Balance de las elecciones italianas del 24 y 25 de febrero

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Italy: A crisis of the system – an assessment of the elections of February 24/25. Photo: Rémi Désert/Parti socialisteUna crisis del sistema: este es el dato que nos dan las elecciones del 24 y 25 de febrero. En estos términos lo describe, con preocupación, el Wall Street Journal, según el cual: “a pesar de la preocupación de los mercados, las elecciones italianas han dado el peor resultado posible”. Todavía más alarmado está el Financial Times, cuyo editorial del 26 de febrero se titula “Italia da un paso hacia lo desconocido”.

 

Los gobiernos europeos, el Banco Central Europeo, el FMI y los medios de comunicación internacionales exigen a gritos un “gobierno estable”. El problema es que nadie lo puede garantizar: la burguesía ya no tiene un santo (léase, un partido) del que fiarse y que cuente con la fuerza necesaria para crearlo.

Un resultado electoral que siembra auténtica consternación en los círculos de poder de Bruselas a Londres, de Berlín a Washington.

El Partido Democrático, que hace pocas semanas parecía estar seguro de su victoria, pierde tres millones y medio de votos respecto a las elecciones del 2008 y vence en la cámara de los diputados por un pelo.

Una derrota más aplastante todavía la sufre Monti y su “lista cívica”. El Profesor, cuando dimitió y abrió las puertas a las elecciones anticipadas, realmente creía poder lograr el sueño largamente ansiado de la clase dominante de este país de los últimos, por lo menos, sesenta años: la creación de un partido que fuera la expresión directa de la burguesía y que pudiera ser instrumento fiel para la aplicación de su política.

Teniendo en cuenta el enorme bombo publicitario y los excelentes patrocinadores con que contaba, el resultado de Monti (10,56% para su coalición en la Cámara) es totalmente decepcionante. Incluso más interesante es ver cómo, teniendo en cuenta sus votos absolutos para la cámara (1.924.281), más del 40% (812.136) se concentran en el noroeste y sólo una cantidad mínima en el sur. En esta operación, Monti fagocita formaciones históricas como la Unión de Centro (UDC) de Casini, a la que precipita por debajo del 2%. [La UDC, Unión de los Demócrata Cristianos, es uno de los fragmentos que surgió del colapso de la antigua Democracia Cristiana]. La lista de Monti por lo tanto, logra establecer una relación casi única y exclusiva con las clases burguesas, medias y altas de la zona más rica de Italia. Su proyecto estaba destinado al fracaso cuando millones de personas apenas llegan a fin de mes.

Muchos tratan de argumentar que los resultados de estas elecciones demuestran la ignorancia de los italianos que votan a la derecha [Berlusconi] o la anti-política [Grillo]. En resumen, se nos dice, es un “pueblo buey”, pasivo y resignado, indigno de la refinada cultura del progresista medio, que se nutre del pensamiento de Fazio y Salviano, maestros de la retórica y al que no le queda otra alernativa que emigrar a países más civilizados.

En realidad, los datos puros y duros nos cuentan una historia muy diferente. El Pdl de Berlusconi ha perdido en apenas cinco años más de 6 millones y medio de votos. La Lega Nord un millón seiscientos mil. Ambos partidos pierden la mitad de sus votos mientras que la extrema derecha, incluyendo el partido de Storace (dirigente de La Destra, La Derecha, una escisión del viejo MSI) pasa de un millón a cerca de 400.000 votos.

No ha habido por lo tanto una recuperación de la derecha, a lo sumo, Berlusconi ha consiguido detener el declive que hasta hace pocos meses parecía imparable. Las elecciones del 24-25 de febrero las ha perdido el centro-izquierda.

 

Esta votación es el resultado de 15 meses de gobierno técnico, de “unidad nacional”, en los que hemos visto a los principales partidos con representación parlamentaria, votar, de manera compacta y sin fisuras, ataques mortales a los derechos y las condiciones de trabajo de la clase obrera, a la sanidad, la educación y el estado del bienestar. Es el resultado de los ocho millones de indigentes, de los dos millones de niños que viven en la pobreza, de una tasa de desempleo que alcanza ya el 12%, de los cuatro millones de trabajadores precarios que sobreviven con salarios de 800 euros al mes (de media).

 

Un voto contra la austeridad 

El 24 y 25 de febrero, millones de trabajadores y jóvenes han votado contra las políticas de austeridad, contra la Europa de los sacrificios, contra la troika.

Es innegable que Silvio Berlusconi ha logrado reagrupar a su electorado explotando ese sentimiento que dominaba en el ambiente. Se desmarcó de Monti, dejandole a Bersani (del PD) la papa caliente y ha desarrollado una campaña anti-euro y contra el Impuesto Municipal Único (introducido por el gobierno de Monti con el Decreto Salva Italia sobre la vivienda de primera residencia y odiado por la mayoría de italianos). Esto le permitió recuperar para el Pdl a sectores de la pequeña y mediana burguesía.

El Partido Democrático se ha destacado como el partido que se convertía en el principal avalador, ayer, hoy y mañana, de las políticas de austeridad. Ha sido elegido por los “mercados” y por gran parte de la burguesía internacional para este papel, y Bersani les ha devuelto el favor, con intereses. El principal argumento de la campaña electoral para Bersani fue el fantasma de Berlusconi. Pero, como hemos visto, las masas italianas tienen otros problemas más urgentes que afrontar en su vida diaria. ¿Deberíamos lamentarnos por el abandono de las playas “democráticas” por parte significativa del electorado que se considera de izquierda? En absoluto. Es un proceso necesario, y el abandono de la lógica del “voto útil” ayuda a una toma de conciencia mayor y más avanzada.

El PD continuará en esta vía del rigor y la fiabilidad de cara a la clase dominante. Bersani lo ha dicho explícitamente: “”Nosotros no eludimos nuestras responsabilidades”. Bajo los golpes de la prima de riesgo que aumentará y de las presiones de los mercados, intentarán formar un gobierno. Ayer Bersani lanzó la propuesta de un gobierno de “no desconfianza” al Movimiento de las Cinco Estrellas de Grillo [es decir un gobierno contra el que el M5S no votaría en contra]. Otros representantes del PD como D’Alema y Veltroni están a favor de un gobierno de amplia coalición con el Pdl de Berlusconi y Monti. Ninguna de estas hipótesis será fácil de aplicar. La crisis será prolongada, y el gobierno que al final se logre formar será débil. De cualquier manera su programa ya ha sido escrito por la burguesía internacional.

Es poco probable que Vendola, que también logró volver al Parlamento, sea capaz de forzar al Partido Demócrata a girar a la izquierda, sobre todo porque el porcentaje obtenido por Sinistra e Lavoro del ex-dirigente del ala derecha de Refundación Comunista (3,1%), coloca al partido en una posición de subordinación a las decisiones de los Demócratas. 

En este contexto, sale derrotada también la idea de presionar al centro-izquierda que proponían los dirigentes de la confederación sindical CGIL y del sindicato metalúrgico FIOM. De hecho no hay ningún lugar en los próximos meses para insertar en el programa del gobierno futuro ni siquiera los puntos más tímidos del “plan por el empleo” propuesto por la secretaria general de la CGIL, Camusso. De hecho, el Partido Demócrata va a ejercer una enorme presión sobre los dirigentes de la CGIL, bajo el argumento de “no molestar al conductor”, más teniendo en cuenta que el primer ministro podría ser el secretario general del Partido Demócrata.

 

El éxito del Movimiento 5 Estrellas

Si el voto en las urnas ha sido un voto contra la austeridad, el ganador es sin duda Grillo y su Movimiento 5 Estrellas, que llenaron el enorme vacío que se ha creado en la izquierda. Es el partido más votado en la Cámara, con más de 8 millones 700 mil votos, el 25,5%.

El éxito de M5S demuestra que los medios de comunicación no son omnipotentes, que la conciencia puede madurar y cambiar abruptamente. Es una bofetada en la cara a todos aquellos pesimistas dentro del movimiento obrero que repiten obsesivamente: “Nada va a cambiar nunca.”

Para entenderlo es suficiente leer un interesante análisis realizado por Censis entre los que participaron en el mitin final de la campaña de Grillo, en la Piazza San Giovanni en Roma:

 

 “48% de los votantes dijo que se declara ajeno a las definiciones políticas tradicionales, mientras que el 32,7% se considera de izquierda, el 7,9% de centro-izquierda, el 10% de derecha o centroderecha. (…) La mayor parte de sus apoyos proviene de aquellos que se abstuvieron (27,5%), seguido de antiguos votantes del Partido Demócrata (25,3%), también hay flujos de de la Idv [del juez Di Pietro que dirigió la investigación “mani puliti¨(manos limpias) contra la corrupción en los 90] (14,5% ) y el PDL (10,5), grupos minoritarios finalmente provienen de la “izquierda del arco iris” (5%).” (il Manifesto, 26 de febrero)

 

La conclusión es clara, la plaza que Grillo ha llenado en Roma, como las que llenó en el resto de Italia durante la campaña electoral, estaban llenas de gente que podrían haber sido ganadas por la izquierda, y que tienen que volver a serlo.

La forma en que Grillo ha recogido este voto es fácil de explicar. Existe en este país, como en el resto de Europa, una ira y un descontento masivo contra los partidos políticos existentes. Y también hacia el sistema en su conjunto.

Muchos jóvenes y trabajadores piensan que la derecha, el centro y la izquierda son lo mismo. Y si nos referimos a los líderes de estos grupos, tienen razón. Llevan a cabo las mismas políticas, asisten a las mismas convenciones, participan en los mismos programas de televisión.  Grillo ha resumido en una consigna de manera explícita lo que muchos piensan: “Vamos a mandarlos a todos a casa”, y ha hecho de ella uno de los ejes centrales de su campaña, empapelando las paredes de las ciudades. Por parte de la izquierda “radical” las consignas fueron “valentía” y “cambio” con la cara de un magistrado respetable, faltaría más, que llegó en el último minuto a Italia desde América Central. [Ingroia, un magistrado que participó en investigaciones anti-Mafia en el pasado y que estaba en Guatemala participando en una investigación anti-narcóticos de la ONU, decidió a final de diciembre regresar a Italia para encabezar la lista de la Revolución Cívica]

El Movimiento 5 estrellas reúne y propone algunas reivindicaciones clave de los movimientos de los últimos años, la oposición al Tren de Alta Velocidad en el Valle de Susa (donde Grillo consigue casi en todas partes más del 40%), la oposición a la instalación de antenas repetidoras de alta potencia de la marina de EEUU en Sicilia (donde duplica los votos en comparación con las regionales de octubre del año pasado, con un total del 30%), a la batalla contra la privatización del agua, mezclándolo todo con un programa inteclasista, en contra de la “casta” política y por la protección de las pequeñas y medianas empresas. Es la corrupción, dice Grillo, lo que limita al capitalista “honesto”.

Dada su carácter de movimiento populista y pequeño burgués, es bastante natural (pero no por ello hay que dejar de criticarlo) que el M5S se defina como “ni de derecha ni de izquierda”, que ataque a los sindicatos o no considere el anti-fascismo como una de sus prioridades. Es característico de todas las formaciones de este tipo, dirigidas por un solo hombre. La centralización de todos los poderes en sí mismo, el líder, que crea empatía con las masas, basó su apoyo desatando e incluso recuperando y ampliando los prejuicios existentes en la audiencia que lo escucha.

Es un movimiento contradictorio que no puede encontrar una estabilidad duradera, que será puesto a  prueba muy pronto. La entrada de 162 de sus militantes en el parlamento es sin duda un punto de inflexión. Recordemos que Grillo no ha declarado ninguna aversión a tomar responsabilidades de gobierno por principio. De hecho, en Parma, tiene el alcalde de la ciudad, y en las últimas semanas está llevando a cabo un programa de recortes a los servicios para “sanear” la ciudad. También es el protagonista en Sicilia, donde apoya desde fuera al gobernador del Partido Demócrata, Rosario Crocetta.

El movimiento oscilará hacia la izquierda y hacia la derecha, de manera abrupta y violenta y no podemos predecir el ritmo y ni la manera del proceso de precipitación de contradicciones, que también estará presente. La crítica que dirigimos al programa del M5S debe ser implacable, pero debe apuntar a las cuestiones de clase, totalmente ausentes de su programa.

Para el M5S serán decisivos los acontecimientos futuros y la verdadera “prueba de fuego” será la explosión de la lucha de clases. El voto de protesta se orientó hacia el movimiento de Grillo también porque no se ha dado un movimiento generalizado de las masas, como los indignados en España o la Plaza Syntagma en Grecia, que se han vinculado a una oleada de luchas de la clase obrera . Una movilización que lleve al centro de la escena política el conflicto de clase, no puede sino hacer entrar al M5S en una profunda crisis.

 

¿La izquierda ya no existe?

El hecho de que en Grecia el terremoto político haya venido después del social, mientras que en Italia ha ocurrido lo contrario, no exime de su grave responsabilidad a los dirigentes de la izquierda y el movimiento obrero.

Desde 2008, cuando se dio la derrota aplastante de la “izquierda del arco iris” hasta hoy, se han mantenido a la expectativa, sin prepararse ni en las luchas ni en las elecciones. Por un lado están los que han decidido vivir de la luz reflejada del Partido Demócrata, como Sel. Otros se han encontrado ocasionalmente (y a regañadientes) en una posición de alternativa al centro–izquierda, pero en todo caso sólo para poder estar en situación de negociar con el PD en un momento posterior. La campaña de Ingroia (candidato de la Revolución Cívica apoyada por el Partido de la Refundación Comunista) ha rozado la farsa en este aspecto, desde la búsqueda frenética de la alianza con Bersani a culpar de la derrota de “Italia el bien común” (la coalición de centro-izquierda) al hecho de que no habían unido sus fuerzas con la Revolución Cívica.

El resultado de la lista Revolución Cívica (una coalición del PRC, PdCI, la IDV de Di Pietro y los Verdes) representa el punto más bajo en la história de Refundación Comunista. Con sólo 765.000 votos (2,3%) el resultado de la coalición es incluso peor que el de la Izquierda del Arco Iris en el 2008 (1.120.000 votos, el 3,1%)

Lo más desconcertante fue el programa de la lista, que no hacía ninguna referencia a la izquierda ni al movimiento obrero. Su candidato a primer ministro era un magistrado, Antonio Ingroia, y su plataforma era una versión aguada de los clichés “anti-neoliberales” y la terminología legalista que ha estado de moda en el campo anti-Berlusconi en los últimos años. 

La Revolución Cívica por lo tanto, fue vista como el partido de los jueces, o a lo sumo, como el “partido honesto de la izquierda”. Ingroia también trató de llegar a un pacto con Bersani, que lo rechazó. En realidad, a pesar de lo que dijera Ingroia, no se oponía a ser parte de un futuro gobierno de centro-izquierda.

Hablando claro, fue un auténtico desastre para el PRC que perdió el poco apoyo que le quedaba en la clase obrera. El voto a la lista Ingroia fue del 2-2,5% en todo el país, reduciéndolo a una fuerza irrelevante en la política italiana. 

La actual dirección del PRC ha sacrificado casi toda la poca credibilidad que todavía tenía en un intento desesperado de subirse a la ola de un magistrado insignificante, con consecuencias desastrosas. 

La dirección de la FIOM, que se había convertido en referente de toda la vanguardia, y de amplios sectores de las masas después de la manifestación del 16 de octubre de 2010, eligió una línea de dejarse llevar, de avanzar por inercia, limitándose a colocar a un puñado de sus miembros en las listas del centro-izquierda.

El resultado de este fracaso está ahí para el que lo quiera ver. Prácticamente sólo nuestra tendencia política, FalceMartello, ha defendido de manera organizada en los últimos años la necesidad de una izquierda de clase, como alternativa al centro-izquierda y al centro-derecha, pero también al M5S, que planteara un programa revolucionario y anti-capitalista.

Hoy en día hay quienes hablan de desastre y de derrota final de la izquierda. Nos oponemos firmemente a este tipo de razonamiento. El movimiento obrero y la izquierda no se han terminado y nunca lo estarán mientras  exista el conflicto de clases en la sociedad.

A nivel internacional, el viento de la revolución sopla más fuerte que nunca. En Túnez, el gobierno islamista renunció después de una huelga general masiva, que marcó el comienzo de la segunda revolución. Europa se ve sacudida por la acción de masas, de Francia a España, de Portugal hasta Bulgaria, donde un movimiento de masas contra el aumento de los precios de la electricidad y otras medidas de austeridad ha hecho caer al gobierno.

En Italia, el proceso se caracteriza hoy por una profunda división por arriba de la clase dominante. Lenin (que de estas cosas entendía) explicó que las divisiones dentro de la burguesía son a menudo el preludio de una crisis revolucionaria.

Es posible que el proceso de toma de conciencia y el desarrollo de la movilización generalizada se retrase temporalmente por el impasse provocado por esta crisis del sistema político. Sin embargo, esto no nos debe asustar ni hacernos caer en la impaciencia. Un retraso podría permitir una mayor madurez por parte de la clase con respecto a la naturaleza de la quiebra de todas las opciones puestas en marcha por la burguesía y dar más fuerza a la explosión del conflicto. 

Hoy la burguesía se enfrenta al dilema de encontrar una salida a esta crisis de gobernabilidad. Pero no es nada comparado con el pánico al que se enfrentará cuando lo que no pueda controlar sean las fábricas y las calles de este país, debido a la entrada en la escena política de las masas. Este es el escenario para el que tenemos que prepararnos. De ahí resurgirá la izquierda de clase.

27 de febrero de 2013