Una barata y cruda película anti-islámica titulada La inocencia de los musulmanes, producida y promovida por reaccionarios fundamentalistas cristianos en los Estados Unidos y difundida en Internet en julio, ha dado lugar a manifestaciones en muchos países de todo el mundo, incluyendo ataques a las embajadas de EEUU que en el caso de Libia condujeron al asesinato de cuatro diplomáticos de Estados Unidos en el consulado de EEUU en Benghazi. Analicemos por qué está sucediendo todo esto.
Según los informes, la película originalmente tenía el título Los guerreros del desierto y no tenía nada que ver con Mahoma. Los actores que habían participado en la película han afirmado que no estaban al tanto del hecho de que la película tenía que ver con Mahoma, y que la historia que transformó la película en el formato en el que finalmente apareció en Internet fue el resultado del trabajo sobre una copia. El guión fue diseñado deliberadamente para insultar a los musulmanes.
Al principio ni siquiera estaba claro quién estaba detrás de la película. La historia que se extendió por todo internet era que un tal “Sam Bacile” había hecho la película con fondos aportados “por más de 100 donantes judíos”. La intención era clara: dar la impresión de que la película fue una producción estadounidense/judía y provocar una reacción violenta entre los musulmanes de todo el mundo.
Más tarde, la verdad se reveló que Sam Bacile no existía y que el verdadero creador de la película era un estafador convicto, Nakoula Bassely Nakoula, un copto egipcio que tiene vínculos con la extrema derecha asociada a evangélicos de los EEUU, que también ayudaron en el rodaje de la película. Entre ellos había un tal Steve Klein, un ex-Marine que ha participado en el adiestramiento de milicias en las iglesias de California. Entre sus actividades también destacan protestas contra clínicas donde se practican abortos, mezquitas de los Estados Unidos e incluso contra templos Mormones.
La “película” se proyectó sólo una vez en Los Angeles, con una asistencia muy reducida. El famoso “pastor” Terry Jones de Florida -que el año pasado llegó a los titulares cuando quemó públicamente el Corán- trató de impulsar la difusión de la película, pero sin éxito. En julio, los creadores de la película lo subieron a YouTube, pero pasó casi inadvertida. En este punto, se podría haber llegado al final de la historia y la película hubiera pasado al olvido, como muchas otras.
Es evidente que no felices por la falta de interés en su película, sus creadores decidieron entonces doblarla al árabe y colocar esta nueva versión también en YouTube. Aun así, a pesar de los ¨valientes¨ esfuerzos de los reaccionarios y derechistas fanáticos, la película no tuvo ningún impacto.
Entonces entra en escena un tal Jaled Sheij Abdallah. ¿Quién es Abdallah? Es un personaje de la televisión egipcia que dirige un programa en la cadena de TV digital islamista al-Nas. Ha sido comparado con Glenn Beckin de Estados Unidos, quien ha dirigido programas de televisión y de radio que supuestamente han defendido los valores “tradicionales norteamericanos” y cristianos fundamentalistas. Abdallah no es amigo de la “primavera árabe” y, según algunos informes, se le cita por haber descrito a la valiente juventud egipcia -que fue la principal protagonista de la revolución egipcia que derrocó a Mubarak- como “chicos sin valor”. Y al igual que Glenn Beckin en los EEUU, tiene la intención de fomentar el conflicto entre cristianos y musulmanes.
Después de descubrir la película, La inocencia de los musulmanes, el 8 de septiembre emitió un extracto ofensivo de la misma en la que el actor que interpreta a Mahoma llama a un burro como “el primer animal musulmán”. Fue después de esto que todo el asunto se deslizó como una bola de nieve. Abdallah entiende claramente el antiguo método romano de “divide y vencerás”. Él presta especial atención a fomentar el odio hacia los cristianos coptos egipcios, que representan alrededor del diez por ciento de la población.
Recordemos que durante las movilizaciones más intensas y masivas contra el régimen de Mubarak, los trabajadores coptos y musulmanes de Egipto se unieron en una lucha común. En esto vimos el potencial de la unidad de la clase obrera, que se expresó en más de una ocasión. Después de la caída de Mubarak, el antiguo régimen, con el atuendo de las provocaciones organizadas por los militares y encaminadas a romper la unidad que se había forjado en la revolución, se dedicó a organizar ataques de represalia entre cristianos y musulmanes. El espectáculo de Abdallah en la televisión es parte de este continuo intento de dividir a los trabajadores y jóvenes de Egipto en líneas religiosas. Él concentra gran parte de su atención en los cristianos coptos de Egipto.
La difusión del infame extracto de la película en el programa de Abdallah es lo que permitió una difusión muy amplia de las imágenes de esta película, sobre todo entre los salafistas, el movimiento fundamentalista islámico que es la segunda agrupación más grande en el parlamento egipcio. Hasta entonces, pequeños grupos de salafistas organizados habían estado tratando de construir un movimiento de protesta con manifestaciones regulares fuera de la embajada de EEUU en El Cairo, pero con poco éxito. Entonces Abdallah llegó a su rescate, azuzando sentimientos anti-estadounidenses con la ayuda de la infame película.
La protesta de El Cairo fue seguida por los acontecimientos de Benghazi, donde cuatro diplomáticos estadounidenses fueron asesinados, y de ahí la protesta se extendió a Bangladesh, Pakistán, Afganistán, Irak, Marruecos, Indonesia y otros países. Los medios de comunicación de Occidente luego recogieron esto para pintar un cuadro de un “mundo islámico” dominado por fundamentalistas reaccionarios y extremistas.
La verdad es que el número de gente que realmente tomó parte en las protestas fue bastante pequeño. En Teherán, por ejemplo, no más de 500 participaron en las protestas coreando “Muerte a Estados Unidos”, en el Líbano fueron no más de 200 personas las que salieron a las calles, en Jerusalén alrededor de 300 estuvieron protestando, en Marruecos los informes indican que “cientos de salafistas quemaron banderas de EEUU”. La manifestación más grande de la que se ha informado fue en Jordania, donde se habló de 2.000. Según Al Jazeera, el número total de personas en el conjunto de Oriente Medio y más allá que salió a protestar el viernes pasado, después de las oraciones, fue alrededor de 5.000. Esto, de ninguna manera puede calificarse de “movimiento reaccionario de masas”. De hecho, es muy pequeño y lo que realmente se está promocionado por los medios de comunicación mundiales es mostrar algo mucho más grande de lo que realmente es.
Si comparamos estos números con los que estuvieron participando en lo que se conoce como la “primavera árabe”; es decir, las revoluciones de Túnez y Egipto y en otros países, entonces obtenemos una imagen fiel más clara de la verdadera correlación de fuerzas sobre el terreno. Y mientras que la cobertura de los medios de comunicación es muy generosa con las protestas organizadas por los fundamentalistas, muy poco se dice, por ejemplo, de las protestas en Libia de la gente común ¡que sale a la calle contra los fundamentalistas!
Sin embargo, dicho esto, también hay que registrar el hecho de que existe un verdadero estado de ánimo anti-imperialista en las masas de Oriente Medio y más allá. No olvidemos que el imperialismo de EEUU durante décadas ha dado respaldo, financiero y militar, a todos los regímenes corruptos que durante años oprimieron a las masas trabajadoras. A día de hoy todavía está respaldando a regímenes tales como el de Arabia Saudita. Y convenientemente, hizo la vista gorda cuando las fuerzas militares saudíes entraron en Bahrein para aplastar la revolución. El imperialismo de EEUU ha estado maniobrando entre bastidores para sembrar la confusión entre las masas y promover a las fuerzas reaccionarias, como la Hermandad Musulmana en Egipto y en otros países. La clase dominante de EEUU no es amiga de las masas trabajadoras de Oriente Medio.
Todo esto explica también por qué los sentimientos anti-estadounidenses son tan fácilmente promovidos por individuos reaccionarios como Jaled Sheij Abdallah. Por desgracia, un sano antiimperialismo es desviado entonces en líneas reaccionarias. Esto es posible porque no hay ningún partido obrero de masas en Egipto que sea capaz de unir a las masas trabajadoras en los temas de clase. En este vacío los elementos reaccionarios encuentran espacio para maniobrar.
Escondidos detrás de su falsa demagogia anti-imperialista, los fundamentalistas promueven su propia agenda reaccionaria. No olvidemos que el fundamentalismo islámico ha sido promovido, financiado y explotado por el imperialismo de Estados Unidos muchas veces en el pasado cuando convenía a sus intereses. Cuando los EEUU estaban tratando de derrocar al régimen pro-soviético de Afganistán –un producto de la Revolución Saur de 1978- no tuvieron ningún reparo en apoyar a algunos de los elementos más reaccionarios y atrasados dentro del país, que iban a ser conocidos luego como los Talibán.
El hecho es que los fundamentalistas islámicos explotan lo que es un verdadero sentimiento antiimperialista de las masas, pero lo hacen para desviarlo en líneas completamente reaccionarias. Hace mucho tiempo, Lenin supo ver este peligro. En el borrador de las Tesis sobre cuestiones nacionales y coloniales para El Segundo Congreso de la Internacional Comunista, escribió lo siguiente:
“Con respecto a los estados y naciones más atrasados, en los que predominan las relaciones feudales o patriarcales y patriarcales-campesinas, es especialmente importante tener en cuenta lo siguiente:
“En primer lugar, que todos los partidos comunistas deben apoyar el movimiento de liberación democrático-burgués en estos países, y que el deber de prestar la ayuda más activa incumbe principalmente a los trabajadores del país del que depende colonial o económicamente la nación atrasada;
“Segundo: la necesidad de una lucha contra el clero y otras influencias de elementos medievales y reaccionarios en los países atrasados;
“En tercer lugar, la necesidad de combatir el panislamismo y tendencias similares, que se esfuerzan por combinar el movimiento de liberación contra el imperialismo europeo y norteamericano, con un intento de fortalecer las posiciones de los Jans, terratenientes, mulás, etc.”
Hoy, por desgracia, hay gente en la izquierda que ha olvidado –o que nunca ha entendido– la posición básica del marxismo en relación a los clérigos islámicos reaccionarios. Está claro que los elementos más reaccionarios del clero islámico han jugado un papel importante en el intento de atizar una reacción histérica, utilizando esta última provocación de la extrema derecha reaccionaria de fundamentalistas cristianos de los Estados Unidos. Este clero no es genuinamente anti-imperialista, sino que utiliza la ira real de las masas para impulsar su propia agenda, ¡que está diseñada para socavar las revoluciones que han estallado en el Medio Oriente y África del Norte!
Según informes de Egipto, los organizadores de estas protestas han sido principalmente los grupos
salafistas reaccionarios. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes, por miedo a ser desbordados por los salafistas, también han convocado manifestaciones. Tanto los salafistas como los Hermanos Musulmanes están trabajando para socavar la revolución egipcia, y qué mejor manera de lograr eso que dividir a los trabajadores de Egipto en líneas religiosas. La ausencia de cualquier cambio significativo en las vidas de los trabajadores y jóvenes comunes de Egipto desde la caída de Mubarak también ha dado lugar a cierto cansancio y desilusión en las masas que tomaron parte en la revolución. En tales circunstancias, las protestas de unos pocos cientos, o a lo sumo de unos pocos miles, del tipo que estamos presenciando en estos días, puede parecer mucho más importante de lo que realmente son. Lo que están tratando de hacer es cortar la lucha de clases en el país, derrotar a los trabajadores y empujar el país hacia la derecha. La tarea de los marxistas es revelar todo esto y hacer hincapié en la necesidad de la unidad de los trabajadores.
Lo que hay que destacar es que los fundamentalistas cristianos, y la derecha reaccionaria en general, en los Estados Unidos, y los fundamentalistas islámicos en los países donde el Islam es la religión dominante, en realidad se apoyan unos a otros y se utilizan entre sí. Las provocaciones, como esta última, organizadas por reaccionarios de los EEUU proporcionan munición a los fundamentalistas en países como Egipto con la que avivar el sentimiento anti-estadounidense. Esta reacción, a su vez es utilizada por los fundamentalistas cristianos de derecha en los EEUU para presentar una imagen de un “mundo musulmán” que odia a los norteamericanos. Ambos apuntan a dividir a los trabajadores, ambos están trabajando contra la revolución árabe, ambos son enemigos de los trabajadores en todos los países.
En momentos como estos, es fácil dejarse engañar por toda esta exageración de los medios. Su propósito es distraer la atención de lo que realmente está pasando. La crisis del capitalismo mundial se expresó en el mundo árabe con la revolución tunecina y, luego, con la egipcia. Esto inspiró a los trabajadores y a la juventud del mundo. En los Estados Unidos, en protestas masivas como la de Wisconsin a principios de 2011, vimos cómo los trabajadores estadounidenses se identificaban con las protestas masivas de los trabajadores egipcios. Se utilizó incluso la consigna: “¡Lucha como un egipcio!”. Más tarde, el movimiento de masas #Occupy en los Estados Unidos inspiró a los trabajadores y jóvenes de todo el mundo, incluido el mundo árabe.
A pesar de todos sus crudos intentos, la derecha reaccionaria en los EEUU y sus homólogos en el mundo árabe no tendrán éxito en sus maniobras. La crisis del capitalismo es implacable. La vida para los trabajadores de todos los países se hace cada vez más insoportable. Y en todas partes la lucha de clases sigue apareciendo. Lo vimos en El Cairo, lo vimos en Wisconsin, luego en Nueva York, y luego en Atenas. En la actualidad lo estamos viendo de manera destacada en España y Portugal. Está propagándose por todas partes. Es por eso que debemos esperar intentos más crudos aún para avivar los sentimientos nacionales chovinistas y religiosos.
Pero por mucho que lo intenten, no podrán ocultar el hecho de que el sistema capitalista mundial ha fracasado. Debido a que está quitándole a los trabajadores, en todas partes, todo lo que consiguieron conquistar con la dura lucha en el pasado. Este sistema está condenado al fracaso.
Lo que está preparándose a escala mundial es la lucha de clases, y eso es lo que aterroriza a las clases dominantes de todos los países. Las últimas palabras del Manifiesto Comunista: “Los proletarios no tienen nada que perder salvo sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!” Nunca han sonado más verdaderas.
Ver también:
• El Mundo islámico soliviantado – Siembra viento y recoge tempestades, (en inglés) por Maarten Vanheuverswyn, 7 de febrero de 2006
El Islam y los Estados Unidos … ¿Amigos o enemigos? por Lal Jan, 11 de mayo de 2004