Bicentenario de la Asamblea del año XIII

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Expresión legal del proceso revolucionario rioplatense y de sus contradicciones

El 31 de enero se cumplen 200 años de la sesión inaugural de la Asamblea General Constituyente y Soberana, históricamente conocida como Asamblea del año XIII. Fue disuelta el 18 de abril de 1815 aunque funcionó intermitentemente hasta enero de ese año después de unos primeros meses de ardua labor. Pese a que no cumplió con algunos de sus objetivos más importantes significó un paso en la consolidación de los logros revolucionarios que comenzaron a sucederse desde mayo de 1810.                        

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La Asamblea se asumió como Soberana, en tanto representación de la soberanía del Pueblo de las Provincias ¨libres y unidas¨ del Río de la Plata, lo que significaba un nuevo desafío a la Monarquía española. Se hizo cargo del gobierno en reemplazo del Segundo Triunvirato que la había convocado. Luego delegó funciones ejecutivas en el Directorio, creado por ella y que concentraba el poder de acuerdo a las necesidades de un álgido momento de la guerra revolucionaria y de independencia de las colonias españolas de América.

Si bien se arrogaba la representación de los habitantes de la región rioplatense (el virreinato había abarcado desde los alrededores de Buenos Aires hasta el Alto Perú -actual Bolivia- y desde la Banda Oriental –ahora Uruguay- hasta Cuyo) su concepción americanista la llevaba a pensar en la independencia y liberación social de todo el continente. Son numerosas las referencias a la unidad americana durante sus sesiones.

Logros y límites

Aunque no pudo alcanzar algunos de sus objetivos principales (declarar la independencia, dictar una constitución y abolir la esclavitud, entre otras) fue un avance importante en el camino hacia la liberación política y social respecto a la monarquía española y sus rémoras sociales medievales.

En relación a la independencia (aunque no hubo declaración formal) la Asamblea del año XIII, como ya dijimos, invocó la soberanía del pueblo americano contra la concepción monárquica. Además estableció el Escudo nacional, encargó componer el Himno, autorizó el uso de la Escarapela e hizo acuñar moneda (en la actual moneda de un peso se homenajea a esos primeros ¨reales¨, con un réplica en la parte dorada interna).

En cuanto a organización política hizo prevalecer un principio unitario y porteñista frente a las intenciones autonomistas de las provincias, aduciendo las urgencias de la guerra revolucionaria. En el estatuto que elaboró designando un Directorio unipersonal se aprecia esta misma tendencia.

Entre las transformaciones sociales revolucionarias que sancionó (en camino hacia la igualdad) podemos mencionar la eliminación del mayorazgo y de los títulos de nobleza, la derogación del servicio personal de los indios: la encomienda, la mita y el yanaconazgo, la abolición del pago de tributos de los pueblos originarios y la ilegalización del tráfico de esclavos. También se abolió la Inquisición y la práctica de torturas (se quemaron instrumentos de tortura en la plaza pública).

Aunque no prohibió la esclavitud se dictó la llamada libertad de vientres, por la cual el hecho de nacer en estas tierras hacía a ese niño libre, aunque fuera hijo de esclava. Se supone que la presión del Imperio portugués hizo que se decidiera postergar la abolición de la esclavitud. Temían una fuga en masa de los esclavos de Brasil hacia el Río de la Plata. Recién con la Constitución de 1853 se aboliría la esclavitud, primero en la Confederación Argentina y luego en Buenos Aires, en 1860.

El rechazo a los diputados de la Banda Oriental, que ha sido señalado como el mayor error de la Asamblea, fue tema de enconados debates. Se adujo una falla en el procedimiento de elección para no permitir la participación de los representantes orientales. Pero lo cierto es que se temía que estos, bajo influencia de José Artigas, plantearan un modelo de organización confederal (que hubiese evitado algunos de los largos enfrentamientos entre provincias) y algunas ideas avanzadas de participación democrática popular, como la representación revocable, y también las del reparto de tierras y ganado.

Porqué esos avances y frenos

Toda constitución legal no es más que un producto de la revolución. Así como la revolución es un acto creador de la historia de clases, la legislación implica la perpetuación política de la sociedad. La labor de la reforma legal no posee impulso ninguno por sí misma, que sea independiente de la revolución, sino que en cada período de la historia se mueve en la línea del puntapié que le dio la última revolución y mientras dura su impulso; o, expresado más concretamente, sólo se mueve en el contexto del orden social establecido por la última revolución. (Rosa Luxemburgo, Reforma o revolución)

Es evidente que las tensiones y contradicciones en la producción de la Asamblea del año XIII son expresión de los conflictos sociales y políticos presentes en la situación revolucionaria que arranca en mayo de 1810. Los distintos sectores involucrados tenían distintas prioridades, a veces contradictorias, y sólo con su resolución política o militar podían luego obtener expresión clara en la nueva legislación.

Podemos mencionar que -en la revolución contra los monopolistas españoles, esclavistas, nobles, monárquicos, la burocracia estatal y la jerarquía religiosa y militar- participaron desde españoles relegados, hacendados, comerciantes acomodados, manufactureros, pequeños comerciantes, artesanos, sectores ilustrados de las ciudades, contrabandistas, hasta criollos sin derechos políticos ni civiles, mestizos, indios reducidos a servidumbre, esclavos, etc. Cada sector con intereses particulares y no siempre coincidentes.

Sin una gran movilización social, donde hasta se formaron milicias con cierto grado de participación democrática, no se hubiesen conquistado derechos como la eliminación de los privilegios de sangre y las limitaciones a la servidumbre y la esclavitud. Y al contrario, sin intereses particulares como los de los sectores locales acomodados, no se hubiese demorado tanto la abolición de la esclavitud o la participación política popular.

Por otra parte influían dos modelos revolucionarios contrapuestos: el federalismo de las colonias recién independizadas en Norteamérica y el centralismo de Revolución francesa de 1789. Mientras el primero lo hacía en Artigas y más tarde en Dorrego (los que contemplaban los intereses populares y regionales), el segundo lo hacía en la juventud porteña ilustrada que consideraba que el centralismo haría más viable el futuro de la revolución, su triunfo y expansión continental.

Además el interés de los porteños ligados al comercio exterior dominado por Inglaterra  subordinaba todo a la libertad de comercio y a la negativa temporal de los ingleses a apoyar la independencia de las colonias de su aliada España (en esos años juntas contra Napoleón). Y esos intereses sostenían también el modelo centralista de privilegio portuario. Otro factor que pudo influir en el retraso de la declaración de Independencia fue el retroceso de la situación europea, con la restauración monárquica en España y la derrota de los sectores liberales ibéricos.

Muchos de los temas pendientes de la Revolución de mayo se demoraron años o décadas en concretarse. La independencia, en 1816; la Constitución Nacional en 1853, que además abolió la esclavitud. La ampliación de derechos políticos tuvo sus hitos en 1912, con el ¨sufragio universal¨, y en 1949, con el voto femenino. La unidad nacional recién se consolidó en 1880 y la latinoamericana continúa pendiente. También continúan pendientes numerosos derechos sociales como los de vivienda, acceso a la propiedad de la tierra, etc.

Y continúan en pié los enormes poderes terratenientes, bancarios y empresariales, representantes o ligados a intereses trasnacionales, que impiden la extensión de los derechos a las masas y la democratización de la sociedad. Mientras subsistan esos poderes no se pueden satisfacer las necesidades de las masas ni conseguir la unidad continental soñada por los Libertadores hace 200 años. Por eso consideramos indispensable avanzar en las conquistas conseguidas en los últimos años en nuestra América Latina, hacia la expropiación del poder económico de esa oligarquía y la superación del capitalismo. Desde la Corriente Socialista Militante estamos comprometidos en la lucha por ese futuro de unidad continental en una Federación Socialista latinoamericana.