El presente artículo llego a nuestra redacción con una petición de ser publicado. El mismo fue escrito por un activista comunitario de la parroquia Petare de Caracas luego de las elecciones del 7 de Octubre y muestra cómo se está planteando la discusión en los barrios venezolanos en todos los niveles.
Se enciende la alarma revolucionaria
El 7 de Octubre se desarrolló en Venezuela el más grande evento de participación democrática realizado en la patria de Bolívar. Más de 15 millones de compatriotas acudieron a elegir el modelo de gobierno que aspiran sea instaurado en este país: se logró reducir la abstención a menos del 20 por ciento del total de los electores inscritos en el sistema electoral venezolano, lo que demuestra al alto carácter democrático que posee esta nación.
El domingo pasado nuestro pueblo demostró su alto grado de conciencia revolucionaria, al reelegir al comandante Chávez como presidente de la República de Venezuela. Tremenda batalla librada, y tremenda Victoria. Nuestro pueblo es grande. Por algo somos dignos herederos de nuestro libertador Simón Bolívar.
Ahora bien. Después de la merecida celebración por la victoria conseguida en toda la línea de batalla, se hace necesario reflexionar y analizar los resultados obtenidos en esta dura contienda.
Estos resultados, obtenidos el día domingo, deben llevarnos a reflexionar que algo está sucediendo. ¿Cómo es posible que más de seis millones de venezolanos adversen el proceso revolucionario? Casi el 45 por ciento de los electores no creen en la propuesta del Comandante, a pesar de que gran parte de ellos de una u otra manera han sido beneficiados por la revolución.
Es sencillo de analizar. Esta población solo ama de la revolución los beneficios materiales que ha recibido, mas no cree o, mejor dicho, no conoce lo que es socialismo. Los medios de comunicación de la derecha han logrado crear una concepción de arraigo y de pertenencia al consumismo, al lujo, a la apariencia y a la acumulación de riquezas.
Sería ingenuo de nuestra parte pensar que se puede construir el socialismo permitiendo al capitalismo que domine las mentes de los pueblos. ¿Quién podría negar que la música, el cine y la televisión imponen el arraigo cultural de la población? Esto significa que mientras el sistema capitalista tenga espacios donde anidarse, no será posible profundizar la revolución.
Es necesario destacar que en esta elección participó una gran cantidad de nuevos electores: jóvenes que nacieron o eran niños a la llegada del gobierno revolucionario. Muchos de ellos votaron en contra del proceso; entonces, ¿qué sucedió? sencillamente los jóvenes en su mayoría siguen adoctrinados por el sistema capitalista. La televisión hizo su trabajo. Los jóvenes siguen siendo dominados por el espejismo del capitalismo, y no han logrado comprender que las oportunidades que hoy poseen, son gracias a este proceso. No podemos ocultar que muchos de los jóvenes pertenecientes a las clases populares, prefieren un centro comercial que un parque o una plaza.
Otro sector que incidió en el resultado fue la población extranjera naturalizada, que después de haber recibido una gran cantidad de beneficios de este gobierno, los cuales incluyen su legalización, abrazan el planteamiento de la derecha venezolana.
A pesar de la gran participación y demostración del pueblo revolucionario, no podemos obviar que la derecha venezolana logró captar a más del cuarenta por ciento de los venezolanos, quienes no creen o conocen el proyecto del socialismo del siglo XXI y, sin temor a equivocarme, puedo asegurar qué más del 75 por ciento de esta población ha sido beneficiada por los programas instaurados por este proceso. Pues entonces ¿qué ha sucedido? ¿Por qué adversan a quienes les han tendido la mano?
Sencillamente el sistema capitalista se encuentra sembrado en gran parte de la población, unido a la ineficacia y el burocratismo imperantes en el estado.
Hay un refrán que dice: vale más un gramo de eficiencia, que cien toneladas de esfuerzo. Es imposible ocultar que la victoria del Comandante se debió a la conciencia del pueblo que ha sufrido y construido con él lo que hoy tenemos, unido al gran esfuerzo realizado por él en cada una de sus presentaciones de cierre de campaña, a las que llamó La Avalancha Bolivariana y no a la estrategia del comando de campaña, por el plan proyectado, sino por los responsables de cada rol dentro del desarrollo del plan; se pudo observar a muchos de ellos el día de la elección hacer el trabajo que no hicieron en su debido momento.
Esto nos plantea un escenario delicado. No olvidemos el caso de Nicaragua. La CIA logró formar grupos subversivos blindados con la población opositora. No olvidemos que la derecha nunca aceptará al proceso progresista que estamos construyendo: no olvidemos a Libia, Siria, Chile.
La oposición venezolana reconoció los resultados. Pero también sabe que tiene más de seis millones de personas que apoyan su modelo neoliberal, y debemos tener claro que ellos sabrán sacarle provecho a este apoyo.
Aquí no se trata de aflicciones o complejos pero sí de estar atentos; el reconocimiento de los resultados del domingo no es gratis: ellos tienen un plan y la elección les sirvió para medir con quienes cuentan, y créanme que son bastantes.
La derecha venezolana puede preparar una jugada; sería inocente creer que no será así: ellos saben que este gobierno ha truncado en reiteradas oportunidades sus planes, lo que la ha hecho retroceder progresivamente.
Pero entonces ¿qué hacer?
Bueno. Debemos ir a una profundización del proceso revolucionario, pero, ¿cómo se logra eso?
Debemos revisar la estructura del partido de la revolución, pues se ha venido convirtiendo en excluyente y hermética. El partido debe pasar del rol de apoyo a la revolución al de proponente, regulador, y formador de los nuevos cuadros políticos de base, que permita la preparación, de los líderes y relevos que conformarán el andamiaje institucional del estado socialista.
Por otro lado se debe atacar al burocratismo enquistado en las instituciones. Muchos, o mejor dicho la mayoría de los llamados servidores públicos, piensan que coadyuvan al proceso con solo cumplir con un horario, aun cuando sus acciones no sean realmente productivas o más bien sean improductivas y dilatadoras de los procesos
Estas elecciones nos permiten reflexionar acerca de la corresponsabilidad de cada uno de nosotros en la construcción del socialismo. Muchos pesábamos antes del domingo que todo marcha bien y que ya la revolución llegó para quedarse: pues ya vemos que no es así. Aun hay mucho por hacer, mucho por construir, mucho por inventar. No podemos hacernos cómplices de los ineptos, a quienes no les importa lo que ocurra o qué modelo de gobierno se implante en nuestro país. Claro, ya ellos hicieron su revolución. Ya se creen burgueses. Pero el resto de los venezolanos, los que creemos en esta revolución, no podemos permitir que unos irresponsables nos roben los sueños nuevamente.
¡Así que, enciendanse las alarmas revolucionarias¡
¡La profundización es necesaria!
¡Cada espacio que concedamos a la burguesía, será un espacio que retrocede nuestra revolución!
Orángel D. Márquez G.
Caracas, 8 de octubre de 2012