suba de precios tienen como responsables a los monopolios y no a los sectores asalaria-dos, que, por el contrario, intenta recuperar poder adquisitivo.
Surge entonces la necesidad de discutir cómo pueden lograrse mecanismos de control de precios que impidan que la inflación deteriore las perspectivas de crecimiento para las familias obreras.
El actual contexto del mercado internacional, tiene la particularidad de ser altamente volátil, producto de que no estamos ante una crisis más, sino por el contrario, el mundo vive una crisis orgánica del capitalismo.
Solo ver la zona Euro o China y EEUU, podremos entender la lógica de una clase parasitaria: la capitalista. Tan sólo un puñado de familias que viven a expensas del hambre y la miseria de millones de seres humanos.
Muchos economistas o gurúes de la burguesía, plantean que el control de precios, no hará más que alterar las decisiones de inversión, desincentivando la producción en el país. De esta forma, por desabastecimiento se generarían mercados informales a precios más altos que los acordados.
Otros, señalan que se debe desacoplar los precios de los productos en el país de los precios internacionales.
Por otro lado, el gobierno plantea acuerdos por un tiempo determinado, fijando precios máximos, apelando al consumidor al control de los mismos.
Los cantos de sirena de los agoreros no han tardado en dejarse oír, señalando la formación de las centurias hitlerianas, que se lanzarían a las calles a asediar al empresariado.
Antecedentes de nuestra historia
Los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón lo implementaron, para enfrentar a este verdadero flagelo. Perón adoptó varias medidas, entre ellas la creación de la Comisión contra el Agio y la Especulación (CAE), que fue lanzada el 1º de julio de 1947.
Otra de las respuestas que dio el Estado fue el acuerdo político entre la CGT y la CGE, que logró José Ber Gelbard, Ministro de Economía entre 1973 y 1974 en los gobiernos de Héctor Cámpora y Perón respectivamente, con el objetivo de aumentar la participación de los trabajado-res en el Producto Bruto Interno (PBI) y estabilizar los precios para reducir la inflación.
Este Pacto Social fue firmado el 8 de junio de 1973 y estableció como medidas concretas un aumento salarial de $200 mensuales, el congelamiento de los precios y la suspensión de las negociaciones colectivas por dos años.
Estas mediadas no llegaron a terminar el año. La muerte de Perón y el temor creciente de la burguesía ante una mayor ofensiva de la clase obrera, por la puja distributiva y política, vio en término de casi dos años cerrarse unos de los capítulos más dolorosos de nuestra historia, con el rodrigazo (golpe inflacionario del 200%), la irrupción de la feroz dictadura militar del ’76 y el asesinato de nuestros 30.000 compañeros.
“Que hacer”
Debemos reflexionar sobre la historia pasada y presente. Existe un hilo conductor entre una y otra.
Primero: la conducta de los capitalistas de desabastecimiento e inflación.
Segundo: no se puede controlar lo que no se tiene, no se puede planificar lo que no poseemos.
Saludamos la iniciativa de disponer de controles en góndola de los precios de la canasta básica, por parte de sectores sociales y políticos. Es uno de los recursos que se deben utilizar y que en la historia de nuestro país demostró como el mecanismo que más duró en el tiempo.
Pero sin dudas, si queremos una definitiva solución a este flagelo, debemos romper el poder económico de la oligarquía y de la burguesía, que lo utilizan para sabotear el proceso de trasformación. Esto significa ponerse duro contra el sabotaje económico, contra el aumento de precios, la fuga de capitales y la especulación.
La única manera de resolver los problemas económicos es mediante la nacionalización de la tierra, los bancos y las principales industrias bajo control democrático de obreros y sectores populares.