Guatemala, revolución y contrarrevolución

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Efraín Ríos Montt, uno de los criminales más funestos que la historia latinoamericana pueda recordar ha sido condenado, aunque su estancia en la cárcel está en duda dado el poder que aún tiene en el aparato del Estado. Casi 30 años después del centro de los acontecimientos. Para valorar históricamente lo que representa revisemos los acontecimientos que dieron origen a la guerra civil y cómo se desarrolló esta.   

La CIA, apoyada en los sectores más reaccionarios de la burguesía local, impulsa un golpe de Estado en 1954. Los comunistas, confiados en su “burguesía progresista” no asumieron ninguna iniciativa para evitar el triunfo del golpe. Si bien se crearon destacamentos de trabajadores para combatir a los golpistas, estos nunca fueron armados por el gobierno de Árbenz. Así el golpe triunfó.

La revolución cubana provocó amplia simpatía en un sector del ejército, que veía el golpe de 1954 como una afrenta, como un acto de intervención norteamericana. Éste sector esperaba un momento oportuno para revertir la situación de postración nacional, por lo menos eso era lo que pensaban los militares progresistas que el día 13 de noviembre de 1959 se levantan en armas ocupando algunos cuarteles. El movimiento fue finalmente sofocado, no obstante de sus restos surge el movimiento guerrillero MR-13.

Por su parte el PTG (comunista) también animado por las nuevas teorías de lucha armada estilo cubado, emprende un infructuoso intento de focos guerrilleros en 1962. De los sobrevivientes de ese primer intento se fundan las Fuerzas Armadas Rebeldes, brazo armado del PTG. Dicho movimiento llega a integrar a unos 300 guerrilleros divididos en diversos focos en el territorio guatemalteco.

Los guerrilleros guatemaltecos lograron cierto apoyo en las comunidades indígenas, lo que les permite una cobertura suficiente para impedir la acción del ejército para aniquilarlos. Las expropiaciones, el secuestro y los asesinatos, es decir, el terrorismo individual poco a poco va ampliando su importancia en las acciones de las FAR. El asesinato del embajador norteamericano (el verdadero hombre fuerte de Guatemala) y del embajador alemán son sus principales “logros”.

1967 marcó un punto de inflexión en el movimiento; luego de una simulación de distensión al inicio de la gestión como presidente de Mario Méndez Montenegro, un demagogo abanderado por el “Partido Revolucionario”, se lanza una masiva ola de terror en toda Guatemala. Los asesinatos y torturas sacuden al país. Se calcula que entre 1966 y 1971 son asesinadas más de 15 mil personas, la mayoría campesinos y activistas de izquierda. El propio PGT sufrió la detención, tortura y asesinato de su dirección histórica cuando en 1972 es capturado todo su buró político. También desde 1967 es notorio un proceso de despolitización de la guerrilla de las FAR, al grado de que el propio PTG tiene que deslindar de ellas y formar sus propias FAR.

El PTG, aunque en 1954 manifestaba algunas dudas con respecto al “carácter progresista de la burguesía guatemalteca” nunca dejó de tender puentes en su búsqueda. Esto facilitó sin duda tanto la ofensiva gubernamental de 1967, como la catástrofe de 1972.

El maoísmo poco a poco fue ganado terreno en los métodos y concepciones de la guerrilla, especialmente en Guatemala, desde finales de los setentas comenzaron a desarrollarse movimientos orientados a establecer un periodo de preparación en el seno de las masas campesinas e indígenas.

Así de concebir al foco guerrillero como el principal artífice del movimiento revolucionario se pasó, sin abandonar la idea de la guerrilla, al intento de creación de bases de apoyo entre el campesinado fundamentalmente indígena. El discurso de una lucha de corto plazo fue cambiado por el de la guerra prolongada. De la ortodoxia guevarista que abiertamente planteaba la revolución socialista, la guerrilla se planteaba ahora la lucha por consignas democráticas en abstracto o la lucha por la cultura y tradiciones indígenas.

En Guatemala con una población mayoritariamente indígena, el tema del indigenismo se convirtió en el principal elemento del discurso y programa de la guerrilla de los setentas. Durante este proceso surgen grupos como el Ejército Guerrillero de los Pobres, cuyo dirigente histórico en 1973 declara:

“El EGP afirma por primera vez que la revolución en Guatemala debe tener dos facetas: la lucha de clases y la lucha nacional étnica”.

Un año antes, en 1972 surge en Guatemala, como en otras partes de Latinoamérica, el “guerrillersimo democrático”, que abiertamente abandona la referencia al socialismo. Nos referimos a la Organización Revolucionaria del Pueblo Armado (ORPA), que en su programa declara:

“Una estrategia de amplia alianza con intelectuales progresistas de clase media y profesionales”.

De una fusión de estos grupos, donde convive el reformismo con el indigenismo y el pluriclasismo, surge una nueva fuerza, si bien militarmente más importante que cualquier antecedente, políticamente mucho más dispersa; la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

En esta ocasión el movimiento desarrollaría una notable extensión abarcando regiones enteras del país, que eran consideradas de hecho como regiones liberadas. No obstante, como hemos repetido en ocasiones anteriores, el elemento clave de la lucha de clases en la actualidad es el movimiento obrero y la lucha en las ciudades. Desde ahí que el gobierno militar dirigido por Efraín Ríos Montt desencadenó una brutal ofensiva, las prácticas de desaparición de comunidades enteras y de terrorismo de Estado a niveles masivos se hicieron presentes.

La guerrilla, ante la imposibilidad de dar una respuesta militar seria, se ve en la necesidad de retirarse dejando a las comunidades indígenas y campesinas a merced del terror. La nueva táctica del ejército no era tanto aniquilar a la guerrilla como desaparecer físicamente sus bases de apoyo. Hoy se habla de más de 150 mil muertos, la mayoría durante aquel periodo de terror gubernamental. De la derrota de ese periodo la guerrilla no volvería a recuperarse.

Desde entonces el movimiento guerrillero fue orientándose a la búsqueda de un acuerdo de paz. Luego de largos años de negociaciones este llegó en 1995. Hoy la URNG se ha convertido en partido político, por cierto, de presencia bastante ínfima. Luego de más de 40 años de movimiento guerrillero, la situación para las masas sigue siendo desesperada y aterradora, acosada por la miseria, la violencia de los grupos como las pandillas (maras), que por cierto se han nutrido de exmilitares. No obstante, el movimiento comienza a recomponerse, con la diferencia de que un movimiento guerrillero es hoy más impensable que nunca en esa nación latinoamericana.

No podemos decir que todo ha sido en vano, este notable sacrificio no debe pasar como un acontecimiento para recordar sólo por la carnicería ejecutada por el ejército, tampoco se debe tratar como una discusión académica meramente contemplativa. Se deben sacar lecciones para evitar nuevas derrotas, dado que las masas trabajadoras una y otra vez lo volverán a intentar.

La burguesía por su parte pretende lavarse las manos con un montaje judicial sin efectos contra Ríos Montt en realidad, como hemos visto, que ha sido responsable de más de 150 mil muertes. En su momento el mismo Estado que hoy juzga al dictador lo apoyó mientras masacraba comunidades enteras, no hay duda de que si mañana vuelve a sentir en peligro su régimen no dudará en volver llamar a otro Ríos Montt, a otro Videla o Pinochet.

Los trabajadores no podemos caer en el engaño, Ríos Montt era un títere que han desechado cuando ya no les sirve. Por supuesto que nos unimos al clamor de que este asesino sea castigado por sus crímenes, pero la verdadera justicia llegará cuando los trabajadores de Guatemala, junto con los de los demás países se levanten y derriben al sistema que engendra este tipo de monstruos.