Cuando el PAN ganó la presidencia en el 2000, la gente aspiraba a vivir en una mejor sociedad, en 12 años de gobierno ese sueño resultó ser una pesadilla. Tenemos al ejército en las calles, una guerra sangrienta, mayor pobreza, un país en ruinas… Incluso pensando que Peña Nieto trabajará por el bien de las familias trabajadoras de México, algo que evidentemente no es así, la tarea que tiene por delante no es nada sencilla. Pero siendo realistas tenemos que decir que con el regreso del PRI no hay ni un indicio de que el horizonte sea mejor.
Juventud sin futuro
El capitalismo resquebraja la sociedad. En nuestros oídos retumban esas palabras de Engels y Rosa Luxemburgo afirmando que la humanidad tiene la disyuntiva del socialismo o la barbarie. La velocidad de descomposición de la sociedad es preocupante. Hace 15 años conmocionó a la sociedad mexicana el caso de Daniel Arizmendi, quien dirigía a una banda de secuestradores que pedían rescates y entregaban a los familiares las orejas o dedos de sus víctimas. Por muy cruel que ese caso fue, con lo que hoy ocurre parece un inocente juego de niño.
Según la revista Proceso de su edición 1887 del 30 de diciembre del 2012, fueron 101 mil asesinados durante el gobierno de Calderón, cantidad suficiente para llenar todos los asientos del Estadio Azteca. El perfil de los asesinados es de “un hombre joven, sin educación, padre y esposo… En ese rostro está todo lo que México perdió de su futuro y de su tranquilidad. Y como fondo y marco de este retrato, las ciudades devastadas, las sombras y los trozos de quienes fueron excluidos de la escuela, del empleo, y finalmente de la vida”.
Cientos de miles de niños de familias pobres han quedado huérfanos en el sexenio de Calderón, creciendo en condiciones de violencia. Si las cosas no cambian, ellos seguirán los pasos del crimen organizado y tendrán finales igual de trágicos que sus padres. En septiembre pasado la OCDE señaló que existían 7 millones 266 mil jóvenes entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan. La Sedesol señala que son cerca de 10 millones de personas en el país que no tienen acceso a alimento, 5.3 millones en la ciudad y 4.1 millones en el campo, pero son 28 millones los que no tienen el dinero para acceder a la canasta básica. Esto es uno de cada 4 mexicanos.
Ese es el caldo de cultivo para el desarrollo de la delincuencia. El problema de la inseguridad está íntimamente ligado al problema de la pobreza, estas tienen sus raíces en el actual sistema capitalista que en México nos ofrece una vida sin futuro a los jóvenes. Peña Nieto habla del combate a la delincuencia, se aprueba una Ley de víctimas de la guerra, pero por otro lado se avala la aprobación de la Ley Federal de Trabajo y se impulsa la reforma educativa que afectarán aun más los niveles de vida de la población y la calidad educativa.
Barbarismo
El vivir en un país seguro se ha vuelto una de las mayores preocupaciones. Para tener un panorama más global, que no solo abarca el problema entre los carteles por el mercado de la droga, es necesario poner un par de ejemplos más.
México es un país de migrantes, pero también de transito de migrantes que aspiran llegar a los EEUU. A diario miles de indocumentados traspasan la frontera sur, son un sector muy vulnerable por su condición ilegal y desconocimiento del terreno, son presa de extorciones, robos, violaciones y muerte. Recientemente apareció una película dirigida por Luis Mandoki, La vida precoz y breve de Sabina Ribas, que nos da un leve reflejo de esa cruda realidad.
Se ha tejido toda terrible red de prostitución y secuestros, que ha sido denunciada por diversas organizaciones, como la de Alejandro Solalinde, el sacerdote de Ixtepec Oaxaca que es un buen ejemplo de la solidaridad y valentía. Miles de migrantes son secuestrados por carteles como Los Zetas, en coordinación con la policía y las pandillas centroamericanas, se piden rescates que de no ser pagados se pagan con la vida. En Tamaulipas en el año 2010, se descubrió un fosa donde estaban muertos 72 migrantes, pero la mayoría de estos casos simplemente quedan en el anonimato.
El tráfico sexual
Los carteles, en particular Los Zetas, del Golfo, los Caballeros Templarios y Nuevo Milenio hacen levantones de chicas desde 12 años de edad para usarlas como halcones (vigilantes), sicarias, mulas (quienes contrabandean la droga incluso dentro de su propio cuerpo) o esclavas sexuales. El 90% de estas mujeres se utilizan para explotarlas sexualmente. En Apodaca Nuevo León, por ejemplo, hace tres años fueron levantadas del mismo barrio una docena de chicas, en la calle, en la parada del camión e incluso sacándolas de sus casas a punta de pistola. Desde entonces a la fecha han desaparecido más de 200 jóvenes solo en ese municipio y si se suma al vecino Guadalupe, Nuevo León, se llega a 500 desaparecidas.
Según la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwla) 20 de los 32 Estados del país (contando al DF) son considerados puntos rojos en el tráfico de mujeres. Se piensa que los carteles obtienen ganancias con la trata de mujeres de 10 mil millones de dólares anuales. Las autoridades muchas veces no hacen caso a las denuncias e incluso señalan que se fueron por gusto. Las jóvenes secuestradas son sometidas por la violencia y psicológicamente, además de que están amenazadas de muerte ellas y sus familias por lo que es muy difícil salir de esto. Cuando una de ellas se convierte en la esclava sexual de un capo, si éste se cansa simplemente la asesina y la desfigura para hacerla irreconocible (Ver La Jornada 2 de Enero de 2013).
Éste es el abominable capitalismo mexicano. Un sistema insano que genera tales atrocidades merece ser destruido.
El nuevo gobierno
La aprobación de la ley de victimas es reflejo de las presiones al Estado tanto nacional como internacionalmente. A unos días de que tomara posesión Peña Nieto, el comité de Tortura de la ONU urgió al Estado mexicano a modificar la legislatura para abolir la figura de arraigo y para proteger a las víctimas de las desapariciones forzadas. El gobierno de Peña Nieto no tiene la intención de cargar en sus espaldas los crímenes del sexenio pasado y la aprobación de esta limitada Ley de Victimas intenta mostrar una imagen diferente.
Peña Nieto está depurado tímidamente algunas instancias gubernamentales como el Instituto Nacional de Migración y también eliminó la Secretaria de Seguridad Pública. Esto último se puede entender porque los altos dirigentes de la misma solaparon (o muy probablemente organizaron) el intento de asesinato contra agentes estadounidenses que operaban libremente en territorio nacional. Sin embargo, el Estado mexicano sigue prácticamente intacto y es el mismo que ha cometido infinidad de atrocidades y violaciones de derechos. Peña Nieto solo pone un poco de maquillaje para tratar de ocultar la fea cara del Estado.
Las brutales torturas son cotidianas en los cuerpos armados mexicanos, el ejército entra a la casa de gente inocente, las encarcela o las asesina para ni siquiera dar un “usted disculpe, nos equivocamos”. En Ixhuatlán del Café, municipio veracruzano cercano a Orizaba, el pasado 28 de diciembre (con Peña Nieto ya de presidente), fueron asesinados 3 mecánicos y un taxista a manos del Ejército mexicano, quienes los confundieron con sicarios. Los vecinos gritaban “’¡Ya párenle, no traen armas, vienen limpios!’. Entonces un militar gritó: ‘¡Continúen, hay que acabar con esto!’. Acto seguido vino la segunda lluvia de balas con más de 100 detonaciones” (Proceso.com.mx, 16 de enero de 2013). Este no es un caso aislado. Estos crímenes quedan impunes.
El corrupto y represor estado mexicano
En la guerra del narcotráfico el gobierno de Calderón favoreció y protegió al Cartel de Sinaloa dirigido por el Chapo Guzmán, el empresario ilegal de la droga que aparece en Forbes como uno de los hombres más ricos del Mundo. Pero no se ha tenido la fuerza de desaparecer a carteles poderosos y violentos como los Zetas, aunque han recibido fuertes golpes. Pero cada cartel corrompe a una parte del Estado mexicano, así que no siempre las corporaciones estatales obedecen a la batuta de la alta cúpula estatal, sino de los diversos cárteles. Las corporaciones policiacas no se vuelven instrumentos confiables. Para una víctima que no tiene nada que ver con esta guerra muchas veces es un riesgo mayor denunciar un crimen, porque las propias corporaciones policiacas son cómplices y en vez de protegerte te pueden entregar al matadero de los sicarios.
Parece lógico que Peña Nieto inicie depurando y reorganizando a instituciones como la Policía Federal. Busca contrarrestar este problema centralizando la dirección de los diversos cuerpos armados, subordinándolos a la Secretaria de Gobernación. Peña Nieto plantea la especialización mayor de las corporaciones armadas y la creación de una gendarmería especial compuesta con 10 mil elementos para fortalecer el control en los municipios. En los municipios podemos encontrar a la policía más infiltrada sobre la que menos control tiene el estado central, con esta gendarmería se intenta tener un cuerpo confiable que pueda mandarse a cualquier municipio. Estas medidas no resolverán el problema de la corrupción que corroe al Estado, pero si profundizará la tendencia represiva.
La secretaria de Gobernación será la responsable de concentrar los poderes, también se reactiva la policía política y las tácticas combinadas donde se usaran por un lado las instituciones oficiales y legales del Estado y por otro grupos paramilitares, de choque e infiltrados para desestabilizar, justificar la represión y tratar de desactivar la respuesta de las masas.
Es de todos sabido que Peña Nieto llegó a la presidencia comprando los votos de la gente humilde con poca conciencia política, él está comprometido con quienes le compraron la presidencia: los capitalistas nacionales e imperialistas, incluyendo a estos empresarios ilegales que producen, trasladan y venden la droga que financiaron su campaña. Peña Nieto al igual que Calderón no buscará acabar con el negocio de la droga ni mantendrá una posición imparcial entre los cárteres.
La lucha de masas y la defensa del pueblo armado en Guerrero
Pero hay otra razón para tomar estas medidas de especialización del aparato Estatal que incluso son de mayor relevancia para la defensa de los intereses de la clase dominante: el creciente descontento de la población y la lucha de las masas al que le tienen que hacer frente. No podemos olvidar que la llegada a la presidencia de Peña Nieto fue precedida por protestas masivas de jóvenes y trabajadores. Esta lucha fue derrotada, pero el actual régimen está claramente desprestigiado, empezando por Enrique Peña.
La derrota de la lucha contra la imposición dispersó al movimiento de masas, ahora vemos luchas locales que son pequeñas muestras del radicalismo y coraje subterráneos que hay entre las masas. Iniciando este sexenio los sindicatos muestran su descontento con movilizaciones y una montaña de amparos en rechazo a sus reformas. Vemos por otro lado al Morena en proceso de consolidarse como partido político, donde las bases pugnan además por mantenerse como movimiento ligado a las luchas sociales. La juventud en el último periodo no solo ha luchado contra el regreso del PRI, también ha desarrollado diversas luchas locales muy combativas, por ejemplo, en las normales rurales, en la UACM y en el IPN.
Como en un fuego que se ve aparentemente apagado pero donde la leña está ardiendo por dentro, la burguesía echa madera seca e inflamable. Están acelerando los ataques y aumentando el descontento, ellos mismos están preparando las condiciones para un nuevo estallido social.
Así como no podemos predecir con exactitud cuándo vendrá el siguiente terremoto, tampoco podemos decir cuando estallará nuevamente la lucha revolucionaria de las masas, pero tenemos la completa certeza de que habrá nuevos terremotos geológicos y sociales. Cualquier chispa puede incendiar la pradera, esto puede pasar en dos meses o en dos años.
Al inicio del nuevo sexenio las cosas no cambian con la delincuencia e inseguridad, para muchos poblados y ciudades este problema es literalmente de vida o muerte. Sería una ilusión utópica creer que podemos simplemente reformar al actual Estado corrupto, incapaz y al servicio de los intereses de los capitalistas y narcotraficantes. Debemos destruirlo porque se construyó para defender intereses diferentes a los de los trabajadores.
Ya vimos en el pasado ejemplos dignos como el de Cherán, Michoacán, donde la población se armó para defenderse de los talamontes vinculados al crimen organizado, al iniciar el 2013 le tocó el turno a los pobladores de Ayutla y Teconanpan en el estado de Guerrero. La población formó una policía comunitaria armada para hacer frente a la inseguridad, acoso y extorsiones del crimen organizado y ante la desconfianza e incapacidad del Estado mexicano.
El gobierno de Peña Nieto fue impuesto para defender los intereses de los capitalistas legales e ilegales. La sofisticación y perfeccionamiento del aparato Estatal busca mantener cierto orden entre los carteles sin acabar en realidad con el jugoso negocio de la droga, pero sobre todo para defender los intereses de los capitalistas frente a la lucha del pueblo trabajador que en los últimos años ha dado muestras claras de querer cambiar la sociedad.
Cherán, Ayutla y Teconanpan son solo muestras claras de cómo se debería combatir a la delincuencia organizada y al Estado, aunque aún son casos aislados. En los municipios guerrerenses la policía comunitaria ha detenido a los delincuentes respetándoles sus derechos, se les da atención médica, alimentos… Esto nos dice un jefe de la policía comunitaria mostrando el enorme contraste con el Estado de los capitalistas y agrega: “No queremos convertirnos en lo que tanto criticamos”. Este miembro del llamado Comité de Autodefensa Ciudadana Contra la Delincuencia Organizada también señala que: “La gente está más tranquila desde que el pueblo se levantó en armas” (vanguardia.com.mx).
Esto es el embrión del futuro Estado que debemos construir los trabajadores del campo y la ciudad. El futuro de estas dignas luchas dependerá en última instancia de que logren extenderse a nivel nacional. Muestran el futuro, esa nueva sociedad que no acaba de nacer y destruir a este caduco sistema capitalista en descomposición y a su Estado.
La lucha no solo debe quedarse en el combate a la inseguridad, como ya dijimos su solución pasa por resolver los problemas de pobreza y hambre que los generan. Debemos aspirar a erradicar la pobreza, el desempleo, la falta de salud y educación y así como se expropia el poder político en esas comunidades debemos hacer lo mismo a nivel nacional, arrebatando también el poder económico, expropiando la tierra a los terratenientes y los bancos y fabricas a los grandes capitalistas, poniendo los recursos económicos de la sociedad de forma planificada en beneficio de los trabajadores del campo y la ciudad.
Cherán, Ayutla y Teconanpan nos muestran que sí hay alternativa eficaz contra la delincuencia y la inseguridad, esta es la lucha revolucionaria de las masas.
Source: La Izquierda Socialista (México)